lunes, 25 de julio de 2011

La duda…


Como si de una bipolaridad profesional se tratara, cada cierto tiempo la impetuosidad y entusiasmo con los que abordo mi trabajo son sustituidos por la preocupación introspectiva que me genera la duda sobre si lo que hago y el cómo lo hago es la mejor manera o la manera correcta de enfocar los proyectos con los que colaboro. Y sumido en la terrible oscuridad de estos pensamientos, me veo a veces como un impostor que usurpa el lugar donde otro colocaría un saber que a veces creo que se me escapa pero que desconozco siquiera que exista… Entonces me dedico a escuchar e indagar buscando confirmar mi hipótesis y al no encontrar modos que por diferentes o mejores la confirmen me resigno a pensar que quizás, solamente quizás, esté moviéndome en los parámetros correctos… aún así siempre me persigue la sombra de la sospecha de que en algún lugar hay alguien que tomaría, donde yo lo hago, una opción profesional distinta, mucho más brillante y efectiva, sujeta a unos criterios más científicos y resultados más sólidos y duraderos.

Y esto me atenaza a veces hasta el punto de oprimirme y paralizarme, traduciéndose tenuemente en un ligero temblor en la voz, en un circunloquio consultolábico o en un revisar lo que estoy diciendo mientras lo digo, vigilando no desenmascarar ante aquellos con los que colaboro esta terrible duda que creo que acabaría con su confianza.

Lejos de ser nuevo, esto es algo que me ha pasado siempre. Dedicándome como me he dedicado a cuestiones donde no necesariamente dos y dos son cuatro y en las que la lógica, la comprensión, tanto holística como de detalle y el ingenio inyectado son determinantes para su solución, siempre ha habido aquel momento en el que he dudado de mi lógica, de la limitación de mi sistema comprensivo y de tirar quizás demasiado de mi ingenio y fantasía a la hora de responder a una demanda de mi entorno profesional. Y esto es, justamente, lo que me somete a soportar cíclicamente la losa de esa terrible duda que se cierne sobre mí, básicamente en aquellos momentos en los que mi actividad decrece, me pierdo en mis pensamientos y tengo la oportunidad de disfrutar de un descanso que a todas luces necesito y no aprovecho.

Recientemente he comentado este aspecto con un par de colegas, por airear el olor rancio de esta sensación, y uno de ellos me sugirió que explorara en mi interior y que buscase aquellos momentos en los que me he encontrado plenamente convencido y seguro de mi actuación para así orientar mi actividad hacia estos aspectos. Pero, estando así, bajo el dominio de la duda, no me encuentro ningún momento libre de ella y, aun habiendo decidido hace años no hablar de lo que no sé, ni aceptar responsabilizarme de nada que no sepa hacer, periódicamente se abre una brecha que libera de mi interior el genio de esa duda que interroga, implacable, sobre ese saber y que me enfrenta a revisar la honestidad de mis actuaciones.


21 comentarios:

  1. Esos "intelectos con patas" que tenéis son los que dudan, no te hagas caso, desterra la duda de tu vocabulario.
    Es curioso que no dudes en la acción, solo dudas en el pensamiento .... eso no es real.
    A lo mejor resulto "brusca", pero .... te voy a recomendar un link:
    http://vimeo.com/8419260

    Sesha es uno de los tipos más sabios que conozco.

    Disfruta del verano, del Mar, de los olores, los sabores, los colores y .... ¡no pienses!¡siente!

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    1. ¡¡¡NO DUDES DUDAR... DUDAR ES UNA FORMA DE AVANZAR!!!

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  2. Esta vez, (creo que la primera y seguramente la única) no estoy de acuerdo con Juana.
    Creo que “esa duda” tiene un sentido. Un motivo. Una intención positiva. Y es bueno escucharla.
    Es probable que nazca del deseo de querer ser mejores. O quizá nazca de sabernos en continua evolución. O tal vez, nazca de la búsqueda de la inspiración. O qué se yo.
    En cualquier caso, creo que es bueno mantener conversaciones con nuestros “fantasmas” para descubrir si se trata de un sabio o de un loco.
    Un abrazo, y feliz verano.

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  3. Pues yo estoy convencido de que la duda es un síntoma positivo en estas circunstancias. Una prueba de inconformismo y de que te preocupa mejorar. Bien mirado es una muestra de preocupación por tus clientes, tu trabajo y un motor de mejora continua.
    No dejes de dudar Manel, aunque no sea cómodo. ¿O crees que sería mejor la alternativa, la de no dudar y creer que lo que haces es perfecto?

