sábado, 30 de enero de 2010

Háblame...

La gran mayoría de las reuniones que me encuentro en organizaciones son informativas; los diferentes planes de comunicación que caen en mis manos podrían llamarse perfectamente planes de información. Cuando me dicen vamos a hablar, me están diciendo exactamente vamos a que te hable. Continuamente se eleva una queja general de que no se me [o no se nos…] entiende y, si tardas un poco en contestar a una pregunta, se puede apreciar que muy poc@s esperan realmente una respuesta.

El mundo es un constante ruido al que muy poc@s prestan el debido interés como para darse cuenta siquiera de que existe, preocupad@s como están en sumar sus voces a las que ya están hablando.

Tanta necesidad hay de ser escuchados que a la hora de la verdad no hacemos más que hablar. Y eso que es sabido que por el simple hecho de que hables no significa ni garantiza que alguien te escuche. Más aún, es probable [por no decir, lo más probable] que la otra persona esté pensando en sus cosas, buscando una brecha en tu discurso o simplemente esperando a que te calles para hablar ella.

Por obvia que parezca esta reflexión, me encuentro metido en ella cada vez más en el transcurso de mi devenir profesional, identificando, en esta falta de escucha, el núcleo de muchos problemas y la fuente de casi todas las soluciones. Cada vez estoy más convencido de que si escuchásemos tan sólo el 20 por ciento de lo que nos dicen, acabaríamos con el 80 por ciento de nuestros malentendidos.

Cabe preguntarse si realmente hay algún interés en lo que normalmente se dice por la escasa atención que se presta. Porque, para que alguien te escuche, parece claro que ha de tener algún interés en aquello que tengas que decirle o has de despertar personalmente interés hacia cualquier cosa que puedas decir.

Lo que no tengo tan claro es que tengamos en cuenta que, una de las mejores maneras de despertar ese interés tan valioso, es escuchando. Ya que, con lo que gusta hablar, si hay algo a lo que no está la mayoría acostumbrada es a ser escuchada atentamente, y hacerlo despierta no tan sólo el máximo sino el mejor de los intereses.

Y es que realmente, por paradójico que parezca, para que te escuchen hay que hablar poco…

miércoles, 27 de enero de 2010

Verde que te quiero verde…

Parece ser que el reportero más dicharachero de nuestro tiempo no es ajeno a lo que se cuece en la cocina de la Consultoría Artesana y le ha faltado tiempo para averiguar los ingredientes principales de las II Jornadas
que han tenido lugar en Málaga los días 25 y 26 de este mes.

Reproduzco la entrevista realizada saboreando los matices que, de la reunión, tengo todavía en el paladar…

Kermid: !Vaya, parece ser que todavía seguís dándole al tema de la Consultoría Artesana!

CumClavis: Claro, Segovia tan sólo fue una primera toma de contacto que sirvió para empezar a modelar un concepto de manera compartida. En Málaga hemos concretado este concepto y acordado una manera de aplicarlo a una futura colaboración en red.

K: Y… con lo 2.0 que sois ¿no tenéis suficientes herramientas en la red como para evitar estas movidas por la geografía?

CClv: Las tenemos y las utilizamos. De hecho, a lo largo de estos ocho meses que han pasado entre Segovia y Málaga, hemos estado trabajando de manera colaborativa con aquellos recursos de la red que mejor se han adecuado a las características de los diferentes participantes. Éste ha sido el material que teníamos sobre la mesa en este segundo encuentro… bien, éste y la presencia de las personas, algo que sólo se puede aprovechar en vivo y en directo…

K: Pero con lo que dejáis ir en vuestros blogs parece que ya os deberíais conocer bastante… ¿no?

CClv: En un blog se manifiestan ideas, intereses… incluso puedes inferir aspectos más personales a partir del estilo de quien escribe. Pero cualquier idea que te formes sobre la persona puede cambiar cuando la conoces. El contacto visual, la impronta emocional de las palabras, el gesto… en fin, que la presencia es arrolladora y muy potente a la hora de generar confianza…

K: ¿Confianza?

CClv: Sí, confianza. Nuestro principal objetivo es aprovechar al máximo las potencialidades de cada un@ y revertirlas en un beneficio compartido que nos permita seguir creciendo individualmente en nuestro oficio. Esto no sólo significa recibir sino también dar y, en este tipo de transacciones, la confianza es importantísima…

K: ¿Y sólo con verse y leerse es suficiente para establecer esta confianza?

