martes, 29 de diciembre de 2009

La artesanía en la palabra…

Dijo Yavé: ¡Hágase la luz! Y, por decirlo, ¡va la luz y se hace! Y es que desde los mitos sobre la creación, pasando por el abracadabra y el supercalifragislisticoespialidoso, hasta terminar en El Mago de Terramar de Ursula K. Le Guin, donde la magia se basa en saber el nombre “real” de las cosas [obra que parece recoger la realidad de algunos pueblos primitivos donde uno sólo confesaba su nombre real como prueba de irrefutable amistad], la magia y la palabra van indisociablemente unidas…

Como bien decía Oscar Wilde, la palabra es la verdadera creadora de realidades, como si nada que no pudiéramos denominar existiera, o como si todo aquello que nombramos tuviera patente de realidad, aunque no lo podamos percibir directamente. Y ahí tenemos a las partículas subatómicas, los aromas y tantas otras sensaciones, tan reales como la pantalla de este ordenador que tengo delante, sólo si se formulan las palabras adecuadas, en el momento oportuno…

¿Puede hacerse alguien a la idea de la magia sin un conjuro, un hechizo o un encantamiento, aunque sea mediante el pase silencioso y melódico de un gesto cargado de simbolismo… palabra al fin y al cabo?

Pero la magia de la palabra no se produce tan sólo por hablar, o por hablar mucho, o quizás… [ahora que lo digo] se produce siempre, pudiendo ser el encantamiento vivificante o, por el contrario, de indiferencia o paralizante.

No paro de escuchar a expertos [¿expertos?], o leer artículos que hablan sobre motivación o liderazgo, que inciden sobre la importancia, metodología y técnica de la comunicación, donde jamás se incide en la importancia de dotar a la palabra de un espíritu que migre buscando, en las personas, huéspedes donde anidar y hacer germinar motivos e ilusiones. Una palabra anhelada que despierte realmente el interés de ser escuchada…

Y un profundo desasosiego me inunda ante tanto aprendiz de mago [¿aprendiz?... si al menos lo fueran…] que lanza por doquier palabrería organizativa, directiva o de consultoría, pedante o descuidada y, en definitiva, carente de sencillez y de aquella magia capaz de despertar voluntades, compromisos o de in[con]vocar al mago que tod@s llevamos dentro.

Y ahí estamos, esclavizados en esta dudosa falta de tiempo que nos inhibe hasta de escoger la palabra adecuada, aquella capaz de desvelar en los corazones sensaciones y emociones mucho más fuertes y tan reales como el mejor y más caro de los incentivos, invirtiendo recursos en articular mecanismos estériles que a nada llevan cuando tan sólo, buscando la palabra adecuada, podríamos crear mundos en los que realmente querer vivir.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Valoración anual del proyecto [cumClavis]


A unos días de cumplirse un año del proyecto [cumClavis], creo que lo más oportuno es transformar lo que sería la cuarta valoración trimestral en una valoración del periodo. Así pues:

A lo largo de este año he colaborado con una quincena de organizaciones en un total de 23 proyectos. De estos, 13 han sido de formación y el resto de consultoría.

Los temas principales que han marcado este año han sido, para variar, la planificación estratégica, los sistemas de seguimiento y control de gestión y el asesoramiento para el establecimiento y desarrollo de competencias directivas.

Aunque el ritmo ha sido intenso y me ha tenido viajando siempre, no puedo más que sentirme satisfecho de haber llevado a buen puerto todo este trabajo que, además, ha coincido con la elaboración en paralelo del sistema para seguir y controlar mi propia actividad. Lejos de que este sistema esté maduro todavía, lo cierto es que, hoy por hoy, ya me permite respirar tranquila y acompasadamente. He de reconocer que compatibilizar las dos cosas, proyectos y organización, fue duro los primeros meses, pero ha supuesto una serie de aprendizajes directos y colaterales muy, pero que muy interesantes. Aquí, he de reconocer a Magda su valiosísima colaboración, iniciativa y apoyo incondicionales [profesional y emocional], y no puedo más que felicitarme por seguir contando con ellos para este magnífico año que se avecina.

Como comentaba en la valoración anterior, este año he virado sustancialmente en mi forma de hacer las cosas, relativizando ciertas ortodoxias metodológicas e integrando al cliente en una relación de colaboración que ha aumentado sustancialmente el valor de la transacción para ambas partes. Para ello han sido determinantes la inercia que ciertas reflexiones respecto a mi ejercicio anterior ya me impulsaban, así como las relaciones con el sector artesano, un grupo profesional y un concepto que suponen, para mí, un eje de reflexión, de trabajo y una ilusión en el qué y en el cómo hacer.

Por lo que respecta a la tecnología hay, efectivamente, un antes y un después. Tal y como comentaba en la primera valoración trimestral, ya desde el primero momento del año, el salto fue brutal incorporando herramientas sencillas que me han permitido replantearme metodológica y estructuralmente la forma de trabajar, haciéndolo incluso muchísimo más divertido y emocionante. Sumergirme en el dospuntocerismo no ha supuesto tan sólo un avance tecnológico sino que ha impactado frescamente en mi punto de vista respecto a las personas, los grupos humanos y las organizaciones. Este aspecto [como otros muchos más] se lo debo al apoyo constante y desinteresado a lo largo de todo este año de mi ex socio y sin embargo amigo mkl, todo un lujo donde los haya, tratándose como se trata del mejor bloguero del mundo

Y hablando de blogs, no se me escapa la importancia que ha tenido el blog.[cumClavis] para difundir mi pensamiento y mi trabajo y para conectarme con una comunidad de personas [más o menos colegas] que me han arropado, aupado y han dado a conocer una marca que en principio me planteaba difícil, desde el punto de vista comunicativo, pero que, en tan sólo un año, se ha hecho próxima y familiar. El blog ha sido el principal canal que me ha permitido escuchar y conversar con una comunidad de profesionales, algun@s de los cuales se encuentran ahora mismo en el círculo de mis colegas y amig@s más próximos.

Escribir, además de suponer una presión tan fuerte como llevar al día los proyectos de los que me he responsabilizado, ha sido uno de los mejores ejercicios y al cual debo gran parte del espíritu de toda esta valoración.

Tan sólo me queda desear, a todas las personas con las que he compartido este año, que el próximo sea para ellas al menos tan delicioso como lo ha sido este para mí… aunque, evidentemente, será muchísimo mejor…


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Estoy pensando si seguir con esas valoraciones trimestrales. Me gustaría que no fueran tan concretas como para aburrir con detalles ni tan generales como para que no parezcan clónicas. Su objetivo estriba en orientar a colaboradores y colegas respecto a mi posición en un momento determinado, y a mí particularmente me sirven para sintetizar, sumar y cauterizar periodos y así afrontar más ligero el futuro inmediato, vaya…puro GTD… a ver…

domingo, 20 de diciembre de 2009

Valor añadido…qué valorar…y…cómo!!!

