domingo, 12 de diciembre de 2010

Ego sum

Para que exista un tu ha de haber primero un yo. Es muy probable que sin un yo con conciencia de identidad propia y diferenciada se corra el terrible riesgo de confundirse con el tu que se tenga más a mano. De hecho, es desde el yo donde se da la posibilidad de poder apreciar lo que nos rodea por lo que realmente es y no por aquello que somos o [no] somos cada uno de nosotros. Vaya, que, comúnmente, suele ser el yo quien dice “tu”.

Es por ello que si no hay un yo claro y seguro de uno mismo no hay nada que ofrecer ni nadie con quien poder relacionarse.

Desconocer los propios límites es, con toda probabilidad, la causa de ignorar donde comienza el espacio de los demás. Definir el propio yo es pues la condición necesaria para poder darse a otros y la base principal del respeto. Las conductas más irrespetuosas que conozco provienen de personas que, bajo el argumento, por otro lado siempre de moda, de eliminar barreras y murallas interpersonales, pisotean alegremente el yo del otro desproveyéndolo de toda intimidad.

Cuando se utiliza el nosotr@s no hay que llevarse a engaño y pensar que se trata de un conjunto de yoes. Bien mirado, el nosotr@s suele ser más un conjunto de "tues" vistos siempre desde la perspectiva de un yo interesado en un momento dado. Es bastante frecuente que alguien se exprese en nombre de tod@s sin haber consultado previamente [y, probablemente, sin tener ningún interés en hacerlo] a las personas que forman parte del tan manido nosotr@s.

Desde el punto de vista del nosotr@s, saber con certeza o precisión quién está a nuestro lado importa poco e incluso tiende a evitarse, ya que lo único que interesa es aquello en lo que se coincide. Más aún, el famoso y bien visto nosotr@s evita profundizar en los diferentes yoes que lo conforman para seguir teniendo sentido. El nosotros no es más que un uniforme por el que cada uno es igual a cualquier otro y por lo tanto prescindible o substituible. Palabras estas [prescindible, substituible…] que suele ser arrojadas como bolas ante la más o menos perfecta alineación de bolos que constituyen un yo cualquiera.

Es curioso que dediquemos tan poco tiempo a la construcción del yo y que, hasta cierto punto, exista un cierto maltrato a quien lo hace como si mimando el propio yo se fuera menos social. Saben aquellos que trabajan con equipos que éstos no son más que conjuntos de personas y que ser reconocidas como tales es fundamental para movilizar a la cooperación y obtención de objetivos comunes. El objetivo común, en este caso, es aquello que por la suma de fuerzas se puede ambicionar a nivel personal.

Dedicarse de adulto a definir o proteger el propio yo de los embates y falta de contención de algunos otros suele ser visto como infantil o inmaduro. Construir el yo es considerado por los evolutivos como algo que debe realizarse en la infancia y, curiosamente, desde esta infancia se orienta de una manera bastante perversa a buscar el propio yo en aquello que nos indiquen los otros. A utilizar a los demás como espejos que devuelven su opinión a modo de imagen con la que se debe creer que se es de una manera o de otra. De este modo, no se es más que la opinión que los otros tienen de un@ mism@. Opinión, por otro lado, normalmente corrompida por la falta de construcción del yo por parte de quien opina. Vaya, para hablar claro, que quien dice como eres puede que no sepa distinguir entre sus defectos [o virtudes] y los tuyos.

Personalmente reivindico el abono y cultivo del propio Yo como la posición más honesta y el mejor punto de partida para decidir con quién aprender, conversar o compartir.

11 comentarios:

  1. Me tranquiliza leerte, hacerlo con este post. Desde hace un tiempo, oigo utilizar el "nosotros" de una manera perversa, para forzar a hacer algo que alguien en su "yo" no haría, para presentar decisiones, acciones y argumentos con un envoltorio de "somos más". Del "nosotros" que hablas en este post al "ser uno de los nuestros" va un sólo paso, pero demasiado importante para avanzar el pie en falso y empezar a ser lo que quieren los demás que seamos y no lo que vislumbramos que queremos ser. Gracias por este magnífico post.

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  2. Mi experiencia es que el "yo" es como un puzzle, tienes que tener todas las piezas y que encajen perfectamente unas en otras, se va construyendo desde la infancia, por tanto, siempre hay algo que "perdiste" o que no te dieron, lo mejor es reconstruirlo con calma, persistencia y cariño.

    He leido en algún sitio que para "iluminarse" (que dicen los budistas) has de tener un yo perfectamente integrado.

    También aprendí que solo se ve uno a si mismo, los demás solo son espejos .... aunque esto es solo eso, mi aprendizaje.

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  3. No sé tú, pero yo, no tengo claro que podamos construir nuestro yo al margen de la mirada de los otros... recuperando la manida frase de Ortega y Gasset, "yo soy yo y mis circunstancias", podemos concluir (no exentos de influencias de Nietsche), que sin 'mis circunstancias' yo no soy yo y que sin 'yo', no hay circunstancias. En la misma línea, Maalouf explica en su magnífica obra "Identidades asesinas" que no nacemos con una identidad, sinó que la construimos y transformamos a lo largo de nuestra vida, en función de factores ambientales, sociales, políticos...
    Así, si hacemos caso de estos reputados autores, tenemos que nuestra identidad, nuestro yo, nuestra existencia, es un concepto dual en que el el propio ser está interrelacionado con todo aquello (y con todos aquellos) que lo rodea y que es un concepto que está en constante evolución, reformulándose, adaptándose, reconstruyéndose, a medida que el entorno hace lo propio.

