domingo, 20 de noviembre de 2011

La Circun[E]volución del liderazgo

Creía Sherrington [1857-1952], que la arquitectura cerebral estaba organizada de tal modo que las diferentes células [es muy posible que no se les llamara neuronas todavía] que la conformaban tenían una función muy concreta, así pues había unas que estaban especializadas en algo muy minúsculo, pongamos por caso, en una tonalidad del color verde. Y a su vez le pasaba la información a otra célula que se hallaba en un nivel superior y que hacía acopio de los diferentes matices y tonalidades de aquel color y que, por lo tanto, conocía de verdad lo que era el “verde”. Esta célula enviaba, a su vez, su información a otra que integraba todos los mensajes que le llegaban de las diferentes especialistas en cada color y que, por lo tanto, lo sabía todo acerca de los colores que, para no ser menos, volvía a enviar este conocimiento a otra célula y así sucesivamente hasta que todas las aferencias de información llegaban a dos células que sabían mucho y que él denominaba “cardenalicias” y que a su vez rendían todo su saber a una que lo sabía todo y a la que, según creo recordar, le puso por nombre: “Pontifical”. Y allí estaba ella, sola y majestuosa, sabiéndolo todo de uno mismo hasta el punto que uno podía imaginarse que cuando decía YO, realmente, con este YO se estaba refiriendo a ELLA y que cuando se andaba bajo de autoconsciencia era un indicador de que todo el asunto estaba en manos de las “cardenalicias”.

La humanidad siempre se ha sentido heredera de su propia manera de organizarse. Es un bucle que ya se daba en los antiguos panteones donde se les suponía a los dioses un modo de vida y un dejarse arrastrar por unas pasiones que eran las mismas que llevaban y tenían los humanos. Cualquier cambio en la superficie de la tierra suponía un cambio en el Olimpo, aunque se interpretaba al revés, es decir, como que era el Olimpo quien dictaba los modelos de los hombres. Del mismo modo, en la época de Sherrington, el funcionamiento de las organizaciones emulaba al que se le suponía al cerebro infiriendo en éste la lógica y el funcionamiento que se consideraba válido para las organizaciones. En este modelo todo remitía a UNO y ese UNO inspiraba el TODO. Ya que hay que suponer que la “pontifical” es la única con toda la información y por lo tanto con capacidad para saber lo que hay que hacer, un modelo que, aunque nos suene antiguo, a más de uno le debe parecer que todavía inspira muchas de las formas actuales de enfocar la dirección.

Hoy en día no es que sepamos mucho más, pero entre lo poco que sabemos nos consta que, aunque el cerebro se muestra tremendamente jerárquico en su funcionamiento, esta jerarquía no se traduce en la preponderancia de una neurona [¡ahora sí!] sobre la otra sino en el nivel en el que la información es tratada, ya sea a la hora de procesarla e integrarla como en el momento de hacer alguna cosa con ella que revierta en una mejora visible para todos [incluyendo a los dedos de los pies…;)] Sospechamos también que, en caso de existir departamentos especializados en alguna función, se trata de aquellas que inciden en niveles muy mecánicos del organismo, ya que las funciones más cognitivas, aquellas que nos hace más competitivos como seres humanos, suelen estar distribuidas y depender del trabajo coordinado y compartido de diferentes áreas, cuando no de todo el cerebro. Por fin hemos descabalgado al cortex de su hegemonía para darle un papel importante a nuestras emociones en los procesos de razonamiento, del mismo modo que también sabemos que lo que nos hace más inteligentes, esto es, la capacidad para entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas con el mínimo gasto de calorías, no depende ni del tamaño ni del número de las neuronas que tengamos, sino de las conexiones que se establecen entre ellas, es decir, no importa tanto la cantidad de nodos en la red como de lo conectados que estén para intercambiar información de manera rápida, inmediata y oportuna.

Según la hipótesis que he planteado al inicio de que solemos explicar nuestro funcionamiento cerebral tomando como referencia el “cómo actuamos” y de que "imitamos", en nuestra manera de actuar, aquello que sospechamos de la dinámica cerebral, a nadie se le escapa que muchos de los rasgos que acabo de describir se corresponden con muchas de las premisas que actualmente se esgrimen y que determinan los nuevos modelos de organización social.

Y así como, cuando se trata del cerebro, parece que ya no se responsabiliza a las neuronas sino que se habla de unas áreas que se impresionan con las sensaciones, o bien las decodifican o las integran con otras informaciones creando el conocimiento, intuimos que, en cierto modo, la clave de una organización inteligente está en su capacidad de desorganizarse para facilitar un orden distinto, más natural, que permita a las personas aportar lo que saben, aprovechar el conocimiento de otros y contribuir mediante comunidades y redes al conocimiento organizativo y, por ende, a la toma de decisiones.

