Si tuviera que partir corriendo y me fuera concedido el deseo de llevarme conmigo unos pocos libros de todo lo que a lo largo de los años me he leído, una de esas lecturas sería La Invención de la Soledad de P. Auster.
Para mí, este libro no fue tan solo la Piedra de Rosetta que descifró y dio significado a la primera producción de un autor que me interesó en un tiempo, sino que se transformó en un eje que atravesó diametralmente mi vida y me permitió tomar conciencia de aspectos demasiado cercanos a mí mismo como para poder darme cuenta de que pertenecían realmente a otras personas.
La invención de la soledad es una novela con tiznes autobiográficos que se divide en dos partes: el retrato de un hombre invisible, donde el autor recrea la relación con un padre por el que se sintió ignorado, y el libro de la memoria, donde el narrador refiere sus propias sensaciones con su hijo, un juego de espejos, a fin de cuentas, donde cada superficie le devuelve su propio reflejo al autor haciéndole responsable de su forma de querer verse a partir de una realidad que le aporta siempre una nueva imagen de sí mismo.
Hay narraciones en las que se entra en tal complicidad con el autor que podría llegar a imaginarse que han sido escritas por o para uno mismo, tal es el efecto que me causó esta lectura donde me reconocí con todos y cada uno de los detalles, emociones y sensaciones que se iban destilando, lenta y rítmicamente entre sus páginas.
Y es que hay novelas que te parten literalmente en dos y te invitan a regenerarte a partir de aquellos aspectos que te aportan una visión más nítida de todo aquello que te rodea, hasta tal punto que uno tiene la sensación de que en cada división se vuelve más pequeño, ágil y ligero, como si estuviera más en sintonía con el aire que le rodea, listo para diluirse en él y desaparecer...
En mi caso hay varias [no sé si son muchas o pocas] obras con la capacidad de haberme envuelto entre sus páginas formando con ellas una crisálida que ha divido mi existencia en un antes y un después. Destacaría entre ellas El Cuarteto de Alejandría de Durrell, el De Profundis de Wilde, La Muerta Enamorada de Gautier, o la exquisita ficción de M. Zimmer Bradley en Las Nieblas de Avalon, la novela en la que un esqueje de mi amputada espiritualidad encontró el sustrato adecuado para poder echar de nuevo raíces y convertirse en un deleroso amante de esa gran Diosa que es la vida.
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En la foto, mi sobra junto a la de mi hijo.
La invención de la soledad es una novela con tiznes autobiográficos que se divide en dos partes: el retrato de un hombre invisible, donde el autor recrea la relación con un padre por el que se sintió ignorado, y el libro de la memoria, donde el narrador refiere sus propias sensaciones con su hijo, un juego de espejos, a fin de cuentas, donde cada superficie le devuelve su propio reflejo al autor haciéndole responsable de su forma de querer verse a partir de una realidad que le aporta siempre una nueva imagen de sí mismo.
Hay narraciones en las que se entra en tal complicidad con el autor que podría llegar a imaginarse que han sido escritas por o para uno mismo, tal es el efecto que me causó esta lectura donde me reconocí con todos y cada uno de los detalles, emociones y sensaciones que se iban destilando, lenta y rítmicamente entre sus páginas.
Y es que hay novelas que te parten literalmente en dos y te invitan a regenerarte a partir de aquellos aspectos que te aportan una visión más nítida de todo aquello que te rodea, hasta tal punto que uno tiene la sensación de que en cada división se vuelve más pequeño, ágil y ligero, como si estuviera más en sintonía con el aire que le rodea, listo para diluirse en él y desaparecer...
En mi caso hay varias [no sé si son muchas o pocas] obras con la capacidad de haberme envuelto entre sus páginas formando con ellas una crisálida que ha divido mi existencia en un antes y un después. Destacaría entre ellas El Cuarteto de Alejandría de Durrell, el De Profundis de Wilde, La Muerta Enamorada de Gautier, o la exquisita ficción de M. Zimmer Bradley en Las Nieblas de Avalon, la novela en la que un esqueje de mi amputada espiritualidad encontró el sustrato adecuado para poder echar de nuevo raíces y convertirse en un deleroso amante de esa gran Diosa que es la vida.
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En la foto, mi sobra junto a la de mi hijo.
Me gusta eso que dices: "...permitió tomar conciencia de aspectos demasiado cercanos a mi mismo como para poder darme cuenta de que pertenecían realmente a otras personas".
ResponderEliminarLas sombras ciertamente son engañosas: delimitadas por una clara silueta, separan nuestra identidad proyectada de la de los demás mediante el juego del clarooscuro del fuera y dentro, ajeno y propio. Por contra, la realidad nos obliga a compartir perímetros con los demás, ni tuyo ni mío. Nos guste o no (confieso que cada vez soy mejor compañera ocasional de la soledad), nos deshilachamos para trenzarnos con nuestros semejantes para tejer nuevos escenarios por los que movernos. Porque somos tanto por lo que adoptamos como propio como por lo que construimos en contraposición a lo que nos rodea. Bonito post de desayuno dominical. ;-)
Hay novelas que te describen, te describen de forma tan detallada .... leerte, hermosa forma de empezar el día por este raro mundo 2.0 ¡gracias!
ResponderEliminarDoncs a mi això em va passar amb "El lobo estepario" de Hermann Hesse (tot el contrari del que sembla el títol).
ResponderEliminarL'enhorabona pel blog, Manel.
Me faltan palabras, y lecturas, para poder comentar sin escaparme al margen. Pero no puedo dejar de decir que he estado aquí y que he leído varias veces, lentamente, cada frase, cada párrafo. Que por el medio se me cruzaron otras páginas que un día también hice mías. Y que presiento nuevas alteraciones en mis prioridades lectoras.
