Esta reflexión surge a raíz de una pregunta. Hace poco, alguien con quien colaboro desde hace un tiempo, cuestionó la motivación que podía tener respecto al proyecto en el que estamos trabajando actualmente. Al conllevar cierta monotonía metodológica suponía que no me resultaba interesante y que, aunque estuviera al cien por cien física y mentalmente, esta falta de interés quizás podía determinar que me hallara espiritualmente ausente.
Hurgando en mis intereses y sopesando mis motivaciones para responder a esta pregunta me pareció que, aunque el proyecto no mostrara una determinada complejidad ni planteara un reto estimulante, no por ello mi estado de ánimo se resentía ya que, al margen de capturar toda mi atención, quizás no era el encargo en sí mismo la causa de mi dedicación sino que éste me permitía seguir acompañando a mi cliente en el proceso de reflexión sobre su rol profesional, que es, en definitiva, el verdadero proyecto en el que estoy trabajando y que llevo a cabo de manera tácita e intermitente a través de colaboraciones que no son otra cosa que el escenario que estimula y nutre nuestra conversación.
Bien mirado, realmente abundan poco los proyectos que plantean un desafío metodológico en el sentido artesano de la palabra, al menos en mi esfera de trabajo. El interés de un porcentaje muy elevado de los proyectos en los que participo radica, sobre todo, en el hecho de que forman parte del desarrollo, cambio o transformación profesional de aquellos con los que colaboro y, en consecuencia, en la conversación, contraste y construcción que se genera a su alrededor. Es más, incluso diría que, sin esa conversación paralela, cualquier proyecto pierde gran parte de su interés y de su eficacia, por muy atrevido que sea en un principio, del mismo modo que una conversación de este tipo no tiene ningún sentido si no se da en el contexto de un proyecto determinado que contribuya de una manera u otra al crecimiento organizativo, al menos para mí.
Y mientras estaba pensando en todo esto reconocí, mezclada en la sensación de un déjà vu, una de las premisas fundamentales que han orientado mi particular enfoque de la consultoría a lo largo de los últimos cuatro años y que, casi con total seguridad, es la principal responsable de que este trabajo tenga muchísimas posibilidades de ser, siempre, interesante: la ininterrumpida conversación que subyace a la sucesión de proyectos en los que colaboro.
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Fotografía: [cumClavis]
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Fotografía: [cumClavis]
Ver como aprende el otro, como cambia, como cambiamos.
ResponderEliminarSaludos
Y como esos cambios que comentas, facilitan el cambio organizativo y son los responsables de que las metodologías o sistemas introducidos tengan alguna posibilidad…
EliminarUn saludo!
Yo últimamente creo que "el proyecto" tiene que ver con ayudar a que la gente que empieza. Pero ese es "mi proyecto" aunque comparto cien por cien tu reflexión de que necesitamos "intensidad" y "cosas de verdad" en las que centrarnos. La ausencia espiritual es más común de lo que quisiéramos, me temo. Bonita reflexión.
ResponderEliminarSe de tu proyecto por lo que te he ido leyendo y me gusta, Julen. Es cierta la ausencia que comentas. Una de las principales cosas buenas que nos trae esos nuevos tiempos es que podemos hablar de espiritualidad sin ningún rubor, al menos ese es mi punto de vista. Su ausencia se está convirtiendo en un clamor en muchos ámbitos. Un abrazo!
EliminarMolt interessant i sincera reflexió. Sense cap mena de dubte que ets un "mestre" de l'art de la conversa i que parlar de treballar "un" projecte amb tu és impossible... Crec que és tot el contrari: amb tu mai tanquem portes, sinó que n'obrim moltes de noves!
ResponderEliminarMoltes gràcies Xevi. La conversa millora moltíssim quan hi ha llibertat per expressar el que es pensa, tant si és objectiu com si tan sols són intuïcions, quan hi ha la sensació nítida de ser escoltat i quan, entre els interlocutors, el respecte i la satisfacció per estar plegats és evident, i potser és per això que penso que les bones converses no depenen mai d’una sola persona. En aquest sentit ja t’he comentat que un dia de treball amb vosaltres és un bon dia a banda de ser un dia aprofitat. Una abraçada!
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