En la actualidad, el mismo foco sobre las personas que está impulsando este tránsito de la gestión de Recursos a una gestión de los Humanos y que inspira esta atención súbita hacia aspectos como el bienestar, el conocimiento o el talento es el mismo que está determinando que la innovación ya no sea concebida como algo coyuntural y circunscrito a un ámbito concreto de la organización sino como un rasgo perenne de su cultura, global a toda su estructura y capaz de caracterizarla por estar en constante proceso de adaptación y cuestionamiento del valor que aporta a su entorno.
El reto de transitar de un modelo de “innovación circunstancial” a este nuevo modelo de “innovación cultural” tiene en el pensamiento positivista que venimos arrastrando desde el siglo XVII uno de sus principales obstáculos ya que este tipo de pensamiento es, muy probablemente, el responsable de que vayamos buscando fórmulas concretas y botones que pulsar para que, con sólo aplicarlo o hacerlo, se active el resorte de la innovación y que la colaboración, la iniciativa y un torrente de buenas ideas fluyan raudas y espontáneas desde cualquier punto de la organización.
Pero todos hemos podido comprobar que la innovación, como rasgo de cultura corporativa, rara vez se debe al simple hecho de que alguien lo haya decidido, al resultado directo e infalible del uso de una tecnología o de la aplicación de tal o cual metodología para fomentar el trabajo colaborativo; no nos cabe ninguna duda de que estos factores sirven de ayuda y siempre facilitan el proceso, pero no son en absoluto suficientes.
La innovación, tal y como se plantea en estos tiempos, esos “ecosistemas innovadores” de los que tanto se habla últimamente, sólo son posibles cuando se dan las condiciones de contexto determinadas para que se active en las personas el mecanismo cognitivo-emocional en el que germina la innovación.
Las conversaciones espontáneas, aquellas que mantenemos con nuestros amigos o conocidos en torno a una cerveza o un café, suelen ser fuente de ideas y proyectos, algunos posibles otros descabellados y la gran mayoría olvidados.
En el contexto de estas conversaciones, nuestro estado de ánimo, el bienestar y la confianza cálida que emana de la relación tienen mucho que ver con el aumento de nuestra capacidad para aprehender el momento, de arriesgar perspectivas temerarias, de ser más imaginativos, de empatizar, de contribuir al relato del otro y de agudizar nuestro ingenio hasta el punto de abandonarnos a fabulosas ideas que emergen divertidas y espontáneas animando la conversación.
Las buenas ideas, la capacidad para imaginar maneras diferentes de hacer las cosas o de hacer cosas distintas es el resultado de una situación, de un contexto, en el que un entorno concreto aúpa un estado de ánimo que activa a su vez una mecánica cognitiva atrevida y distante respecto los parámetros entre los que canalizamos nuestro discurrir rutinario y habitual.
Lo mismo sucede en una organización, la innovación no es un proceso o una metodología, ni tan sólo es la consecuencia de una cosa o la otra, la innovación es el resultado directo de una cultura corporativa determinada capaz de activar este tipo de conversaciones y en las que, sólo entonces, procesos y metodologías orientadas a concretar ideas cobran sentido y devienen útiles.
Así pues, el verdadero reto que tienen nuestras organizaciones hoy en día reside en transformar los pilares fundamentales de su cultura hasta convertirla en una cultura innovadora en la que se distingan nítidamente aquellas actuaciones que fomentan la iniciativa y la innovación entre los humanos, se hallen éstos donde se hallen:
- Favorecer e impulsar el contacto y las relaciones entre las personas y entre éstas y su entorno.
- Destituir el concepto de fracaso e incorporar el error al proceso de innovación.
- Reconocer y potenciar la diversidad de puntos de vista, de capacidades, de trayectorias vitales.
- Identificar a cada persona, resaltando su singularidad y evitando que se diluya en el colectivo.
- Corresponder clara y oportunamente al valor que se aporta.
Aspectos todos que conducen al desafío más importante al que se enfrentan la gran mayoría de las organizaciones para transitar hacia esa cultura de la innovación y que no es otro que el de sustituir la desconfianza basal en la que suelen hallarse inmersas por la confianza sincera en las capacidades y en los propósitos de las personas. Una confianza capaz de cobrar forma mediante el empoderamiento y la desactivación de los mecanismos de control tan propios y consustanciales a nuestras culturas corporativas, de ahí quizás la dificultad y la magnitud del reto.