Pero la adaptación a los modelos supone un plus de tiempo que se añade al de su elaboración y, de de este modo, aunque ya existan experiencias que se acercan bastante a estas premisas, son todavía muy escasas y todas ellas suelen compartir escenario con un paradigma sherringtoniano muy arraigado que cifra su valor en la aparente dificultad del nuevo papel que se le supone a la “pontifical”. Un papel que, muy probablemente, consista en perder aquel protagonismo mayestático para pasar a liderar todo aquel liderazgo que emana de la propia organización.


6 comentarios:

  1. Claro que digo yo que siempre sería más fácil combatir a una única neurona que perseguir conexiones que se intercambian información de forma eficiente y eficaz. #bromeando

    Creo que es muy acertado lo de que la clave de una organización está en su capacidad de desorganizarse para facilitar un orden distinto. Me suena un poco como las dobleces en papiroflexia, para conseguir la pajarita (o la figura que sea) hay que desdoblar y buscar nuevas colocaciones, pero las dobleces están ahí.

    Y es muy importante lo de que no se trata de la cantidad de nodos sino de cómo sean las conexiones. A veces parece que sólo cambiamos en apariencia mientras seguimos el antiguo el esquema de la “Pontifical”. Y es que no es fácil aprender a ser nodo…

    Instructivo y divertido este post :)

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  2. @Isabel, Sí, las dobleces siguen ahí…Poco se le puede hacer, es lo que he comentado alguna vez con el "desaprender", que viene a ser poco menos que un “imposible que se lleva”.

    Tal y como se viene proclamando últimamente [y hemos sabido siempre] es en la adaptación a los nuevos paradigmas donde reside una de las claves de la supervivencia. En el caso del post, el orden cerebral no es tanto un paradigma como un constructo funcional que refleja una dinámica de funcionamiento que se repite in aeternum: neuronas-personas-grupos-comunidades-ciudades-naciones-…parecen seguir unos mismos principios de relación. En darse cuenta de que este tipo de dinámica es algo más que un capricho de la gestión va a estar la respuesta para aquellas organizaciones que se pregunten sobre su futuro. Aprovechando tu ejemplo, la importancia de las dobleces de las antiguas figuras reside sólo en su relevancia para la nueva disposición del papel en la nueva figura.

    En mis años jóvenes me quede muy impresionado al saber que la neurona de una rata no se diferenciaba absolutamente en nada de la de un ser humano. Del mismo modo me marcó saber que el peso de nuestro cerebro se debía más a las conexiones que al número de células ya que estas no paraban de morir al mínimo estornudo. Hace años, muchos años que sabemos que en las múltiples conexiones cerebrales reside el buen pronóstico de muchas enfermedades traumáticas ya que diferentes áreas del cerebro sustituyen automáticamente a las dañadas y en cambio hemos tardado una eternidad en aplicarlo a nuestra manera de hacer en las organizaciones y, como bien dices, lo hacemos sólo a medias… Ser nodo debe ser difícil por que suena a ser como anónimo, como si fueranos con un mono blanco con caperuza y no se nos pudiera distinguir de los otros… de alguna manera esto de la “orientación a los demás [a la red] todavía se da de frente con la orientación de la red a uno mismo..me imagino que debe estar de alguna manera relacionado con las necesidad de trascendencia del ser humano…no sé, creo que me puede dar para otro post rollete como este…;)

    Gracias Isa por conversar un rato, un abrazo.

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  3. La dificultad está en el impulso inicial, y el problema está en la capacidad de la red de participar a un nivel en que se aporte "valor real", pues aunque en sí mismo el hecho de "aportar" suponga un valor, hace ineficiente y acaba con el sistema lo que es una transmisión de conocimiento se convierta en un "chat" de especulativo.
    Protocolizar a "priori"o establecer las fórmulas de comunicación plana y delimitar los contenidos, por una parte y por otra adquirir compromisos de "adoptar" las soluciones evaluadas como más apropìadas según un modelo anterior mente determinado dificulta la implantación.
    Si tratamos de red en estrella y caracterizamos a la cardenalicia (equipo) como líder sin que aparezca como jerárquicamente superior o deforme hacia un sistema de clientelismo - imposición habremos conseguido un objetivo...

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  4. @lgtomas. A un nivel fisiológico me atrevo a "especular" que nuestra red neuronal transmite sin vacilar cualquier material que tenga como si lo realmente importante no fuera retener sino liberar. Tampoco parece que se trate de recibir y transmitir así, sin más, sin aportar valor, sino que, el tránsito por un nodo ya supone una modificación [procesos de decodificación y vuelta a codificar para liberar]. Al final el tránsito de información es continuado sin que existan más prioridades que aquellas que atentan a nuestra supervivencia más inmediata. Respecto a nuestra manera de crear conocimiento, a entender la vida, parece ser que existen áreas destinadas por completo a integrar y reelaborar información. Más que un sistema de criba de la información, quizás lo que se eche de menos en nuestras redes actuales [a nivel personas y organizaciones] sean estas áreas capaces de aprovechar e integrar toda la información, creando conceptos útiles y cambiantes.

    Absolutamente de acuerdo en separar el liderazgo de la jerarquía, hemos de empezar a pensar diferente…

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  5. @lgtomas. Gracias a ti! por aportar y dar juego. Un placer.

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