ResponderEliminarBellísimo Manel. Gracias por compartirlo!
Entrañable, estimado Manel. generalmente me identifico tambien tras tu lectura. Espero ver pronto tu libro escrito, necesario, posible.
ResponderEliminarUn abrazo,
Alberto
Paul Auster habla en casi toda su obra de relaciones con los padres (generalmente un padre ausente) cuando era joven o con los hijos, ahora que ya es sesentón. La ausencia de familia le obsesiona y sin duda estimula a sus personajes para que se muevan. Casi no recuerdo ya la invención de la soledad. En su lugar, te recomiendo una lectura cercana en la que un hijo relata de continuo cómo fue la vida de su padre y cómo le influyó a él: se trata del cómic 'el arte de volar', de antonio altarriba y kim.
ResponderEliminarMe temo que he empezado por el final, estoy iniciando Sunset Park que me da un cierto aroma a ...centeno...tanto,tanto, poco tiempo para eso que te invito al "anuncio por palabras" del Yeti de la Szymborska precursora despiadada del tuit, como lo más cercano que me ha removido, ...en mi investigación he encontrado el libro de la sabiduría de Salomón, de Seneca, de Sto Tomás...
ResponderEliminarcaramelos fríos de dátil gigante y miel de azahar,bañados en dulce de leche, si tienes algun tiempo suelto,te invito a libarlos.
...tomo nota de ese Auster, gracias Manel.
@Anna, tienes razón con esto de que nos deshilachamos para trenzarnos con los otros y tiramos los unos de los otros sin saber que fragmento entra en tensión, si el nuestro o el ajeno… Lástima que nos demos cuenta demasiado tarde, cuando en el tejido ya no podemos distinguir que hebras son las propias… No es por misantropía, no te creas…es que con los años, lo que más puede llegar a gustarme del prójimo es aquello que le caracteriza y le diferencia de mí. Es ahí donde está gracia, considero que todo lo que no sea esto, no es otra cosa que un juego de relaciones narcisista donde buscamos fagocitarnos los unos a los otros para relacionarnos solo con nosotros mismos…
ResponderEliminar@Juana. Cierto…y hay otras que te engullen, te metabolizan y te transforman… ¿verdad?
ResponderEliminarGracias a ti!
@Maria. Hi ha obres que tenen un tall tan esmolat que obren el vel de l’esperit i es vessa alguna cosa que no se ben be que deu ser però que es troba a faltar pel buit que genera, entre dolç i amarg, oi?
ResponderEliminarHess me’l vaig llegir massa jove, de vegades passa això que llegeixes alguna cosa massa jove i no arribes a copsar el sentit del que es diu. Y quan ets prou madur aquell llibre ja no es dirigeix a tu... Això, llastimosament m’ha passat amb uns quants llibres de referència... Suposo que va com va y que cadascú està regit per els seus propis astres...
Gràcies pel comentari Maria.
@Isabel, Me voy a centrar en eso que comentas tan amablemente de priorizar lecturas. Sinceramente creo que cada uno de nosotros vivimos en un universo que construimos a lo largo de una vida y que, en ese universo encajan unas obras mejores que otras. En el caso de recomendar algo creo de suma importancia tener en cuenta la composición, estructura y atmosferas del universo de cada uno. Además, libros como los que cito en el post han sido importantes pero, también es verdad que penetraron ahora ya hace tiempo [la invención de la soledad la leí en junio del 91…era otro hombre…]
ResponderEliminarQuizás es por eso por lo que no recomiendo ningún libro de los que me haya leído simplemente porque a mí me haya gustado, entiendo que cada novela es una “opera aperta” donde quien lee proyecta aspectos de sí mismo: necesidades, ilusiones, miedos… Ahora mismo, mientras te escribo esto me doy cuenta de lo curioso del mecanismo ya que siempre referimos una relación inversa con la literatura, como si realmente fuéramos abducidos por ella cuando el mecanismo es el contrario, ¿verdad?
Gracias Isabel por ese comentario, tan amable y bello también.
@Facility Manager, Gracias amigo! No será que vamos escribiendo este libro poco a poco, mediante posts y comentarios?
ResponderEliminarUn abrazo fuerte Alberto
@Goio Borge, lo buscaré, me hace especial gracia que se trate de un cómic, soy aficionado a este tipo de publicación pero últimamente no leo nada que no sea de la serie Bonelli [Dylan Dog, Dampyr, etc…] me irá bien un cambio de aires ;-).
ResponderEliminarHe investigado sobre “el arte de volar” y me recuerda al Maus de Art Spiegelman, ya sabes, la historia de un padre superviviente contada por su hijo. Supongo que, aunque se sitúe en épocas parecidas, los conflictos y finales de estos personajes explicaran opciones distintas… ¿verdad?
Muchas gracias Goio por la recomendación y por darte ese garbeo y pasarte por aquí
@lgtomas. Y yo tomo nota de estas recomendaciones tan suculentas que propones!
ResponderEliminarNo sé si Auster vale la pena ahora…no se… Yo es que me he tirado a la novela policíaca con toques escabrosos ;-)) [John Connolly por ejemplo…]
Sí, por supuesto que recuerda a Maus. el peso de Maus y el propio hecho de ser 'ooootra historia de la guerra civil' también me supusieron emepzarlo con escepticismo. Pero, fue cuestión de quince minutos, y ya no lo pude dejar...
ResponderEliminarEntonces lo pillo seguro! Gracias Goio ;-)
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