CClv: En el seno del grupo hay personas que colaboran en proyectos [sí, de estos en los que hay dinerito por medio…] y se han visto por vez primera ahí, en Málaga. Si verle la cara a alguien puede ayudar a la hora de generar confianza, colaborar en un proyecto es crucial y definitivo… no lo dudes…

K: Vayamos al grano ¿Cuál ha sido el eje sobre el cual ha girado esta segunda reunión?

CClv: Definir y comenzar a dar forma a nuestra Red de Consultoría Artesana.

K: ¿Nuestra? ¿Es que hay otras?

CClv: No lo sabemos. Lo que sí sospechamos es que hay más artesanos ahí fuera que pueden querer adherirse a nuestra red o conformar la suya propia. Verás, hemos escrito una Declaración que explica la forma que tenemos de hacer consultoría, entiéndeme, no nuestros métodos o nuestras técnicas, sino qué entendemos por esto de la consultoría artesana y qué principios y valores tenemos a la hora de llevarla a la práctica… en definitiva, los rasgos que nos distinguen de otras formas de hacer consultoría. Consideramos que puede haber muchas personas que identifiquen en esta Declaración su forma de hacer... es por eso que…

K: ¿¿?? ¿Qué?

CClv: Que liberaremos la Declaración que hemos redactado para que puedan secundarla todas aquellas personas que se identifiquen con ella o que simplemente apoyen esta manera de entender nuestro oficio.

K: ¿Cuándo veremos esta Declaración?

CClv: Pronto, ahora estamos trabajando en el soporte para mostrarla.

K: Y, mientras tanto vosotros...

CClv: Nosotr@s nos dedicaremos a darle forma a nuestro Barrio…

K: humm... ¿un Barrio de Consultoría Artesana?

CClv: Exacto, un Barrio donde colocar nuestros talleres y donde se pueda conversar, colaborar o compartir con quien allí se encuentre. Un barrio agradable para tod@s [consultores o no] donde se pueda pasear agradablemente y donde apetezca irse a vivir…

K: Suena bien…

CClv: Es un comienzo, pero mírese como se mire… un buen comienzo.
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El título se apoya en la frase más famosa de Kermid [qué difícil es ser verde] y que dio título al post sobre la Cumbre de Segovia

martes, 19 de enero de 2010

Sobre el asesoramiento en el desarrollo de competencias directivas…

Este post intenta sistematizar una serie de conclusiones que, sin llegar a ser convicciones, pretenden reflejar aspectos que considero cruciales a la hora de enfocar procesos de asesoramiento a directiv@s, sobre todo cuando se trata de proyectos que persiguen el desarrollo de lo que, bien o mal, se viene a denominar: competencias profesionales.

Lo que pretendo no es tan sólo exponer mi punto de vista, sino [sobre todo] conocer el tuyo [como asesor o como asesorad@] y de este modo pulir este enfoque que considero tan importante a la hora de abordar procesos que, dicho sea de paso, están tan de moda actualmente:

> El asesoramiento directivo no ha de ser impuesto por la organización, sino sugerido y aceptado como necesario por la persona asesorada. Creo que está suficientemente demostrado que si no existe voluntad de escuchar de nada sirve hablar [o por si alguien lo prefiere, voluntad de responder si no se quiere ser preguntado].

> Es necesario que, entre el/la directiv@ y el/la asesor/a exista una relación de confianza profesional. Con esto no quiero decir que se deban de conocer de antemano, pero sí que es necesario que la persona asesorada conozca los modelos de trabajo, valores y, por qué no, resultados profesionales de la persona que ha de asesorarla en el desarrollo de sus competencias. De alguna manera la persona ha de escoger a quien quiere que le asesore.

> El asesoramiento para el desarrollo de competencias ha de ser planteado como un proyecto, con un principio y un final claro… Que sí, que ha de ser flexible de alargarse o de acortarse, pero siempre como consecuencia de una revisión del proyecto y del logro de los objetivos propuestos. Cualquier variación debe ser llevada a cabo de manera metódica. El cómo se desarrolla el asesoramiento [enfoque, objetivos, seguimiento y evaluación] es, por si mismo, una manera de llevar a la práctica lo que se pretende que interiorice el directivo para el desarrollo de sus funciones.

> Ha de concretarse, desde el principio, un sistema que mantenga continuamente informada a la organización de la marcha del asesoramiento, sin menoscabo de la confianza en la relación asesor/a-directiv@.

