Es un índice de normalidad y, añadiría, de salud organizativa la desconfianza del personal respecto a la sincera voluntad de integrar y de hacer participar a las personas que algunas organizaciones proclaman a todos los vientos cuando quieren elaborar planes para su futuro. ¿Acaso es lo más habitual?
De la misma manera, hay que considerar absolutamente normal que los equipos y las personas compongan este rictus irónico ante el compromiso de muchas organizaciones de desarrollar estos planes. ¿Acaso conocemos en vivo y en directo muchos planes [estratégicos, directores, de formación, etc., etc., etc.] que se hayan llevado a cabo?
No considero nada normal y desconfío abiertamente de quien pone la otra mejilla, de aquellas actitudes pseudo-comprensivas que, ya sea porque esperan la arribada de un mesías o porque creen que, como con el rey Arturo, hubo un líder que fue y será, admiten y se resignan a cualquier situación o rol al que se vean [auto]relegados.
Es completamente normal que, al menos durante un tiempo [mucho tiempo], no se participe abierta y multitudinariamente en estos magníficos escenarios dospuntocéricos que se crean [que creamos] en las organizaciones para que las personas dialoguen, colaboren y compartan. ¿Acaso es habitual que en Jornadas o congresos haya un alud de preguntas o intervenciones después de cada exposición? ¿Porqué esperar otro comportamiento en escenarios tecnológicos? ¿Es que no aprendimos, en su momento, la lección del e-learning? Además, a todo eso hay que sumar que si buscamos evidencias reales de dospuntocero en las organizaciones tendremos que recurrir a métodos tan poco ortodoxos como las psicofonías y de que, como mucho, encontraremos girones de ectoplasma 2.0 desperdigados aquí y allá…
También es absolutamente normal que los cuadros directivos y responsables en general no admitan todo este conjunto de normalidades y que reaccionen las más de las veces con el desencanto y desistiendo de sus gloriosas intenciones [en el caso de que fueran gloriosas y realmente “intenciones”…] No debería ser normal que esa actitud contase tantas veces con el apoyo y la confabulación de asesores y consultores…
Todo esto no indica nada más que directores, responsables y, sobre todo, consultores hemos de aplicarnos más en ser coherentes entre lo que decimos y lo que realmente hacemos, investigar de una vez por todas en metodología de las metodologías y en darnos tiempo y persistir paciente y disciplinadamente en el desarrollo de estas herramientas y técnicas nada comunes y, por lo demás tan sencillas… Pero mucho me temo que tampoco esto sea lo más normal…
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La foto la he encontrado aquí y me ha parecido genial el conjunto. [Iván Sáinz-Pardo "La ira dormida" ©2007] #recomendado
Nada que sea sencillo es normal, lo raro es que haya mucha gente que se quiera implicar en cosas novedosas, lo raro es que la gente participe de forma activa a la primera, pues .... contemos con ello, tiremos para adelante con los que quieran, si sale bien se irán uniendo y, si no sale tan bien aprenderemos de los errores.
ResponderEliminarMe gusta eso de "nadie dijo que sería fácil, lo que si está claro es que es fascinante" ....
Comparto que es normal el escepticismo, cuando las organizaciones plantean contar con las personas, sobre todo cuando nunca antes lo han hecho.
ResponderEliminarY es más normal todavía cuando se plantean cambios que muchas veces se han anunciado y nunca se han llevado a cabo.
Es lo que nos pasa en la Administración.
Ahora queremos poner en marcha un Plan de Innovación Pública contando con las personas, las de fuera y las de dentro. Y nos va a pasar exactamente lo que tú cuentas, que nos van a poner, como mínimo, ese rictus irónico que citas.
La involucración y la participación hay que ganársela, hay que merecerla. Y es difícil generar un entorno de confianza de la noche a la mañana.
Suscribo lo de que "nadie dijo que sería fácil, lo que si está claro es que es fascinante" ....
Lo compartiremos.
Los gestos grandilocuentes, los grandes planes, el entrar en las organizaciones (o actuar desde dentro) como elefantes en una cacharrería nos ha llevado a esa anormal normalidad en que los rictus y el escepticismo son gestos habituales. ¿Dónde nos perdimos para no ver los primeros síntomas de alarma? Estoy con Juana en que hay que recuperar la sencillez (no por ello menos rigurosa) y retomar como herramientas de cambio las pequeñas “explosiones”, el riego por goteo y los fuegos de turba de los que hemos hablado en tantas ocasiones. Quizás, entrar de puntillas en las organizaciones tarareando aquello de “todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar…” ayudaría a darle un cierto aire de normalidad constructiva a todo aquello que hacemos.
ResponderEliminarBon dia, Manel.
ResponderEliminarUna implicación no bien acogida puede ser contraproducente no sólo para tu futuro en una empresa,sino también para tu supervivencia laboral.
