La clave está en ser como Saturno, no como el dios del tiempo que se comía a sus hijos, no, sino como el planeta, encogerse para rodearse de las propias circunstancias, como si estas fueran anillos, pero sin estar pegado a ellas, sin tocarlas, sin que te toquen.
No, no se trata de negar nada, ni de desentenderse de las responsabilidades, ni de no ser consecuente con lo que se ha dicho o hecho, hoy o ayer, todo lo contrario, estas cosas están ahí orbitándote, atraídas por tu propia gravedad, la mayoría creadas por ti, cosas buenas y no tan buenas, entre las cuales puede reconocerse algún desecho, como esa basura espacial que circunvala la Tierra pero que, aunque tuya, nada de eso eres tú. Esta es la clave, contraerse hasta separase de los anillos.
Porqué ahí está el peligro, en pegarte a tus anillos y confundirte con lo que dices, con lo que ganas, con cómo te ven, con lo que haces, con los que has hecho, con lo que sientes o sienten por ti, con tus logros o con tus fracasos, porque entonces te tomas como algo personal cualquier cosa que te suceda, te digan o te hagan, lo que te quitan lo vives como un desgarro y lo que se añade modifica tu orografía tantas veces que acabas por creerte todo aquello que impacta dejando un cráter en tu corteza. Cuando, en realidad, tan sólo eres ese o esa de ahí dentro, la respiración de cuando corres, cuando meditas, cuando paseas en soledad, cuando despiertas de la siesta o como cuando contemplas el mundo sin ser visto, como si fueras invisible, en silencio, como esa esfera central, ajena a todo ruido.
Hace un tiempo ya recibí como regalo esta metáfora, Acertadísima, por cierto.
ResponderEliminarHay momentos en los que cuesta que los anillos no intenten estrangularnos, como ahora.
Pero si olvidamos esto, podremos seguir respirando
Yo creo que los anillos son tal cual, siempre lo mismo, que no intentan nada, están ahí, aunque a veces hablen y te digan cosas, pero son siempre anillos, solo eso.
EliminarSomos nosotros los que nos ensanchamos, los que creemos ser el espacio que nos separa de estos anillos y nos enganchamos y nos creemos estrangulados dejando de prestar atención a ese, esa de ahí dentro, a nosotros realmente... Mientras nos creamos el ego que construimos a nuestro alrededor, no vamos bien, y mira que lo dicen…
Qué bien compartir contigo, Rosario! Un abrazo.
Preciós.
ResponderEliminarQuè bé que t'hagi agradat :)
EliminarHabrá que aprender a bailar reinventando el roce ;-)
ResponderEliminarPués ahora que lo dices, el roce mejor sin anillos, de corteza a corteza...;)
EliminarMe ha sorprendido esta entrada. Yo los anillos los lanzó al blog y me olvido de ellos. Hasta la siguiente vez que me hablan. Me ha sorprendido esta entrada (again). K
ResponderEliminarVaya!
Eliminar[me había dado cuenta de lo de tu blog...un buen uso...]
qué bonito Manel!
ResponderEliminarFelices Fiestas!!!
Abraçada!!
Gracias, Juanjo!
EliminarUn abrazo y felices fiestas
Muy bueno, Manel!!! Zorionak!!!
ResponderEliminarEskerrik Asko, Alfonso!
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