viernes, 12 de junio de 2015

Narrar historias

Esta pintura lleva por título Story of Golden Locks y el autor es Seymour Joseph Guy [1870].

En ella una joven está explicando el cuento de “Ricitos de oro y los tres osos” a unos niños antes de dormir.

Diferentes interpretaciones ponen el acento en esta muchacha y concretamente en su tránsito de la infancia a la madurez. La postura en la que está sentada, con los pies cruzados; el gesto de la mano que recuerda al de las representaciones de María cuando se muestra con el Niño, su rol de crear la ilusión en las mentes infantiles y la muñeca abandonada en la caja sobre la silla serían indicadores de esta transformación de niña en adulta.

A juzgar por el estado hipnótico, la expresión de la mirada de los niños y la ilustración del libro que descansa en el regazo de la narradora, el momento de la historia en el que nos encontramos es el del final del cuento.

Un momento terrible al que se nos invita mediante la sombra de la pared que se cierne amenazante sobre toda la escena y que no parece corresponderse con el dulce perfil de la muchacha que la proyecta.

El carácter onírico de conjunto se ve realzado en cuanto sucede entre los techos inclinados de una buhardilla, la parte más elevada del edificio y alejada de una cotidianeidad que imaginamos que sigue discurriendo en los pisos inferiores.

A mí, lo que me llama poderosamente la atención de esta pintura son los ojos desorbitados del niño, de los que sospecho que no ven nada que no sea lo que está ocurriendo en su imaginación al dictado de la joven.

La potencia del cuento hace que la narración cobre vida ante los ojos del oyente y éste empatice sin proponérselo con la situación, hasta el punto de tener la vivencia y el consecuente registro mnémico del mundo que está soñando.

Utilizo esta imagen para reivindicar la narración de historias [storytelling] a la hora de transferir conocimiento y provocar aprendizajes en cualquier contexto.

La infalibilidad y eficacia de la narración es tal que explicar cuentos ha sido, en todos los tiempos y en cualquier parte, una de las principales maneras con la que los humanos han transmitido y aprendido los principales valores y los criterios sobre los que orientar su comportamiento y conducirse en el entorno en el que viven.

Es ahí donde radica la potencia de algunas personas a la hora de compartir su conocimiento en el marco de una conversación, en una presentación o en el escenario de una sesión de formación, en su capacidad para “hacer un cuento”.

No hemos de olvidarnos de ello ni relegarlo a un momento de la vida pasado y lejano. En la sencillez de los mecanismos con los que nos hemos desarrollado están las claves para orientar los modelos que necesitamos para seguir aprendiendo.



12 comentarios:

  1. Debe ser un lujo acudir a una exposición contigo así que si volvemos a coincidir en el tiempo y el espacio espero que haya alguna cerca, porque pienso invitarte. Sin duda tienes un talento especial para extraer y relatar la magia de lo retratado.

    Por supuesto mientras leía he subido varias veces para comprobar alguno de los detalles en los que no me había fijado. A mi lo que me atrapa es la luz que se proyecta en el camisón de la muchacha, como si su presencia fuera lo que espanta las sombras.

    Delicioso post Manel :-)

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    1. Hecho! Aunque no vayas a creer, mi curiosidad [en música, pintura, literatura…todo…] suele ser más “intensa” que “extensa”. Mi deambular por las exposiciones también es bastante anárquico ya que sólo me acerco a las obras que llaman mi atención. Acertadamente o no, soy de los que piensan que cada obra está creada y debe ser contemplada en solitario, lejos de la influencia que sobre ella puedan ejercer otras…

      El carácter protector que adquiere la narradora, y que tan bien subrayas, acentúa esa transición de niña a mujer [futura madre] según los más que previsibles cánones de la época. Hay otra versión de esa pintura que parece verificar esta impresión.

      Gracias Isa! :-)

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  2. Una reproducida frase de Isak Dinesen dice que “ser persona es tener una historia que contar”. He tenido el privilegio de que me expliquen muchas. Y he tenido la ocasión de animar a narrar otras más, algunas en un contexto tan poco lúdico e imaginativo –nada que ver con la sugerente buhardilla de la pintura - como es una administración pública. Son las historias de nuestras prácticas laborales, cercanas a la realidad, fruto de experiencias concretas, a veces lejanas a lo que “deben ser”, pero que constituyen las vivencias relatadas en la primera persona de los protagonistas. Historias que socializan, que no se imponen, que conectan subjetividades, que generan cohesión, que se escuchan con atención y respeto y, lo aseguro, siempre emocionan y se perciben con esos ojos que, aunque sean adultos, recuperan el matiz del ensimismamiento de los niños del cuadro. Los storytelling, las narrativas digitales (Manel, permíteme colar el término) aplicadas a las organizaciones constituyen un campo de posibilidades intuidas, pero de recorrido apenas iniciado. Ahí estamos.
    Isabel, yo también me apunto a la exposición, aunque sea de polizón ;)

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    1. Un tour-taller! :-)

      Manel, me gusta más la versión del cuadro que has puesto aquí, hay más espacio para soñar...

