miércoles, 2 de enero de 2013

La historia interminable

El argumento de esta novela gira en torno a Bastián Baltasar Bux, el cual se hace con un libro muy particular en el que se relata la historia de cómo el reino de Fantasía se está disolviendo en la Nada y sólo puede ser salvado por un niño que, curiosamente, no puede ser otro que el mismo Bastián Baltasar Bux, que queda pasmado al verse invitado a implicarse desde los renglones de la propia historia que está leyendo.

Así pues, Bastián se une a la aventura de salvar a Fantasía de su terrible destino, pero lo que tan sólo parece y se ha intentado vender como una sucesión de fantásticas e infantiles aventuras precursoras de "Harry Potter”, es en verdad el relato de un brote de locura del que el protagonista logra salir debido a la pericia del autor por conducirlo a través de un trabajo personal de claro corte psicoanalítico.

Porque no es casual que se describa a Bastián Baltasar Bux como un niño de tendencias autistas, con una autoestima por los suelos adobada por el maltrato que sufre por sus compañeros de escuela; que además es huérfano de madre y vive sólo con su padre con el que, por si fuera poco, mantiene una relación distante. No, no es casual, como tampoco lo es que las letras de la novela estén a dos colores, en rojo cuando el autor se refiere a lo que hace Bastián y en verde cuando se relata lo que sucede en la historia que está leyendo, para de este modo representar el episodio psicótico en toda su magnitud, confundiendo el color de los renglones al mismo tiempo que el niño confunde su propia realidad con la fantasía que se describe en el libro que tiene entre sus manos.

Si alguien duda de esta visión de la novela sólo tiene que recordar a Bastián aparecer en Fantasía, no como el ser poco agraciado y maldestro que es en realidad, sino en la forma del héroe que siempre ha soñado ser: esperado, querido, y respetado por todos aquellos con quien se relaciona. Y de cómo, transformado en “emperador” de este país, va de aventura en aventura internándose cada vez más en esa ya “sufantasía y olvidando progresivamente quien fue, hasta llegar en su viaje a “La ciudad de los Antiguos Emperadores”, un lugar en la que se encuentra con otros seres humanos, ocupados en tareas sin ningún tipo de fundamento y donde se da cuenta del verdadero peligro que corre:

“Observó a toda esta gente y se dio cuenta de que no se hablaban entre sí. No se preocupaban en absoluto unos de otros; en realidad, ni siquiera parecían darse cuenta de su mutua presencia. Bastián miró a un anciano que había cavado una fosa. Metió en ella una vela encendida y tapó otra vez el agujero.
-¿Quiénes son? - Preguntó Bastián al mono que le mostraba la ciudad.
- Todos fueron “emperadores” de Fantasía…o, por lo menos, quisieron serlo.
-¿Qué les pasa? – volvió a preguntar- ¿Por qué se comportan de forma tan rara?
- No tiene nada de rara –se rió ahogadamente el mono en su oído- Se podría decir que son tus iguales o, mejor, que lo fueron en su tiempo.
- ¿Cómo han llegado hasta aquí? –preguntó Bastián.
- Bueno, en todos los tiempos ha habido humanos que no han vuelto a su mundo –explicó el mono- Al principio no querían y ahora…digamos…no pueden ya.”

Es entonces cuando el relato cambia totalmente de sentido y, asustado, Bastián decide emprender el viaje de retorno a la realidad abandonándose primero a los cuidados de “Doña Aiuola”, una figura maternal que alimentándolo con frutos que crecen directamente de su cuerpo le indica la manera de encontrar la puerta a través de la cual volver al mundo real. Una referencia clara a la importáncia que tiene la ausencia de la madre en el desequilibrio del niño y una utilización más del arquetipo de la #madrequealimenta para representar a aquella figura cálida que orienta y guía sobre los pasos a seguir, tal y como sucede también en Mátrix, con el Oráculo recibiendo a Neo en la cocina e invitándolo a comer una de sus galletas mientras le desvela el enigma de su destino.

