domingo, 30 de enero de 2011

Enfoque para una planificación útil

La manera de enfocar los procesos de planificación es uno de aquellos aspectos que se han visto más afectados por el cuestionamiento al que estoy sometiendo estos dos últimos años a los conceptos y métodos que he utilizado, prácticamente desde siempre.

Tengo la sospecha de que algo relacionado con la artificialidad de su elaboración y la poca filtración de su espíritu en la organización tienen mucho que ver con su [falta de] utilidad y la forma en que son [no] vividos por todos los miembros de la Organización.


Últimamente, he tenido la oportunidad de conducir algunos proyectos para elaborar planes directores donde he apostado, junto a mis clientes, por una metodología basada en los siguientes elementos:

> Dedicarle tiempo, mucho tiempo a reflexionar, definir… dibujar una imagen clara del modelo organizativo al que se quiere llegar y por el que se quiere apostar.

> Estructurar el proceso según una lógica no tanto racional como natural. Es decir, no se trata tanto de seguir la lógica del discurso sino la del proceso que lo genera. Cada paso dado ha de ser funcional y conducir claramente a los siguientes.

> Integrar en la elaboración del plan a la mayoría de aquellas personas que, más o menos directamente, estén vinculadas con la organización y con el desarrollo de su papel en su entorno.

Al margen de posibles singularidades en la manera de abordar ciertas partes del proceso, quiero remarcar los elementos clave en los que se apoya mi aproximación metodológica:

1. Delimitar el alcance de la demanda. Es importante dejar claros a los responsables del proyecto los aspectos clave de la metodología y aquellos riesgos que supone. Obtener un acuerdo en este aspecto es fundamental y determinante para la propuesta técnica que se elabora. Una vez aprobada, en esta fase inicial se trata de constituir el equipo de planificación y acordar una agenda de trabajo para todo el proyecto.

2. Protagonismo del espacio colaborativo [wikiClavis]. La wiki se ha de elaborar desde el primer momento. Como he comentado recientemente, es importante, desde el principio, imbuir a la wiki del papel que va a tener como condensadora de toda aquella información que se genere en el proyecto.

3. Importancia en la definición del modelo ideal al que dirigirse. Vendría a ser como la descripción detallada de una visión pero sin el elemento inalcanzable que suele caracterizarlas, algo que, en contra de lo que siempre he querido pensar, las vuelve bastantes inútiles y genera su abandono. Lo que persigo no es tanto el difícil [e impredecible] compromiso de decidir el punto futuro en el que estar, como la inmersión de las personas implicadas en el concepto de movimiento hacia un punto futuro situado más allá del día siguiente. Suelo trabajar en torno a unas preguntas concretas: Cuál debería ser nuestro papel de aquí a cinco años [por ejemplo], qué servicios ofreceremos, a qué públicos nos dirigiremos, cómo trabajaremos, qué nos caracterizará, cómo nos organizaremos, etc. Esta reflexión se inicia con los trabajadores para seguir desarrollándose con el equipo de planificación e incluso hacerse extensiva a personas clave, externas a la organización. El resultado ha de ser la apuesta de tod@s por un modelo común, debatido y contrastado. Es importante dedicarle tiempo a darle vueltas y reflexionar sobre este modelo ideal porque va a ser la materia prima de la que se va a desprender y destilar posteriormente la formulación más clásica del plan [misión, líneas, objetivos…]

4. Impulsar grupos para el análisis y el diagnóstico del punto de partida. Se trata de aprovechar el conocimiento de tod@ los trabajadores y activarlo para valorar el alcance del modelo actual sobre el deseado. Partiendo del modelo ideal elaborado se escogen de 3 a 4 ámbitos de análisis [prestación de servicios, organización, etc.] para ser trabajados por sendos grupos de trabajadores de la Organización. Para ello se parte de una reunión de trabajo de unas dos horas de duración donde se revisa el modelo ideal desarrollado, se forman los grupos y se explica la consigna de trabajo. En total, los grupos disponen de un mes para realizar un análisis de los aspectos que apoyan y de aquellas variables que dificultan hacer realidad el modelo ideal. También se les anima a que propongan aquellas ideas de mejora que se les ocurran para contrarrestar los aspectos débiles. Cada grupo se auto-organiza y queda citado para una reunión plenaria donde expondrá sus resultados y debatirá los resultados expuestos por los otros grupos. Todo el material trabajado, así como las diferentes ideas surgidas en el debate se expone en la wiki para facilitar su continua revisión. Este balance no tan sólo suele ser un buen material para la formulación de los objetivos específicos para el año siguiente sino que es decisivo para atemperar la formulación de los objetivos estratégicos.

