De esta pintura, me llama poderosamente la atención cómo el equilibrio de la composición no se ve alterado por la asimetría de la escena, la desproporción de la cual puede, incluso, pasar desapercibida en un primer momento, al fin y al cabo se trata, tan sólo, de una escena familiar íntima y sencilla.
Pero el autor [Knut Ekwall] parece haberse propuesto algo más ya que ha tenido la habilidad de iluminar con un mismo punto de luz a la figura femenina en torno de la cual se arremolinan los niños manteniendo fuera de la luminiscencia al hombre que, sumido en su propia lectura, se halla al margen de la actividad que desarrollan los otros miembros con los que comparte la mesa. El individuo transmite, sin que parezca ser consciente de ello, una gran soledad.
El título de la obra, “The Reading Lesson”, acentúa todavía más esta percepción de aislamiento ya que subraya la actividad compartida de la mujer y de los niños e ignora la del hombre que se halla ahí también, leyendo y donde su ensimismamiento le hace todavía más ajeno a la animación y al calor de la actividad que se desarrolla en el otro extremo de la mesa. Si a todo esto le añadimos que el niño mayor le da la espalda, la comunión de las miradas de la mujer y los niños respecto al objeto de su atención y la postura ligeramente ladeada de los cuerpos que se hallan en el primer plano, la fractura es total.
Esta imagen adquiere una lectura determinada si se la relaciona con lo que Almudena Hernando describe extraordinariamente en La fantasía de la individualidad.
La autora sostiene que en un principio hombres y mujeres tomaban su identidad de la relación con la comunidad a la que pertenecían, la cual les aportaba seguridad [algo que todavía ocurre abiertamente en algunas sociedad primitivas actuales].
Pero lo que en un principio fuera un reparto de tareas [crianza, caza, exploración, etc.] sin relación con el poder entre géneros, “fue proporcionando a los hombres una individualidad que iba creciendo en la misma medida con la que podían explicar de manera racional y controlar técnicamente el mundo que les rodeaba”. A medida que lo hacían, más diferenciados se vieron del grupo del que provenían, más identificados se encontraron con sus pares y más firmeza cobró la convicción de que el individuo puede concebirse al margen de la comunidad. De este modo la razón se vinculó a la independencia y se relegó la emoción a un submundo inferior habitado por seres ignorantes y, por ello, frágiles y necesitados de la relación.
Una creencia a todas luces falsa pero que permite negar o invisibilizar en el discurso social al uso la vulnerabilidad y la consecuente necesidad de vínculo por parte de los hombres. Un discurso que se ha mantenido hasta la actualidad por haber camuflado esta necesidad relegándola a una relación de género en la que la mujer se ha encargado históricamente de mantener este vínculo. De ahí que la autora se refiera a esta individualidad como “dependiente”.
Algo que Knut Ekwall parece empeñado en poner en evidencia en su obra, como en esta otra que sigue y que lleva por título “A happy family”, por si hubiera alguna duda…
¡Cuánta tristeza rezuma la obra “A happy family”! La que encierra las contradicciones de un sistema desigualitario que ha hecho históricamente infelices tanto a mujeres (discriminadas, infravaloradas) como a hombres (obligados a asumir modelos de masculinidad impuestos). Todos hemos perdido. Todos debemos intentar no perpetuarlo. Y ahí las mujeres tenemos mucho que hacer, abandonando discursos victimistas y asumiendo nuestras fortalezas para la construcción de un mundo más libre, a la medida del ser humano.
ResponderEliminarGracias por la lucidez del post. Un placer estar por aquí :-)
Gracias a ti Elena.
EliminarAlmudena Hernando, la autora a la que me refiero en el post dice confiar en que comprender la lógica que determina la actual relación de género es imprescindible para luchar contra ese tipo de subordinación.
Como comentas, todos tenemos un modelo impuesto pero una vez detectado todos somos libres de vestirnos o no con él. Otra cosa es que los parámetros éticos varíen cuando se está en una posición de poder, sea en el ámbitoo que sea. Como he oído decir a much@s recientemente, tod@s tenemos la capacidad de abuso larvada en nuestro interior [como un Hyde] y en ciertas posiciones cobra vigor desatándose irremediablemente. Es entonces cuando se ponen a prueba la fortaleza de nuestros valores para volverla a poner en su sitio. Queda trabajo por hacer…
Estoy encantado de verte por aquí. Muchísimas gracias por venir y comentar Elena. Un abrazo.