> Es imprescindible un conocimiento a fondo, por parte de la persona que asesora, de lo que supone dirigir y una experiencia válida y positiva en las competencias que ha de trabajar. Sé que esto choca frontalmente con lo que se pregona desde algunas escuelas de coaching, pero, en mi experiencia, la contextualización por parte del asesor de los diferentes temas tratados no ha de depender, tan sólo, de lo que la persona sabe, puede o quiere expresar. Además, este aspecto está directamente relacionado con la confianza, al igual que el siguiente:

> Es muy importante el conocimiento, por parte del asesor, del escenario donde se desarrolla la función directiva. Actualmente se dan muchos procesos fallidos por aproximaciones culturales que, sin ser contrapuestas, no tienen nada que ver la una con la otra.

> El asesoramiento al desarrollo de competencias directivas ha de combinar diferentes técnicas, incluidas aquellas que supongan el diseño directo [rascar] de metodologías, tácticas, etc… Dar consejos o formular buenas preguntas está bien, pero es necesario también arremangarse; no deja de ser una manera directa de modelar la experimentación, cualidad cada vez más necesaria para afrontar el entorno actual.

> Relacionado con el punto anterior, el asesoramiento ha de promover este beta permanente tan en boga, el ensayo y la posibilidad de errar para volver a ensayar…El asesor no ha de mostrarse como infalible sino como un colaborador que gestiona y modela la capacidad para gestionar el riesgo [nada muy alejado de la vida misma…].

> Es muy conveniente sugerir [por no decir “exigir”] que la persona que recibe el asesoramiento analice, reflexione y, sobre todo, escriba sobre aquellos aspectos que le sugiere el desarrollo de una determinada habilidad o competencia. Por ejemplo, si se trata de un asesoramiento personalizado a un equipo directivo, elaborar un blog [o una wiki] específico para el proyecto, y animar a que, periódicamente, cada persona elabore una reflexión sobre un aspecto que le sugiera el ámbito en el que está trabajando, es una forma sencilla e impactante de incidir en la capacidad de análisis y síntesis, la comunicación escrita y también de aprovechar el conocimiento que se genera en este equipo. Así como de desarrollar algunas habilidades 2.0 de las que tanto se habla actualmente, sobre las que se depositan tantas expectativas y sobre las que se hace...poco.

Seguramente hay muchos aspectos más, pero estos me han parecido de alguna manera críticos y ya sabes que, en un post, la longitud sí que es importante ;-). Siempre podemos ampliarlo comentando…

martes, 12 de enero de 2010

Un tiempo para cada cosa

Saben los buenos marineros que para una buena navegación es necesario que en el buque haya un sitio para cada cosa y que cada cosa esté en su sitio. De la misma manera podemos afirmar que se requiere de tiempo para hacer cosas y que cada cosa necesita de su tiempo

Parece sencillo, y dicho esto se podría dar por terminado este post por ser ésta una de aquellas verdades fundamentales sobre la cual parece imposible que pueda haber un desacuerdo.

No obstante, nada más alejado de muchas de las realidades en las cuales nadamos ya que, lo cierto, es que queremos esas cosas pero no disponemos de tiempo para hacerlas o les dedicamos menos tiempo del que requieren para hacerse... Realmente tengo mis dudas de que a veces se quiera nada en concreto como no sea simplemente el querer hacer como que se quiere algo… Y es que todo parece un trabalenguas, pero es que la realidad es todavía más incomprensible y en el fondo de muchas retinas se aprecia tal oscuridad, respecto a este tema, que incluso parece intuirse la formación de estalactitas.

Y así nos vemos confundiendo la rapidez con la inmediatez porque el hecho de que algo sea rápido no necesariamente requiere que sea inmediato. Algo se puede hacer rápidamente y requerir de mucho tiempo por parte de una mano experta que, aun así, seguramente lo hará mucho más rápido que otra, simplemente por ser más ágil y/o estar más habituada.

Cómprate un traje en Zara, te lo darán inmediatamente y no dejará de ser un traje. Ahora bien, no esperes que se te ajuste y proyecte tu cuerpo como si hubiese sido hecho a medida, para ello deberías esperar un tiempo…el necesario para que lo hicieran exclusivamente para ti… Si se tratara de un buen sastre o de una buena modista seguro que no se demoraría más de lo necesario. En definitiva, tú escoges entre el fast-food o un restaurante con manteles de tela, siempre se trata de lo mismo, de comer, pero no es el mismo comer ni se come lo mismo. Los dos sirven pero no a la misma finalidad.

No pretendo hacer un elogio a la lentitud, simplemente insistir en que cada cosa requiere de su tiempo, que no necesariamente ha de ser ni mucho ni poco, sino simplemente del suyo. Además, no es que lo rápido sea malo, pero no por ser rápido es bueno y, a veces, muchas veces, parece que es esto lo que se compra [o se vende] simplemente la rapidez inmediata.