----
En la segunda imagen la Maison Dorée con su terraza siempre animada. Barcelona 1924. (Foto: Josep Maria de Sagarra / Arxiu Fotogràfic de Barcelona)
"trayectorias vitales", qué maravilloso concepto…. Casi parece un talismán para que dejemos de vernos, y ver a las personas que nos rodean, desde esa capsula de la “normalidad” en la que se supone que han de discurrir nuestras vidas. La trayectoria vital es entendernos en un contexto más allá de los hitos y roles que “se suponen” en cada etapa de la vida, personal y profesional. Pero no sólo como parte del contexto sino también como actores de la propia vida.
ResponderEliminarQue ritmo tienen desde hace un tiempo tus post Manel. Como si las ideas y el conocimiento viajaran rápido hacia nuevos destinos.
Una abraçada :-)
Si, el paisaje nunca es igual para todos los viajeros, cada uno lo procesa a través de su mirada y lo incorpora a al almacén de los propios paisajes construyéndose de este modo la propia vida. La dialógica inherente al proceso de innovación depende del valor que se dé a esta trayectoria. Algo totalmente opuesto a esta necesidad de unificar criterios y uniformar opiniones a la que nos impele el modelo habitual. Me gusta lo de ”actores” y añadiría además “guionistas” ya que nuestra vida no es mucha más que el relato que acabamos haciendo de ella.
EliminarLa riqueza del proyecto que estáis impulsando [DMundanzas] se halla en poner en valor esas trayectorias.
Gracias Isa.
Totalmente de acuerdo Manel. Me encanta que rescates el concepto " conversaciones espontáneas " como ecosistemas para la innovación. En esos momentos de relax y sin presión es cuando surgen las mejores ideas para innovar y si además aparece un azucarillo mágico .... el colmo
ResponderEliminarcada dia escribes mejor
abrazo
Totalmente de acuerdo José Antonio, hemos tenido ocasiones para comprobarlo. Aún quedan aspectos que cambiar en la cultura de nuestras organizaciones para que la “conversación” sin afán de “producción” sea considerada un activo importante. Todavía nos pesa el lastre industrial a partir del cual nos valoran y valoramos en función de lo que se “hace” no de lo que se sabe o se habla…Esa sociedad del conocimiento a la que se dice que ya hemos llegado sigue siendo, bajo mi punto de vista, todavía un espejismo…
EliminarMuchísimas gracias y un abrazo!
"Las conversaciones espontáneas, aquellas que mantenemos con nuestros amigos o conocidos en torno a una cerveza o un café, suelen ser fuente de ideas y proyectos, algunos posibles otros descabellados y la gran mayoría olvidados". Lo que conocemos como: echar unas cañas y arreglar el mundo es prácticamente lo que distingue a las autoridades de la sociedad, esa oportunidad de visibilidad, de aportar, de dar... Es donde nos damos cuenta de la diversidad de los seres humanos y desde donde surgen pensadores, oradores, sociólogos. Este mundo está muy necesitado de figuras claves en el pensamiento que sean capaces de dar visibilidad en ambas direciones a esas charlas que son casi que un refugio de sueños.
ResponderEliminarMe encantó. Un abrazo
La confiança genera conversaciones, las conversaciones generan confiança, al menos lo sabemos, hay que persistir... ;)
EliminarGracias María del Mar, un abrazo
No se puede ser más concreto, ni más acertado.Un post perfecto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Moltes gràcies, Sylvia. Una abraçada ;)
EliminarNo puedo estar más de acuerdo. Desgraciadamente, aún existen muchas organizacions en que únicamente se contemplan las politicas de RH en su aspecto puramente transaccional. Mucho camino por hacer, sólo espero que discursos como el tuyo vayan calando. Felicitades
ResponderEliminarHola Cristina, el momento ya marca una nueva inercia pero remontar la cultura en la que hemos crecido requiere de tiempo. Hemos de darnos tiempo...
EliminarMuchas gracias y un saludo :)
"...el desafío más importante al que se enfrentan la gran mayoría de las organizaciones para transitar hacia esa cultura de la innovación y que no es otro que el de sustituir la desconfianza basal en la que suelen hallarse inmersas por la confianza sincera en las capacidades y en los propósitos de las personas..."
ResponderEliminarcasi que veo más fácil subir al Everest... especialmente en el sector público (por mucho que digan que el sector privado es más duro)!
Excelente reflexión, Manel, cada día me gustas más!
;-)
:-) Gràcies Joanka! No, no es fácil... ;)
Eliminar