Sin necesidad de que nos remitamos a casos extremos, en el día a día
habitual, quien más
quien menos mantiene o ha tenido una relación tóxica con alguien.
Desde el punto de vista de quien escribe, una relación es tóxica cuando facilita
que afloren los aspectos más mezquinos y ruines de la persona haciendo que ésta
no se guste, se viva mal y se macere lentamente en la angustia que le producen
los agrios sentimientos que la tienen secuestrada.
Así pues, estas relaciones hacen emerger emociones como los celos, la envidia,
el miedo, el egoísmo, la ira y todos remiten a la persona a una
imagen devaluada de sí misma,
impactando directamente en su autoestima, generándole ansiedad y haciéndola, en
definitiva, infeliz. También hay toxicidades que secuestran la voluntad o la
iniciativa,
haciéndolo a uno dependiente de relaciones sádicas, egocéntricas o humillantes
de las que incomprensiblemente no se puede liberar.
El hecho de que una relación sea tóxica no requiere necesariamente de la
intención de que alguno de sus componentes desee que así sea. Es más, la mayor
parte de las veces se trata de una erupción de tipo alérgico que algunas
personas presentan ante determinados rasgos de otras. Hecho del cual no se
suele ser del todo ajeno ya que cada uno suele despertar reacciones en los
otros que pueden serle a su vez ponzoñosas… esto suele suceder a menudo…
Ante la toxicidad de una relación poca cosa se puede hacer más que huir de
ella, ya que es harto difícil mantener a raya las emociones y sentimientos que
produce y es muy poco probable que alguien admita ser “tóxico”. Las más de las
veces nos sentiremos débiles por haber puesto de manifiesto el hecho, además de contribuir probablemente
a una expresión en el rostro del otro que pueda resultar, a su vez, hipertóxica
para nosotros. No, lo mejor es cortar por lo sano una vez se captan los
primeros miasmas de toxicidad, sin intentar buscar explicaciones lógicas para
nadie ni auto convencerse con argumentos lógicos. Simplemente aquello no es
bueno y hay que apartarse, así, sin más.
Pero esta solución aparentemente tan sencilla es de lo más complicado en un
mundo que empuja a valorar la relación por la relación, donde se insiste en que
la persona es, además, un nodo en la red y donde se invita a que el peso de la
balanza se incline por soportar las consecuencias de cualquier relación antes
que perder el imaginario caudal de oportunidades que puede despertar, las más
de las veces, innecesarias. Y ahí es donde, desde mi punto de vista, reside el
verdadero peligro de una relación tóxica, que no es otro que la pobreza vital
que conlleva sucumbir a sus efectos por considerarlos la mejor opción.
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Buenas tardes, Manel!
ResponderEliminarInteresante post. Me entusiasma tu dominio del idioma de los sentimientos a nivel objetivo, se plasma en tus frases e ideas.
Sin embargo, a veces la posibilidad de cortar lazos está más lejos de la estricta relación emocional miedo-autoestima. Estaría de acuerdo si esa relación se desarrolla estrictamente en un entorno personal, o si, procediendo de tu entorno laboral, la persona afectada tiene un abanico de opciones para cambiar de entorno y cortar por lo sano. Pero como todo, nada es perfecto, y en ocasiones, la pobreza vital no procede del miedo al riesgo o a la pérdida de la estima social o personal, sino de la propia supervivencia.Especialmente en época de crisis donde las opciones escasean o son nulas.
Un abrazo.
Manel, creo que, obviamente, todos sabemos por experiencia qué es una relación tóxica, pero lo cierto es que leerlo con esta claridad desapasionada, impacta. Lo habitual es cargar las tintas sobre la supuesta toxicidad de la otra parte y, coincido contigo, lo mejor es apartarse sin intentar razonarlo.
ResponderEliminarCreo que en el recorrido vital es inevitable el verse metido en “situaciones tóxicas”, y casi prefiero llamarle así porque me ayuda a enfocar en el origen del problema que para mí no está en la otra parte sino en algún desajuste interno que nos mantiene en una dañina espiral de dependencia respecto a determinado tipo de situaciones y/o personas.