Un gerente de una pequeña administración pública, con quien colaboro desde hace unos años y que tengo por persona sensible y justa, me comentaba hace muy poco que tenía la necesidad de reconocer las aportaciones extraordinarias realizadas por sus colaborador@s ya que, de la misma forma que estas aportaciones habían repercutido en un beneficio para la organización, él creía que la organización debía compensar y contribuir de alguna manera con estas personas, no tanto para dotar de un sentido o finalidad a estas actuaciones, muchas de ellas realizadas sin interés económico, sino para dejar de manifiesto su grado de consciencia y agradecimiento.
Esta reflexión nace en un momento de conversaciones en torno a un convenio donde se está presionando para que sea reconocida la antigüedad como un valor y que, por ende, ésta se vea reflejada de forma clara e incuestionable en la nómina de cada mes…

A este gerente [y a un servidor…] le cuesta encontrar una razón sólida que haga del tiempo en una organización un valor por sí mismo, independientemente de lo que suponga para la organización el tiempo que la persona lleva en ella. Lo que sí percibe nítidamente es que hay aportaciones diferenciales por parte de algunas personas que van más allá de lo pactado en la forma contractual adoptada y que comportan, por sí mismas, algo valioso desde el punto de vista organizativo…algo en lo que hay que concentrarse a la hora de reconocer…algo…

Hace unos años [creo que algunos más de los que sugiere esta expresión…] me encontré en una situación similar al colaborar con otra organización [pública también] en lo que debía de ser un sistema para el análisis y valoración del desempeño. El sistema en el que trabajé se basó en los siguientes criterios:

> El reconocimiento debía ser aplicable a todos y cada un@ de l@s trabajador@s de la organización.

> Debía de estar claramente vinculado a un periodo determinado y alejarse de cualquier noción de blindaje o permanencia.

> Los aspectos y los criterios de valoración debían ser claros así como su seguimiento posible por parte de cada una de las personas implicadas.

Propuse usar otro tipo de denominación y huir de palabras como desempeño, productividad o rendimiento, por considerarlas impersonales o alejadas de la cultura de la organización, e inspirar el sistema en reconocer el valor añadido que aportaba la persona a la organización. Este matiz se utilizó en una primera reflexión con los responsables para determinar qué se consideraba como valor añadido y en qué elementos podía concretarse. Este primer aspecto filosófico-conceptual [tan contrario a la cultura de rapidez y pseudo-orientación a resultados generalizada] es crucial para el desarrollo de esta clase de sistemas…

Se decidió abordar el tema del valor añadido desde tres perspectivas:

1.- El desarrollo del puesto de trabajo. Donde podían tenerse en cuenta aspectos relacionados con las funciones del puesto de trabajo, aportaciones a la mejora continua de la organización o la contribución al trabajo en equipo.

2.- El logro de los objetivos. Donde se incluían aquellos aspectos relacionados con la implicación en el plan estratégico y a los resultados globales del ejercicio.

3.- El desarrollo personal. Que presta atención a aquellos aspectos que se desprenden de crecimiento y mejora de las competencias profesionales del trabajador/a.

Se construyeron indicadores, se trazaron canales de información y se elaboraron tablas con criterios, ponderaciones y correspondencias con puntos que a su vez activaban fórmulas y que liberaban un valor susceptible de transformarse en dinero…pero al margen de todo esto, de la filosofía de la que se desprende el sistema y de las tablas, ponderaciones y fórmulas en las que se concreta, hay algo, ahí en medio que no me cuadra y me queda suelto:

> Las descripciones de puesto de trabajo existentes arrojan poca luz a lo que realmente se espera de la persona y ayuda poco a la construcción de indicadores para poder medirlo.

> Las valoraciones sobre el desarrollo del puesto de trabajo dependen, a menudo, de percepciones subjetivas del responsable de la unidad.

> No todo el mundo tiene la oportunidad de colaborar directamente con los objetivos trazados por la organización y estos no se traducen de forma directa en metas para cada uno de los puestos de trabajo. Siempre hay un colectivo importante de personas que viven a remolque de la dinámica y empuje de una minoría…

> A los sistemas de valoración de las competencias y a los compromisos de mejora subsiguientes todavía les falta una vuelta de tuerca como para que puedan llegar a ser, a la vez, una herramienta válida para el desarrollo profesional y un indicador fiable de crecimiento organizativo que pueda ser valorado y retribuido.

> Cada vez que se sistematiza algo se sacrifica la espontaneidad y frescura de las actitudes originales…es como si creando un sistema de este tipo se apagase la iniciativa que, justamente, quieres provocar…

Pues eso, me encuentro dándole vueltas a este tema para abordarlo desde una perspectiva más convincente… si tenéis alguna idea, opinión o experiencia que queráis compartir seguro que me sirve…

lunes, 7 de diciembre de 2009

Atlántico…

Y aunque voy y he ido siempre de listo, la verdad es que tengo consciencia de comenzar a gobernar la nave de mi vida desde hace, realmente, muy poco…

Y, cuando me he dado cuenta de dónde me gustaría estar, resulta que ya llevo más de cuarenta años navegando en otras direcciones de tal manera que me resulta verdaderamente difícil corregir el rumbo y llegar a un lugar donde, a consciencia, quiera llegar en el tiempo que creo que me queda. Y es que esta vida que tanto me gusta vivir cada vez se me antoja más corta…justo cuando vislumbro una intención de lo que realmente quiero hacer con ella…

No hace mucho tuve la oportunidad de volver al Atlántico, marco en el que transcurrió gran parte de mi niñez y lo mejor de mi juventud…recuerdo que una noche, después de más de veinte años, contemplando la luna reflejarse en la oscuridad oceánica, me llegó el aroma salado de mi niñez y me vi a mi mismo feliz, en un tiempo en el que no tenía compromisos y donde, es curioso, tenía más consciencia de mí mismo que no ahora, que a veces no reconozco como realmente mías partes de quien ahora soy…

Y me pareció como si en algún momento empezara a desmontarme lentamente a mí mismo y volviera a encajar mis piezas siguiendo las expectativas que creía que los otros tenían de mí, y como si, a medida que maduraba y me hacía mayor, fuera desmontándome y construyéndome una y otra vez hasta terminar así, como soy ahora, un hombre desencajado y de movimientos tristes…que no recuerda quien fue…

Todo esto pensé en una fracción de tiempo mínima que ahora se me antoja como eterna…en un momento en el que olfateé la felicidad y volví a gozar de mi infantil compañía.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Noodinámica y asesoramiento directivo

De cara a pensar en regalos para estas navidades, no es mala idea obsequiar a alguien muy especial con la magnífica novela gráfica de Art Spiegelman: Maus.

Maus trata sobre las [des]venturas del padre del autor: Vladek, un judío polaco que vivió y superó la hecatombe a la que se vio sometida su gente en la Segunda Guerra Mundial.

De una manera fabulosa, Art Spiegelman traza el perfil de un superviviente en el que destaca, por encima de cualquier cosa, el desarrollo de una metodología de superación de las adversidades, claramente teñida de una confianza y convencimiento total en conseguir aspectos deseados que van más allá de superar las fronteras marcadas por la dramática cotidianeidad.

Sin rendirse a la presión y con no poco sufrimiento, Vladek logra transcurrir un largo trecho de penurias, obcecado con la mirada fija en una esperanza; y esta actitud no tan sólo le lleva a salvar su vida sino, incluso, a beneficiar a algunas personas cercanas a él.

De la lectura de Maus y de otros “destilados”, espléndidamente desarrollados por psiquiatras y neurólogos supervivientes en campos de concentración que llegaron a conformar lo que en su día se dio en llamar La Tercera Escuela Vienesa de Psicología, queda claro que:

> Aunque la vida marque unos parámetros, un@ siempre es libre de decidir su actitud ante ellos...

> Las actitudes no han de tener sólo como frontera la situación en la que ya se encuentra uno mismo sino que, además, han de estar inspiradas y en consonancia con algo que las dote de sentido en un futuro cercano. En una esperanza de tránsito a otra situación deseada [no quiero referirme aquí a objetivos ni a visiones de futuro a largo plazo].

> La búsqueda de sentido a su propia existencia es lo que mueve a la persona a lo largo de su vida y, contrariamente a lo pregonado por algunas escuelas de la psicología, va más allá de la búsqueda de placer o del poder. Determinadas esperanzas mueven y han movido a sacrificios personales ingentes y, la falta de ellas, lleva a estados átonos...sin acento...que pueden desembocar en la enfermad [a nadie se le escapan los estados depresivos de algunas personas que han llegado, por ejemplo, a la finitud de su vida laboral].