Lo importante es que, a diferencia de otras maneras más tradicionales donde se prioriza la formulación de los objetivos y se suele empezar con la formulación de la misión, en el enfoque que expongo en este post, el tiempo dedicado a la reflexión viene a suponer el 75% del tiempo total del proyecto y la misión, líneas, objetivos, etc., se elaboran dentro del 25% restante, como destilado cristalino de un proceso de reflexión y de génesis de ilusión denso.


Si os interesa un esquema completo de este enfoque metodológico, me ha quedado casualmente estructurado en 10 pasos en el mapa de ideas que encontraréis aquí.

sábado, 22 de enero de 2011

Prisa, caligrafía, resultados y otras cosas...

A veces parece como si, fuera del plantillero diseño de una presentación en Power Point, de un web o de otros materiales de comunicación masiva, no hubiera lugar para una presentación cuidada, limpia y elegante. Como si tan sólo cupiera la posibilidad y aceptación de dedicarle un poco más de tiempo a aquello orientado a obtener una buena imagen de forma rápida.

Y así te encuentras que abunda y se muestran con toda normalidad para ser admirados o valorados esquemas mentales, documentos de texto, etc., mal cuidados, con tipos de letra infames, desproporcionados y asimétricos, subrayados sucios o con colores estridentes, simplemente porque se trata de borradores o, lo que quizás debería ser más preocupante, como muestra de no andarse por las nubes, orientación a resultados y de ir al grano dejándose de tonterías.

Me pregunto por qué estará tan frecuentemente reñida la eficacia y el tocar con los pies en el suelo con imprimir un poco de pulcritud, de belleza, de dotar de una simetría básica a aquello que elaboramos, independientemente de que se trate de un producto terminado o de un borrador.

Y la única respuesta que me viene está relacionada con el dichoso tiempo que queremos ahorrar, a las prisas por terminar, al menoscabo de la forma por la función y a que no se tiene en cuenta que la armonía y el equilibrio en lo que hacemos nos vincula emocionalmente, nos predispone hacia sus fuentes e incide de manera determinante en la buena opinión [en términos de confiabilidad] respecto a las personas que las incluyen en sus rasgos característicos.

Me ha asaltado el recuerdo del tiempo y de la aplicación que se le debía hace un tiempo a los cuadernos de caligrafía… una muestra más de que me estoy haciendo mayor…

viernes, 14 de enero de 2011

El valor del trabajo


Si fuera fiel a la tradición marcada por mis antecesores afirmaría con la mirada puesta en el infinito que trabajo y, a lo largo de los años, he trabajado mucho… Pero si me ciño a tal y como yo lo veo y me dejo de nostalgias genealógicas, lo que me atrevo a decir es que he dedicado y le sigo dedicando muchísimo tiempo a mi trabajo.

Cualquiera que me conoce bien sabe que esta dedicación no me ha llevado a amasar ninguna fortuna y que voy tirando, como quien dice, con lo puesto, en este continuo dar y recibir en el que se ha convertido mi vida.

Yo me gano la vida como consultor. Con eso me refiero a que la consultoría no es para mí algo a lo que dedicarle parte de mi tiempo libre, un extra a otra entrada fija, no. El ejercicio de mi profesión supone el 100% de mis ingresos. Ingresos que utilizo, en gran medida, para seguir trabajando de la manera en que creo, gusta y me gusta hacerlo. A esta forma de oficiar algunos le llamamos Consultoría Artesana, una “manera de hacer” centrada en los rasgos particulares de cada cliente que requiere de mucha imaginación, de no poca dedicación y que vendría a ser el equivalente de la fórmula magistral en la farmacia antigua frente a la actual venta industrial de medicamentos, muy útil todo, sin lugar a dudas, pero aplicable a casuísticas distintas.


