viernes, 16 de enero de 2009

De profesión: enrocado


Hace poco tuve una conversación marcadamente postnavideña [por aquello de que todo volvía a ser gris y turbio] donde el interlocutor invirtió el 90% de su tiempo en dejar por los suelos a la organización donde trabaja: que si sólo explican mentiras, que si fulanito es un enchufado, que si las cosas se hacen mal [alerta! Aquí no se apuntaba cómo deberían hacerse las “cosas”], Que si no hay derecho, que si por lo que pagan, que si patatín, que si patatán

Ante esto, le pregunté cándidamente: Si estás tan harto… ¿Porqué no te vas? Ante lo cual, me miró con los mismos ojos con los que se mira a un alienígena y me contestó:

- No es tan fácil…
- ¿Porqué no?... dices me voy y ¡ya está!
- ¡Hombre! Si ya… pero ¡claro! [la misma mirada] y… ¿a dónde me voy?
- Qué importa, aquí no estás bien… Mira, entiendo que quizás te interesa la estabilidad del trabajo, por la hipoteca y demás, pero entonces, te quedas y mojas como el que más, ¿no?
- Bueno… dejémoslo…

A finales del año pasado, conduciendo una reunión de trabajo, otro profesional me lanzó a mitad de la reunión una bomba de racimo con afirmaciones del tipo: todo es una inutilidad, yo vivo de la caridad del ciudadano, nuestro trabajo no sirve para nada, tengo 60 años y por lo que me queda en el convento… [literal, eh?]. Ante lo cual y, después de hacerle las mismas preguntas, le invite amablemente a que se fuera a aprovechar el tiempo a otra parte…

Es como para flipar en colores que, afirmaciones de este tipo, compartan el espacio con autovaloraciones sobre el alto grado de profesionalidad y es alucinante como, normalmente, este absurdo pasa inadvertido.

En esta época de management y liderazgos varios, Alicia en el País de la Maravillas se ha hecho famosa por algunos de sus capítulos, básicamente aquellos referentes a la propia identidad de la protagonista, pero en cambio quiero reivindicar el fabuloso papel de la Reina de Corazones, para mí una gran incomprendida, que pasó a engrosar el capítulo de los malos y que, en el mundo actual, en algunos casos (¿algunos?) sería tan necesaria… ¡¡¡Que le corten la cabeza!!!

10 comentarios:

  1. Manel, tu artículo de hoy me ha servido de ejemplo con una persona en una conversación muy parecida a la primera que pones de ejemplo. No sé qué pasará con esa cabeza, pero espero que la referencia a tu blog le ayude.

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  2. @ anonimo: rézale a Sta. Autocrítica para que así sea...

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  3. Vivimos en un mundo de inconformismo y "quejadera" con las cosas que nos rodean, y muchas veces no somos conscientes del verdadero valor de lo que tenemos hasta que lo perdemos o hasta que vemos al de al lado perderlo.

    Prácticamente vivo rodeado de ejemplos como los que señalas y lo que es peor, debo asentir con la cabeza en muchos casos para no parecer marciano, sólo cuando ya pierdo la paciencia, o se ha dicho alguna falacia, entro a la conversación y los exhorto a dejar la empresa, si les parece tan mala o el país, si les parece peor...
    Luego... miradas de indiferencia y todo a la normalidad, ¿será que lo están considerando o están pensando que soy marciano?
    SM

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  4. @ Cierto Senior Manager!! a veces parece que realmente, este tipo de actitudes, forman parte de los verdaderos valores que nos rodean (quejarse, timar al vecino, etc). Si te comportas de forma distinta caes en el peligro de parecer un trepa o un panoli.

    Yo creo que piensan que no les interesas (en aquel momento) porque no les das la razón...

    Gracias por pasarte por aquí!

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  5. Duele el post, porque al menos yo me he visto reflejada. En algunas ocasiones (intento que sean pocas y breves), cuando los esquemas, el entorno o las expectativas se tambalean, es fácil caer en el acomodo en la queja. Y sirve de revulsivo saber cómo se percibe desde ojos ajenos, así que la entrada me ha quitado el sueño por unos días (noches). Prometo progresar adecuadamente...

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  6. No sé porque me da Anna, que el post no te define en absoluto… Es que me da en la nariz que, justamente, eres lo contrario… no sé, igual me equivoco, pero, porqué estoy convencido de que no?

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  7. Quizás tengas razón en parte. No soy directiva de nada (bastante tengo con gestionar mi propia existencia), resulta difícil cortarme la cabeza porque soy funcionaria y no me da miedo el cambio. Pero mientras no llegan los resultados que intentas provocar... es fácil autocomplacerse con quejas. Me da rabia caer de vez en cuando en este tipo de actitudes facilonas.

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  8. Vale... pero tienes una capacidad autocrítica que ya la quisiera para mí...

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  9. Trabajando en la administración pública, me he encontrado, afortunadamente, con poca gente con esta actitud. Pero, "haberlos haylos" y los que yo he conocido (y conozco) acostumbran a ser individuos/as reclacitrantes en su postura y con muchas posibilidades de contagiar a los que tienen cerca, o no tan cerca.

    Tienen siempre argumentos a mano para justificar su postura y son bastante impermeables a las opiniones (e incluso a los datos objetivos) contrarios a su "im"postura.
    Tener a uno de estos/as especímenes en tu equipo es, ciertamente, muy peligroso. Intentar cauterizarlos no es fácil, arrinconarlos no es una buena solución... sólo nos queda actuar como Reina de Corazones, pero, ¿¿y si no se le puede cortar la cabeza??? ¿qué propones Manel?

    Mònica

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  10. @ Mònica: ¿qué más se les podría cortar? No se... pensemos, seguro que se nos ocurre algo...

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