lunes, 22 de febrero de 2010

Fu allora che vidi il Pendolo

De pequeño, en mis círculos más inmediatos se decía aquello de que trabajando uno no se hace rico. Claro, como la mayoría de los que nos encontramos aquí, un servidor es de familia de trabajadores. Mi padre, un profesional donde los hubiese, firmaba simplemente con un “empleado” aquellos documentos en que se le requería su profesión.

En aquel momento y en aquel lugar, por trabajar se entendía ganarse la vida decentemente, que con el paso del tiempo hemos aprendido que sí, que hay trabajos no tan decentes pero currados que pueden hacerte rico, aunque sea en el plano de la ficción. Tenemos ejemplos de precisión artesana que lo demuestran, como Ocean’s Eleven o el fabuloso equipo que Robert De Niro tenía en Heat, que ya lo querría para mí…

Sea como fuere, llevo inoculada desde mi más tierna infancia cierta desconfianza y antipatía por aquellas riquezas hechas así, de pronto, [y al margen de Internet…] y, aviso, he detectado en mí un cierto prejuicio ante aquellos sujetos que las amontonan. Sentimientos que pueden generar desviaciones en mi percepción del tema que expongo en este post.

Y es que hace unos días leí en Expansión & Empleo.com una entrevista realizada por el Financial Times donde se pidió a John Moulton que nombrase los tres principales rasgos de su carácter que habían incidido, supongo, en su éxito en la vida, a lo cual contestó que eran la determinación, la curiosidad y la falta de sensibilidad.

Evidentemente, el rasgo que más llamó la atención de la periodista fue el último al cual se abonó morbosamente defendiéndolo y contraponiéndolo a aquellas teorías que pregonan que el directivo ha de ser emocionalmente competente, en fin, que aquí podéis leer el artículo si queréis conocer los pormenores de estas opiniones.

Lo que me ha llamado la atención es el silogismo [cutre] de la periodista que no sé si es ponendo tollens o ponendo ponens, pero que a mí no me pone nada y que reza tal cual así:

“Los directivos tienen que dormir. La insensibilidad es vital para dormir. Por lo tanto, los directivos deberían ser insensibles.”

Y me pregunto si realmente el cerebro puede configurarse para ser insensible a unas cosas y no a otras. Por ejemplo, refiriéndonos a la categoría personas, ¿alguien puede pensar que uno puede ser insensible a sus trabajadores y sensible a sus proveedores o a sus clientes [usuarios]? Seguro que hay quien opina que sí, pero le invitaría a discriminar entre ser sensible al cliente o a las ganancias que le produce.

No me extraña que hayamos llegado a donde lo hemos hecho y dispongamos de este planeta enfermo, cuando este mundo que habitamos está absolutamente determinado por esos hombres de pro, héroes, ejemplos de excelencia empresarial y cuyo secreto radica en dormir bien porque en el fondo [o no tan fondo] se la suda realmente todo lo que no sea ellos mismos.

Seguro que hay también quien opina que, gracias a estos caballeros hay empresa y trabajo, pero supongo que este mismo sentimiento es hermano del que tenían los siervos de la gleba allá por la época feudal, en cierto modo subordinado a aquello de que el fin justifica los medios. Y es que no puedo dejar de ver en estas manifestaciones el recorrido del péndulo y experimentar una sensación vertiginosa de volver hacia atrás.

Sinceramente, he pasado por distintas fases respecto a este artículo, desde la indiferencia hasta la indignación, pasando por un estupor catatónico [sin que llegase nunca a quitarme el sueño, ¿eh?] pues tiene tela lo que se dice e intuye. Y eso que en ciertos contextos puede ser acertado, por ejemplo el de la guerra. Evidentemente si un general envía a la muerte segura a cientos de sus soldados no puede, en absoluto, tener en cuenta que se trata de personas con padre, madre, compañer@ o hijos. De ahí que se despersonalice al soldado, se le rape y uniforme para que sea tan sólo una manchita verde susceptible de convertirse en roja.

Quizás es que hay una indigestión de tanto Sun Tzu que sólo cabe imaginarse el día a día como una guerra pero, qué queréis que os diga, un servidor no quiere vivir esos cuatro días entre el fragor de un eterno combate dirigido, además, por un bellodurmiente insensible a mi realidad…¿de qué?

Que ¿cuál es mi posición? Pues, sencillamente y sin caer en sentimentalismos ñoños ni en reivindicaciones progres, un directiv@ ha de ser simplemente coherente con su ámbito de responsabilidad y consecuente con el impacto de sus decisiones, aunque estas impliquen perder el sueño, aspecto [que debería estar...] incluido en el sueldo y, en todo caso, siempre una señal esperanzadora.
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El título es el comienzo que le da Umberto Eco a Il pendolo di Foucault (1988)

11 comentarios:

  1. I si te dic que diguis el que diguis (que estic d'acord en tot) el que me superencanta d'aquest post és que l'has escrit desde el budell?

    =D

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  2. Genial el post, Manel. Me he reido con ganas viendo que no te pone en absoluto la lógica matemática... muy bueno.

    Yo tambén he tenido la oportunidad de leer el artículo de marras y, de entrada, a primera lectura, lo que más me llamó la atención fue el comentario final en relación a la poca representación de las mujeres en puestos de dirección y su (supuesa) mayor sensibilidad hacia las desventuras de sus colaboradores. Muy fácil y rápida conclusión, ¿no te parece?

