- Sganarelle (Levantándose bruscamente.): ¿No entendéis nada de latín?
- Geronte: No.
- Sganarelle (con entusiasmo): Cabricias arci thuram, catalamus, singulariter, nominativo, haec musa, la musa; bonus, bona, bonum. Deus sanctus, estne oratio latinas? Etiam, sí. Quare, ¿por qué? Quia substantivo et adjecti-vum, concordat in generi, numerum, et casus
En este fragmento del “Médico a Palos” Molière traza una caricatura de los médicos de su época, los cuáles, daban explicaciones confusas utilizando el latín para, de este modo, imponer su autoridad.
Traigo esta anotación, inspirado por una conversación reciente con Joan Manuel del Pozo, mientras participábamos en un diálogo sobre valores y liderazgo. El profesor del Pozo se refirió a Molière mientras comentaba el hecho, tristemente tan extendido, de utilizar términos especializados o en otras lenguas para referirse a conceptos que pueden comunicarse con un lenguaje común y compartido.
Hay quien comunica utilizando jerga especializada o anglicismos para disfrazar, lo simple, de una complejidad que rescate de lo común y eleve el tema tratado o, como se burlaba Molière, para conferirse una autoridad insinuando un conocimiento que busca poco más que actuar como espejo de la ignorancia del otro. Vaya, una pedantería donde las haya y mírese como se mire.
Así pues, las capacidades o competencias profesionales de siempre han pasado a denominarse “skills”, el reciclaje profesional, “reskilling”, el proceso de acogida a nuevos empleados, de toda la vida, “onboarding” y un largo etc., de nuevas incorporaciones al lenguaje del “management” como: “leadership, stakeholder, team building, performance, strategic planning, KPI (Key Performance Indicator), storytelling, break, ROI (Return on Investment), core competency o scalability”, que ya tenían un equivalente y se entendían perfectamente en la lengua común, que en el contexto en el que se utilizan no necesitan internacionalizarse y que, probablemente, responden a otro tipo de necesidades más relacionadas con proyectar una imagen profesional sofisticada, “top ten” o “cool” por parte de quien las utiliza.
En los Goya de este año se destacó la importancia de una fotografía de calidad en el cine, ya que contribuye a que una película conserve su vigencia a lo largo del tiempo. Del mismo modo, la elección de la terminología adecuada para expresar conceptos específicos demanda una responsabilidad similar. Si se adopta una terminología en función de una moda estéril que no añade valor a la acción, la acción corre el peligro de envejecer con la moda.
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La imagen es de Eastman Johnson (1866)
Amén, Manel, amén
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