Y de este modo corremos y corremos para formular estrategias a cuatro años en tan sólo una tarde, o invertimos poquísimo tiempo en reuniones de toma de decisiones de indudable [y a la vez sospechosa] importancia, o invertimos una cantidad ínfima de tiempo en escuchar a nuestros equipos y personas o enviamos mails sin revisar el texto ni el formato y, entre muchísimas más cosas, tampoco le dedicamos el suficiente tiempo a pensar en aquellos aspectos que requieren ser meditados a conciencia…

Y todo porque aquello de ‘eso lo necesito para ayer’ nos pareció ingenioso y nos hizo sonreír en su día… vaya gracia…

lunes, 4 de enero de 2010

La palabra abierta, natural y sincera.

De las tesis del Manifiesto Cluetrain, las que más me impactaron fueron justamente la 3 y la 4, que rezan así:

3.- Las conversaciones entre seres humanos suenan como conversaciones humanas y son llevadas a cabo con una voz humana.
4.-
Si las conversaciones humanas, sus opiniones, sus chistes, sus argumentos, sus perspectivas, son usualmente abiertas y naturales, ¿por qué cambiarlo?

Independientemente de que este manifiesto esté pensado en y para la red, al leerlo no pude evitar caer de nuevo en una reflexión, que circula periódicamente por mi lóbulo temporal deslizándose por sus surcos y circunvoluciones ante circunstancias muy concretas que suelen tener que ver con mi práctica profesional.

No hace mucho, en una agradable tertulia con alguien con quien colaboré ya hace tiempo, conversábamos sobre los planes de comunicación en las organizaciones y coincidimos en que, hoy por hoy y visto como está el paño, la palabra 'comunicación' despierta todo tipo de sensaciones [desde las más buenas hasta las más suspicaces] a partir de cómo y para qué ha sido utilizada [para una inmensa mayoría no existe diferencia entre comunicar e informar…] y, hablando, hablando coincidimos –por aquello de tertuliar agradablemente y pasar la tarde- en que si, en vez de elaborar planes de comunicación, estableciéramos sistemas de conversación en la organización, el tema adquiría otro color, otro brillo, ganaba en potencia y sugería muchas más ideas entre las que se encontraban, también, las asociadas a la palabra 'comunicación'

Por todos es sabido [¿por todos?... ¿sabido?] que, de alguna manera, es como si agrupásemos las palabras, no sólo por similitudes fonológicas o morfológicas [por ejemplo: ‘muérdago’, ‘muerte’ y ‘muermo’ deben estar muy cerca…] sino también por campos semánticos y, por eso, la palabra 'comunicación', por sí misma, no le llega ni a la suela de los zapatos a la ‘conversación’ en cuanto a posibilidad de asociar conceptos y emociones. Y de la misma manera que hay palabras potentes, otras, más raras, aportan poco o pueden exponer a difíciles mecanismos cerebrales rayanos en la epilepsia… Si realmente sabemos eso… ¿por qué no lo utilizamos y seguimos hablando como si nos pasase algo en la boca?

No hace mucho, pongamos entre cinco y diez años, hablar de ‘visión’ era jugársela ante gente que creían estar delante de Zarathustra exponiéndoles un discurso nada, nada serio. De hecho, todavía hoy no tengo claro, cuando defino este concepto, el significado de la cara de gran parte de mi audiencia. Del mismo modo, hubo un tiempo en que costaba hablar de ‘misión’ y había muchísima gente que asociaba este término a todo tipo de significados menos al que se quería dar [cualquier colega de cierta edad ha de recordar a alguna persona que asociaba directamente misión a misionero…]. Todavía hoy, este término aparece de forma extraña, como de lado, en algunos documentos de esos que se dicen estratégicos

Y no digo nada de los rostros torcidos que encuentro aquí y allá ante la ya tan sobada palabra ‘competencia’… Y es que uno no puede dejar de preguntarse, cuando se encuentra sudando ante estas situaciones, porqué no le llamaremos a la misión simplemente ‘razón de ser’, a la visiónideal’[o ‘sueño’] o a la competenciacapacidad’ y es como si, hablando claro y llano, las cosas fueran menos importantes y costasen más baratas y que, a fin de cuentas, lo que realmente importa es hacerlo todo abstruso, esotérico y críptico como si, a más difícil, más cierto, más importante y, sobre todo, más necesaria y justificada la figura de alguien que desvele un significado que ya suele hallarse en la mente de todos.