En mi caso, todo lo que percibo de mi vida gira centrípetamente entorno a mi trabajo, de la misma manera que mi trabajo genera, a la vez, un movimiento centrífugo salpicando mi manera de interpretar [por no decir “vivir”] mi vida. Contrariamente a lo que pueda suceder en otros casos, en el mío lo considero una gran suerte. Esto de trabajar con personas, en el desarrollo de sus equipos y, en consecuencia, de las organizaciones de las que son responsables, me permite tenerlo todo en un paquetito, confiriéndome una sensación de unicidad muy diferente a las disyuntivas y divisiones personales que veo a mi alrededor.

Además, de alguna manera le confiere un punto de eficiencia a todo lo que hago. Mis relaciones sociales, lo que leo, ya sea narrativa o ensayo, la música que toco o la que escucho, en suma, todo lo que hago estimula una reflexión que se ha vuelto continua y que repercute directamente en mi actuación profesional. De hecho, este blog es, entre otras cosas, un sistema de drenaje que me permite liberar ciertas reflexiones en forma de conclusiones [concluestiones, para ser más exacto…]

Sea como fuere, ofrecer un servicio digamos artesano [esto es, singular a cada caso, arriesgado, atento a los cambios del entorno, empático con la persona a la que se atiende, sensible a los avances conceptuales y tecnológicos] requiere al menos en mi caso, de una inversión de recursos distinta de la que realizaba cuando distribuía servicios de consultoría prêt-à-porter y que, de manera periódica y recurrente, me plantea una reflexión sobre el valor económico del trabajo que realizo, ya que supongo que a nadie se le escapa que un servidor trabaja principalmente para ganarse un cuartos que le permitan canjearlos para mantener sus constantes vitales y sociales en valores normales, descansar cuando más lo necesite y evolucionar en un modelo profesional que, como estoy comentando, requiere de una estimulación mental diversa y prácticamente continua.

Personalmente dispongo de una relación de precios heredada de mis tiempos de empresa y que vinculan la hora con la tipología de servicio o la característica de la tarea realizada [por ejemplo: la hora de formación, de asesoramiento o de trabajo de despacho, desplazarme, etc.].

Hasta el momento la he utilizado rigurosamente para realizar mis propuestas económicas, sospecho que obedeciendo a la posibilidad de justificar el precio de un servicio determinado si fuera el caso que se me requiriera para hacerlo. Esta manera de hacer ha convivido durante años junto a emociones como la irritabilidad que me ha producido en alguna ocasión el que alguien divida el coste total del servicio por el número de horas presenciales realizadas [obviando el diseño, la formalización, talla o experiencia del consultor] o la sensación de ruina vital que produce el sentirse como un taxímetro.

Actualmente estoy cambiando esta manera de proceder y dejar de hacer hojas de cálculo contabilizando horas y precios para pasar a establecer un valor fijo por proyectos o por sus componentes, ya que suelen estar, la mayoría de ellos, dentro de unos estándares de esfuerzo que la experiencia me permite incluirlos en una gama de clusters determinados. De este modo, aunque no se aleje de lo que he estado valorando hasta ahora, al menos me libro de esta sensación incómoda de pesar el valor del trabajo que realizo colocando solamente en el otro platillo algo tan insulso para un servicio artesano como el tiempo dedicado en realizarlo.

Personalmente discrepo del síndrome de Robin Hood a partir del cual alguien decide que el valor de un servicio determinado es más caro para quien puede pagar más, permitiéndole de este modo ofrecer servicio a alguien con menos posibilidades. No me siento en absoluto un justiciero iluminado con el don de la distribución social a partir del cual atribuirme la misión de hacer el bien pero con el dinero de otro. Desde mi punto de vista, el trabajo realizado tiene un valor independientemente de a quien se dirige y, de querer que un servicio sea accesible a alguien con pocos recursos económicos, lo asumo por mi cuenta y riesgo.

