domingo, 7 de octubre de 2012

Con la voz, la mirada y las manos.

“Una sola certeza, la presencia de mis alumnos depende estrechamente de la mía: de mi presencia en la clase entera y en cada individuo en particular, de mi presencia también en mi materia, de mi presencia física, intelectual y mental…” [Mal de escuela: Daniel Pennac]

Hace ya veintiocho años que hice mías y apliqué a mi práctica docente el aprender a aprender o el aprender haciendo y nunca he albergado duda alguna sobre la potencia que el debatir, manipular o construir puede tener sobre muchos aprendizajes.

Aprender mediante la práctica progresiva, guiada y modelada está en la base del aprendizaje de la mayoría de los oficios y de muchas [por no decir, todas] tareas que se llevan a cabo en un puesto de trabajo. Y quizás sea esto, la necesidad de dar al aprendizaje una forma tridimensional en nuestro cerebro, lo que lleva a interiorizarlo aplicando en ello todos los sentidos.

En cuanto a la importancia que tiene el trabajo en grupo y el debate para cocinar el aprendizaje junto a la diversidad de pensamientos, puntos de vista y experiencias de los participantes, ha sido una de mis máximas a lo largo de mi vida profesional, no tanto por la influencia que ejerce el hecho de que suela exigirse que aquella formación a la que me dedico sea “práctica”, entendiéndose por ello el que “hagan algo en el aula”, sino porque la tipología de participantes que suele asistir a mis cursos, talleres o charlas, tienen un bagaje experiencial tal que sería un verdadero derroche no tenerlo en cuenta y del que merece la pena asumir el rol de quien enciende la mecha para beneficiarme, junto a todos, de la explosión que normalmente suele seguir a continuación.

Pero hoy no he venido aquí para hablar de las excelencias del “aprender haciendo”, del “aprender compartiendo”, de los trabajos en grupo, de los debates plenarios o del e-learning, no. Sino que asisto para defender el lugar que una vez tuvo la “exposición oral” entre las metodologías docentes para favorecer el aprendizaje. Un lugar que no pocas veces es ocupado por dinámicas sinsentido que buscan evitar el rollo soporífero e hipnótico de quien seguramente tampoco sabe exponer o quizás, sencillamente, tan sólo no sabe.

Una sobrevaloración del trabajo en grupo en el aula ha llevado a que, por regla general, muchos gestores de formación hayan decidido que un tanto por ciento muy importante del tiempo de una sesión presencial deba dedicarse, independientemente de los objetivos formativos, a alguna actividad práctica que arranque al participante de la obnubilación, estupor o coma en la que se le supone, sin lugar a dudas, instalado al poco de cualquier exposición.

Lejos de ser compartida, esta posición choca con las expectativas de algunos participantes, ya que, así como hay quien lee recogido en sí mismo para trasladarse individualmente a aquellos escenarios o situaciones que se desarrollan en un libro sin necesidad de leer en voz alta o de compartir impresiones en un grupo de lectura, hay también quien tan sólo busca en algunos talleres aquello que alguien puede decirle y no persigue en la formación otra cosa que atender a un conocimiento experto que le interesa y que seguramente ha supuesto más esfuerzo en adquirirse que el tiempo que se emplea en transferirlo.

Sostengo que una exposición bien hecha está a la altura de la mejor de las dinámicas participativas y requiere, como en estas últimas, de la capacidad necesaria para llevarla a cabo. Esa capacidad no se refiere tan sólo al conocimiento experto que se exige para hablar sobre un tema sino a la capacidad de hilar el discurso y expresarlo en un relato orientado a convocar y capturar la presencia de cada participante.

Es este objetivo, el de capturar la presencia del participante y evitar que levite hasta perderse en la estela de problemas o preocupaciones que suele seguirle, lo que convierte a la exposición en quizás una de la técnicas más difíciles de llevar a cabo, ya que exige, por parte del docente, exponerse y expulsar del escenario mesas, sillas, atriles o cualquier objeto material o imaginado capaz de interponerse entre el diálogo que debe establecer con cada una de las personas a las que se dirige; echar mano y dominar aquellos ingredientes lingüísticos y paralingüísticos capaces de desplegar un discurso narrativo con una potencia visual similar a la de un cuento bien explicado y, quizás lo más difícil, entregarse con la pasión suficiente como para sujetar los cabos emocionales de aquellos que le escuchan.