> Difiriendo de algunos pensamientos biologistas alineados alrededor de la permanente búsqueda del equilibrio por parte del ser humano [homeostasis], la búsqueda humana de sentido y de valores suele nacer de una tensión interior que es indispensable para la salud mental.

Llevando estas reflexiones hacia mi campo, se desprenden una serie de indicaciones que bien podrían conformar el tapiz sobre el que se ha de desarrollar el asesoramiento y desarrollo de directiv@s:

> Forma parte de nuestro trabajo hacer emerger los valores y un cierto sentido de trascendencia en la persona a la que asesoramos. Nada se hace porqué sí, todo constituye un legado. La vida [organizativa] no es otra cosa que una cadena de legados…

> Hemos de vincular las decisiones a valores de la persona para dotar de sentido y coherencia a sus actuaciones.

> Ante las adversidades hay que evitar percepciones negativas del propio yo que frustren la voluntad de dar un sentido de tránsito a cualquier situación actual. Cada momento aporta un valor concreto a otro momento futuro.

> Hay que facilitar el distanciamiento necesario como para poder discernir las acciones que se llevan a cabo y los sentimientos de las que están impregnadas [no quiero sacar el concepto de “emoción” en este contexto por considerarlo demasiado impersonal...].

> Se ha de variar continuamente el punto de vista ante un problema o conflicto para analizarlo y aprender a enfocar la vida desde diferentes ángulos.

Noodinámica [del griego noos, que significa “mente”] es un término acuñado por Viktor Frankl, psiquiara que sobrevivió a Auschwitz y Dachau. Para él: “nada en el mundo ayuda a sobrevivir, aun en las peores condiciones, como la conciencia de que la vida esconde un sentido”, y citando a Nietzsche: “El que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”.
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Foto de Lizardqueen

sábado, 7 de noviembre de 2009

De Jeremiah Johnson o de ciertos arquetipos profesionales…

Caso de que no la conozcáis, os recomiendo que os hagáis con una copia de Las Aventuras de Jeremiah Johnson, película dirigida por Sydney Pollack en el 1972, protagonizada por Robert Redford y, por lo visto, basada en una historia real.

A modo de sinopsis argumental, en esta película un soldado norteamericano de la guerra de México, harto ya de estar harto, huye del mundanal ruido para perderse en las Montañas Rocosas y así emprender en solitario un modo de vida alternativo subsistiendo de la caza y del comercio con las pieles.

No todo es tan fácil para Jeremiah ya que es impelido a mantener una lucha continuada con los indios. La película discurre de este modo con un Jeremiah cazador que se ve intermitentemente obligado a hacer de guerrero. Al final, el entorno respeta su misión y le dejan en paz.

Esta historia viene a cuento para ilustrar lo siguiente:

A menudo, se da la curiosa [e incómoda] situación de que entre profesionales, incluso del mismo sector, aparentemente con los mismos objetivos, todos con una terminología común y con las mejores intenciones y predisposición, realmente puede ser imposible llegar a un acuerdo sobre un mismo concepto o modelo.

Harto ya de buscar explicaciones en los rasgos de personalidad y, absolutamente convencido de que nada gano de dudar de la bondad y buena intención del ser humano, piensa que pensarás… he llegado a la firme convicción de que la causa de tal [des]concierto se halla en el modelo que un@ escoge para desarrollar su profesión y que constituye algo así como el arquetipo profesional propio.

De este modo, me doy cuenta que hay quien se mueve bajo el arquetipo del soldado planteándose su evolución en el entorno con movimientos de avance o retroceso, compitiendo descaradamente y buscando relaciones de interdependencia basadas en cubrirse mutuamente la espalda y donde es muy importante la unificación de criterios e ideas, las cuales constituyen el estandarte que guía en la batalla y son el uniforme con el que reconocerse en el fragor del combate. Dentro de este arquetipo, palabras como traición o deserción delatan la fuerza de los rasgos que antes he descrito.

Otr@s sin embargo tienden a adoptar una orientación cinegética basada en el arquetipo del cazador, donde el motivador no es ya atacar o defender sino que es proveer. Está claro que las relaciones entre cazadores son de un tipo distinto que entre soldados y que están fuertemente caracterizadas por la independencia y libertad de sus miembros, los cuales establecen relaciones de colaboración no exentas de reglas, pero que aquí no requieren de la uniformidad de los ropajes ni de conceptos ideológico-político-sociales que establezcan lazos suprapersonales entre sus miembros que vayan más allá de la amistad.

Jeremiah, conocedor del modelo del soldado, abandona este arquetipo para adoptar el del cazador. Me gustan especialmente aquellas escenas en las que coincide fortuitamente con otro trampero y comparten momentáneamente vivencias, conocimiento y cena junto a un buen fuego. Es interesante ver que la lucha de Jeremiah no reside tanto en protegerse de las inclemencias y de ahuyentar el hambre como de mantenerse firme en su arquetipo y no ceder ante las continuas llamadas al orden del soldado [guerreros en la película…]. También es tranquilizante que el final contemple la posibilidad de que este incordio que ejerce continuamente el soldado [guerrero] sobre el cazador ceda ante un nuevo modelo que permita a cada uno ir a lo suyo y dejarse en paz.


domingo, 1 de noviembre de 2009

Blog.[cumClavis] cumple un año!!

Hoy, este blog cumple un año, quien lo iba a decir…porque a mí me parece menos… pero sí, ya hace un año de Blog.[cumClavis]

Y entre todas las cosas que podría comentar hay una idea que me viene de manera recurrente y es que, en este año, de una forma increíble, he establecido relación con una serie de personas, para mí antes desconocidas, con las que he intercambiado impresiones y comentarios acerca de los diferentes temas sobre los que he ido escribiendo. Pero, lo que es más increíble todavía, es que algunas de estas personas constituyen actualmente, lo que se diría, mi núcleo fuerte de amig@s y colegas de trabajo. Esto ha sido, sin lugar a dudas, lo más valioso.

Del mismo modo, a través de este blog y en tan solo un año [¡¡¡!!!] he podido incluirme en un espacio de conversaciones donde escuchar me ha ayudado enormemente a virar y a establecerme en este modelo profesional que estoy impulsando actualmente. Un modelo profesional que me ilusiona más que ningún otro y en el que se pueden reconocer deliciosos jirones de esta filosofía dospuntocero que anida en la blogosfera en la que me incluyo.

Podría comentar muchas otras cosas más (y hacer un post de cumpleaños al uso…) como la importancia de este espacio como lienzo donde reflejar y ordenar ideas, impresiones y alguna que otra conclusión…

O su incidencia en difundir [cumClavis], una marca rara, rara, de aquellas que justamente no te aconsejan si quieres que sea fácil para el prójimo y que hoy es, gracias al blog, un término conocido e incluso, para algunos familiar…[¡Hay quien me llama “cumcla”! ¿Podéis creerlo?].

También podría comentar el papel que ha tenido, en el más puro sentido artesano, para llenar aquellos huecos existentes, entre proyecto y proyecto, mediante una conversación que ha establecido una continuidad en la relación con aquellas personas con las que colaboro. Una continuidad basada en el valor añadido que suponen estas reflexiones concebidas en el día a día profesional.

Pero estoy seguro de que, de seguir así y de empezar a dar cifras, al final os aburriría y le daría un tamaño a este post de los que siempre he querido evitar.

Así pues, celebro este cumpleaños y la forma en que me apetece hacerlo es aplaudiendo y agradeciendo vuestra contribución.

