sábado, 24 de diciembre de 2011

Antiguas sensaciones…

Como si fuera trazando un gran círculo, mientras maduro van retornando viejas y conocidas sensaciones que atenúan y cubren con un manto de olvido todos aquellos argumentos que a lo largo de los años he esgrimido contra estas fiestas.

Y no es que sea ajeno al dolor crónico que lo tiñe todo o al afán que acecha en cualquier actividad humana, no. Sólo que he decidido dejar este obsesivo empeño en regurgitar, en estas fechas, todos aquellos motivos que tengo a mano para exorcizarlas y que tan sólo me remiten al vacío gris de mi propio discurso y, lo que es peor, a estrangular recuerdos y sensaciones que aun siendo escasos siguen emitiendo emanaciones cálidas y brillantes con el aroma dulce de mi niñez.

Y por muchos motivos o momentos reales o imaginados en los que quiera bañarme del hastío de todo aquello que no me gusta, no puedo olvidar la luminosa sensación de frescura y olor a bosque que desprendían las ramas de aquel abeto al entrar empujado por un padre todavía joven, en el pequeño comedor de mi casa. Ni de la cálida sensación de aquellas películas de la tarde en las que aparecían renos y paisajes nevados en países de nórdico ensueño y con las que me evadía de mi realidad más cercana por amarga que ésta fuera.

Todo esto que flota en este ambiente más cordial de lo que suele ser habitual o en estas felicitaciones y deseos con las que nos obsequiamos, siempre se me ha antojado nítido en la expresión de mis hijos los cuales me han devuelto, sin saberlo, a la sensación mágica de mi niñez. Y es que la Navidad es sólo eso, la mirada de l@s niñ@s...

Feliz Navidad a tod@s!


3 comentarios:

  1. Bonita reflexión.
    Se dice que aprendemos a ser hijos cuando somos padres, como si al dar, aprendiéramos a valorar lo que recibimos y a relativizar sentimientos y recuerdos. Probablemente es el proceso necesario para recuperar esa “sensación mágica” que, en el fondo, no había dejado de estar ahí. Y es que los renos y paisajes nevados tienen un encanto tan especial... :)

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  2. Gracias @Isabel :) Siendo padre he podido apartarme de la perspectiva del hijo y así poder entrever un poco a mis padres como las personas que son…Curiosamente es así como logro reconocerme nítidamente en ellos incluso en mis devaneos y pasiones… Mis hijos, en cambio, siempre me han devuelto con su mirada a mi “yo niño” y a la experiencia extraordinaria que esto supone cuando somos adultos…

    Aquellos paisajes nevados con sus abetos y aquellas casitas con la promesa del calor del hogar en sus ventanas iluminadas…

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  3. Seguro, porque al final, la navidad es para los niños; y para los niños que llevamos adentro. Todos juegan en navidad,

    Gracias por compartirlo,

    Alberto

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