martes, 5 de julio de 2011

Cocinar con lo que hay


Sé perfectamente que cierta desazón que noto o expresiones que veo cuando trato temas relacionados con el liderazgo se deben a que, aquellos que me escuchan, no pueden evitar visualizar, de manera inmediata y nítida, la cara de ciertas personas con las que comparten el día a día. Y es que, de manera natural, uno recuerda a aquel enrocado motivo de insomnio o le es imposible relacionar ciertas maneras de funcionar con las personas que realmente forman, lo que se suele llamar, el propio equipo de trabajo.

Durante años, éste ha sido un escalón insalvable y el motivo de que se me haya lanzado y archivado, juntamente con mi discurso, en el limbo de los teóricos y poco realistas. Los argumentos en contra de mi discurso son múltiples y variados, desde el no haber tenido la posibilidad de escoger por haber heredado al equipo, hasta la inadecuación de los métodos de selección de las personas, pasando por la consabida falta de tiempo y no menos tópica falta de recursos para “motivar”, entendiendo tan sonora palabra como sinónimo de incentivar con dinero o con días de vacaciones, ya que esto es lo que tristemente se suele proyectar como único aliciente y método para hacer que alguien trabaje más y mejor. Tales son las únicas razones que algunos, más o menos veladamente, todavía le suponen al trabajo.

Lejos de ser anecdótico, este detalle no deja de ser algo preocupante sobre todo para aquellos que nos dedicamos a facilitar o hemos de impulsar proyectos, no sólo porque la mayor parte de las veces tengamos que hacerlo con poco más que con lo puesto sino porque este detalle revela el asfalto sobre el que se va a derretir, sin llegar a fundirse, el aguanieve del discurso sobre el liderazgo actual, aquél que habla de ilusionar más que programar, de distribuir responsabilidades, de confiar y de abrir escenarios de participación donde el conocimiento de las personas fluya y se convierta en la verdadera moneda de transacción y en el recurso más preciado.

Que se pueda pensar que hay personas más cualificadas que otras para ciertas cosas tiene un pase, pero generalizar ese razonamiento a que cuando faltan esas personas no hay nada o poco que hacer y que a uno sólo le queda resignarse y ver pasar los días suspirando por lo que pudo llegar a ser y nunca será, dice mucho de la concepción sobre las personas y del verdadero significado que la palabra liderazgo encierra para algunos directivos.

Este tipo de posturas remiten a una constelación de factores que hacen tanto o más inviable al directivo con respecto a su equipo que al contrario. Variables como la pereza, la falta de respeto, la desconfianza, la inseguridad, la falta de conocimiento, la falta de asertividad, la incapacidad para gestionar el mínimo nivel de riesgo, la falta de habilidades interpersonales, el narcisismo herido ante el no reconocimiento, o todas las posibles combinaciones entre ellas, se dibujan como negros e invisibles vórtices sobre las cabezas de aquellas personas que suelen hacer el tipo de manifestaciones a las que me refería al principio de este post.

Hace ya unos años, aprendí que a pesar de no tener la oportunidad de hacer acopio en el mercado de todo aquello que necesitase, con lo poco que había en la despensa, se podía improvisar y hacerle los honores a la mesa disfrutando de una buena comida. Y así tuvimos innumerables ocasiones de demostrárnoslo con un buen amigo con el que hicimos apaños varios en los que no dejamos de incluir alguna que otra delicia repostera de lo más imaginativo.

Y es que, a veces uno no tiene más remedio que cocinar con lo que tiene a sabiendas de que la calidad de lo que resulte variará en función de los ingredientes disponibles, de la habilidad en combinarlos y de las ganas de elevarlos a la categoría de lo mejor que se tiene a mano.

Nada hay de particular en dotar de movimiento a algo que ya se mueve como no sea el de evitar que se detenga... uno debiera preguntarse antes de evaluar al equipo de personas del que es responsable qué es lo que realmente está haciendo para que las cosas tengan al menos la oportunidad de ser distintas...


11 comentarios:

  1. Hola Manel:
    eso de hacer lo mejor que se pueda con los ingredientes que se tengan a la mano, me suena un poco a consultorìa artesana, no? Aunque en el tema de liderazgo es poco lo que el artesano pueda agregar. Concuerdo contigo que cosas excelentes se pueden lograr con pocas cosas, eso lo aprende uno en la marcha
    Alberto

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  2. Se suele decir que a los proyectos se les acaban el tiempo y los recursos, pero nunca las excusas. Me recuerda al chiste del que va conduciendo por el carril contrario en la autopista y cuando oye la noticia de que un loco va conduciendo en dirección contraria dice: “¿Uno? No, muchos!”

