A diferencia de otras orientaciones más conocidas, como pueden serlo al cliente o a los resultados, la orientación a la utilidad no estaría centrada en satisfacer necesidades o expectativas de nadie, ni en obtener resultados a partir de establecer concienzudos objetivos. La orientación a la utilidad vendría a ser la capacidad que tiene una persona u organización [caso de tratarse de un valor, que, bien mirado, tampoco es mala idea] para hallar utilidad no tan sólo en aquello que hace sino también en el cómo lo hace, o a partir de qué quiere lograrlo.
Por poner un ejemplo, quien está orientado a la utilidad encuentra en el hecho de elaborar un plan un valor importante en la reflexión necesaria que comporta hacerlo. Independientemente de que ese plan se lleve a cabo [algo, sin lugar a dudas, totalmente deseable], aquella persona u organización orientada a la utilidad cree que el documento en sí mismo es la evidencia de una autoconsciencia, que ya comporta un cambio en la manera de ver las cosas y, por ende, de afrontar nuevos retos, y que sólo por esto vale la pena y no es una pérdida de tiempo, sea cual sea el futuro que le depare.
Entre los comportamientos de las personas orientadas a la utilidad estaría el de establecer sencillos mecanismos de evaluación hacia aquellos aspectos, aparentemente del día a día, que pueden aportar una nueva luz a la mejora de la manera de hacer las cosas. Así pues evalúan muy sucintamente reuniones para aumentar el valor de su utilización y evalúan el modo de conducir sus proyectos una vez finalizados para introducir mejoras en su diseño, planteamiento, trabajo en equipo o tratamiento de las incidencias.
Contrariamente a lo que se suele pensar, las personas orientadas a la utilidad están inspiradas por un principio de eficacia, por el que todo en sí mismo ha de generar un valor, a la par que son extremadamente eficientes, ya que no hay nada que se desaproveche sin pasar antes por el alambique de lo que puede aportar por el mero hecho de haberle dedicado una atención y un tiempo. Es por esta razón que le dan mucha importancia al diseño de sus actuaciones ya que, en este caso, el fin no justifica cualquier medio sino que cada medio ha de ser pensado para que, de por sí, sea un fin en sí mismo.
La orientación a la utilidad no se traduce, en el caso de la gestión de proyectos, en la acostumbrada visión secuencial de los mismos, donde cada fase se sucede a la otra sino en el de ir por partes que ya de por sí sean finalistas y donde cada fase sea realmente un nuevo inicio, ya que esta competencia armoniza totalmente con el momento actual en el que cada paso dado supone un “ya veremos después” y dónde se corre el riesgo, si se quieren asegurar resultados a medio plazo, de sucumbir a la parálisis por la incertidumbre en conseguirlos.
Lo dicho, que entre tanta prisa por obtener resultados y tanto supuesto pragmatismo veloz que no permite detenerse a contemplar los detalles, se echa de menos, en nuestros directorios, esta competencia totalmente relacionada con la sostenibilidad por la que se deberían regir actualmente todas nuestras actuaciones.
Las águilas no cazan moscas
Hace 2 horas
Totalmente de acuerdo! Propongo la incorporación de esta competencia en los directorios de nuestras organizaciones.
ResponderEliminarCreo que puede ser una competencia muy valiosa especialmente en los perfiles directivos: por aquello de valorar el esfuerzo en el trabajo bien hecho durante el proyecto y en todas sus etapas, aunque, en ocasiones, el fin no haya resultado en el éxito que se pudiera esperar. No es algo muy habitual, ciertamente.
Gracias por tus reflexiones, siempre tan inspiradoras
Apreciado cumClavis:
ResponderEliminarEste post es un regalo. En primer lugar porque el ejemplo que usted pone describe a la perfección una parte de nuestro trabajo que considero fundamental. El cliente no siempre es consciente, pero un buen indicador es que lo incorporan en su forma de actuar. Entre todos, aprendemos haciendo.
Conseguir que se evalúe el modo de conducir los proyectos cuesta un poco. Superadas las incidencias y la presión de los plazos, se tiende a querer pasar a la siguiente página. Pero su importancia justifica el esfuerzo y la insistencia en su necesidad. Conseguir que cada fase sea un nuevo inicio es la única forma de dotar de coherencia y significado a la fragmentación que nos paraliza. Ese es el reto, adueñarnos de la idea antes de articular el movimiento del pié.
Lo dicho, un regalo caballero.
@Mònica, tienes razón, de darse más esta competencia en perfiles directivos, el trabajo sería más ilusionante, más aprovechado. No es otra cosa que valorar la experiencia como tal y contemplarla como fuente de aprendizajes. De alguna manera, no disponer de esta competencia supone un freno al autoaprendizaje…
ResponderEliminarGracias a ti por pasarte por aquí y por comentar.
Apreciada @Isabel,
ResponderEliminarPor su comentario entreveo que no tan solo comparte la idea que se desprende de este post sino que además la aplica.
Cierto falta detenerse ante los finales para acabarlos realmente.
Como le comentaba a Mònica, de alguna manera nos perdemos fragmentos del aprendizaje resultante de nuestra propia experiencia...
En clave de humor, se me ocurre que quizás allí se halle una de las claves de que no nos hayamos extinguido todavía como especie, en el hecho de que evolucionamos muy lentamente…:-)
Gracias por pasarte por aquí y por comentar Isabel…
La verdad, mi estimado Manel, que estamos llenos de paradigmas. Las frases "orientadoras" son seguramente paradigmàticos. Orientado al cliente, es una de ellas. Aristoteles decia, que tres cosas movian al hombre, la utilidad, el placer y la bondad. Decia que asi eran los que perseguian la amistad y que prevalecia la ultima.
ResponderEliminar¿Empresas orientadas a lo bueno? Si ojala.
Un abrazo,
Alberto
Ya sería bonito que fuera así, aunque dudo de si algún tonto de los denominados "útiles" no se creerá que ya tiene dicha competencia más que consolidada. ;-)
ResponderEliminar@Facility manager. Ojalà! Alberto, aunque alguna cosa ya hay, verdad?
ResponderEliminarUn abrazo,
[bonita lo cita de Aristóteles, siempre son bienvenidas sus aportaciones ;)]
@lgtomas, Eso de que no podemos hacer dos cosas a la vez, es un camelo...¿a que sí? ;-)
ResponderEliminarMuchísimas gracias por pasarte por aquí. Un abrazo.
@Anna. Ciertas cosas son penosamente esperables como la falta de autoconsciencia y de autocrítica de quien más necesitamos que la tenga...
ResponderEliminarPrefiero pensar que la naturaleza es sabia y que esto se debe a algo muy necesario que se nos escapa...;-)