Pero, quizás la idea principal que quiero trasladar en este post es que, aunque mis ingresos dependan de ello, no todo mi trabajo lo hago por dinero. A lo largo del año llevo a cabo muchísimas horas de consultoría efectiva tan sólo por el interés que despierta para mí el proyecto, por el aprendizaje que puede suponer, porque la organización aunque lo necesita no puede realmente costearlo o, lo que suele ser más frecuente, por el compromiso y gratitud que me despierta un cliente al que respeto y por el que me siento respetado. Aunque a alguien le pueda parecer poco inteligente, es lo que me sale y es como creo que ha de ser…
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Este post está orientado a servir de aportación al encuentro que la red de consultoría artesana celebrará los días 28 y 29 de enero en Bilbao. Podeis encontrar más información aquí.

martes, 4 de enero de 2011

[WikiClavis]


Como ya he comentado en otro post, actualmente acompaño muchos de mis proyectos con una wiki elaborada ad-hoc. La idea no surgió así, espontáneamente, sino que me fue sugerida hace un tiempo por otro colega artesano el cual, a lo largo de 20 años, ha tenido siempre la atención y habilidad de colocar las herramientas de su taller de la forma adecuada y de tal manera en mi mano para que, personalmente, pudiera encontrar también un buen uso para ellas. Así pues, ahora mismo suelo utilizar una wiki ya se trate de un proyecto de formación como de consultoría.
En el caso de las acciones de formación, la wiki me permite abrir escenarios de trabajo compartido fuera del tiempo presencial. Algo muy útil sobre todo para acciones cortas, como suelen serlo aquellas que imparto. Al final, edito las aportaciones y envío el documento al grupo de participantes como resultado tangible de la actividad formativa y como evidencia de una manera eficiente de colaborar y obtener resultados mediante este procedimiento. Así, de este modo, un grupo grande de participantes elaboró, añadiendo cada un@ unos pocos comportamientos, todo un directorio de competencias a lo largo de un mes. A parte del valor añadido que supone para acciones que normalmente parten de planteamientos estándar, es una forma muy efectiva de transferir e inocular estas herramientas y metodología de trabajo en algunas organizaciones a partir de una porción significativa de los participantes en la acción formativa.
En el caso de los proyectos de consultoría, organizo las wikis en torno a una serie de finalidades que suelen estar claramente interrelacionadas entre sí:
  • Informar de todo lo concerniente al proyecto a todas aquellas personas que directa o indirectamente estén relacionadas con él. Este aspecto permite ganar mucho tiempo del que normalmente se dedica, al final, a la comunicación de resultados. La posibilidad de seguir la evolución de un proyecto a través de sus continuas meiosis genera un conocimiento sobre el mismo difícil de conseguir con la comunicación tradicional. De este modo lo incluyo todo, desde la propuesta técnica aprobada, hasta todas y cada una de las ideas y/o conclusiones a las que se vaya llegando, pasando por una agenda sobre la actividad por desarrollar y ya desarrollada.
  • Integrar a tod@s aquellas personas o agentes relacionadas o con influencia sobre el proyecto mediante la posibilidad de conversar, compartir y colaborar en él. Tácticamente este aspecto es de singular importancia a la hora de vencer posibles resistencias, disolver incómodas competitividades, implicar en los resultados y facilitar su difusión, así como para la carga emocional positiva que supone sentirse partícipe de algo. Así pues, y por poner algún ejemplo, en la elaboración de un Plan Director en el que estoy colaborando para una Escuela Municipal de Música, se ha integrado a todo el equipo de la organización, directivos y técnicos municipales, cargos políticos, directores de otros conservatorios y de institutos, padres de alumnos, antiguos alumnos, etc.
