domingo, 30 de mayo de 2010

Realismos

Lo aparentemente lógico es que de una idea se pueda articular un movimiento del pié que dé lugar a un paso. Pero, esto que sin lugar a dudas suscribe [casi] todo el mundo, no es lo que sucede realmente. En el día a día, lo que vemos [y hacemos] mayormente es dar un paso y luego preguntarnos a dónde vamos.

Reflexionar, ponderar o sopesar suele ser considerado blando, improductivo, y tildado de poco realista y, paradójicamente, el acto por el acto, centrar toda la importancia en el movimiento sin tener en cuenta la dirección, suele ser interpretado como propio de mentes seguras, productivas, ejecutivas y realistas.

Parece como si el peso de la tradición judeocristiana, donde el trabajo ha de corresponderse con el sudor de la frente, elimine de esta categoría [trabajo] a cualquier actuación de la que se sospeche o aparente una posición más cómoda. De este modo una mesa llena de papeles y trabajo pendiente viene a ser lo más parecido a una vaca a la que hay que ordeñar irremediable e indiscutiblemente si no queremos correr el riesgo de que la continua producción de leche, dañe las ubres y enferme al animal. Tal suele ser el peso de la afirmación: “oye…lo siento pero es que tengo mucho trabajo…” cuando estás tratando temas relacionados con planificar o abrir canales de conversación 2.0, por ejemplo.

A menudo suelo encontrarme con que la principal resistencia al cambio es el realismo que se auto atribuyen y esgrimen diestramente algunas personas. El “perdona pero es que yo soy realista” tiene efectos demoledores disfrazando de una aparente profesionalidad y responsabilidad la, casi con toda probabilidad, ausencia de competencias profesionales críticas hoy en día.

Detrás de estos ataques de realismo [en forma de “no tengo tiempo”] encontramos de todo, desde miedos sociales hasta paranoias sobre la pérdida de poder, desde timideces varias a ausencias totales de compromiso con la organización. Y por supuesto también podemos encontrar a alguien realmente sepultado en trabajo.

En fin, que sí, que hay que tener los pies en el suelo, pero también recordar que la bipedestación nos permitió erguirnos, tener la cabeza alta, para así poder verlas venir y decidir con más criterio a dónde ir.

¿Por qué esta obsesión por olvidar este rasgo evolutivo tan importante y empeñarnos en arrastrarnos como si, junto a los pies, también tuviera que estar la cabeza en el suelo?
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La imagen corresponde al “Mundo de Cristina” de Andrew Wyeth. La mujer paralítica, Cristina, vecina del pintor, está echada sobre la hierba tratando de arrastrarse hasta su casa, muy lejana al fondo. Ella solía desplazarse así por el campo de hierba llevando ramitos de flores y eso impactó a Wyeth.

8 comentarios:

  1. Hay cosas que se me dan bien, realmente bien, pero como no me cuestan ningún trabajo, salen solas, tiendo a no valorarlas.

    La tradición judeocristiana es lo que tiene .... siempre valora más al Cristo crucificado que al Cristo resucitado .... ¡somos tremendos!

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  2. Que casualidad,en cierta medida hoy hablaba un poco de eso: la busqueda de "lo deseable", y no solo de "lo posible". Nuestro error es suponer que la "realidad" es tal, cuando solo es uno de los tantos modelos de la realidad que nos podemos construir. No es mas que un modelo mas de interpretarla. Lo que llamamos "realismo" con tanta aparente objetividad, es puramente subjetivo...
    Por cierto, siempre me ha encantado el "Mundo de Cristina", uno de mis favoritos...
    un abrazo

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  3. Excelente radiografía.

    Por desgracia es muy real :(

    Sin ir más lejos, la semana pasada una compañera de trabajo me comentó:

    - Hay que moverse!... y rápido!.

    Le pregunté:

    - ¿Hacia dónde?

    Me contestó:

    - No lo sé... pero tanto da!, tú muévete!

    ?!

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  4. @Juana, Es que el crucificado es el que genera más culpa, de ahí su gran utilidad, el hacerte sentir siempre en deuda... Esto llevado al día a día... así nos va...

    @Amalio, Sí, en esto estoy contigo, vete tu a saber qué hay de real en lo que percibimos como tal... En el post quería dirigirme, no tanto a la realidad como aspecto perceptivo sino al ser o no ser realista como calificativo que se adjudican algun@s o me/te disparan otr@s. Sinceramente me saca de quicio cuando alguien utiliza en su discurso el “es que yo soy realista” como forma de acallar o menospreciar el mío. En la línea de lo que dices, el “realismo” , [fuera del arte] en el sentido en el que lo estamos hablando ahora, es una forma más de estupidez que se empeña en no ver más allá de la nariz por motivos diversos que no siempre son nobles: a veces por miedo, a veces por pereza...
    El Mundo de Cristina es conmovedor... Una abrazo y nos vemos en Girona!

    @MarcG, Debe ser por aquello de que el movimiento se demuestra andando...y ¿para qué querría andar uno si no tiene a donde ir?
    Un tesoro de diálogo, quizás puedas regalarnos algún día con un buen “brou casolà” :-)

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  5. Mira que siempre me ha encantado ese cuadro, y desconocía la historia que guardaba.

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  6. @arati, Sí, la historia le da una dimensión distinta a la obra ¿verdad?...Uno no vuelve igual, algo debe cambiar de encontrarse a Cristina en un paseo por el campo… Hay aspectos que olvidamos continuamente a menos que tengamos un crudo encuentro con ellos y, aún así, volvemos a olvidarlos…

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  7. ¡Bonito post! Y muy realista... ;-)

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  8. @Anna, Gracias...Debe ser un efecto de esta luz maravillosa que nos trae este tiempo... ;-)

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