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    2. @Elena, en mi juventud tuve un compañero que cuando me explicaba lo que le había sucedido me decía “te voy a hacer un cuento” y, a partir de aquí, construía una narración en la que pudiera identificarme y, de esta manera vivenciar las sensaciones que quería trasladarme. Poco importaba que la secuencia de hechos fuera completa o incluyera interpretaciones suyas ya que sobre su historia yo añadía mis propias imágenes y mis propias vivencias de tal manera que aprehendía la situación e incorporaba la experiencia dentro de lo propio. Ahí reside la potencia de la narración, en su componente fotográfico, multisensorial. El caso de tus “narrativas digitales” es un valioso ejemplo de la utilización de este mecanismo con una finalidad de aprendizaje completo en el que el cuento formula poderosas preguntas a la medida de las respuestas que necesita elaborar quien lo escucha. A ver cuando tengo la oportunidad de conocer de cerca vuestra experiencia, me consta que, a la idea, hay que añadir la sensibilidad y el rigor de quienes la impulsáis.

      Gracias por compartir!

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    3. @Isa. Mucho más: las luces y las sombras, el grado de desarrollo/tránsito de rol de la narradora y, aunque parezca mentira, la buhardilla [en la segunda pintura ya han bajado unos pisos más y están más cerca del “suelo”] dan mucho juego para recrear sensaciones. El pintor ha sabido conjurar los detalles adecuados para su relato…;)

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  3. Se llamaba Ana María. Era menuda, discreta, de apariencia frágil, casi volátil. Austera en su exterior y espléndida en el interior. Fue mi profesora de Lengua en 6º, 7º y 8º de E.G.B. Nos leía a Homero. Un rato al final de cada clase, con su voz queda. Aun me veo en mi pupitre, en segunda fila, mirándola cautivada, casi ausente, entre este mundo y aquel que relataba, envuelta en un velo que difuminaba todo alrededor.
    Recuerdo cómo me costaba volver de aquellos lugares. Me pasaba parte de la siguiente clase aun sumergida en mi propio relato, que continuaba.

    Al llegar a casa, me metía en el cuarto de aita y recorría la enciclopedia, de un tomo a otro, de un nombre a otro, mezclando historias y personajes y rellenando los huecos con mi propia voz.

    Ella me acercó a la curiosidad de la que cuentos anteriores me alejaban. Y creo que, aun hoy, sigo recorriendo de forma parecida para aprehender: de un nombre a otro, de un momento a otro, de un lugar a otro, ...

    Creo que ya lo comenté por aquí, en algún momento. Me siento regalada cuando soy relatada.
    Por la deliciosa invitación a conocer desde quien expone la piel para conectar con la ajena y hacerla porosa al descubrimiento mutuo.

    Porque es mutuo para mí, y casi mágico.
    Lo sentía entonces y lo siento hoy.
    En los ojos de los duendes casi soy capaz de reconocer el momento en el que cada uno toma diferente camino siguiendo los trazos que los pinceles y colores de su imaginación van dibujando.

    "Hara bazan ez bazan ..."
    zure ipuinak inoiz buka ez dezan.

    [colorín, colorado, ... que nunca termine tu relato :)]

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    1. Qué bella historia, Marta. Muchas gracias.

      Qué te voy a explicar yo a ti de cuentos??! :)

      También tuve a alguien, me gustaba cómo sostenía los libros en sus manos...

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  4. Con el tema de los cuentos y de las narraciones, tengo últimamente una cuestión que me ronda mucho. Y es que tan importante es esa narración como lo que realmente se queda grabado en la mente del/a receptor/a. Qué le queda. Esos ojos abiertos del niño que está escuchando, ¿qué le pasará por la cabeza?
    ¿será en realidad eso que queremos que realmente estamos contando? Digo esto porque fondo y forma se alinean en una única dirección: provocar una "reacción" en quien recibe el mensaje y lo interpreta para su mejora y/o percepción. Ese momento donde lo emocional provoca la fijación de lo racional.

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    1. Bonito tema el que traes, Juanjo.

      Lo emocional siempre es responsable de la fijación de lo racional [si es que emoción y razón alguna vez han estado separadas y no es tan sólo una invención del mito patriarcal, él siempre tan racional...].

      Bajo mi punto de vista las historias son planas, como las composiciones musicales, adquieren forma en la fuerza y en la melodía de quien lo cuenta, el cual pone el énfasis donde mejor cree. Un cuento narrado incorpora la voz de quien lo explica. Y, a partir de aquí, se vuelve en una “obra abierta” donde cada uno pone sus propias imágenes y reconstruye la historia añadiendo aquellos matices de su propia imaginación. De ahí que, cuando se conversa y cuando se narra una historia, sea importante mirar a los ojos de quien nos escucha, para intuir lo que está viendo y reconducir, si hace falta, nuestro discurso.

      Pero de esto, me consta que tú sabes mucho, Juanjo. Un abrazo, fuerte.

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  5. El poder de la historia, su capacidad para generar aprendizaje, para llevarnos a otros lugares. Me ha encantado esta entrada, Manel. Gracias!!

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    1. A mí me ha encantado verte por aquí, Maider. Un abrazo!

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