Piensa en una palabra que te guste por lo que significa.
Una que te defina o que exprese algo que te atrae de manera vital.
Puede ser un adjetivo, un sustantivo, puede hacer referencia a un valor... también puede ser un objeto que simbolice algo importante en este momento de tu vida.
Escoge bien.
Tómate tu tiempo. Prioriza: solo puede ser una palabra.
Y si te cuesta, escucha lo que resuena en tu cabeza. Quizás estés descartando algo sin querer, o sin que te des cuenta.
¿Ya la tienes?
¿Qué palabra es?
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Depende de cómo tomes esta pregunta, obtendrás una cosa u otra.
Puedes verla como una tontería, un juego sin mucho recorrido, algo que no merece muchas vueltas. Y entonces, probablemente sueltes lo primero que se te pase por la cabeza. Sin más. Y solo quede en eso.
Pero si te la tomas en serio —si te detienes un momento y la respondes con calma—, si te preguntas por qué eliges esa palabra y no otra, entre qué has tenido que priorizar y por qué te ha costado hacerlo, o qué hay detrás de lo que has descartado…
Entonces, esta pregunta puede abrir algo.
Porque tu forma de elegir dice de ti tanto —o más— que lo que eliges.
A veces eliges lo que sientes de verdad, lo que te sale sin filtro.
Y otras, lo que crees que deberías sentir: lo que encaja mejor con la imagen que das, con la persona que quieres que vean o con la que crees que deberías ser.
Y todo esto habla de ti.
Si eliges lo que sientes, quizá te estés reconociendo tal como estás ahora.
Y si eliges lo que crees que deberías sentir, puede que estés hablando de tus aspiraciones, tus exigencias o de esas ideas que aún tiran de ti por dentro.
Incluso puede que elijas para impresionar.
Y ahí también hay algo que mirar: ¿cuánto te condiciona la mirada de los demás?
Así pues, ¿de dónde viene tu palabra?
¿De tu centro o de tu ideal?
¿De una necesidad real o del relato que te estás contando?
Sea cual sea, obsérvala.
Y aprovecha para aprender un poco más de ti.
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Epílogo: Recientemente hago esta pregunta a personas de mi entorno. El propósito es regalarles un kanji que sirva como adorno y que simbolice el concepto que me han dado como respuesta a la pregunta.
Un ejemplo es el kanji que ilustra este pequeño artículo, que significa “soñar” o “sueño” —en el sentido de visión o ideal—. El kanji es como la poesía: dice mucho en poco espacio. Además, gráficamente, es bonito de ver y viste cualquier rincón.
Pues bien, alguien que respondió a la pregunta días después, me comentó la dificultad que tuvo para hacerlo y, aquella conversación, inspiró este articulito.
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La imagen es mía.
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