Como lector [y como espectador en general] tengo la tendencia a relacionarlo todo. Me refiero a que establezco fácilmente conexiones entre lo que leo [fundamentalmente la narrativa] o lo que veo [cine por ejemplo] con la vida misma, básicamente la mía, tanto personal como profesional, si es que realmente hay una distinción entre la una y la otra. No se vaya a pensar que me considero un espécimen único pero tampoco es lo más habitual.
A lo que iba, me he encontrado a mí mismo hipnotizado ante este fragmento de La memoria del tiburón de Steven Hall:
Todas las células del cuerpo humano se renuevan cada siete años. Esto significa que en el momento presente no hay ni una sola parte tuya que haya formado parte de ti siete años atrás.Todo cambia continuamente.Si observas tu sombra circular a lo largo del día, tomándote a ti como eje, alrededor de tu cuerpo piensa que has recorrido mil ochocientos sesenta kilómetros siguiendo la rotación de la tierra. También has
recorrido ciento veinte mil kilómetros por el espacio girando alrededor del Sol en el mismo periodo de tiempo, y muchísimo más como una parte de la espiral creciente de la galaxia.La inmovilidad no existe; todo es cambio. El aquí de ayer no es el aquí de hoy. No podemos despertarnos nunca en el mismo sitio donde fuimos a dormir. Nuestro sitio en el universo, y el universo mismo, cambia a cada instante. Todo avanza sin posibilidad de marcha atrás. En la práctica, la inmovilidad es una fantasía.
El factor del cambio como un hecho irrevocable y no como el planteamiento resultado de una decisión, altera totalmente el enfoque tradicional al que estamos acostumbrados.
Siempre he partido de la premisa de que impulsar el cambio consiste en articular un conjunto de actuaciones dirigidas a adaptar la organización a los requerimientos de su entorno. En este sentido, he[mos?] actuado como si la organización estuviera parada mientras el entorno cambiaba y, según Hall, esto ya es en sí mismo una falacia. Se ha de abordar el cambio desde una organización cambiante que ya es distinta.
El conjunto de actuaciones dirigidas a impulsar el cambio no han de ir dirigidas a sensibilizar sobre la importancia de cambiar sino a admitir que ya hemos cambiado y que, en todo caso, conviene seguir cambiando para amoldarnos, ajustarnos, a nuestra nueva identidad e imagen.
La resistencia al cambio no se ha de combatir, como si de una opción ideológica válida se tratara. La resistencia al cambio es fruto de la ignorancia. Es como no estar vivo sin haber muerto…no-muertos organizativos [ :-O ]. Se ha de evidenciar el cambio para desenmascarar fanatismos inútiles.
En resumen, avanzo seis puntos en forma de boceto para un posible debate:
1. Para abordar el cambio hay que conocer, no tan sólo la organización de la que partimos, sino la organización en la que ya nos hemos transformado.
2. El cambio no se impulsa, el cambio se admite, siempre vamos por detrás de los acontecimientos, creo que eso es [muy] bueno tenerlo siempre en cuenta.
3. La resistencia al cambio es una opción ignorante y, a todas luces, contra natura, vivir de espaldas, convivir con fantasmas, una variante organizativa del síndrome de Peter Pan…
4. Impulsar el cambio supone disponer recursos para alinearse con el nuevo orden del momento, no para crear un orden original o nuevo.
5. Aceptar el cambio implica principalmente hacerlo evidente, disolver la membrana de la nostalgia y la fe en la permanencia. No hay nada de cierto en aquello de que más vale malo conocido…ni en aquello otro de que el cambio siempre es positivo. El cambio, sencillamente, es.
6. Nada es para siempre, de hecho este post ha caducado mientras se estaba escribiendo.
Si me permites complementar tu post, más allá de debatir su contenido... creo que ante los cambios, es importante reconocer en que estado del ciclo nos encontramos, para luego poder utilizarlo como una herramienta útil, sobretodo si dicho cambio nos afecta directamente.
ResponderEliminarEn la universidad me enseñaron que existen cuatro componentes o estaciones de cambio conocidas:
- Negación
- Resistencia
- Experimentación
- Aceptación
Independientemente de la estación en la que nos encontremos, debemos convertirnos en facilitadores e incluso inspiradores de todos aquellos aspectos que involucren implementear el cambio impuesto dentro de nuestra vida.
Toda vez que dicho proceso, por su magnitud, sólo se logra salvar con nuestro compromiso personal y con una integración consciente de todos sus componentes.
SM
Ostras Manel. EStoy caducamente impactada.
ResponderEliminarHe participado en algunos proyectos de Gestión(perdón) del Cambio.
Algunos bloqueos parten de lo que tú desmontas aquí: "Cuando llegue el cambio ya nos esforzaremos en dejar de resistirnos."