A todos nos han hecho daño y seguramente en mayor medida de lo que nos gustaría creer, hemos hecho daño. Pero suelo decir, e intento ser coherente con ello, que yo no puedo cambiar a los demás, pero a mí sí.
Me ha sorprendido, quizá por su expresión menos adjetivada que en otras ocasiones, pero debo decir que el post me ha encantado. Aunque es de los que siguen haciendo pensar en el tiempo…
Sorry! El comentario anterior que aparece como "anónimo" es el mío. Algo hice mal y se publicó antes de meter los datos. Es lo que pasa por estar en un ordenador diferente al que ya conoce tus datos y te ahorra el ponerlos :(
ResponderEliminar@Begoña. Sobre estos temas jamás se tiene la última palabra y cada uno sabe en función de lo que ha visto o vivido. Estoy de acuerdo con tu comentario ya que, de alguna manera, es lo que vengo a decir al final del post cuando concluyo con aquello de que “el verdadero peligro no es otro que la pobreza vital que conlleva sucumbir a sus efectos por considerarlos la mejor opción”… o la única, añadiría ahora...
ResponderEliminarPienso que un@ no deja de ser nunca responsable de pagar tan elevado precio aunque decida, como en este caso, “sobrevivir” y envenenarse para ello. Aunque, bien pensado, cuando alguien decide conscientemente mantener una relación tóxica por una razón como la de sobrevivir no deja de haber elaborado un antídoto con semejante toma de conciencia :-)
Qué alegría verte por aquí, Begoña! Venga ese abrazo,
Por supuesto todos hemos conocido alguna relación así, en lo personal o en lo laboral y -como dice Isabel- siempre preferimos pensar que el tóxico es el otro.
ResponderEliminarPor ello también me agrada y coincido en tu propuesta de no insistir ni buscar razones (racionalizaciones más bien).
Las personas, con nuestro carácter e historia, interactuamos entre nosotras, y reaccionamos.
Siempre me gustó esta cita de Jung:
“El encuentro entre dos personalidades es como el contacto entre dos sustancias químicas. Si hay alguna reacción, ambas serán transformadas”.
Porque desde hace mucho entiendo que somos elementos que reaccionan a otros elementos, como los elementos químicos.
No siempre es porque tú seas ácido sulfúrico o leche condensada, ni es porque el otro sea otro cromo, agua oxigenada o pepsicola.
Sea cual sea tu “composición” según con qué te mezcles no pasa nada, con según que (o quien) tal vez se produzca una reacción que desprende luz y con otra combinatoria distinta te conviertes en veneno corrosivo.
Y sí, ante las combinaciones venenosas la huída es una salida respetable ;-)
Dioses! Soy tóxica para ti y por eso no hay forma de que nos veamos! Manel, k-ri, sabes que bastaba un mensajito... no necesitaba que escribieras un post para decírmelo...
ResponderEliminarAh. y la cita de Jung me la tope de apunto. Mola.
Es que eso es lo que me pasa a mí contigo Tona: que es como si fuera sidral+agua=Flushhh! iuupiyá!
ResponderEliminarMi experiencia es que, pueden suceder muchas cosas.
ResponderEliminarSi la relación es tóxica y puedes salir de ahí, hazlo, si más.
Pero a veces eso, no es posible, por ejemplo si es tu compañero de trabajo o tu jefe .... entonces hay que analizar, hacer pequeños pedacitos y, comprende eso de: "¿qué hago yo exactamente?"
Hay que objetivar nuestro propio comportamiento, verlo desde fuera, como si tuviésemos una cámara ....
También hay relaciones que se convierten en tóxicas con el paso del tiempo, éstas son muy interesantes, las más interesantes ....
Yo he tenido de todo, la mayoría de las que no he podido irme, es que la Vida te pone delante algo para "trabajarlo", siempre acepto el reto (cualquiera le lleva la contraría a la Vida) ....
