lunes, 15 de julio de 2013

Lo obvio

Se dice que el principal poder del diablo radica en que nadie cree en él y que es esta cualidad la que le permite desplegar todas sus artes con la más absoluta impunidad, ante la soberbia e incredulidad de todos aquellos que prefieren buscar motivos más elevados a aquellos acontecimientos que padecen.

Y no puedo dejar de ver en este antiguo dicho una estrecha relación con mi actual obsesión por la obviedad y es que, a medida que voy evolucionando en mi oficio, me doy perfecta cuenta del peligro que encierra y de los efectos que se sufren por dar por supuestas demasiadas cosas que no suelen tenerse en cuenta por considerarse dentro de lo que es obvio.

Detrás del velo de lo obvio suelen ocultarse no pocas causas a muchos problemas que normalmente pasan desapercibidas ante nuestra mirada y que quedarían fácilmente desactivadas si dejasen de darse por supuestas y no fuera de una vergüenza casi impúdica corroborar su existencia o comprobar su correcto funcionamiento. Porque estas son características de lo obvio: su fragilidad, actuar bajo la protección del manto de su invisibilidad y habitar aquel espacio de lo íntimo capaz de causar rubor, ofensa o incluso vergüenza con tan solo insinuar su existencia.

No es extraño pues que casi todo el mundo evite referirse o haga caso omiso a lo que es obvio para evitar el escarnio público y que un sinfín de obviedades correteen como diablillos por nuestras organizaciones, liándola ante nuestras narices, a salvo de cualquier amenaza tras las murallas de la inmunidad diplomática con las que las hemos investido.

Lo obvio suele ser, por "obvio", la base sobre la que preferimos edificar todo aquello que se construye en relación, así pues solemos dar por sentados motivos, valores, criterios, estados de ánimo, conceptos, actuaciones, relaciones de causa-efecto, aprendizajes, enfoques, sentimientos, etc., que en demasiados casos no se dan y que derivan en conflicto, en los casos más sencillos, o en disfunciones inexplicables en los peores de ellos.

En lo obvio anida el descuido, el detalle, el gesto inoportuno, la negligencia, el olvido, el abandono, la discrepancia y el desencuentro. Me atrevo a afirmar que un tanto por ciento que desconozco, pero que sospecho muy elevado, de problemas en las organizaciones se debe a obviedades que no debieran serlo y que, con sólo estar atentos y dudar de ellas, se solucionarían de raíz problemas que suelen transformarse en patologías endémicas para las que todavía no se han encontrado antídotos válidos en los evolucionados y sesudos laboratorios del management ni de la consultoría.


11 comentarios:

  1. Genial…
    Dar las cosas por supuestas es lo que más incomodidad produce. Creo que es un tema de cobardía y de no querer afrontar el "status quo" y así se mantiene la idea ésa de "cambiar, para que nada cambie".

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    1. A veces creo también que se trata de un tema de “negligencia narcisista”, de egocentrismo, de dar por supuesto que lo que yo creo y pienso es lo que se cree y se piensa…eso sí, disfrazado de buenas intenciones y bien pensar…no en vano, en la mitología, el diablo, embaucador y mentiroso, se muestra a menudo disfrazado de niño inocente…;-) Un abrazo, Juanjo.

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  2. Y se diría que nos esforzamos en no ver y en no reconocer… y la desnudez del rey termina por convertirse en lo aceptado.

    Me ha llamado la atención el enlace de la izquierda y al pinchar he visto que no es una recomendación sino que eres uno de los “expositores”. ¡Qué bien, nuestros artesanos transnacionalizándose! :-) Disfrutaremos del relato.

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    1. Sí, parece haber un acuerdo tácito en ello... …al final te encuentras en situaciones tan paradójicas como las de mantener toda una relación, utilizando las mismas palabras y hablando de cosas absolutamente distintas…por aquello de dar por sentado y no perder el tiempo en unificar criterios y percepciones…Lo que dices, la desnudez del rey…

      Sí, el lunes tendré oportunidad de compartir al otro lado del Atlántico, espero estar a la altura de las expectativas, ya contaré… Un abrazo!

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  3. Me encanta!