¡Salud!

martes, 27 de octubre de 2009

Sobre el control y el seguimiento de la gestión


Cosa curiosa, normalmente se dedica el triple de tiempo a formar-habilitar a los directivos en planificación [entiéndase ahí elaborar misiones, visiones, análisis DAFOS y formulación de objetivos] que a establecer un buen sistema de seguimiento y control del plan. Es curioso digo, porque de lo segundo depende totalmente que lo primero se lleve a cabo.

Ahí, en este ninguneo, creo que existe una de las principales causas por las que, normalmente, nos encontramos flamantes e impolutos planes de objetivos en nuestras administraciones públicas [por ser lo que más conozco] criando hongos en recónditos e insospechados cajones de la organización.

Otro fenómeno paralelo pero íntimamente relacionado, es el de la demonización de los indicadores. Y es que es decir “indicador” y empezarle a salir ronchas al personal…no falla. Este hecho convive con la existencia, en nuestras administraciones, de sistemas ingentes de indicadores que vierten su información en tablas que pocos miran y nadie usa para tomar decisiones de... ¡para tomar decisiones!

Algo pasa con eso del control que suele atragantarse en la organización media, de ahí que me proponga despejar algunas dudas que, por sencillas, llegan a considerarse inocuas y son, en el fondo [y no tan en el fondo…], cruciales por su contribución a espesar la niebla que se cierne sobre este asunto.

1. El sentido principal de planificar radica en asegurar poder llegar a una meta deseada. No tan sólo nos formulamos intenciones sino que las desgranamos en variables a tener en cuenta, objetivos, acciones etc. para poder seguir y controlar una trayectoria sobre la que apostamos para llegar a unos resultados que esperamos. Aquí, la palabra clave es “asegurar”.

2. La planificación va de la mano con el seguimiento y control de los objetivos propuestos. Un plan de objetivos no acaba con éstos, sino con la formalización de un sistema mínimo que nos diga cómo seguirlos e indique herramientas y criterios para tomar decisiones en función de aspectos como pueden serlo su evolución o la marcha de la organización.

3. Cualquier herramienta de gestión [incluido el sistema de seguimiento y control] ha de ser sencillo y fácil de utilizar. Está ampliamente demostrado que aquello que es complicado y difícil acaba no siendo utilizado. Cualquier herramienta de gestión ha de ser un facilitador y no un “complicador” para la dirección. Conviene sacrificar, en este caso, la forma por la función.

4. Hemos de diferenciar entre medir y controlar. En organizaciones que cifran su aportación por el peso de sus memorias anuales puede suceder que se confunda una cosa con la otra. Si los datos obtenidos con la medición no los utilizamos para corregir desviaciones o para cotejarlos con los objetivos propuestos, de poco sirven a la planificación [por no decir de nada…]. La medición está al servicio del control, no es un fin por sí misma…

5. Controlamos para conocer, decidir, comunicar, cohesionar. Más que insistir en el conocer y el decidir, quiero llamar la atención también sobre la utilidad del control, para comunicar interna y externamente nuestras coordenadas respecto a los objetivos propuestos y el valor que aporta a la cohesión del equipo el disponer y compartir decisiones basadas en datos objetivos.

6. El seguimiento y el control aporta valor a la dirección y desde la dirección. En línea con el punto anterior podemos afirmar que el seguimiento y control de gestión es una de las principales herramientas de la que dispone el directivo/a para el desarrollo de sus funciones.

7. Para controlar necesitamos información y metodología para la toma de decisiones. Más que en indicadores, [lo cual nos puede producir aquella reacción alérgica…] hemos de pensar en qué información necesitamos para poder controlar los objetivos, en qué vamos a hacer con ella, en cómo y en cuando.

8. Un objetivo bien formulado expresa inequívocamente el indicador para conocer su logro. ¿Cómo no iba nadie a volverse loco buscando indicadores ante objetivos tan crípticos del tipo: “Crear sinergias entre diferentes agentes del territorio”? Formula un objetivo expresando clara e inequívocamente el resultado esperado y tendrás el indicador de resultado que has de valorar. Es menos glamuroso pero infinitamente más útil.

9. Un objetivo ha de ser claro, conciso, útil, coherente, ambicioso, posible, medible, controlable, aceptado y motivador. De estos rasgos que arrastro conmigo desde hace años, me llama ahora la atención que aspectos como “motivador” y “aceptado” ocupen el último lugar cuando realmente debieran estar en el primero, dado que los objetivos son llevados a cabo por personas. ¿Por qué siempre infravaloramos este aspecto cuando es, si no el más, de los más importantes?

10. El seguimiento y el control requieren atención y constancia...así, sin más… Desconvocar reuniones de control, retardar actualizaciones en fichas de seguimiento, no prevenir el aburrimiento que conlleva la revisión de información inútil, el magnetismo de la urgencia y su incidencia en el olvido de cualquier propósito formulado son los principales enemigos. Dinamismo y constancia contra viento y marea, ahí está la clave.

sábado, 24 de octubre de 2009

Como un práctico...artesano

Decir que eres consultor es no aclarar mucho las cosas…la verdad sea dicha. Personalmente aún no entiendo cómo en una conversación alguien dice a secas que es consultor y todos se quedan tan anchos como si este concepto fuera de una claridad cristalina.

La verdad es que, hay tantos tipos de consultores y hay tanta cantidad que se adjudican este adjetivo que no es de extrañar que, actualmente, suscite todo tipo de dudas y sospechas decir tan solo…soy consultor.

Hace un tiempo, alguien con quien después llegué a colaborar, me preguntaba si los formadores con los que habitualmente trabajaba eran consultores.

Claro, desde mi punto de vista, un formador no es necesariamente un consultor aunque este último incluya muchas veces la formación como herramienta en su metodología de trabajo. La consultoría nace antes de la actividad formativa y, normalmente, termina mucho después, si es que termina claro, porqué para un servidor, la gracia de la consultoría es que llegue a constituirse como un continuum en la vida de la organización. Es decir, que cada proyecto desvele territorios nuevos sobre los que progresar.

La consultoría que yo practico va casi siempre vinculada al interés de un responsable en desplegar en su organización algún modelo vinculado al establecimiento de estrategias o a la gestión de sus equipos y personas.

Yo suelo trabajar con personas que tienen la capacidad y la posibilidad para experimentar, impulsar y, sobre todo, arriesgarse en proyectos que, por lo general, se conciben con las mejores intenciones e ilusión pero que se concretan en aquello que los dioses y los poderes naturales [y no tan naturales] permiten.

En resumen, mi función va más allá que proponer bonitos esquemas en pouerpoin, normalmente supone un trabajo junto al directivo muy similar al del práctico de puerto.

Como ya sabéis, el práctico es un marino experimentado en llevar buques y conocedor de las circunstancias particulares del puerto en el que trabaja. Seguro que lo habéis visto alguna vez, el práctico es aquella persona que embarca y que comparte con el capitán las tareas de navegación y maniobra del barco cuando éste entra o sale de las aguas portuarias. Este profesional es considerado como un asesor para la dirección náutica del buque en el puerto, pero, y esto es muy importante, en ningún caso su presencia priva al capitán del mando de su nave.

Me identifico totalmente con esta profesión y más en un momento donde la consultoría es un cajón de sastre donde no tan sólo caben toda clase de funcionalidades, sino que además hay un hueco enorme para que se vayan incluyendo toda clase de incapacidades y de flipes propios de dudosa utilidad.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Legado

A medida que pasan los años y me hago mayor, cada vez estoy más convencido de que vivimos toda una vida para aprender lo que nuestros padres nos enseñaron cuando éramos niños... Y aún así hay quien, lamentablemente, no llega a hacerlo y vive toda una vida acumulando información, sabiendo multitud de cosas e ignorando que muere en un estado de perfecta estupidez.

Me veo a mi mismo llegando por vericuetos tortuosos a conclusiones que de manera sencilla ya me advertían mi madre o mi padre, de niño.

