domingo, 25 de agosto de 2013

Divagaciones estivales

Me doy cuenta de que a menos tengo más generoso soy con lo poco que poseo y esta actitud me expande, dota de calidez al contacto, aumenta mi tolerancia y devuelve a mi paso una ligereza que creía perdida, mezclándolo con una sensación plácida de satisfacción y bienestar con el momento, con quien estoy y con lo que hago.

Por el contrario, cuando la fortuna me regala con algo, las probabilidades de que sean invocadas las partes más oscuras de mí son directamente proporcionales a la generosidad de la aportación y el temor a perderlo serpentea paranoicamente desde lugares recónditos de donde emanan vapores y miasmas atávicos que suelen manifestarse a través del recelo, cerrazón y una obsesión improductiva por custodiar hasta sus fuentes aquello que me ha sido ofrecido y temo que me pueda ser, de la misma forma, arrebatado.

Suele suceder como si una cosa fuera consecuencia de la otra, es decir, la generosidad conlleva interacción, apertura y una confianza que genera oportunidades como si se tratase de la reciprocidad inherente al curso natural de las cosas cuando ésta es espontánea y desinteresada. Y esta situación se diluye en mi propia ansiedad cuando creo poseer algo y me entretengo en capturarlo, conservarlo y rentabilizarlo.

Divago sobre esta relación entre causa y efecto mientras reviso diferentes ámbitos de mi evolución y observo además que, salvo en aquellos aspectos relacionados con variables sujetas a mi absoluto gobierno, cuando he ansiado algo generalmente no lo he encontrado y es tan sólo cuando me he desenvuelto despreocupadamente, de manera generosa, abierta y sin afán, cuando han brotado aquellas personas, acontecimientos o proyectos que han ido conformando el núcleo duro de mi vida, como si las mejores oportunidades, las de verdad, fueran tímidas y espantadizas, huyeran de intencionadas y malabares planificaciones y se le acercaran a uno por detrás, cuando no las busca ni las mira fijamente a la cara.

Cómo mantener la generosidad y la humildad a salvo de la ansiedad posesiva y los reflejos cicateros que generan los pequeños éxitos y logros son algunos de los nuevos interrogantes que se me plantean en esta reflexión, sencilla quizás pero nada fácil y en la que intuyo claves realmente importantes.

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Fotografía de [cumClavis]: Mediterrània.

22 comentarios:

  1. Y amén.
    Esto es saber que el control es pa ná.
    Y sí, en Lugano me di cuenta absoluta, lo sentí en las tripas, el miedo que deben tener los ricos de perder lo que tienen y que los lleva a hacer las cosas que hacen.
    Pero tengo una pregunta para usted: ¿Cómo se hace para tener "aspectos relacionados con variables sujetas a mi absoluto gobierno?"
    Yo soy incapaz de gobernar en nada. Salvo alguna cosa, jajajaja.

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    1. Ni se me ocurre, pero imagino que de alguna de esas pocas cosas también debo tener... eso sí, me da que muy pocas... ;-))

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  2. Un párrafo que me gusta:

    "Descansa, olvídate de ti mismo, no tengas miedo a nada. Solo entonces los poderes que nos guían nos abren el camino y nos auxilian. Sólo entonces."

    Del libro "El don del águila" de Carlos Castaneda

    Una forma poética de decir que traspases el ego

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    1. Estupendo Juana! Me llevo la cita. Debiera revisar la lectura de Castaneda, me quedé en Las enseñanzas de Don Juan y creo que fue demasiado pronto…

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  3. Entre la causa y el efecto... quizá perdemos por el camino, el afecto. Precioso artículo!

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    1. Gracias a tí por el comentario Josune. Sobre la falta de atención depositada en el afecto por este magnetismo al que a algunos nos somete la nostalgia de algunos aspectos del pasado y la incertidumbre de un futuro que está por dejarse ver se podría escribir mucho...pero no quiero tentar al estado de ánimo ahora que se avecina el otoño... ;-))

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  4. Para mí lo de "poseer" es terreno de arenas movedizas. Por otra parte, el "acceso" y no la "posesión" tiene también su punto inquietante. Y algún lugar entre ambos extremos, acceder y poseer, puede ser que ande flirteando la tranquilidad. Como dice Josune, bonito artículo, Manel :-)

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    1. Totalmente! Me gusta este”flirteando” de la tranquilidad, creo que en esto coincidimos de lleno algunos. Gracias, Julen.

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  5. Templanza, Manel, esa antigua expresión ;-)

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    1. O no llegar a la carta XV y quedarse en la XIIII... tu ja m'entens

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    2. "Se empienza a vivir en la medida en que se deja de soñar consigo mismo...empezamos a dar frutos cuando dejamos de construir castillos en el aire...no hay nada que no tenga su cepa en la realidad..." [Pablo d'Ors]

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  6. El Caballero Errante27 de agosto de 2013, 5:40

    ¡Es una entrada "supraromántica!

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    1. Totalmente, veo que ha seguido los rastros de antiguas conversaciones sobre el "Afán"...;-)))

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  7. Siempre he pensado que la fortuna es tener la opción de ser generoso, ya que ella sola ya implica la realidad de tener algo que ofrecer.
    A veces, sin embargo, vacías el contenido de tu jarra en otras para contemplar después cómo las ramas de aquello que creció así te envuelven hasta sentirte asfixiada ...

    Supongo que es el precio que estamos dispuestos a pagar por sentir, alguna otra vez, esas sensaciones maravillosas que describes.

    Un generoso abrazo!

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    1. Supongo que ahí también hay una clave, Marta, que toda luz genera sus propias sobras...muchas gracias por ese abrazo. :-)

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  8. La palabra posesión necesita revisión urgente porque bloquea la curiosidad, los sentimientos, el talento... Es como un tapón que impide ser.

    Bonita reflexión, parece que lo de Vacatio ha funcionado en toda su extensión :-) Un abrazo.

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    1. Una trampa! uno acaba "poseído" por aquello que creía "poseer" ;-) Gracias Isabel, un abrazo.

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  9. Se aprende de las divagaciones ajenas...

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    1. Y yo aprendo con lo que compartes...aprendo y me deleito... :)

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