Al final, se condiciona toda posibilidad de recobrar la razón a la capacidad de Bastián para extraer de una mina llena de imágenes, aquella que recuerde e identifique nítidamente como suya; una clara alusión al proceso psicoanalítico de hurgar en el subconsciente y hacer emerger a la consciencia aquellas figuras determinantes en el desarrollo junto a las emociones a las que van ligadas. De este modo es cómo Bastián descubre, en el fondo de aquella mina, la imagen de su padre:

“Mientras contemplaba la imagen que tenía ante sí, se despertó en él una añoranza de aquel hombre al que [ya] no conocía. Era un sentimiento que venía de muy lejos, como un oleaje tormentoso en el mar que, al principio no se nota, hasta que se acerca más y más y se convierte por fin en olas poderosas altas como edificios, que lo arrasan y anegan todo. Bastián se ahogó casi en ese sentimiento y tuvo que luchar para respirar…”

Hay novelas que parecen estar clasificadas al tuntún y de no haberse seguido otro criterio que el que resulta de hojear superficialmente sus páginas. Algo parecido a la relación que parece existir entre algunas contraportadas y el contenido real de la obra.

Tengo esa impresión con la mayoría de las publicaciones que conozco de Michael Ende. Momo por ejemplo, una novela que trata de manera sencilla algo tan complejo como el valor del tiempo, es clasificada en el ámbito de la literatura juvenil como si el mensaje que traslada estuviera ampliamente superado y no fuera interesante, o no lo necesitásemos, la gran mayoría del público adulto.

Algo parecido sucede también con La Historia Interminable, un relato de sufrimiento y de superación personal que está muy lejos de las interpretaciones fantástico juveniles con que se la ha vestido normalmente.

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En la foto, la edición de La Historia Interminable que me regalaron junto a las anotaciones que tomé, hace ya la friolera de 28 años, y sobre las que he basado este post; un tema que tenía pendiente y que no quería aplazar un año más.


10 comentarios:

  1. Los buenos libros se mantienen sólidos en diversos niveles de lectura.
    Me gustaron mucho tanto Momo como la Historia Interminable en su momento, hace también muchos años, y gracias a que me los has recordado voy a releerlos.
    Estoy segura que ahora tienen nuevas cosas que decirme... porque yo tengo nuevas cosas que preguntarles.

    Muy buenas e interesantes anotaciones, como siempre.

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    1. Lo que comentas me recuerda a lo que decía Umberto Eco en su “Opera aperta” cuando habla de la importància de cada mirada.
      Yo me lo he pasado muy bien releyendo ciertos pasajes, aparecen distintos ahora, como si hubieran también madurado conmigo...

      Muchas gracias Judith por pasarte y comentar. Un abrazo.

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  2. La casualidad a querido que para estos días uno de los libros que he comprado para regalo sea este del que hablas y que tengo pendiente de lectura desde hace mucho tiempo. Tengo pendiente de lectura una vida de libros.

    Saludos.

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    1. ¡Pues sí que es una casualidad! A ver qué te parece a ti. ¿No era Borges quien decía que una vida no da para todos los libros que se debieran leer?

      Encantadísimo de tenerte por aquí, Jaal. Un abrazo!

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  3. Buenos días, Manel.

    Debo darte la razón. Aunque sé muy poco de la Historia Interminable salvo haber visto la película calculo que hace también más de 25 años (seguro), no espero encontrarme tras sus tapas la trama que nos explicas. Me han dado ganas de leerlo...aunque tengo ya una buena pila de libros pendientes de ser desgranados.

    Ahora que estrenamos año, quizá sea el momento. Un abrazo!.

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    1. Bon dia Begoña,

      Yo es que soy poco de releer, lo que sí que hago es revisar, buscar fragmentos. Ya nos comentarás sobre estos libros que te aguardan. Te deseo lo mejor para este año y, sobre todo que “algunas historias SI que terminen” ;-) Un abrazo!

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  4. Bueno, en todos los tiempos ha habido humanos que no han vuelto a su mundo ....

    Y de humanos que han recorrido infinitos mundo y vuelven más sabios .... la transformación del plomo en oro ....

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    1. Tal cual, Juana. Y a veces no se requiere ni tan sólo moverse…

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  5. Dicen que leer un libro después de haber visto la película es un error. La película contamina la imaginación y no se le saca al libro el jugo que se merece.

    Yo ni he visto la película, ni he leido "la historia interminable". Pero recientemente, un excelente conversador y amigo me contó "su historia interminable".

    Y no lo contamino por nada del mundo.

    Muxuak!

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    1. Me parece una decisión de los más acertada, Anne. Qué suerte la de ese amigo, de serlo, tuyo!

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