Para poder entrar una vez tocamos al timbre, primero tienen que abrirnos, y a veces hay que tocar, porque una cosa es decir que la puerta está abierta, y otra distinta que realmente no esté echada la llave:-).
Estoy muy de acuerdo con tu post.
Un abrazo.
@Juana, Debía ser el Dr. Spock quien dijo esto [star trek]¿te acuerdas? Él encontraba “fascinante” aquello que no entendía de los humanos…. ;))))
ResponderEliminarEste post viene a colación de unas observaciones que me hizo hace poco un cliente en una reunión de inicio de proyecto. Le contesté que era normal lo que le sorprendía y de ahí…
Estoy totalmente de acuerdo contigo en lo que comentas Juana, siempre he creído que, en la mayoría de temas novedosos [o no tanto]para la organización, si realmente se quieren impulsar, hay que olvidarse de cosas macro y dedicarse a provocar pequeñas explosiones capaces de cambiar, poco a poco, la orografía organizativa…hay que ser un pelo “subversivo”. Tengo comprobado que lo macro es susceptible de ser fácilmente absorbido por el cutis de la organización en forma de maquillaje. Me gusta una expresión que en la misma línea me hizo Anna [amblletradepal] cuando se refería a la necesidad de realizar “acupuntura organizativa”, impulsando ciertos proyectos en zonas precisas de la organización capaces de generar reflejos o sinergias…
@Iñaki Ortiz, … también se “lleva más” poner el “rictus irónico” aunque realmente se piense lo contrario, de alguna manera “creérselo” ha pasado a ser un indicador de ingenuidad…
ResponderEliminarOs sigo en http://eadminblog.net/, sé que sois corredores de fondo y que hacéis una apuesta sincera por desarrollar aquello que os planteáis. Ya explicarás como va, seguro que aprendemos tod@s. Un abrazo,
@Anna, pues sí! Tal cual… Ya lo hemos comentado demasiadas veces al cuento de experiencias concretas. La cancioncilla está muy bien…o aquella de “he andado muchos caminos, he abierto muchas veredas…” del mismo “canta” y “autor”. Porque hay que ver la cantidad de pedantes que han agotado el tema hasta hacer normal esta anormalidad…
ResponderEliminar@gamonalb, Gracias Begoña! Sí, ahora que lo dices me he dejado en el tintero muchas “normalidades” como que suele ser normal que cuando te digan que tienes la puerta abierta seguramente no se refieren a ninguna puerta conocida… O que puede que se te pida que por pedirte que te “impliques” realmente no entiendas que debes hacerlo, etc. Pero quizás mejor centrarse en aquellas “normalidades” que se derivan de causas lógicas y explicables y que, hasta cierto punto, no han de ser determinantes como para, al menos, no intentarlo. Un abrazo!
ResponderEliminarPS. Por cierto, precioso tu blog [http://gamonalb.blogspot.com]
Hay muchas formas de ser "anormal" y no todas peyorativas, ¿verdad? Complicado asunto eso de la normalidad. Con tantas excepciones...
ResponderEliminarBonito artículo, compañero.
@Julen, complicado, complicado…:-) La anormalidad normal hay que entenderla…que para eso es “normal”… Gracias Julen :)
ResponderEliminarLa clave de todo está aqui: "hemos de aplicarnos más en ser coherentes entre lo que decimos y lo que realmente hacemos".
ResponderEliminarEl dospuntocerismo, y ya sabes que yo creo en él, se adopta y se difunde predicando con el ejemplo. El ejemplo va por delante. Eso exige coherencia, y ésta a su vez, disciplina. Y ya no hablemos de la dichosa transparencia.
Pero soy optimista, de los que creen que eso sí que es posible, y puede llegar a entenderse como "normal" en ciertas y determinadas organizaciones.
Lo que no puede pretenderse es que la gente se crea storytellings contados por directivos con unas sobradas credenciales de practicar el "haz lo que digo pero no lo que hago". Eso no cuela.
También habría que hablar de los empleados 1.0, perezosos de practicar una autonomía y libertad que saben implica responsabilidad ("que manden otros").
Pero me repito,sea o no "normal", elcambio cultural siempre, pero siempre, es difícil
un abrazo
@Amalio, añadiría que lo que es difícil es gobernar [en el sentido marinero…] el cambio cultural, porque de hecho, en sí mismo, es inevitable. Difícil y costoso eso de gestionarlo pero posible si se pone toda la carne en el asador. Y sí, coincidimos en la coherencia, un concepto que ha de ser “tangible” y una asignatura pendiente en demasiados casos.
ResponderEliminarGracias por dedicarle al blog un poco de tu tiempo después de la intensa Jornada de hoy :). Un abrazo,