Y, junto a la alegría liberadora que te da saber algo que realmente es cierto, me embarga una profunda tristeza de hacerlo solo y no poder reconocérselo a aquellos que me lo transmitieron y a los cuáles sólo les mostré el rostro soberbio de la duda juvenil… y, ¡ay! no tan juvenil…

Y hoy cuando, revolviendo entre aquellos pequeños tesoros que arrastro conmigo a lo largo de los años, me he encontrado con la regla de cálculo de mi padre [esa que os muestro en la fotografía] me he quedado mirando mi mano mientras la manipulaba y he recordado mi misma mano cuando la miraba de niño... y he sentido nostalgia de mi mismo, de aquellos primeros años en los que mis padres eran la revelación infalible del mundo que percibía y esta regla era un objeto sagrado y críptico con el que mi padre oficiaba en escenarios incomprensibles, pero para mí más auténticos que muchos en los que me he desenvuelto posteriormente como hombre… Y una sensación se ha abierto paso en mi interior, una urgencia de decirlo como si, con ello, pudiera cogerme de la mano con aquel que fui y así cerrar de una vez el círculo de mi madurez.

Y me sorprendo sonriéndome porque he invertido más de la mitad de lo que será mi vida en darme cuenta de que, todos aquellos rasgos de mi padre o de mi madre que en su tiempo denosté o creí ajenos, son justamente aquellos aspectos que reconozco en mi y por los que se me quiere o se me respeta y que, definitivamente, me permiten vivir esa vida que tanto me gusta.

sábado, 3 de octubre de 2009

Ideas entorno al despliegue de la gestión de las competencias

Este post resume alguna de las ideas con las que cerré ayer mi intervención sobre gestión por competencias en el Primer curso Superior de Dirección de RR.HH en las Administraciones Locales organizado por el INAP. Lo dedico pues a l@s participantes así como a todos aquellos colegas y colaboradores con los que mantengo, desde hace tiempo, una amena conversación sobre este tema.

Al margen de criterios y técnicas ampliamente conocidos, creo que es importante, para el despliegue de un sistema de gestión de las competencias profesionales, dirigir la atención sobre aspectos cruciales que, a menudo, se dejan de lado.

La correcta implantación de herramientas de este tipo, que se centran en aspectos tan importantes de la persona, requiere, por parte del profesional que lo impulsa, de un punto de vista cálido que permita vaticinar los mejores presagios sobre el futuro de la herramienta en cuestión.

Ahí van algunas ideas:

> Es fundamental integrar a los diferentes niveles de la organización en el análisis y definición del diccionario de competencias. No hacerlo supone, casi con total seguridad, la percepción de una imposición de comportamientos que, en algunos casos, pueden incluso verse alejados de la necesidad real. En este sentido es conveniente, no tan sólo crear grupos de trabajo que representen los diferentes niveles estructurales, sino abrir escenarios donde el trabajo realizado por estos grupos sea expuesto y contrastado por el resto de personas de la organización. Aquí encajan a la perfección herramientas 2.0 como las wikis…

> Al hilo del punto anterior, es conveniente desarrollar un proceso de comunicación continuo ya desde la misma fase de concepción del diccionario, de este modo se puede, si no evitar, sí contrarrestar el ruido que suelen provocar proyectos de este tipo sobre aspectos como las posibles repercusiones sobre las personas de la organización.

> Hay que evitar a toda costa aproximaciones industriales al proyecto que nos dejen sobre la mesa diccionarios
prêt-à-porter por muy de lujo que sean las marcas. Alerta, con eso no digo que se deba evitar la colaboración de empresas especializadas o del servicio que, para administraciones locales, prestan algunas administraciones supramunicipales. Tan sólo quiero incidir en la necesidad de masticar, confrontar y metabolizar cualquier modelo prediseñado ajustándolo a las medidas propias de la organización. Independientemente de la fuente de inspiración, el diccionario ha de ser destilado desde la perspectiva de los diferentes equipos y personas que conforman la organización.

> Y, hablando de medidas, hemos de ser consecuentes con que éstas no se van a mantener invariables. En este sentido la elaboración de un diccionario de competencias ha de realizarse desde la perspectiva de un beta permanente que posibilite la revisión y adecuación continuada de las competencias y de sus comportamientos para poder ajustarse oportunamente a aquellas variables que vayan surgiendo.

> En relación al enfoque y diseño del diccionario de competencias, es aconsejable aprovechar la experiencia de otras organizaciones las cuales pueden aportarnos, no tan sólo factores de éxito, sino aquellos elementos a tener en cuenta para corregir posibles desviaciones. En Catalunya, que es el territorio que mejor conozco, algunas organizaciones como el
Consorci de Biblioteques de Barcelona o el Ayuntamiento de Manlleu [por citar algún ejemplo] tienen experiencia contrastada al respecto y la Diputación de Barcelona está impulsando un servicio de asesoramiento en estos aspectos.

> Lo que sí es necesario en el enfoque de este tipo de herramientas es evitar vincularlas desde un principio a factores delicados del puesto de trabajo como pueden ser, por ejemplo, aquellos relacionados con la política retributiva. Debutar de este modo supone, casi sin lugar a dudas, desproveer a la herramienta de algo fundamental para su penetración y funcionamiento en la organización: la sinceridad y confianza de las personas que han de utilizarla. Lo aconsejable, desde mi punto de vista, es dirigirla a aspectos relacionados con el progreso y desarrollo profesional de los equipos y de las personas, al menos en un principio…

> Hay que relativizar el papel de la puntuación en la evaluación de las competencias. Esto es aún más necesario si esta evaluación recae sobre personas distintas con su propia idiosincrasia a la hora de interpretar criterios…por muy comunes que sean estos. El verdadero valor de la evaluación de las competencias profesionales ha de recaer sobre los compromisos que la persona adopte para mejorarlas.

> Evidentemente el papel de los responsables (directivos, mandos intermedios, etc.) es clave. No olvidemos que dentro del papel de estos niveles está el de facilitar y potenciar el desarrollo de los equipos y de las personas que se hallan en su ámbito de responsabilidad. La no implicación de estos equipos directivos genera zonas mudas que dificultaran la comunicación, la percepción y el funcionamiento de este tipo de herramientas. Es necesario invertir recursos [básicamente tiempo…] en implicarlos en el desarrollo, revisión y mejora continua del diccionario y del sistema en general.

> Perseguir la simplicidad y evitar caer en la tentación de elaborar diccionarios complejos que dificulten su utilización y puesta en práctica. Mi opinión es que podemos compaginar el análisis y descripción de todas las competencias necesarias con la identificación de aquellas que son claves para el momento en el que se encuentra la organización [y/o la unidad organizativa]. En resumen, diccionarios completos que indiquen aquellas [pocas] que, por críticas, requieren de especial atención en el momento actual.

viernes, 2 de octubre de 2009

Tercera valoración trimestral [julio-septiembre’09]


Ese trimestre se ha comportado con carácter propio exhalando un espejismo de brevedad por coincidir con un periodo vacacional comprendido entre el 15 de julio y mediados de septiembre por parte de las personas con las que colaboro.

Lejos de ser negativo, este descenso de actividad “presencial” ha sido para mí muy oportuno ya que llegué francamente agotado del primer semestre. La gestión múltiple de proyectos combinada con una infraestructura todavía deficiente ha supuesto echarle horas en detrimento de unos espacios de ocio absolutamente necesarios. Por otro lado, debido a esta actividad, me puedo permitir plantearme estos tres meses que tengo por delante de una manera más racional…siempre que pueda [¿sepa?] distribuir los proyectos armoniosamente en el calendario.