  • Aprovechar al máximo todo aquel conocimiento útil al desarrollo del proyecto. No creo necesario extenderme sobre este punto por ser básico en la utilización de este tipo de escenarios. Tan sólo apuntar que “aprovechar” aquí significa, pues esto, “aprovechar de verdad” con lo que supone de “estimular”, “respetar” e “integrar continuamente” todo aquello que se va cocinando.
  • Mantener el beta en los resultados obtenidos en cada una de las fases. A sabiendas de que, en algún momento, se ha de marcar algo parecido a lo que puede ser, momentáneamente, un punto y final, a lo largo del desarrollo del proyecto, la wiki sirve como recipiente donde macerar los diferentes resultados [reflexiones, conclusiones, etc.] aprovechando la perspectiva que se obtiene cada día que pasa.
  • Estimular la conversación entre todos los integrantes [intra y extraorganizativos] en torno a los diferentes resultados y aportaciones que se realizan creando algo parecido a una red social. Además, tengo por costumbre incluir una página de referencias donde no tan sólo coloco enlaces a artículos, posts y vídeos que guarden alguna relación con el proyecto sino también con intereses que puedan ser comunes a tod@s los miembros de la wiki animando a que ellos mismos también incluyan aportaciones propias. Aunque ya sabemos que no todo en el campo es orégano y que se trata de casos aislados, tengo un equipo que a raíz de esto han incorporado el Google Docs a su sistema de reuniones. Todos los comienzos son esperanzadores.
  • Dar presencia transversal al proyecto. Es un hecho que la imposibilidad de dedicarse full-time a un proyecto genera espacios y huecos rápidamente subsanados por la inercia del día a día. Esto suele ser algo tóxico para todo proyecto y la wiki lo atenúa substituyendo la sensación de intermitencia por una de elasticidad esponjosa debido a la continuidad, ya sea a través de la red o emergiendo en el seno de la organización. Hace unos años tuve una experiencia donde llegué a conectar, cada día y mediante un blog, con dos grupos a los que veía tan sólo una vez por semana. Este aspecto ayudó muchísimo a fortalecer emocionalmente las relaciones.
  • Facilitar el seguimiento suele ser algo que se le escapa al proveedor respecto al cliente que contrata los servicios. Tal y como está planteada en este post la utilización de la wiki en acciones de consultoría, se trata de una oportunidad para anticiparse y ofrecer al cliente una manera de seguir los proyectos que está impulsando, aunque no se halle directamente implicado en su desarrollo. Ni qué decir sobre la importancia que puede llegar a tener esta utilización para la generación de confianza.
Pueden haber otras finalidades o beneficios que se deducen de lo que he ido comentando a lo largo del post como el dar a conocer otras formas de cocreación y el complementar conocimientos sobre el tema en el que se está trabajando, pero prefiero ultimar este post compartiendo una relación de aspectos [¿detalles?] con los que tengo especial cuidado al utilizar esta herramienta:
  1. Iniciarla paralelamente al proyecto.
  2. Actualizar la información lo antes posible. Si puede ser en el mismo día mejor.
  3. Comentar cualquier aportación que se haga, sobre todo al principio.
  4. Hacer un borrador antes de editar en la wiki para no saturar el correo de aquellas posibles subscripciones.
  5. Atender rápidamente [si es posible, instantáneamente] a las peticiones para incorporar información o para modificar alguna aportación.
  6. Insistir, a lo largo de los espacios “presenciales”, en el papel e importancia de la wiki para el proyecto.
  7. Prescindir del “papel” y remitir siempre a la wiki para todo aquello relacionado con el proyecto.
  8. Actualizar las referencias y animarlas con algún Off Topic.
Este post está especialmente dirigido a un grupo de consultores que me han pedido que comparta mi utilización profesional de la wiki para aplicarla a un proyecto que están impulsando. A pesar del tradicional magnetismo y cautividad hacia el “cómo”, siempre he pensado que tener claro el para qué es fundamental para decidir y organizar el cómo hacerlo. De ahí la estructura y los contenidos que he escogido para este post con la esperanza de que, esta transferencia, se enriquezca y pueda complementarse con otras [vuestras] aportaciones.