Ay! Este mensaje me está llegando desde tantos ángulos que no es posible obviarlo ...Hace unas semanas conocí a un hombre, en un curso, que me dijo "soy consciente de todos los privilegios que como hombre tengo, en esta sociedad, hace muuy poco he descubierto todo lo que no puedo hacer y ¿sabes que? No me compensa..." Fue tan evidente su dolor que la compasión se apoderó de mi...y como dice Elena, creo que ya es hora de ser responsables y dejar de andar atrincherados, busquemos como mejorar juntos...es tiempo de ello...
ResponderEliminarGracias Manel por tanta belleza, a pesar de la tristeza de la escena en la que vivimos...hay esperanza!
Hola Ángela, muchas gracias a ti…
EliminarHace poco leía que hay esperanza siempre que haya compromiso y ya sabes que el compromiso es una palabra más fácil de pronunciar que de actuar. Comprometerse es una decisión que la persona libre toma de en qué invertir y cuanto perder de su libertad, quizás por eso cueste ver compromiso real en determinados temas que puedan generar, paralelamente, muchas sensibilidades. Yo creo que este es un tema complejo porque es en el que se ha hilado todo el tramado cultural que nos envuelve, como si se tratara del líquido en el que nadamos. Un tema difícil y tramposo, de aquellos que te tienden cepos camuflados en el rincón más inesperado. Lo que le comentaba también a Elena, creo que la autoconsciencia ha de ir unida a la acción y a veces [muchas] hay en gap entre una cosa y la otra, no sólo en este tema.
Un abrazo Ángela.
Muy interesante tu post, Manel, para variar, así como los comentarios de Elena y Ángela. Como apuntas, en mi opinión, acertadamente, la historia de las llamadas relaciones de género se lee hoy en día sesgadamente, como no podía ser menos. Estas relaciones, estos roles, han sido extraordinariamente variables, entre culturas y épocas históricas. La "igualdad" es un concepto que se formula -para la humanidad, no para hombres y mujeres- a finales del siglo XVIII, y que en manos del tardocapitalismo, conduce a lo que Han denomina "el infierno de lo igual". Es interesante, a este respecto, la lectura de su librito "La agonía del Eros".
ResponderEliminarDesde mi juventud me impactó, aunque no lo entendía mucho, la idea de "universalidad" (formulada por Marx, pero también por Martin Luther King o Angela Davis) para las razas, los géneros, las clases... como horizonte de la revolución. Hoy entiendo algo más...
Os dejo un pequeño artículo sobre el tema, en el que remito, sobre todo, a los comentarios.
http://www.hobest.es/blog/2013/10/31/igualdad-o-transformacion
Mil gracias!!!
Me ha encantado tu artículo sobre Igualdad o transformación, Alfonso y suscribo la idea [espero haberla recogido bien de entre todo el contenido que nos ofreces] de que cualquier cambio conlleva a formes distintas de lo mismo y que se requiere, ya no tanto de un cambio, como de una verdadera “transformación”. Algo que parece estar emergiendo [al menos a nivel de consciencia] a nivel social pero que me consta que ya estáis trabajando desde hace tiempo con organizaciones.
EliminarRecientemente tengo ciertas dudas sobre cómo evitar caer en la trampa del cambio buscando transformaciones, sobre cómo crear sustratos sin llegar a organizar cultivos. Como cuando para evitar caer en discursos anteriores lo mejor es “actuar callando”. Estoy seguro que entre tus reflexiones y experiencias encontraré buenas orientaciones.
Gracias a ti Alfonso, un placer.
Otra perla sale de tus dedos. Mi admiración, que ya era grande, sigue en aumento.
ResponderEliminarGracias a tí por la recomendación bibliográfica, Eugenio.
