miércoles, 27 de marzo de 2013

El eclecticismo del saber

Recuerdo que, de joven, asistí a una sesión científica de la Societat Catalana de Neuropsicologia donde el eminente Dr. Lluís Barraquer Bordas, uno de los pioneros de esta disciplina en nuestro país y presidente de aquella Sociedad, daba una conferencia en la que reflexionaba sobre el interés neuropsicológico de estudiar otros ámbitos distintos a los acostumbrados, como por ejemplo el de las emociones. Entre sus recomendaciones y citas se refirió al psicoanálisis, al estudio de los sueños y, por supuesto, a Freud.

Para aquellos que sean ajenos a estos temas merece la pena advertir que combinar neuropsicología y psicoanálisis solía ser, en aquellos círculos, una de las mayores herejías imaginables ya que equivalía a mezclar ciencia y poco más que superstición. Aún así quedé fascinado de la dulzura y erudición del Dr. Barraquer y juvenilmente estimulado por el reto que lanzó a los que estábamos allí. Aquella noche, durante la cena que siguió al encuentro, me acerque a él y le manifesté mi emoción e interés por la ponencia así como mi curiosidad sobre su atrevimiento por exponer aquellas inquietudes ante aquel público tan hostil con determinados discursos. Mirándome directa y apaciblemente, me preguntó:
- Si Vd sospechara que tocándole con su dedo la punta de la nariz a alguien que está enfermo, esta persona podría sanar, ¿dejaría de hacerlo tan sólo porque no puede explicarlo científicamente?
- Creo que no –respondí.
- De eso se trata… – concluyó.
La sabiduría de verdad conlleva la duda sobre cualquier certeza que se crea poseer, de ahí, quizás, la humildad, la sencillez y el silencio que emana de las personas realmente sabias y su curiosidad y respeto por el conocimiento con independencia de su fuente y procedencia.

Desde la óptica que he ido adquiriendo a lo largo de mi vida profesional, me atrevo a hipotetizar que la necesidad de sintetizar todo aquello que se requiere saber en un solo marco teórico responde más a una necesidad de seguridad propia y a las prisas por saberlo todo que a la curiosidad por comprender lo que realmente está sucediendo ahí fuera. Visto de ese modo, tampoco son tan extrañas las posturas omniscientes y arrogantes ante los enigmas que plantea la vida, por parte de aquellas personas que militan en una determinada escuela, ya que la seguridad que entraña negar cualquier otra realidad al margen de aquella iluminada por el propio punto de vista diluye toda incertidumbre y, en consecuencia, cualquier percepción sobre la ignorancia que acompaña a cualquier conocimiento.

El saber es, en realidad, ecléctico ya que ha de danzar sobre un terreno incierto, ser flexible y servirse de todo enfoque que sea capaz de arrojar luz allí donde otro sólo proyecta sombras, para, de este modo, poder analizar, comprender o aplicar una o varias miradas combinadas sobre un mismo tema. Éste fue el gran aprendizaje de aquella breve conversación y el principal determinante del eclecticismo que me ha acompañado a lo largo de toda la vida.

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En la ilustración: Alegoría sobre la Sabiduría y la Justicia de Hermann Kaulbach [1846-1909]

10 comentarios:

  1. El cervell té racons no descoberts. Potser en aquests racons es troben les respostes que altres ens han donat i que no deixen de ser respostes a les seves pors.
    A aquestes hores del matí, el teu post m'ha despertat una part de les meves neurones:D.

    Una abraçada.

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    1. El meu repte serà, doncs, despertar-te les suficients com per aconseguir que ens regalis amb una altra finestra oberta al món com d’aquestes que ens obres contínuament, Begoña. Una abraçada!

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  2. ¡Lo que nos cuesta a los humanos aceptar la incertidumbre!

    Gran post, en tu línea (ascendente)y gran suerte la tuyo de haber podido tener semejante encuentro con un maestro, de esos tan poco frecuentes.

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    1. Pensaba ayer en tu comentario y considero que sí, que es una gran suerte haberme cruzado con semejantes maestros, porque la verdad es que en mi “periodo crítico” goce de muy buenos referentes que constituyeron el andamiaje a partir del cual me voy edificando. También pensé que igual que el maestro hace al alumno, también el alumno le da sentido al maestro ya que es un determinado tipo de escucha la que transforma una opinión, verbalización, reflexión o actuación en una lección sobre la que seguir construyendo. Conozco a mucha gente que ha discurrido al lado de estas personas sin prestarles la misma atención. Una abraçada, Judith!