Ves, para la Iudí no soy tóxica... no sé yo si lo de explotar es bueno, pero mira... bebemos horchata y eso siempre está bien...e
ResponderEliminarper cert, l'eminència d'homonet què vaig conéixer l'altre dia em va contar un conceto què me va absolutament xiflar: fer les coses de tal forma què el què vegis siguin les teves "explosions neuròtiques". Brutal, hoyga.
@Isabel. Dejando de lado que pueda haber personalidades patológicas ya sea por su capacidad intoxicante como por su receptividad a ser intoxicados, tampoco creo que sea realista culpar a nadie por lo que sucede en el marco de una relación. Creo, como tú, que más bien hay relaciones que delatan aspectos inconclusos en nosotros de difícil cauterización y que, una vez conocidos lo más práctico es someterlos de nuevo y enviarlos a la caverna más profunda de nuestro ser. Quizás haya quien piense que este tipo de relaciones son buenas porque nos ayudan a conocer. Personalmente soy de los que piensan que cualquier autoconocimiento que pase por el sufrimiento es obviable y que conocer de nosotros aquello que debería permanecer oculto también.
ResponderEliminarMe adhiero a lo que te sueles decir: no puedo cambiar a los demás, pero a mí sí.
Un abrazo Isabel y muchas gracias por tu comentario.
@arati. Totalmente de acuerdo Judith, con el post coincido contigo y con Isabel [y con Jung] en que el núcleo de las relaciones tóxicas, al menos a las que me refiero en este post, está en cómo reaccionan las personas entre sí. También es verdad que, como le comentaba a Isabel, pueda haber personalidades especialmente reactivas o catalizadoras pero en la mayoría de los casos, esas capacidades, varían según las relaciones. Al menos, claro, de aquellas en las que se ha instalado un punto enfermizo en torno al cual se ha construido la personalidad…pero esto ya es otra historia…
ResponderEliminarGracias Judith por pasarte y comentar, siempre es agradable.
@Tona, ¡¡¡Qué vas a ser tóxica!!! Anda, anda… al contrario, supongo… porque así…imposible que haya toxicidad, “hoyga” :-) Un beso Tona.
ResponderEliminar@Juana. Importante esto que tu y Begoña comentáis, aún así me atrevo a afirmar que cuando uno quiere irse se va y si no puede ser físicamente lo es anímicamente, por decirlo de alguna manera. Sabemos que una relación supone “algo más” que la presencia física de dos personas que incluso pueden cruzar algún diálogo. Se trata de enviar ese “algo más” a paseo. La capacidad de separar el “yo que se relaciona” del cuerpo que lo contiene es difícil y debe exigir un cierto entrenamiento pero para eso tenemos una Vida, para entrenarnos en vivirla, ¿no? :) Seguro que es muchísimo mejor que soportar resignadamente el miasma de la toxicidad…
ResponderEliminarSuena peligroso eso de llevarle la contraria a la Vida…;))
Un abrazo Juana, gracias por comentar.
Buenos días. Muy interesante descripción de las relaciones tóxicas. Solo en un punto no estoy de acuerdo: cuando la toxicidad es provocada intencionadamente. Hay personas que pueden no estar de acuerdo con un escenario y la conducta que toman es envenenarlo hasta que otro no lo soporta y se marcha, o el grupo, relación, etc. se dispersa. En estos casos creo que se puede y debe hablar claramente de culpables. Un saludo. NormaDra
ResponderEliminarLo siento, no ha conseguido identificarme desde este aparatito... La anterior soy Norma, @normadra
ResponderEliminar@normadra, Gracias! Por supuesto, cuando la toxicidad es provocada intencionadamente ya es otro cantar y, con toda seguridad, motivo de otro post. Intenté referirme a ello en algún post en el pasado
ResponderEliminar, así de refilón. Pero el tema de las responsabilidades personales es tan evidente que intento pasar de largo. Cuanto a relaciones interpersonales me llaman más la atención aquellos aspectos que actúan sin que nos los planteemos.