Ahí radica su secreto, su dificultad y quizás la clave que explica muchas de las suspicacias que todavía despierta, ya que se ha demostrado sobradas veces que “enseñar”, por sí sólo, no comporta necesariamente que alguien aprenda.

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Fotografía de [cumClavis]


12 comentarios:

  1. Un post muy oportuno,Manel. Totalmente de acuerdo, colega. Es algo de lo que se tenía que escribir, y me alegro que lo hagas.
    Estoy bastante cansado de cursos o "talleres" que lo son solo porque se hace "trabajo en grupo", no importa si tiene sentido, ni los objetivos que éste persigue... pero la cuestión es que te das cuenta que al final no te llevas nada de alli más que conocer a buenas personas, algo que se puede hacer mejor en una fiesta o montándote un grupo de trabajo por tu cuenta. Me ha encantado esta idea, porque lo resume muy bien: "una exposición bien hecha está a la altura de la mejor de las dinámicas participativas". Al tuitearla verás que me he permitido editarla con un "puede estar" por no parecer demasiado rotundo, pero en esencia estoy totalmente de acuerdo.
    Lo que explicas en el post es tal cual, y lo suscribo plenamente.
    Gracias por el apunte... y muy oportuno
    Un abrazo

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    1. Me alegra y no me extraña que coincidamos Amalio, creo que los dos tenemos suficiente vuelo como para haberlas visto de todos los colores en este tema del que hablamos. La verdad es que al principio dudé un poco en sincerarme por poderse interpretar que me polarizaba hacia la clase magistral pero no es así, reivindico un espacio para cada cosa y el conocimiento bien explicado también lo tiene. Yo, al menos he tenido muy buenas experiencias al respecto y lo echo de menos en más de una ocasión. Todo esto me recuerda un poco a lo que cuenta Susan Cain.

      Gracias por pasarte por aquí Amalio, un abrazo!

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  2. Para capturar la atención de los alumnos hay que tener "presencia", una fuerte y definitiva presencia que te impida prestar atención a algo distinto de lo que habla el ponente.

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    1. Muy cierto Juana, además la presencia convoca a la presencia de tal manera que cuando uno está un poco ausente, los demás van desvaneciéndose paulatinamente hasta quedar, al final, un conjunto de cuerpos que tan sólo hacen “acto de presencia”. Estar absolutamente presente requiere lo que dice Pennac, en estar ahí al 100 por cien [física, intelectual y mentalmente] y, además, consciente de que lo estás. Parece sencillo pero quizás no lo es. Para mí, una clave está en la pasión que se le pone y el efecto que ésta tiene en el discurrir del tiempo. Tal y como decía Michael Ende en Momo, ¿te acuerdas?:

      “EXISTE una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar en ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo.

      Hay calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora.

      Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón.”

      Un abrazo, Juana!

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  3. Cuando alguien es experto en un tema y lo hilvana en un buen discurso no sólo es un placer escuchar sino que aprender se vuelve sencillo y gratificante. Pero no es lo que más abunda, incluso entre la oferta de laureados conferenciantes (sea en el aula o en cualquier otro entorno).

    Cierto que el conocimiento experto no es suficiente, incluso aunque el relato sea bueno, debe estar orientado a la audiencia, algo que parece que se olvida desde hace un tiempo. La lectura de este post me recordó algunas conferencias de los últimos meses a las que asistí con altas expectativas y me provocaron aburrimiento. Me pasó con Joseph Stiglitz, por ejemplo. Incluso apenas tomé notas.