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  3. Cierto que es una suerte que hayas vivido ese encuentro, también, por lo que cuentas, lo buscaste :) Coincido con arati, nos cuesta mucho vivir y aceptar la incertidumbre. Yo, sin ir más lejos, estudié Geología porque necesitaba entender el mundo que me rodeaba. Aún así hay una mezcla en mi que siente que hay muchas cosas a mi alrededor que se escapan al ojo humano...pero no me pre-ocupan.
    Un saludo y un gusto leerte. Gracias por compartir-te

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    1. Creo que entiendo a qué te refieres Ángela. Me da la sensación de que esta sensación que comentas es la fuente de algo tan humano como la espiritualidad [alerta, no conectar el término con las posibles prácticas religiosas que puedan derivarse en algunos casos]. A mí tampoco me "pre-ocupa", incluso me gusta porque me anima a mirar hacia delante y seguir sondeando la profundidad mientras avanzo, navegando, en la niebla.

      En su momento busqué conexiones entre la geología y lo que publicas en tu blog, pero después de este comentario entiendo que no dejas de ser una psicoanalista de la Tierra que busca entenderla desde sus fundamentos más profundos ;-). Me parece muy, muy interesante. Gracias a ti por pasarte y comentar, un abrazo!

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  4. Lo que ocurre es que si se produce esa sanación... eso es un dato empírico y la verdadera voluntad del científico sería descubrir las razones del mismo. Vamos, no sólo aceptarlo sino mosquearse profundamente porque suceda (imagínate, diez años de carrera y mir y tantos años de experiencia para al final curar los catarros con un dedo en la nariz: uno viviría en una autoestafa si no se exige estudiarlo, no?). El científico que se cree en posesión de la verdad no suele ser científico de veras, porque, al final, todo lo que sucede en la naturaleza y su razonamiento es objeto de la ciencia. Eso sí, siempre te debería decir no puedo explicarlo TODAVÍA. Aunque no debe esto entenderse como arrogancia, sino todo lo contrario: es una forma de decir que las teorías actuales para lo que sea son incompletos y les falta una teoría mejor que interprete de manera más completa todos los datos empíricos de un experimento.

    (sorry, que ya sé que te lo sabes; pero por echar un capote a los colegas de la ciencia...)

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    1. Ya te podrás imaginar Goio, que al emérito doctor no se le escapaba esto que puntualizas [y, en confianza, a mí tampoco. Ni antes ni ahora]. Tampoco creía necesario el capote a los colegas de la ciencia, ya que precisamente este post pretende defender la exhaustividad frente a la parcialidad/superficialidad con la que algunos abordan aquello que investigan y pretenden conocer.

      La frase se da en un contexto que, a partir de lo que te sugiere a ti, pienso que no ha quedado bien expuesto en el post. A mí me quedó nítidamente claro que no se debe sacrificar la función por la forma aunque ello suponga volver a escarbar en terrenos que ya han sido trabajados e incluso desechados. Quizás el ejemplo que utilizó era infantil, por imposible, pero esto es porque me vio joven y tierno, seguro!

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  5. Indecisa y dubitativa. Así soy. Y así he sido siempre. Solo que hace relativamente poco tiempo que soy capaz de decirlo en voz alta y reconocer el valor que tiene (y siempre ha tenido) para mí.
    Falta de personalidad, carencia de criterio propio, inseguridad, ... son algunos de los juicios que me han acompañado, a lo largo de mi vida, por dejar las ventanas abiertas a otros vientos y dejarme llevar a otros lugares, a otras voces, por querer ampliar y explorar otras opciones, más posibilidades, por no abrazar a la certeza de inmediato.

    Mariposas de mil colores y la mariposa disecada. Recuerdas? ;)

    Creo que el aprendizaje se procesa por las tripas. Ya ves. Como si necesitara, como el alimento, de una digestión que lo transforme para que podamos absorverlo. Y necesita su tiempo. Y no es igual para todos.
    Creo que es ahí donde se produce y donde lo sentimos, cuando reconocemos que ha ocurrido o cuando vamos en su busca, como hiciste tú en aquella ocasión.

    No me gusta el aprendizaje cómodo, que no exige, que no genera ningún tipo de inquietud, de ansiedad. No lo quiero en mi vida ni en el aula, que es parte de ella.
    Me gusta que se me encojan las tripas, como con este post, y formar parte de ese proceso que me llevará a comprender, aunque no sepa a ciencia cierta cuándo y cómo ocurrirá.

    Creo en la magia, lo sabes. Y no sé si alguien puede sanar si le tocan con el dedo en la nariz, pero sé que hay personas que nos tocan con un lápiz y nos regalan la posibilidad de intentar ser un poquito mejor.

    Gracias.

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    1. Gracias a ti por el comentario, Marta. Creo que es un colofón estupendo para este post y para la idea que pretendía trasladar. Por cierto, me gusta eso de metabolizar el aprendizaje a través de las tripas y todo lo que sugiere de atravesar las paredes y distribuirse a través del torrente sanguíneo a cada rincón de uno mismo. Lleva a pensar también en todas aquellas cosas de digestión lenta y aquellas otras que no llegan a digerirse nunca. Un abrazo!

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