lunes, 3 de julio de 2023

Sólo ser normal

Me preguntas que qué se necesita para ser un buen directivo o directiva para tu equipo y, sinceramente, creo que sería suficiente con ser normal, pero no normal de normalidad estadística, de Campana de Gauss que muestra la distribución normal de un conjunto de datos,  no, me refiero a normal de lo que se espera de alguien que sea, eso, normal; que diga hola cuando llega y adiós cuando se va, que reconoce no saber cuándo no sabe y pregunta a quien sabe aunque esta persona esté más abajo en la estructura, que da las gracias cuando recibe y reconoce a  quien aporta; que te trata como un adulto, te sabe responsable, escucha con atención y aprovecha lo que dices. Que mira de proponerte las cosas, de no imponértelas, de decir que espera de ti, de preguntarte qué te parece, de averiguar cómo te ves en estas expectativas, de saber qué necesitas para poder realizarlas.

Vaya, alguien normal que se interesa por ti cuando sospecha que te pasa algo, que duda como cualquiera cuando las cosas no están claras, que no hace cómo que está de vuelta de todo y se toma su tiempo para pensar y dar una respuesta cuando lo necesita, que se muestra como tú, un aprendiz más de todo lo que está por vivir.

Piénsalo, sólo con que la probabilidad de que aquellas personas que dirigen un equipo fueran así de normales, ya nos podríamos dar con un canto en los dientes, porque no es lo más normal, ni tiene porqué serlo, en la lógica de nuestras culturas organizativas.

Y si piensas que esto sólo no justifica tu nivel jerárquico, ni el plus de retribución que recibes por ocuparlo, si crees que has de hacer algo más complejo, más contundente, de más nivel, que has de ser más líder y esas cosas, plantéate de verdad cómo aportar valor, qué puedes hacer para que puedan hacer mejor su trabajo y se sientan bien haciéndolo; aprovecha tu posición aventajada en la estructura para conseguir tiempo para que puedan despejar sus temas, conecta a esas personas con recursos de aprendizaje, facilita que contacten, que puedan conversar, ayudarse y aprender de ellas mismas; infórmalas de cómo están las cosas, con la verdad, para que puedan entender lo que pasa y orientarse; implícalas y hazlas partícipes de decidir y programar aquello que, al final, van a tener que acabar haciendo y, sobre todo, deja ya de improvisar reuniones y despachos, quítate de en medio la mayor parte del tiempo y tampoco dejes que nadie se entrometa para que puedan hacer su trabajo en paz.

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Imagen de StockSnap en Pixabay

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