Y, ya que estoy en ello, por lo que se refiere a tipología de proyectos, al principio han sido los propios de la época: conducir reflexiones semestrales de tipo prospectivo. A finales de trimestre he recibido demandas interesantes relacionadas con la implantación de metodologías de trabajo con un delicioso aroma dospuntocerista. Aquí voy a necesitar algún apoyo…

El capítulo referente a tecnología se ha estabilizado. Quería aprovechar el descenso de actividad para investigar y profundizar en algunas aplicaciones, pero la cola de trabajo acumulado a lo largo del trimestre anterior me ha tenido cautivo redactando informes y propuestas técnicas. Debería encontrar tiempo, pero la locura postestival y la ansiedad prenavideña están amenazando la racionalidad de mi agenda.

En cuanto a la metodología de trabajo, tengo la sensación de estar acabando de virar y encontrarme en la dirección marcada hace años. Estoy abriendo más espacios de relación/acompañamiento con las personas con las que colaboro a lo largo de los proyectos. La conversación continuada me está permitiendo integrar al cliente a lo largo de todo el proceso de consultoría creando relaciones más estrechas, basadas en la asunción de riesgo por ambas partes y en la confianza necesaria para llevarlas a cabo. Realmente es un momento muy estimulante y gratificante a la vez que me he sorprendido a mi mismo reflexionando sobre valores fundamentales que creía olvidados o pertenecientes a otras épocas… ya lejanas.

Y… nada más de momento, sumergido ya en este cuarto y último trimestre del año. ¡Y eso que sólo acaba de empezar!

domingo, 20 de septiembre de 2009

En torno a la Administración 2.0…

Mi intención, en este post, es contribuir al debate abierto por Genís Roca alrededor de las posibles dificultades y soluciones para impulsar un proyecto 2.0 en la Administración.

La verdad es que no me apetece hurgar en las dificultades consabidas por tod@s y que ya quedan magníficamente descritas en blogs como el de Los sueños de la razón y Amb lletra de pal, así como en el debate abierto a este efecto en Facebook.

Como
consultor/fontanero [en palabras de Sennett] lo mío es buscar soluciones para desvelar territorios nuevos… y mi enfoque ha de ser, antes que nada, posibilista [que no necesariamente optimista…]

He decidido, pues, exponer una serie de ideas en puntos, independientemente de que sean singulares o derivadas unas de otras por aquello de facilitar la lectura y reflejar el hilo de mi reflexión.

> Con sus diferencias, impulsar proyectos 2.0 en la Administración no encierra más dificultad que en otro de tipo de corporaciones y entidades no públicas enraizadas en culturas clásicas de gestión. Abordar el tema desde su complejidad es establecer, de entrada, barreras cognitivas importantes.

> Dospuntocerizar la Administración me trae aires de cuando se hablaba de Modernizarla. Realmente nunca hemos tenido una “Administración Moderna” aunque, a lo largo de los años, muchas administraciones se han modernizado…[en mayor o menor medida…]

> De lo anterior se desprende que, a la hora de impulsar proyectos 2.0, quizás deberíamos dejar de pensar en clave de Administración para hacerlo en clave de “administraciones”.
Desde este punto de vista hay administraciones que están dando muestra de su capacidad para impulsar proyectos desde una perspectiva 2.0. Tomemos como ejemplo el ayuntamiento de Copons o la labor que en este sentido están realizando algunas bibliotecas municipales.

> Del mismo modo, en lo que respecta a las grandes administraciones, quizás deberíamos dejar de hablar de organizaciones para referirnos a unidades organizativas. Así pues hay servicios, departamentos etc, que están impulsando proyectos internos y abriendo escenarios de conversación, relación, debate y construcción de los que emana un agradable aroma dospuntocero.

> En todos los casos el tamaño importa, el universo 2.0 cobra sentido por los diferentes individuos que lo conforman, así pues no deberíamos abordarlo a nivel “del todo” sino en el de “sus partes”. No tanto intentar envolver como el de provocar pequeñas explosiones desde dentro.

> Hay que inocular el dospuntocerismo en la organización aprovechando proyectos que no amenacen frontal y abiertamente el establishment. La táctica debe consistir en subvertir en silencio [que no atacar] los modelos aristogramáticos habituales, impulsando escenarios paralelos de conversación vinculados a proyectos muy cortos y con un impacto claro.

> Para finalizar, me pregunto sobre la importancia que se le da actualmente al 2.0 en aquellos institutos y escuelas de negocio de renombre que han asumido como propia la formación de nuestros directivos públicos. Mucho me temo que, de momento, sólo se vea reducida a la explicación y/o utilización sucinta de algunas herramientas. Es evidente que, en este contexto, ha de adquirir una relevancia tal que la sitúe como indiscutible eje transversal de los diferentes módulos y contenidos formativos.


miércoles, 9 de septiembre de 2009

Eso no es un valle de lágrimas

¿Acaso no sería ideal que en los espacios de trabajo las personas se sintieran como en casa?

Quizás si el tránsito entre el propio hogar y la oficina no fuera como el tránsito entre mi casa y la casa de otro no se consultaría tanto el reloj para, literalmente, huir al final de la jornada. En este supuesto ideal, simplemente las personas se trasladarían como si de una habitación a otra se tratara…

Quizás algun@s no dejarían cosas tan importantes como la motivación en el maletero del coche o en la puerta de la entrada y no sentirían la urgencia por pasar a recogerla al salir del trabajo.

¿Qué valor aporta el insistir en diferenciar dos espacios a todas luces distintos? ¿No se tendría que insistir continuamente en disminuir estas diferencias?

Quizás deberíamos favorecer, en la medida de lo posible, que cada persona organizase su puesto de trabajo de aquella manera en la que se sintiera más cómod@ para desarrollarlo…

¿Qué mueve a decidir, por ejemplo, La organización del mobiliario de una oficina en la que va a trabajar otra persona? ¿Desconfiamos de que realmente se ajuste a criterios de calidad de servicio o de convivencia con las otras personas? Si es así, ¿cómo pretendemos que se nos crea cuando decimos que confiamos en nuestros equipos cuando se desconfía en algo tan básico como la disposición del propio puesto de trabajo? ¿No sería más…natural…unificar unos criterios, no sé, pongamos de visibilidad, atención, convivencia y, a partir de aquí, que cada un@ se lo monte como más le guste? ¿Qué puede pasar? ¿Que se vean espacios distintos? Pero, ¿no nos llenamos la boca con valores como la atención a la diversidad o aspectos tan relevantes para la riqueza del trabajo en equipo como lo son preservar las individualidades de las personas que lo conforman?

¿Cómo pueden ser creíbles conceptos tan gastados como el de empowerment en una organización que desconfía de los criterios higiénicos de las personas que la habitan? Quizás porque no estamos como en casa…

Otro aspecto sería el referente a las palabras utilizadas en la práctica diaria del management. Sin entrar en el tema de que la mayoría de ellas han sido desprovistas de su fluido vital y están absolutamente vacías por el exceso de ataques vampíricos que han recibido, cada vez que me mencionan la palabra comunicación, por ejemplo, no puedo dejar de pensar en aquello de vertical ascendente, vertical descendente, lateral, en diagonal, en el tema del emisor-receptor, canal, feedback y toda la pesca. Si una cosa me pareció especialmente potente cuando descubrí el
manifiesto Cluetrain fue la palabra conversación. En general, la fuerza de este documento reside en que suena realmente a humano. En casa ¿nos comunicamos o conversamos?

¿Por qué si lo natural [que es lo que le sale a un@ de dentro, así, espontáneamente] funciona, hemos de hacerlo difícil?