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    1. Escuchando a alguno de estos laureados conferenciantes a los que te refieres, a veces he pensado que el problema reside en los objetivos que realmente se han formulado para aquella ocasión, y así he llegado a la conclusión de que sus objetivos podían ser en diferentes casos: cumplir, aparecer inaccesibles, ser admirados, dejar clara la distancia entre ellos y el auditorio, etc., pero no hacer interesantes sus contenidos y fáciles al auditorio. Normalmente, cuando alguien quiere hacerse escuchar lo primero que hace es generar interés y cuando se pretende acercar un conocimiento suele ser inevitable hacerlo primero físicamente levantándose de la mesa y bajándose de la tarima, por decir algo. No deja de ser una falta de orientación a las personas por esa visión centrípeta del conferenciante el cual cree que son las personas las que debieran orientarse a él. Tienes razón, no abundan los buenos profesionales en este sector.

      Un abrazo, Isabel.

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  4. Hola Manel!
    Molt interessant el post. Em quedo amb dues coses.
    La primera és la relacionada amb allò que les persones que assisteixen a la formació esperen d'ella. L'actitud, moltes vegades, és clarament passiva i quan se'ls demana la seva implicació la seva reacció no és la més desitjable. Cal canviar aquesta concepció unidireccional de la formació i l'aprenentatge, ja que és perjudicial per a tots plegats.
    Per altra banda, m'ha encantat la frase final. Ensenyar no significa necessàriament aprendre. En el procés "d'ensenyament" moltes vegades ens movem en una certa abstracció, i per això també m'ha agradat la teva comparació amb el món dels oficis, on s'aprèn a partir de la pràctica i de la guia del tutor. Saber combinar aquests dos elements, discurs i pràctica, tot un repte!

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    1. Hola Xevi,
      Sí, hi estic d’acord. Personalment encara tinc problemes en algunes formacions per tics que jo dic “universitaris”que em trobo a l’aula [persones parlant entre sí de les seves coses, assistència resignada, etc.], crec que els precedents formatius que hem tingut poden tenir a veure amb les actituds i les expectatives que dipositem en la formació [per part de docents i alumnes].

      Des del meu punt de vista una exposició ben feta ha de cridar al debat i ha de cercar el diàleg. La resposta per part de l’auditori és el millor feedback del grau de connexió. Estic convençut de que un bon conferenciant ha de ser, també, un bon dinamitzador capaç de generar inquietuds, provocar preguntes i conjurar respostes.
      Moltes gràcies per venir i comentar, Xevi. M’agrada veure’t per aquí.

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  5. Muy bueno el post y las conversaciones que han generado!!

    Estoy de acuerdo con la línea argumental que mantienes, criticando veladamente el uso y sobre todo abuso de dinámicas que son muy útiles para entretener y quizá no tanto para el logro de los objetivos propuestos.

    Quería incidir en mi comentario en el "magnetismo innato" que poseen algunas personas para cautivar atenciones. Más allá de que posean conocimiento experto o no, hay personas a las que da gusto escuchar hablar. Por contraposición hay otras muchas que "no llegan", independientemente de cual sea su relato o discurso. No es difícil poner ejemplos con personajes del ámbito político, por ejemplo...

    Acabo con una cita a la que le tengo especial cariño, por la persona que me la obsequió:

    Sus pensamientos eran tardos,
    sus palabras, escasas,
    y nunca proferidas para deslumbrar.
    Pero era siempre una alegría para
    todos sus amigos.
    Tendrías que haber visto cómo lo escuchaban.

    Cita de Wayne Mackey del Oklahoma City Times

    Un abrazo, Manel!!

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    1. Como con todo lo que puede usarse, se termina haciendo un abuso. Personalmente creo que han incidido algunos factores en que sea poco probable encontrarte con alguien “poco magnético”. Por un lado estaría la poca importancia que se ha dado a la orientación a las personas por parte de aquellos que trabajan directamente con ellas, con una sobrevaloración, paralela, del conocimiento experto como aquello que es realmente necesario tener para ofrecer aprendizaje en “algo útil”. Por otro lado, el aprender haciendo tuvo su máxima expresión en la formación ocupacional que supuso la reconversión de una multitud de profesionales en docentes sin más capacitación pedagógica que un curso de formación de formadores. A partir de ahí, la formación continuada en la empresa y, posteriormente, cualquier formación para adultos en el ámbito del trabajo ha seguido derroteros similares. La docencia como salida socorrida ha proyectado muchas sombras sobre la docencia vocacional.