Os dejo aquí un mapa mental con algún detalle más sobre la manera que he expuesto de organizar la wiki en un proyecto de consultoría.
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La fotografía corresponde al autobús [wikiwiki= rápido] que conecta las terminales del aeropuerto de Honolulu en Hawaii y que inspiró la utilización de la palabra para estos espacios colaborativos.



sábado, 1 de enero de 2011

¿Por qué llamarle consultoría?

En todos los años que hace que me dedico a la consultoría, nunca me ha llamado tanto la atención como ahora [confieso que con cierta mezcla de fascinación e indignación] la negligencia con que se utiliza el término y la alegría con la que algun@s se atribuyen el calificativo de consultor. Aspecto este con el que se está contribuyendo, más o menos conscientemente, a sembrar la confusión, la desorientación y a desvalorizar la profesión hasta unos niveles que, hoy por hoy, y para los que nos dedicamos full-time a este noble oficio, se pueden antojar poco menos que alarmantes.

Sin liarme demasiado me acogeré a la sencilla definición que ofrece la wikipedia, donde se define al consultor (del latín consultus que significa "asesoramiento") como:

"…un profesional que provee de consejo experto en un dominio particular o área de experiencia…
La principal función de un Consultor es asesorar en las
cuestiones sobre las que posee un conocimiento especializado…"

Quisiera primero llamar la atención sobre las palabras “experto” y “experiencia” porque, evidentemente, es donde se halla uno de los pilares del asunto. La palabra experto sugiere matices de conocimiento y vivenciales, algo así como de un conocimiento macerado en vivencia. Además, del mismo modo que una golondrina no hace verano y apagar un fuego no convierte a nadie en bombero, cuando se habla de experiencia [en consultoría] se entiende que ésta está contrastada con las suficientes situaciones como para que uno pueda denominarse con toda propiedad y sin ninguna duda “experto”.

Como todo en el mundo, la consultoría no es fácil ni es difícil, simplemente se desarrolla con más o menos autoridad dependiendo de lo experto que se sea en la materia en la que se es consultado. No quiero entrar directamente en el tema de quien se llama experto sin tener experiencia directa en aquello en lo que asesora, pero cuando tan sólo se ha leído un libro, se tiene una idea vaga, poca o ninguna vivencia en el tema consultado lo más probable es que se trate de un timo. No hay consultoría buena o mala, mejor o peor. Aunque resulte contundente, hay consultoría, opiniones [más o menos bienintencionadas] o basura, así, sin más.

Aunque un grupo de consultores, digamos de verdad, pueden constituirse en empresa, no por estar en una empresa de consultoría hemos de deducir que se es consultor [no entro en lo que puede poner en una tarjeta y su posible finalidad para embaucar al prójimo y a uno mismo].

Es cierto que una empresa de consultoría provee también de consejo experto en un ámbito de conocimiento pero lo hace como organización. Así como en una “notaría” no todos son notarios, en una empresa de consultoría es posible que existan realmente pocos consultores, esto es “expertos”, en relación con la totalidad del equipo y que gran parte de este equipo sea personal de soporte o extensiones de estos consultores [juniors], más o menos aprendices dependiendo del grado de industrialización en el que son entrenados… ya se sabe que no todo el mundo trabaja para aprender y añadir valor a lo que aprende a hacer. No digo que sea nada malo, se trata de una opción como otra, pero es una opción que se sigue a menudo y que ha de considerarse.

Cuando se habla de un profesional que provee de consejo, uno no puede dejar de pensar inmediatamente en aspectos fundamentales como la confianza. De hecho, nadie de nosotros acude a pedir consejo a alguien en quien no confía y es un hecho que ante el desconocimiento uno se arriesga con los títulos y acreditaciones hasta esperar a que el pretendido “experto” los corrobore.

Aunque no hay mejor corroboración que unos buenos resultados, el profesional de la consultoría ha de anticipar y conducirse con mecanismos básicos muy relacionados con “inspirar” confianza. La puntualidad, la observación de un método claro, la pulcritud en la forma de trabajar, la capacidad para hacerse entender, la capacidad para influir respecto al método de trabajo a utilizar, etc. Son aspectos con los que se puede aliviar e inspirar al cliente la idea de que se halla delante de un verdadero profesional de la consultoría.