    En mi trabajo,como coach personal, intento sembrar las semillas que dinamitan lo obvio por medio de preguntas. En ocasiones la respuesta es una mirada que viene a decirme algo así como ¿pero tú eres tonta ...o eres tonta? Otras veces, una respuesta amable me dice que lo "obvio" sigue sin ser cuestionado. Pero en ocasiones, se ilumina la cara de la persona con la que hablo y comparte conmigo un descubrimiento, la solución a un problema, con el que yo también aprendo.

    Sospecho que las organizaciones padecen por "lo obvio" y también sospecho que no todas las organizaciones estarán dispuestas a verlo.

    Un abrazo Manel!

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    1. El comentario encaja totalmente con el sentido del post Paz y refleja el trabajo necesario para desenmascarar el origen [muchas veces sencillo, a menudo no-malicioso] de muchos problemas. Intuyo que tu enfoque desde tu ámbito de actividad iluminará una cara muy interesante del poliedro… Un abrazo, Paz!

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  4. Lo obvio tiene efectivamente mucho que ver también con los llamados "lugares comunes" en los que se fundamenta esa concepción de lo dado. Lo obvio y los lugares comunes nos ofrecen estabilidad, calor, confortabilidad, lugares desde los que poder ver la realidad sin demasiado esfuerzo. Ayudan a vivir efectivamente los lugares comunes. No hay que desestimarlos. Las relaciones humanas se basan en buena manera en lo obvio, en lo que damos por supuesto. Nos molesta poderosamente lo extraño, lo anómalo, lo que está fuera de lugar … Nuestras expectativas son profundamente conservadoras … lo que no quiere decir que todo lo traído por la necesidad de perpetuar el orden natural sea bueno. Tal vez una dosis de anarquía es necesaria, de colocarse fuera del ángulo tradicional. De hecho los saltos en la cultura y en la ciencia provienen de los que cambian el sistema de observación de la realidad y se ubican en un lugar diferente, y se hacen preguntas impertinentes y fuera de lugar … Eso es cierto, pero no hay que pensar que se podría vivir sin lo obvio. Es necesario continuamente para vivir en sociedad en la que esperamos unos de otros lo que ya previamente hemos dado por supuesto.

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    1. Comparto el enfoque que se deriva de tu punto de vista Joselu, me gusta, me llega e incluso lo veo como complementario al que intento desarrollar en el post. La importancia de los lugares comunes y su repercusión en nuestra o devenir social “no es obviable”.
      No obstante supongo que coincidimos en que esa necesidad puede llevar a dar por comunes espacios que, en realidad no lo son, y que ello, ese dar por supuesto, es la base sobre la que se edifican problemas a los que se les buscan explicaciones abstrusas y complicadas… nos es extraño que dos personas crean hablar de los mismo por utilizar la misma palabra cuando, en realidad, se refieren a cosas distintas…

      Tu reflexión sobre las dosis de anarquía y los saltos en la cultura y en la ciencia me han recordado a Steven Johnson cuando refiriéndose a la importancia del error dice que:

      "El error suele abrir un sendero que le saca a uno de las verdades cómodas y aceptadas......si uno tiene razón se queda donde está. Pero si no la tiene, no le queda más remedio que explorar."

      Un saludo!

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  5. Creo que lo obvio cada vez viaja más escondido. Las sucesivas capas de cosmética -dígase marketing y publicidad- lo protegen de miradas impúdicas. No, es tan obvio.

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    1. Cierto, es más, si atendemos realmente a la diversidad de puntos de vista, aproximaciones y realidades, si donde veíamos poblaciones ahora vemos a personas, por coherència y consideración no debiéramos dar nada por obvio…

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  6. Muy bueno, Manel, para variar. Te dejo una cita de Metzinger en apoyo de tu enfoque:
    “Para todo estado fenoménico, el grado de transparencia fenoménica es inversamente proporcional al grado introspectivo de disponibilidad de atención de las etapas previas de procesamiento.” “Paradójicamente, la transparencia resulta así una forma especial de oscuridad: no estamos en condiciones de ver algo cuando es transparente, pues vemos a través suyo.”
    Gracias y un abrazo

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