Nunca lo había enfocado con esta poética fatalidad ;-)
Genial
Hola, en el tema del cambio, a veces vale la pena definir como vamos a enfrentarlo una vez que llega. Podemos cambiar para sobrevivir, para mejorar y para innovar y ser líder. Tres visiones distintas, pero que cuya postura, nos hará reaccionar de una forma u otra y así el resto de las personas.
ResponderEliminarYorente nombró algo bien importante. Son las fases del cambio. En gerencia suena bien interesante y poético, pero hay un origen que una señora estudió, analizó, realizando un libro sobre la actitud de las personas ante una enfermedad terminal. Las fases según ella son,
1. Negación
2. Ira
3. Negociación
4. Depresión
5. Aceptación.
Existe una famosa película que pudieran usar para explicar estas fases. Debe ser de los años setenta y en español se llamó "El show debe continuar" y en inglés "All that jazz". Es todo un clásico. Narra exactamente, el proceso de un director de danza que le determinan una enfermedad pulmonar. Además, por el baile solo, vale la pena.
Saludos,
Alberto
¡Fantástico post! Quisiera, si me lo permites, alimentar algunas reflexiones sobre el cambio, la gestión y el papel de los consultores. Como afirma Steven Hall, “En la práctica, la inmovilidad es una fantasía”. En contraposición, y a la vez complementariamente, el movimiento también es ilusorio.
ResponderEliminarFíjate en una mosca en el interior de un coche: vuela a su ritmo, pero avanza a la misma velocidad que el vehículo. ¿Podemos afirmar entonces que, si el coche de desplaza a 120 km/h, la mosca está volando a semejante velocidad? Evidentemente no, porque la mosca vuela a la misma velocidad, tanto si el coche se desplaza como si está estacionado.
Curiosamente, la velocidad de la mosca sí varía dependiendo del punto de vista del observador. Si te sitúas dentro del vehículo, la velocidad de la mosca será de 5 km/h, por ejemplo. Pero si te situas fuera del coche, deberás sumar la velocidad del automóvil a la de la mosca: 125 km/h. Es lo que en física se conoce como sistema de referencia inercial.
¿Y para qué tanta física? Pues para reflexionar sobre la necesidad de conocer el marco de referencia sobre el que se quiere incidir antes de decidir hacia donde orientar el cambio. Porque para gestionar el cambio debemos contar con observadores externos, pero también con internos. Y porque es posible gestionar el cambio de una organización y que quienes la integran no se suban al carro. No por ello ejercerán resistencia (como la mosca del coche), pero tampoco suman y hay que tenerlo en cuenta. Seguro que a vosotros se os ocurren muchas más, pero no vale proponer bajar las ventanillas...
@ SM. Lo que me planteaba no era tanto a nivel de mecanismos para trabajarlo sino un cambio de perspectiva para abordarlo. Gracias por complementar el post.
ResponderEliminar@ Odilas, me ha caducamente impactado tu comentario:-P …el post pretendía ser en positivo!!, además… ¿Qué se te puede exponer a ti sobre el cambio que sea novedoso?
@Alberto, tomo nota de tu recomendación. Inlcuyo All that jazz en la lista de visionados [gran película…buena recomendación!]
@ Anna, la conclusión a la que llegas justifica totalmente la argumentación física y mosqueante . Me gusta especialmente lo de los observadores externos e internos y el hecho de que el cambio sea arrollador a pesar de las resistencias. Un enfoque positivo que yo no he logrado…mira lo que dice Odilas…
Ah! Independientemente de la velocidad del coche y la de la mosca el hecho es que se traslada a kilómetros de donde entró…que es, más o menos, lo que comenta Steven Hall, además de ser toda una faena para la pobre mosca…
"Aceptar el cambio implica principalmente hacerlo evidente, disolver la membrana de la nostalgia y la fe en la permanencia."
ResponderEliminarLlego tarde al debate, pero no tanto como para no enmarcar esa frase¡ :-)
Y en particular, lo de hacerlo evidente en cada momento en que algo haya cambiado me parece de un pragmatismo delicioso...
@ Ei Alfonso, nunca es tarde si la dicha es buena!!! era así...verdad?
ResponderEliminarRelacionando tus dos últimos posts, nada fácil "admitir que ya hemos cambiado" cuando sentimos que "no somos nadie", no crees?
ResponderEliminarEn este supuesto, cuando finalmente nos demos cuenta de que ya hemos cambiado, ¿quién habrá cambiado? y ¿qué impacto tendrá en la organización?
Y qué importa? total para lo que va a durar... por cierto! ¿cómo me llamaba?
ResponderEliminarUna abraçada Carme :-)