Un consultor no tan sólo da respuesta sino que, además, se asegura que no se vuelva a formular la misma pregunta por parte del mismo cliente. Es decir, transfiere de una manera u otra, método y contribuye al desarrollo e independencia del cliente respecto a aquel tema.

Del mismo modo y sin profundizar más, la consultoría requiere de capacidad para empatizar con demandas formuladas de la manera más inverosímil e ingeniosa. Se supone una comprensión y habilidad para la deducción necesaria para realizar diagnósticos que orienten una intervención eficaz. En resumen, todo esto nos conduce a alguien mínimamente, autoconsciente, culto e informado, capaz de contener la diversidad de situaciones e individuos que se da en la vida real.

Sin ser creyente no paro de hacerme cruces ante la cantidad de presuntos consultores impuntuales, ignorantes, inconscientes, desorganizados, sucios en la forma de documentar, que utilizan de manera compulsiva una consultolabia con aromas trileros que persigue más ahuyentar cualquier curiosidad que resolver posibles dudas y cuya principal ambición es umbilicarse al cliente creando espejismos de dependencia que al final sólo consiguen denigrar el buen nombre que, alguna vez, quizás tuvo esta profesión.

Proveer de consejo” también es un aspecto interesante de la definición ya que responde de manera natural al concepto universal de “consultar”. Dentro del batiburrillo actual tiende a confundirse al consultor con muchas otras ocupaciones, como por ejemplo con el formador, o con aquella persona de “fuera” a la que se le encarga que haga directamente “algo”, a veces incluso de “una manera determinada y concreta”.

Es evidente que no por hacer formación se es consultor, en cambio es probable que algunos consultores aprovechen el conocimiento y experiencia desarrollado en proyectos de consultoría para aplicarlo a acciones de formación. Pero no olvidemos que hay formadores que sólo hacen eso, cursos, talleres, etc. y son pues eso, “formadores” o “conferenciantes”, una dedicación tan digna y honesta como cualquier otra cuando se lleva a cabo con dignidad y honestidad.

Hacer estudios por encargo tampoco hace al consultor. Lo que distingue a un consultor es el capítulo de “orientaciones” o “consejos” que acompañan a un posible estudio. Pero no el estudio en sí mismo, esto puede realizarlo un analista o como quiera que se llame esta ocupación que, insisto “es tan digna y honesta como…”

Asumir temporalmente un rol directivo o, lo que es lo mismo, actuar donde debería hacerlo nuestro cliente [conducir reuniones, comunicar al personal, dirigir proyectos internos etc.] tampoco es hacer consultoría si no va directamente relacionado con un trabajo de reflexión y modelamiento competencial con el cliente o con ese equipo. De no ser así seguramente se trata de una clara externalización de las funciones propias del directivo.

Organizar eventos es propio de un servicio externalizado de logística o de “organización de eventos” y “hacer algo” siguiendo la batuta de un cliente que exige imponer el ritmo, el tiempo y el más mínimo detalle metodológico, no es lo que se debería de esperar de un profesional que es requerido por ser la persona “experta” en una materia determinada.

Una cosa es que el consultor deba, como todo el mundo, garantizar su sustento y diversificar su actividad para ganarse la vida, pero cuando se dedica únicamente a formar, conferenciar, hacer estudios, realizar encargos y/o a substituir a alguien poco hábil en el desarrollo de alguna de sus propias funciones, debería replantearse si realmente está haciendo de “consultor” ya que, llamarle consultoría a todo este conjunto diverso y permanentemente in crescendo de actividades, no sólo no tiene nada que ver con el significado original sino que contribuye de una manera muy efectiva a diluir el término en el #cualquiercosa y a no significar realmente nada. Algo parecido a lo que ya ha ocurrido, de largo, con el coaching y que dentro de nada ocurrirá con otros ámbitos de actividad que están emergiendo como el del community manager…y si no, tiempo al tiempo…