¿Cómo sería nuestra labor directiva si, en las organizaciones, las personas se sintieran realmente como en casa?
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La fotografía está tomada de IDEO. Un trabajador no sabía donde dejar su bicicleta y decidió colgarla del techo. Esperó a ver qué pasaba y, como nadie dijo nada, otros trabajadores hicieron los mismo…su director general [Tom Kelley] considera que se trata de eso, de que se pida perdón, no permiso...

martes, 1 de septiembre de 2009

La caducidad del maestro considerada como una de las bellas artes…

En mis inicios musicales corregí una vez a mi maestro en una serie armónica. Al instante me sobrecogí de haberlo hecho pues creí haber herido su vanidad. Pero él, contrariamente a lo que esperaba, sonrió dándome inmediatamente la razón y me dijo: “La finalidad de todo maestro es dejar de serlo algún día para su alumno”. Este día, puse en todas mis libretas de solfeo: “clases recibidas por el profesor…y su nombre”. Estoy sumamente orgulloso de este profesor, para mí mi mejor maestro.

Desde siempre me han incomodado las referencias continuadas a tal o cual autor o autora para reafirmar una idea propia. Esto de ir con el libro de turno como si de la Biblia se tratara y recitar oportunamente alguno de sus fragmentos, utilizándolos como versículos para dotar de fortaleza a ciertas ideas, siempre me ha parecido de una pobreza persuasiva lamentable.

Aunque me informo, les respeto e incluso me puede interesar lo que dicen, soy contrario a seguir la estela de ningún gurú. No tengo ninguna duda sobre la caducidad de cualquier marco explicativo además, para mí, las escuelas de pensamiento destilan cierta vanidad que exige la convergencia y eso, como bien sabemos tod@s, sólo lleva a la repetición, cauteriza la innovación y conduce a la mediocridad.

De alguna manera, las experiencias acaban una vez han sido explicadas y transformadas en conocimiento y su gran utilidad estriba en que sirvan para hacer algo distinto, más global, mejor…eso es lo propio.

Hay incluso quien se sirve de este tipo de conocimiento para transformarlo en producto y rentabilizarlo… ¿De qué sirve rentabilizar el conocimiento? ¿Para ganar lo mismo haciendo menos? ¿Es esto ético? Quizás desde una óptica industrial sí pero no para la artesana. ¿Porqué alguien iba a pagar por algo que ha caducado y sólo le conduce, como he dicho antes, a la repetición, la convergencia y a la mediocridad? El conocimiento no es que sea gratis, simplemente no tiene precio

No soy un teórico, me muevo en la aplicación. Mi finalidad es el producto [servicio] que estoy elaborando, no los marcos teóricos que utilizo ni las referencias que me inspiran. Estas tan sólo son válidas en la medida en que sirven a lo que he soñado, a lo que deseo que salga de mis manos. Para mí el método es tan solo una herramienta a mi disposición…yo soy el artesano.

¿Qué de qué vivo? Primero de contener la demanda. Alerta, porque contener no es tan solo recoger o escuchar la demanda formulada por el cliente. Contener va mucho más allá, va de descargar al cliente de este problema y cargártelo tú. Y, a continuación, vivo de echar mano de todos aquellos referentes disponibles [experiencias, lecturas, gurús, conversaciones, lo que haya…], y reelaborarlos para que se ajusten como un guante al quicio de la organización. Este es mi trabajo y de esto vivo.
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Este post lo escribo inflamado del de Julen Iturbe: La artesanía huye del gran mercado y se inspira en el debate abierto en torno a la declaración artesana.

sábado, 29 de agosto de 2009

Soledad artesana…dichosa soledad…

Que nadie se mueva a error y crea que la soledad artesana es un aislamiento de los otros con andares robinsocrusonianos, que conlleva la construcción ingeniosa y tosca de herramientas básicas para sobrevivir mientras se otea esperanzadamente la llegada del Viernes de turno con quien establecer un único y dificultoso diálogo.

Al contrario, esta soledad hace referencia a aquel estado de dulce concentración que te permite trabajar a gusto y con precisión echando mano, cuando sea necesario, de aquellos conocimientos, recursos y materiales que otros artesanos como tú disponen abiertamente en un taller cuya única ambición es la del trabajo hecho a la medida de las necesidades de quien requiere de tu colaboración.

Al menos ésta es la sensación que a mí me quedó cuando, hace unos pocos meses, con un grupo de colegas, nos reunimos
para debatir y concretar qué entendíamos por Consultoría Artesana y sobre qué cimientos debíamos edificar nuestra idea de Taller.

Desde entonces hemos estado cocinando un plato con los diferentes ingredientes que salieron de la Primera Cumbre de Consultoría Artesana, celebrada en Segovia los días 18 y 19 de mayo de este año, y que se concretan en la Declaración Artesana que figura en la wiki de la reunión.

Si bien esta declaración es una primera propuesta a la espera de vuestras impresiones para ver si realmente está al punto de sal o si le falta un último hervor, personalmente creo que es un buen principio ya que sostengo que es absolutamente necesario e imprescindible disponer de un marco filosófico que determine la manera de hacer, dote de sentido al servicio que prestamos y nos permita disfrutar de esa soledad artesana en buena compañía.
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Disponéis de otras referencias a esta declaración artesana en el blog de Los Sueños de la Razón y en el de Consultoría Artesana en Red

lunes, 24 de agosto de 2009

Del síndrome postvacacional

Este post se inspira en el fenómeno de patologización de la vida cotidiana expuesto por varios autores y recientemente rescatado por Yoriento de uno de sus post del año pasado, por medio de twitter.

Poca cosa se puede hacer con la utilización popular de la nosología psicopatológica. Ocurre con todas aquellas enfermedades que traspasan la barrera profesional para pasar a la calle. Pensad sino en la histeria, la neurastenia o, últimamente, el Alzheimer, que parece que ha absorbido toda una serie de demencias [como la senil] y se ha convertido en la only one. Es como si ciertos nombres de enfermedades fueran etiquetas de ropa de marca, que a veces están más de moda que otras. Total, que los profesionales de la salud dejaron, hace tiempo, de utilizar algunos términos cuyo significado actual nada tiene que ver con el original y así a la sífilis se le llama en la intimidad lues y a la histeria: pitiasis… por citar algunos ejemplos…

Lo mismo, dicen algunos autores, puede pasar con la depresión asociada al síndrome post-vacacional, no se trata de tal estado anímico sino de una mala utilización [¿parautilización?] del término.

Descartando aquellos trabajos verdaderamente sórdidos, ya sea por su naturaleza ya sea por tener que soportar a algún asshole, que realmente suponen un calvario para personas con recursos limitados [a las que no les es fácil dar puerta y buscarse otro trabajo], respecto del síndrome postvacacional coincido totalmente en incluirlo, en la mayoría de los casos, en el panorama de ansiedades varias en el que también está la depresión [en cualquiera de sus manifestaciones].

Creo que coincidimos en que se trata de un problema cognitivo que genera respuestas contrarias, no tanto socialmente como respecto a la propia vivencia de la existencia. Es, de alguna manera, una respuesta de autolisis como puede serlo el golpearse la cabeza con el canto de la mesa… pero distinta… larvada en el interior, más persistente [por ser menos contundente] y tóxica.

Además, y como ya comentaba en otro post, hay que tener en cuenta la importancia del discurso social imperante: hay una cierta… [Refiriéndome al discurso mitificado sobre la necesidad de desconexión vacacional] …demonización del trabajo, actividad a la cual le dedicamos la casi totalidad del año. Con este tema hemos logrado que el peor día de la semana sea el lunes y el único mejor, no nos engañemos, el viernes. ¿Cómo puede un@ sentirse bien así?

Desconozco cuál es la solución, ya se sabe que en este tipo de cuestiones se avanza mucho a nivel de diagnóstico pero, en cambio, a nivel de terapia la evolución ha sido pasar de los tubos de sílex para pastillas a los de plástico.