    De las variables que nombras las que suelen destacarme en los proyectos en los que trabajo tienen más que ver con la necesidad o reforzamiento del líder que con la falta de intención así que creo que con el trabajo como el que tu desarrollas hay esperanza. De todas formas, echar balones fuera es el deporte más practicado en cualquier nivel de (i)responsabilidad. Por eso me sorprendiera tanto el caso que comentaras recientemente sobre el directivo que se planteaba convertirse en el modelo para su equipo. No es habitual.

    De todas formas, creo que hay personas que aunque tuvieran todo el supermercado a mano ni sabrían elegir los ingredientes. Me ha encantado el símil :)

    Como siempre, Manel, todo apunta hacia lo mismo, ¿verdad?

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  3. Esa misma expresión utiliza mi superjefe "tengo que trabajar con lo que tengo, no hay otra posibilidad" ....

    A mi me gustó esa idea tuya de que lo que necesitamos no es lideres ideales, sino gente capaz de liderar en un momento dado.

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  4. @Facility Manager. Sí, suena a artesano aunque como bien sabes la artesanía no la determinan los recursos con los que se trabaja sino más bien los principios de los que se parte y la metodología utilizada. Yo creo que se trata más bien de un trabajo de “proximidad”. En este trabajo de proximidad el profesional [o el consultor, ya que también hay una “consultoría de proximidad”] trabaja a partir de la realidad y de los recursos disponibles en el momento…hay poco trabajo de laboratorio y poca aplicación de métodos o recursos prediseñados. Pero hay que creérselo y no interpretarlo como una situación desfavorecida… en fin, ya sabes…
    Un abrazo, Alberto.

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  5. @Isabel. Totalmente de acuerdo con esta idea que incorporas del supermercado. A veces, muchas, se aspira a un equipo mejor pero no hay realmente una idea clara de qué equipo se quiere. Y, algunas veces, desgraciadamente se desea aquel equipo que le permita a uno desertar de sus funciones
    Cierto, el caso del directivo aquél es un caso especial…tengo algunos más en mi haber, todo un lujo.

    Me quedo con frases de tu comentario y con el chiste :) Gracias Isabel!

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  6. @Juana. Realmente se trata de un superjefe. Sí, la búsqueda de líderes ideales y de equipos [de estructura] ideales suele ser, en muchos casos, una utopía y una buena causa para el inmovilismo y la resignación. Realmente hay que manejarse con un profundo respeto, confianza y, lo que creo muy importante, valorar realmente lo que hay, del mismo modo que hace falta quien sepa hacerlo para cada momento dado.

    Gracias Juana, un abrazo.

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  7. Manel, ese es el secreto de los grandes arroces; hacerlo con lo que hay. Los más famosos, tienen su origen en esa máxima. Por ejemplo, el "Caldero" procede del arroz que hacían los pescadores con los peces que no les admitían en la lonja.
    ¡¡Que gran símil el que has utilizado!!. ¡¡ Que gran excusa en las administraciones públicas sobre todo!!
    Un abrazo

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  8. El problema es cuando se quiere tener al mejor equipo por dos duros. Está claro que si el equipo es bueno, sabe lo que vale, y si no se le reconoce (en la nómina, claro está) marchará. Tuve un jefe hace años que me decía que le daba igual la calidad de lo que escribiéramos, y que si se quedaba sin periodistas, que daba igual, podía contratar bomberos... (sic.)

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  9. Y eso por no hablar de lo difícil que es a veces distinguir las setas venenosas de las que no lo son, porque las primeras suelen ser muy "bonitas", te confías, las echas a la olla, y te estropea el plato completo y, más allá, te intoxica al resto de "ingredientes"...

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  10. @J.A.Latorre. Qué bien traído lo del “Caldero”…pensando en este arroz me he acordado de “12 en el patíbulo”, ¿te acuerdas?, no dejaba de ser un “Caldero”. Un abrazo!

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  11. @Carla. Muy cierto Carla, y es que hay algunos “jefes” que no “cocinan” para degustar sino que pican de lo que hay para pasar el hambre y ya está. Que a un jefe de periodistas le dé igual la calidad de lo que escribáis es de “apaga y vámonos”, digo yo…Y es que hay cada cosa por ver…

    También está muy bien traído el ejemplo de las setas aunque ya sabes que, cualquier veneno en pequeñas dosis es afrodisíaco…una enseñanza natural muy sutil de que todo puede proporcionarnos algún beneficio si realmente sabemos manejarlo.

    Un abrazo Carla, me alegro de tenerte por aquí.

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