      Sé a lo que te refieres con lo del “magnetismo innato” y creo que debe ser un combinado de ciertos factores que promueven la empatía [zona fronto/temporal izquierda] como por ejemplo la firme creencia de ser escuchado por alguien que a su vez es absolutamente consciente de su auditorio. Si me paro a pensar, en la mediocridad de ejecuciones a las que he asistido, echo de menos alguno de esos componentes [consciencia, seguridad y respeto]. Por supuesto se le puede añadir muchas más cosas como la capacidad de dar volumen a las palabras mediante la adjetivación y la naturalidad verbal con la que se expresa. La chispa de la persona también debe influir, seguramente aquella persona apasionada, que proyecta alegría en la mirada, que se desenvuelve segura y natural despierta un interés en sí misma que revierte también en su discurso. Ante tanta jerga y superficialidad, lo natural llama la atención y, al fin y al cabo, aburre aquel o aquello que no genera ningún interés.

      Bonita la cita pero más bonito el papel con el que insinúas que vino envuelta ;)

      Un fuerte abrazo, Pau

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  6. He tenido la inmensa fortuna de sentir esa presencia de la que hablas en muchas ocasiones y desde ambos lados. En todas esas experiencias, me ha invadido después una sensación de conexión especial que, aún hoy, siento me acompaña de algún modo, en algún rincón, dentro. Como alumna y como docente, personas y vivencias me han dejado una huella profunda, convirtiendo lo compartido en algo inolvidable.

    Para ello, me parece imprescindible convertir, como dices, el objetivo en el faro que nos guíe, en todo momento, a la hora de diseñar la ruta, sea a través de dinámicas, actividades grupales,... sea siguiendo el relato de quien lleva el timón.

    En las ocasiones en las que una dinámica no me ha hecho llegar al puerto deseado la principal razón ha sido la ausencia de recogida, evaluación, conclusiones, ... a través de lo temático, algo sin lo cual pasa a recordarse como una situación entretenida, sin más profundidad.

    En cualquier caso, mi impresión es que la persona que intenta hacer llegar a otros un conocimiento, debe escucharles, al tiempo que les habla. Estar receptivos a sentir el pulso de aquellos a los que queremos transmitir es la llave para abrir la puerta de esa conexión especial que se mantendrá en el tiempo, "que es la vida y reside en el corazón".

    Momo. La niña que devolvió el tiempo a los hombres. Gracias por el recuerdo!! Poseía, precisamente, esa extraordinaria habilidad: saber escuchar.

    "Incluso llegaron horas en que deseaba no haber oído nunca la música ni haber visto los colores. No obstante, si la hubiesen dado a elegir, no habría renunciado a ese recuerdo por nada del mundo. Aunque se hubiera muerto por ello. Pues eso era lo que vivía ahora: que hay riquezas que lo matan a uno si no puede compartirlas."

    Gracias por compartir, Manel.

    Muxu handiek!!

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    1. Muy importante todo lo que comentas Marta, y subrayo aquellas ideas que comparto pero que gracias a esta aportación ya no se echan de menos en el cuerpo del post. Una de ellas es el tema de cerrar las sesión [recogida, conclusiones, evaluación] cauterizando cualquier punto de fuga para poder conservar el momento, como si “estuviera al vacío”, a salvo de cualquier agente externo que lo descomponga o la corrompa.

      Otro concepto que subrayo por la intensidad y sencillez que desprende es que para “hacer llegar a otros un conocimientos, debe escucharles, al tiempo que habla.” Fíjate que es lo que intento decir pero ¡en todo un párrafo! [el penúltimo]” :-) Gracias a ti por pulir y remachar el conjunto con tu mirada experta.

      Nunca he entendido porqué Momo está catalogada como Literatura Juvenil cuando se trata una obra compleja que encierra graciosamente unas claves a las que todos debiéramos acceder para poder legar un mundo mejor. Particularmente le he sacado mucho partido en temas de gestión. El capítulo de los “hombres grises” cuando entran en la Barbería del Sr. Fusi no tiene desperdicio…

      Un abrazo fuerte, Marta. Gracias por pasarte y comentar.

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