EliminarAl hilo de los interesantes comentarios anteriores no me resisto a compartir con vosotros las impresiones de una charla coloquio sobre el papel de la mujer en procesos de paz, centrado principalmente en experiencias llevadas a cabo en Colombia, a la que asistí hace unos días. Interesante el largo debate posterior que se generó, rico en ideas de corte feminista y en enjundiosas reflexiones academicistas. Hasta que una de las participantes, se interrogó en voz alta sobre lo que pasará con el retorno de los guerrilleros a casa si se consigue la anhelada pacificación. Los hombres se encontraran con mujeres que no sólo han sobrevivido, sino que han organizado comunidades, han tomado decisiones individual y colectivamente, han desarrollado autonomías personales, han liderado movimientos en búsqueda de apoyos sociales, han tomado consciencia de su propia identidad y de lo que pueden hacer en ausencia de hombres. Y todo ello “actuando callando”, haciendo más que teorizando, transformando desde su realidad, comprometiéndose en iniciativas concretas. El pronóstico que en ese caso concreto hacen muchas entidades es nefasto. La brecha generada entre la situación con las que se encontraran esos hombres anclados en patrones de relaciones de género superados e inculturizados en la violencia producirá una escalada de la misma dirigida esta vez a las mujeres. Esa aportación me hizo pensar en cómo los discursos reflexivos, siempre necesarios, generadores de pensamiento y conocimiento, siempre se han de imbricar en realidades concretas. Difícil como decís el paso de cambio a transformación, de reflexión a compromiso. Me gustaría tener respuestas, pero entre tanto no nos olvidemos de mirar a nuestro entorno y de lo que ahí ocurre.
ResponderEliminarMuy buena esta aportación Elena. Muy buena la fotografía que compartes, con una imagen muy nítida que llama a buscar respuestas concretas a las preguntas que formula esa situación tan grave y que a la vez delata aspectos muy relevantes en nuestro propio escenario. Estoy contigo en que de la reflexión se ha de pasar al compromiso [entendido éste en el sentido en que se lo comentaba a Ángela], empezando por el propio ámbito de responsabilidad.
EliminarMuchísimas gracias :)
Siempre he sido consciente de lo que se esperaba de mí, en ese rol que me asignaba el entorno. Y he sido, y soy, muy consciente de la lucha que supone no asumirlo.
ResponderEliminarLo he hecho de mil maneras y me he ido ganando etiquetas en el camino.
Reconozco cada momento, hoy, en los que me atraviesa lo social. De distinta manera en diferentes entornos. Y reconocerlo me empapa de la libertad para actuar en otro sentido. Pero sentirse libre hace también que, a veces, me sienta perdida y, sobre todo, no siempre trae consigo el coraje necesario ... y la fuerza llega a fallar, en ocasiones.
La mayoría de las figuras masculinas de estos entornos no han sido conscientes de la pérdida que implicaba la asunción de su rol. Y, cuando lo han sido, no han sabido o podido encontrar ese coraje para luchar contra ello en determinados momentos.
Me da la sensación de que el autor sí lo era. Provoca una intensa tristeza la contemplación de la escena. Esa fractura de la que hablas y que lo hace ubicarse fuera de la luz.
Recorriendo su obra me he encontrado esto. Y esto.
Me han provocado una infinita ternura ... Como si sintiera nostalgia de esa escena futura que no se permite hoy, aun siendo consciente de las consecuencias de su carencia.
Si. Creo que escuchar a las emociones nos convierte en frágiles y nos hace vulnerables. Pero también creo que es esa emoción la que nos brinda la fuerza y el coraje necesarios.
Y que la manada, tal y como yo la entiendo y la vivo, rechaza el individualismo, pero fomenta y mima la individualidad de cada uno de los seres que la forman.
Claro que todo esto lo dice una que, ya te he dicho, se siente bastante perdida, a veces ;)
Una entrada preciosa. Muxu handixe!
También tuve la sensación de que el autor quería reflejar alguna cosa referida a lo mismo aunque no fuera lógicamente la misma idea de Almudena Hernando. O quizás no quería y no pudo evitar llegar a la idea llevando al lienzo la escena tal cual la veía [el jarrón, una lámpara, un señor de espaldas… ], cualquiera que sea capaz de capturar lo que se refleja en esas dos preciosidades que enlazas no puede ser ajeno a lo que se describe en las escenas del post.
EliminarEstoy absolutamente de acuerdo contigo, para que seamos tod@s es necesario reconocer a cada un@.
Muchas gracias Mharta por ese comentario :)
La luz podría representar la sociedad, que enfoca a todos los individuos, incluso a quienes se abstraen. La individualidad independiente también se muestra en la comunidad, por tanto depende de ella, de ahí, como bien dices, el título. Un cordial saludo, hasta pronto
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