sábado, 3 de julio de 2010

Contar cuentos…

Quizás, como apunta Lewis Carroll en Alimentar la mente, se puede haber leído, presumiblemente mucho y bueno, pero quizás no del todo bien, llegando a un estado de obesidad mental que causa cierta fatiga andar ciertas lecturas o subir ciertas elucubraciones, jadeando tanto que no queda más remedio que abandonarlas. Y es que ciertas generaciones no recibieron ninguna educación alimenticia, no les colocaron por sistema ortodoncias y tampoco se les advirtió de las consecuencias que, para la mente, tiene el no observar una dieta equilibrada de lecturas.

Ciertos abusos tarde o temprano se pagan y, personalmente, me encuentro entre aquell@s a los que les cuesta remontar un ensayo que vaya más allá del tamaño de un breve post e intentan, con pocos resultados, rebajar esos kilillos de más echando mano de los consejos de alguien del cual admiran la silueta mental o la gracilidad de sus ideas.

Pero, impulsado por las secuelas de una bulimia lectora, todavía sigo recorriéndome las zonas de ensayos de las librerías buscando ampliaciones a temas que pienso que me interesan y, lo que es peor, adquiriendo obras que estoy seguro que no leeré, sin lograr zafarme de esta obsesión por capitalizar una información que no necesito y seguramente ya no me importa.

Con el ensayo sobre temas relacionados con mi oficio es todavía peor. Creo que he desarrollado una mente atópica, a la que le sale todo tipo de sintomatología alérgica ante esta, digámosle, literatura. Me supera el lenguaje barroco para describir conceptos que me parecen la mayor parte de las veces simplones, los ejemplos se me antojan casi siempre lejanos, inaccesibles o infantiles y el conjunto lo encuentro, en general, aburridísimo. Sea por lo que sea, me cuesta horrores abordar con disposición y ánimo a autores, a pesar de que, como defiende un colega, hablen bien y sepan de lo que hablan.

El ensayo tiene algo de sintético y de fácil. No es exactamente el mundo sino algo que se destila de él y que lo han destilado para ti. Lo veo un poco como saber masticado por otr@, donde se ha separado la paja del grano y que, ya sea porque proviene de un gurú o porque se reconoce como algo que se sabe pero no se ha dicho, simplemente se admite o no.

Personalmente prefiero otras formas, quizás mucho más antiguas, de generar conocimiento como lo es un cuento bien explicado. Una buena historia, que tenga cabida en el mundo y que despierte relaciones conceptuales. Historias que despierten imágenes, imágenes que se vinculen a experiencias, experiencias que generen saber propio.
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La imagen corresponde a BlackSad, una novela gráfica que me ha sugerido cosas muy interesantes.

8 comentarios:

  1. Parece ser que los cuentos (como casi todo el Arte) no es para entenderlo con el "intelecto" es para que lo entiendan otras partes distintas de nosotros, como los sueños .... a veces comprendo cosas en "bloque", de repente .... no se cómo ni porqué pero lo comprendo ....
    Lo has descrito muy bien en:

    "Historias que despierten imágenes, imágenes que se vinculen a experiencias, experiencias que generen saber propio."

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  2. Yo creo que la mayor diferencia entre el ensayo y el cuento es la caducidad. Los ensayos de hoy en día se escriben deprisa y se publican (y leen) velozmente, porque todos sabemos de su obsolescencia.
    El cuento es eterno, se ciñe a la esencia y esa perdura. Pero le exige un esfuerzo de interpretación al lector que en el ensayo no cabe. Ocurre además que, en él, la falta de rigor no puede esconderse tras palabrería pseudocientífica, porque la narración sólo admite el lenguaje de la sencillez y eso lo convierte en material literario de extrema fragilidad, que pocos manejan sin que les explote en las manos.
    Luego está Russell y algún otro, que escriben ensayos que sacuden las neuronas en vez de adoctrinarlas y te obligan a pensar… pero de esos hay pocos; en realidad, de esos, hay poquísimos.
    Buen post, Manel. Enhorabuena.

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  3. Buenas tardes Manel:

    Buen post para una tarde de sábado. Yo hoy en día frente a ensayos aburridos y a veces reiterativos, prefiero los cuentos de hoy en día, los blogs temáticos que además permiten opinar.

    sonia
    up_person/twitter

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  4. Recientemente, Eugenio me contaba de la existencia de un refrán sueco que dice algo así (perdón por la falta de rigor) como "cruzar el rio para ir a buscar agua". A menudo, los ensayos son eso. En cambio, los cuentos nos dejan más margen a la interpretación, a la imaginación, a los matices. Y exigen un esfuerzo de dedicación para poderlos absorber en toda su dimensión, algo de lo que sólo soy capaz a través del ejercicio consecutivo de su lectura.

    Nos has encandilado con un bonito post. Recuerda los cuentos de invierno a la vera del hogar. ;-)

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  5. @Juana, Sí, es que casi siempre no se trata de que nos rellenen con “nuevo conocimiento” sino que se despierte el reflejo a partir del cual emerja el nuestro propio…experiencias nuestras y de otros que venimos acumulando y relacionando a lo largo de toda la vida…

    @Francesca, No había pensado en eso de la caducidad y, en cambio, al oírtelo decir era como si hubiera rondado antes por mi cabeza sin concretarse. Gracias por expresarlo porque creo que ahí es donde radica lo realmente grande de la buena narrativa…su atemporalidad. Muchas gracias por el comentario Francesca…

    @Sonia, Yo también los prefiero…y de largo! Qué alegría que te hayas paseado por aquí. Un abrazo,

    @Anna, Al contrario que las argumentaciones y las reflexiones intelectuales, el cuento hace vivenciar, y vivir algo supera de todas toda el hecho de tan solo entenderlo. Debe ser ahí donde radica el gran potencial de auto aprendizaje que encierra cualquier historia, cuento o novela, bien explicado. Gracias Anna.

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  6. Estoy muy de acuerdo contigo. Una buena historia bien contada, es quizá una de las mejores maneras de activar el ciclo del conocimiento, como lo llamara Nonaka. Ahora estoy leyendo un libro de Malcolm Gladwel, el último que se llama "outliers" que creo no ha sido traducido al español aun. No tanto el contenido, pero me ha impresionado la forma en que narra las historias para transmitir información, con la seguridad que cada quién, lo podrá transformar en conocimiento
    Un abrazo,
    Alberto

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  7. Bravo! Bravo! Bravo!

    No se me ocurre que pueda añadir nada a que lo que dices. Sólo pedir un huequito para firmar este “manifiesto” debajo de tu nombre en señal de conformidad total. :-)

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