    Dicho esto, suscribo la reivindicación del abono y cultivo (y alguna que otra poda periódica) del propio Yo en medio de esta maraña de mundo en el que nos toca sobrevivir.

    Un abrazo.

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  4. @Anna, gracias a ti por completarlo con este comentario. Cierto que, muchas veces, detrás del nosotros se hallan más intereses que semejanzas…

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  5. @Juana, Coincidimos en esta percepción de la complejidad del “yo”. Personalmente suelo utilizar la metáfora del poliedro, diciendo que tenemos multitud de caras de las cuáles, quienes nos rodean, solo conocen algunas pero, muy difícilmente, todas. Al final, la tarea de reconstrucción y de autoconsciencia de la complejidad poliédrica de cada un@ es tarea propia.

    Respecto a los espejos añado que hay que tener en cuenta que siempre devuelven una imagen ligeramente distinta y que no podemos evitar que unos nos convengan más que otros. No hay nada de malo en que así sea, pero va bien reconocérselo.

    Gracias por comentar Juana.

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  6. @Joanka, Pues no seré yo quien le lleve la contraria a Ortega y Gasset, Nietsche, Maalouf y a Joan Carles Torres :-)

    Aunque pueda parecerlo, el espíritu del post no pretende pasar por alto la influencia que el entorno tiene en cada uno, ni que el sistema ejerce en cada uno de sus componentes. Tan solo expresa que esta influencia no ha de reflejarse de manera especular en lo que uno cree de sí mismo sino que ha de ser digerida, metabolizada e incorporada a lo que uno “va siendo”. Y esto supone, no tan solo tener en cuenta la percepción del otro sino a como uno, a su vez, percibe a este “otro”.

    Se lo comentaba a Juana hace un momento, la imagen del yo como un complejo poliedro que se yergue sobre un eje y donde cada cara es pulida por algún factor de esos a los que te refieres. Donde los otros conocen más o menos caras pero donde hay alguien [yo] que ha de tener consciencia de la totalidad de este poliedro e incluso de que hay caras totalmente opuestas… Si no es así se corre el peligro de confundirse y dejarse llevar por el interés y/o la ignorancia.

    Un abrazo Joanka,

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  7. Ay qué alivio... harta ya de escuchar condenas a cadena perpetua: Lola, tú siempre piensas sólo en ti. ¿Y en qué querrán que piense? ¿Acaso alguien se va a hacer cargo de mí y mis cosas?
    O esa expresión tan repetida y que me la dicen con tanta seguridad en sí mismos: "Es que como tú eres no se puede ser" Noniná, aquí estoy, así que poder, se puede. Que no guste, es otra cuestión. Y que a mí me convenga, siempre lo pienso y cada día es una lucha por mejorar sin conseguir gran cosa. Pero es lo que hay y no me machaco (ya no) por ser Yo.
    Mi hermana (somos tres y ninguna buena, jeje) siempre nos dice a las otras dos: "No pluralices, ¿por qué pluralizas?" Siendo que nos queramos, que estemos en el mismo barco o que hablemos de la misma cosa, no nos vale decir: "Nosotras somos, pensamos... " porque cada una es cada una y tiene sus cadaunadas. Es un ejemplo, no más.
    Y los espejos... también me alivia que digas que con matices, que se me metió en la mollera que lo que odio en los demás es lo que yo soy, y no siempre lo tengo tan claro, pero me joroba muchas veces, jjj

    Gracias, nene ;)

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  8. Muchas gracias por la charla que nos has ofrecido esta mañana. Ha sido muy fresca e interesante.
    Te agradezco también tus consejos sobre el aspecto que te he planteado. Intentaré usar el punto de vista que me has propuesto.
    Muy agradecido.
    Aquí te dejo una pincelada de uno de mis proyectos:
    http://www.themostinterestinglifestyle.blogspot.com/
    Saludos
    Oriol Lugo

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  9. @Lola, Y…si no piensas en ti en quien vas a pensar? Pero…si no estás primero tu, así, enterita, como vas a poder orientarte a nadie? Totalmente de acuerdo con este comentario que has hecho Lola y gracias a ti por pasar y dejar ese rastro de buena literatura.

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  10. @Oriol, Gracias a ti por el detalle de pasarte por aquí! :-) La verdad es que me lo he pasado muy bien también. Me he llevado una impresión muy buena del grupo y de vuestro trabajo, por cierto, felicidades por el blog [el del enlace que me has pasado]
    Respecto a los líderes, los mejores actualmente son aquellos que son capaces de distribuir ese liderazgo entre los componentes del equipo en función de sus capacidades. Ser capaz de hacer esto es propio de líderes. Lo contrario tan solo genera, en equipos de ese tipo, actitudes competitivas, vaya...que no es lo que conviene...
    Un abrazo,

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  11. No me reconozco en muchas cosas de mi pasado. Heráclito estaba en lo cierto, obviamente. (Luis M. Pousa)

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