No dudo de la utilidad, en algunos casos, de las soluciones conductuales, pero estas suponen una necesidad de “querer” seguirlas y, no nos engañemos, fórmulas magistrales se dan cada año y, por lo que parece, convencen pero no vencen el problema. Aunque alguien podrá decir que, a menudo, el comportamiento reconfigura la forma de pensar y, aunque razón no le falte, también es verdad que, en el tema que nos ocupa, esto pasa en un número bajísimo de casos…

Y es que se habla mucho de la falta de liderazgo de las organizaciones y poco de la ausencia de liderazgo personal que permita guiar nuestra percepción del entorno hacia premisas de discurso mental que nos permita [utilizando terminología náutica] capearlo o correrlo eficazmente. No es difícil deducir que la solución pasa por cada persona y por su capacidad para liderar una revolución respecto a su forma de pensar, de crear un discurso de su propia existencia con motivaciones propias y no con aquellas que se creen socialmente aceptadas.

Pero esto que queda tan bien decirlo así es difícil, muy difícil, si el sistema [aquí me refiero a los medios, a los intelectuales, a los especialistas, etc.] no ayuda a sustituir el discurso actual por el de que trabajar es algo más que un interludio largo y tedioso entre unas vacaciones y otras… ¿así debían pensar nuestras
abuelas no? Si tenían vacaciones claro!

martes, 18 de agosto de 2009

Dos años de colaboración con La Garrotxa

Desde pequeño, mi vida itinerante ha comportado en mí un cierto desarraigo, una deslocalización que me ha situado siempre como alguien de paso incluso en el mismo entorno del cual provengo.

Pocos lugares han impactado en mí de manera tan directa y en tan poco tiempo como lo ha hecho La Garrotxa, una tierra que me ha evocado el dulce aroma de mi propia raíz y que me ha sugerido aquellas pistas emocionales para conocer mi propia identidad, mis fundamentos y la vinculación a un País que reconozco como el mío y desde el cual puedo proyectar una atención precisa y abierta al resto del mundo.

El nombre de Garrotxa (en lengua catalana: tierra áspera, rota, de difícil caminar) le viene dado por la peculiaridad orográfica determinada por su origen volcánico. Un origen que ha dotado a esta tierra de una exuberancia y fuerza telúrica tal que uno no puede dejar de sentirse confortablemente acogido por el manto de la Diosa. Es, sin lugar a dudas, una tierra de hadas en la que has de mirar donde pones el pie no sea que vayas a pisar a un elfo, que de existir…tened por seguro que es allí.

Mi conexión con La Garrotxa es compleja, empezó como escenario de descanso y, de manera casual, al poco tiempo, inicié una colaboración con su Consell Comarcal y su Consorci d’Acció Social en temas vinculados al desarrollo de los cuadros directivos, acción a la que se sumó Turisme Garrotxa. La coherencia con los valores que se estaban trabajando despertó paulatinamente diferentes proyectos vinculados a su modelo de gestión y a su desarrollo estratégico. En eso estamos todavía, instalados en un beta permanente…

Improvisando un balance del trabajo realizado hasta ahora, concluyo que estoy satisfecho, pero aún lo estoy más de lo que he aprendido. No me cabe la menor duda que trabajar con estas organizaciones ha influido mucho en las decisiones que he tomado sobre el modelo profesional a seguir. Desde los modelos de liderazgo y la gestión del riesgo hasta la calidad en la relación interpersonal, el contacto con estos equipos y las personas que los conforman me han reafirmado aspectos valiosos en los cuales estaba empezando a dejar de creer.

Mucho se valora y, desde mi punto de vista, demasiado a la ligera, el carácter de la gente en función de dudosos indicadores vinculados a una también dudosa concepción del concepto de progreso…pero yo cada vez estoy más firmemente convencido de que las personas son como la tierra que habitan y que, por ende, ésta dice mucho de con quién te relacionas. En este sentido, La Garrotxa, históricamente escenario de diversos conflictos políticos, tierra de emprendedores y musa de su propia escuela de arte, ha logrado mantener un difícil equilibrio en los tiempos que vivimos y actualmente es, para mí, uno de los referentes de cómo quiero que sea el mundo en el que habito.

En Pep [un compañero y un amigo] me enseñó algo que presuntamente ya sabía brindándome, un día que pedaleábamos entre volcanes, la oportunidad de poner en práctica el consabido verso del poeta: “se hace camino al andar”:

- Vamos por este sendero [señalando un muro de espesa vegetación]
- ¿Qué sendero? Aquí no hay ningún sendero…!
- Pero si no pasamos no lo habrá…alguien ha de empezar…
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En la foto de arriba el volcán de Santa Margarida (municipio de Santa Pau), de 682m de altitud. Entró en erupción hace 11.000 años. En medio de su cráter [aquí oculta por un mágico velo de niebla] se halla una iglesia románica con el mismo nombre.

La fotografía de abajo corresponde a una jornada de reflexión estratégica con la junta directiva de Turisme Garrotxa. El escenario es Can Patorra una casa de turismo rural regentada por David Muñoz [el primero por la izquierda] y su esposa, un verdadero ejemplo de emprendeduría y de armonización de los propios valores con la manera de vivir.

martes, 11 de agosto de 2009

¿Desconectar?

Ender, el personaje principal de la novela de Orson Scott Card: La voz de los muertos, lleva un pendiente [Jane] que en realidad es un microordenador que continuamente busca información respondiendo sobre aquello que su portador pregunta o está percibiendo. Un día Ender olvida [o abandona] a Jane en un cajón y el colapso es inmediato. Privada de la información necesaria para poderse situar en el aquí y ahora, Jane se queda sin sus coordenadas de orientación y Ender, en consecuencia, pierde capacidad de maniobra y se le multiplican los problemas durante el periodo de recuperación de Jane. Una vez ya ha sido restituida al lóbulo de su oreja…

Creo que es el momento adecuado para subrayar las diferencias y afirmar que desconectar y descansar no es lo mismo. Más aún, creo que cabe considerar que una cosa no necesariamente siempre conlleva la otra y más en el caso de ciertas profesiones. A título personal, para mi descansar se produce automáticamente cuando se reduce la presión externa, independientemente de que me dedique a otras actividades profesionales como pueden ser leer, escribir, ordenar, etc. Disponer de tiempo para conversar, dormir o ir a la playa no conlleva necesariamente la necesidad de desconexión.

El síndrome de desconexión vacacional, tan vitoreado por doquiera que vas, produce, a parte de un atontamiento extra, un espejismo que desorienta a la persona sobre aspectos de su realidad que requieren, si no de concentración, al menos de un poco de atención esporádica.
Considero que es uno más de la gran cantidad de elementos que abonan los crecientes estados de estrés laboral que configuran el actual panorama profesional del país. Ante esto, no me extraña que existan síndromes depresivos postvacacionales, lo que sí que me extraña es que la ciencia, tan sabia y pragmática ella, continúe aconsejando la desconexión. Sin ir más lejos, hace poco oía por la radio que prestigiosos psiquiatras aconsejaban a aquellos que, afectados por la crisis, se habían quedado sin trabajo, desconectasen y descansasen… que ya abordarían el problema después… ¡así de fácil!

La sublimación de la desconexión suele ser paralela a la demonización del trabajo, actividad a la cual le dedicamos la casi totalidad del año. Con este tema hemos logrado que el peor día de la semana sea el lunes y el único mejor, no nos engañemos, el viernes. ¿Cómo puede un@ sentirse bien así?

Es un poco…como decirlo… incoherente que aquellos que dedicamos casi todo un año a establecer multitud de conexiones con la realidad con la que hemos de lidiar, desconectemos súbitamente y más cuando, a corto plazo, hemos de volver a conectar a marchas forzadas.
Sólo con pensarlo me canso.