Pero sí, totalmente de acuerdo en que hay ciertas toxicidades provocadas a propósito que deberían ser contempladas en los manuales de diagnóstico psiquiátrico...
Gracias por comentar, un saludo.
A mi entender, todas las relaciones tienen su función. Es como pretender que en un cuadro brille la luz evitando plasmar las sombras. Creo que el interés de tu reflexión radica en el valor que aportan cada una de las relaciones que tenemos. Las que denominas tóxicas, las que nos hacen emerger los sentimientos no deseados, nos aportan luz a nuestros propios valores.
ResponderEliminarL@s niñ@s, cuando tienen alrededor de 1 año, nos obligan a l@s adult@s a decir NO un montón de veces a lo largo de mucho tiempo. Lejos de evitar provocar este comportamiento entre l@s adult@s insisten una y otra vez en darse con un NO. Yo creo que este NO tiene una función primordial en el desarrollo de las personas. Permite transcender límites. Para crear hay que transcender límites y para transcenderlos hay que encontrarlos.
A lo largo del tiempo varía la forma como nos damos con los NO y una forma de afrontarlo es evitándolos. Los evitamos para evitar sentir emociones desagradables. Pero con ello perdemos oportunidades de ahondar en aquellos límites que nos desagradan, miramos hacia lado e intentamos ignorar el NO. Pero està ahí, con sólo darte la vuelta lo sabes. Por esta razón no te das la vuelta. Yo recomiendo darse la vuelta y mirar de cara el NO y analizar lo que nos mueve, qué límite que no nos deja crecer estamos ignorando.
Las alabanzas dan mucho gusto, pero no permiten crecer.
Ah! gracias por tu post
ResponderEliminar@La Mercè. Comenzando por el final, creo que no se desprende del post que la alabanza sea el indicador de una buena relación. Por supuesto, no creo necesario discutir lo que expones porque coincido totalmente contigo en que una buena relación es aquella que aporta y, como dirían algunos, te hace crecer. En este sentido, el NO con el que ilustras tu comentario lo entiendo en el marco de una relación productiva. También es verdad que hay NOS improductivos nacidos de otras necesidades muy distintas y que no aportan ningún valor y que, directamente, se pueden obviar.
ResponderEliminarEs cierto que una de las consecuencias de la adversidad puede ser el que te haga crecer, discreparía pero en que la adversidad siempre haga crecer y no estaría en absoluto de acuerdo en nadie que esgrimiera esa idea con aromas judeocristianos que dice que es en la adversidad donde se crece. Por supuesto creo firmemente que se puede crecer sin adversidad y que hay experiencias con cierta carga negativa que aportan lo mismo o menos que otras experiencias con la carga contraria.
Volviendo al post me refiero exclusivamente a aquellas relaciones [alerta que no personas] que te envenenan y ya sabes cómo funciona eso de los venenos…o te mueres o el máximo aprendizaje que se puede obtener es reconocerlo y alejarte de ellos. Sacar provecho de las arcadas como aprendizaje de lo que puede emanar de uno mismo creo que es algo que se puede obviar perfectamente para vivir con dignidad.
Muchas gracias a ti @Mercè
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ResponderEliminarRespondiendo a tu último mensaje:
ResponderEliminar1. probablemente existe una delgada linia roja que separa la diferencia entre vivir con dignidad o sin ella. De todos modos, la dignidad está siempre muy contextualizada. No significa lo mismo vivir con dignidad en Barcelona que en Qatar, por citar un debate ya abierto.
2. las situaciones de crisis de verdad, las que generan sufrimiento, son las que al fin y al cabo provocan fracturas significativas de rumbo de las cosas. En los últimos meses se han dado cosas nunca vistas: bajar sueldos de funcionarios, eliminar las cajas de ahorros, cambios exprés en la Constitución Española. Tal como dice Xavier Marcet en su post del dia 21/9/11 "la crisis desnuda la verdad y, aunque duela, suelta grasa".