    Coincido totalmente con tu crítica al artículo de la señora Kellaway, que ella titula "Es más lógico que los jefes sean insensibles", pero bajo qué lógica, la del avestruz?

    Te sigo. Mònica

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  3. Comparto indignación. ¿Realmente es necesario promulgar perfiles de este tipo? Porque haberlos, haylos, aunque [por suerte] no abundan. Se jactan de ser mercenarios a sueldo (y no es una metáfora bélica, tal cual se lo he oído decir), escudados en un argumentario sobre actuar con el papel que les ha tocado. Y el ser un poco persona se queda esperando en la mesilla de noche, supongo. Gracias por el post.

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  4. Como todo en esta vida, depende hacía donde mires, en que momento mires y en que circustancias.
    Bill Gates es el único que se dedica, con todo su dinero, a pagar la investigación del cólera, que es una enfermedad de "pobres".
    Debe ser por eso por lo que no creo en las generalizaciones y las estadísticas me las tomo con mucho cuidado.
    "Mercenaros" los he visto de todas las categorias. Lo mismo que lo contrario.

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  5. Verdaderamente, compa Manel, da miedo pensar que gente así es la que, en cierta manera, rige los destinos de esta nuestra casa común. En fin, creo que hay cosas que se definen (casi) por sí solas). Y no (me) gustan un pimiento. Habrá que seguir en la batalla...

    Un fuerte abrazo y buena semana.

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  6. http://elcaminoparalelo.blogspot.com/22 de febrero de 2010, 14:11

    Será Manel, que existe una relación directa entre la ambición desmedida y la insensibilidad?
    Abzo.

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  7. No me voy a leer el artículo, pues por tu descripción, ya conozco sobradamente a esa clase de personas y no tiene nada que aportarme. Me he codeado con demasiad@s directiv@s cuyos donativos, que aparte de desgravar a Hacienda, no son más que campañas de propaganda. Empresas que se apuntan a GPTW (porque vende) cuando están literalmente "machacando" la autoestima de sus empleados...en fin, organizaciones que deberían tener en sus accesos “arbeit macht frei” y a las que sin embargo se les da “un bombo” mediático impresionante.

    Pues eso, que también comparto tu indignación. A mí, sí me está quitando el sueño y me alegro por ello, pues no me gustaría caer en el mismo saco. No, no me voy a hacer rica pero me compensa con creces poder admirar mis arruguitas en el espejo.

    Gracias Manel por el post!

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  8. Llámame idealista, pero estoy segura de que esos Vampiros (los malos :) tienen los días contados. VAn a contracorriente, aunque a veces parezca lo contrario.
    Sigamos alerta y gracias por la necesaria reflexión.

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  9. @Tona Pou: Gracies Tona. Potser,fins i tot, una mica massa emocional, pel meu gust… no trobes?

    @Mònica: Sí, realmente la conclusión respecto al [poco éxito] de las señoras es facilona, facilona…pelo ligera y ambigua ¿verdad? Una lectura, como tantas otras, podría ser que, al final ellas tienen lo que se merecen por ser como son…

    @Anna: Qué te voy a contar a ti… De ser cierto lo que postulo en el post, es realmente descorazonador…

    @Juana: por supuesto… y tampoco soy partidario de generalizaciones [de hecho he advertido en el post una posible subjetividad y prejuicio debido a causas adquiridas…]. Supongo que sí, que hay casos para todo y en todas partes pero, también creo que el impacto en el prójimo no es el mismo en todos los casos y este es el punto realmente importante que quiero destacar en el post.

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  10. @Manuel Márquez:… visto de otra forma, quizás nunca ha cambiado nada y siempre ha sido así… un abrazo y buena semana para ti también.

    @elcaminoparalelo Será…parecen muy relacionadas ¿verdad? :) Un abrazo.

    @Maite: Sí, Sentirse orgullos@ de uno mismo es fundamental para poder disfrutar de cualquier cosa. Aunque es muy posible que estas personas también se sientan orgullosas de sí mismas… Ya sabes, al final todo es cuestión de valores…humo cambiante… No, si va a ser que somos una panda de primates y,… y…paro porque todavía voy a acabar dándole la razón a la del artículo ;-)))) De nada Maite, gracias por pasarte y comentar!

    @Odilas: Idealista!! :) hummm,
    ¿vampiros has dicho? Interesante…Donde haya un vampiro siempre podemos encontrar un Van Helsing que dé cuenta de él…:) De todas maneras a medida que escribía el post iba sintiendo lo que le he comentado a @Manuel Márquez…que realmente no hay ninguna corriente y que esto es un estanque de aguas quietas donde, pase el tiempo que pase, hay cosas que no cambian… Confiemos en la hipótesis de los vampiros! Gracias a ti María Jesús!

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  11. Excelente amigo. Brillante escrito. me ha gustado mucho.
    Coincido con Odilas y los chupasangre malos.
    Una vez en la construcción (de donde vengo) mi jefe me dijo que los problemas no me podían afectar y que tenía que desarrollar "un caparazón de tortuga". Pero no me gustaba la metáfora, quizá por lo lenta y calmada la vida del animal.

    En fin, de acuerdo contigo que la falta de sueño, debe estar incluido en el sueldo,
    Un abrazo,
    Alberto

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