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  4. hombre, dudar es bueno y Manel estará convencido de que la duda es el camino que necesita recorrer la inteligencia para plantearse cosas. Pero, también creo que es perjudicial llevarla a un infinito, la duda no es el fin de la actividad, porque entonces nunca habría actividad. En parte me recuerda lo que cuentas a episodios de estrés, cuando tienes semanas difíciles y esperas como agua de mayo que llegue el viernes, abandonas la oficina y entonces tus defensas bajan y te ataca una jaqueca o una gripe agazapadas que esperaban a verte débil. A mí me pasa a veces. Claro que yo también soy de mucho dudar, a veces llevado más allá: ¿lo que propongo no será todo impostura? ¿no hay gente mil veces mejor haciéndolo ya hace mucho tiempo? Etc... Entiendo la angustia que produce, desde luego. Pero no podemos dejar que venza!

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  5. No será tan terrible. Sabemos que la sombra de una duda es un ingrediente necesario en cualquier sabía receta. En esos momentos oscuros, busca una oliva negra y zámpatela sin más :-) No lo dudes...

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  6. ¡Quiero conocer a ese genio, por favor! ¿Me lo prestas cuando acabe de interrogarte?

    Y con la suerte de haber podido leer también los comentarios (la ventaja de llegar primero es un mito, hay que llegar en el momento justo), mientras dejas que el genio de la duda haga su trabajo, deberías apuntarte a la recomendación de “sentir” que te dice Juana. En el fondo yo creo que todos estamos de acuerdo, no sólo la duda nos dirige hacia “insatisfacción permanente como motor de cambio” sino que nos ayuda a recolocarnos en los nuevos escenarios que vamos construyendo.

    Tal vez esa reaparición periódica de la duda no se deba a la necesidad de revisar lo pasado sino a lo nuevo aprendido en el camino que necesita ser reflexionado. Porque aunque en ese camino hay mucho “tránsito”, no da para todo lo que se va tejiendo en la experiencia profesional y vital (inseparable, por supuesto).

    ¿Dudas sobre la honestidad con las actuaciones? No lo creo. ¿Con los sueños perseguidos? Tal vez… Bienvenido sea el genio de la duda porque, igual te suena, “todo sea por hacer lo que realmente queremos hacer [o algo muy parecido] y no sólo lo que podemos hacer… es tan mediocremente común y tan aburrido…”

    No crees Manel, que aunque agotadora, ¿esta visita periódica es un regalo?

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  7. Buenas Manel
    Solo no dudan lo necios, aquellas que en su ceguera creen saber la verdad absoluta y son poseedores de la piedra filosofal. Los demás, afortunadamente dudamos, eso nos permite ser prudentes y nos proporciona sabiduría. Cuanto más mayores (sabios), más dudamos, ya lo dice el refrán: Más sabe el diablo por viejo, que por diablo.
    Un placer compartir ideas, no lo dudes.
    Pd.: Por cierto, duda cuando no dudes, se aproxima un error.

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  8. @Juana. Una aproximación aconsejable la tuya. Ya me lo advirtió un tío mío al que respeto muchísimo, un hombre de campo con la fortuna de ofrecer de manera perenne una sonrisa [cosa que yo no…] el cual me aconsejo “no hacer albóndigas con las ideas”…que del pensamiento se debía hacer un uso cuidando de no llevar a cabo un abuso ya que este último conlleva amargos resultados.

    Muy interesante también la receta que has hecho de Sesha y las razones que da para “aprender a no dudar”…la verdad es que, como comento en el post una de las mejores decisiones fue la de no aceptar encargos con poco convencimiento sobre la manera de enfocarlos, tal y como él aconseja. Aún así, la reflexión hace referencia no tanto a la duda sobre como se enfoca cada aspecto en concreto sino sobre ese cuestionar el global en la manera de conducirse…Una duda que se da en momentos posteriores, como si de una valoración sobre lo hecho se tratara, nunca en momentos anteriores y, por supuesto, jamás mientras se está actuando. Como sucede con los tics, parece que se trata de una “duda de reposo” que se activa en momentos de inactividad, como si todo el cauce mental revirtiera sobre uno mismo erosionando los sedimentos de la propia convicción. A todas luces un mecanismo neurótico…por eso quizás algunos trabajamos en lo que trabajamos…

    Gracias Juana por el comentario, un abrazo.

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  9. Hola Manel, que bueno venir por aquí a leerte.

    Coincido con comentarios anteriores: dudar es de sabios. Pero dudar mucho de pensamiento, inevitablemente, lleva a la duda en la acción, haciendo tartamudear los movimientos y descoordinar las palabras.

    Por otro lado, también quiero hacer mención al último párrafo. Y hablo en primera persona, claro! Me gusta aferrarme a lo que ya sé, sí, pero estoy siempre abierto a explorar por senderos que desconozco, allí por donde los planos que tengo son borrosos, pero sí intuyo un intersante recorrido por delante y encuentros fugaces o permanentes con otros que caminen por el mismo lugar.

    No creo ser deshonesto por indagar territorios ocultos, siempre y cuando los resultados sean satisfactorios para todas las partes. Todo lo contrario: calmo ansiedades que de otro modo me harían dudar en exceso :)

    Un abrazo

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  10. @Paz Garde. Me ha gustado eso de las conversaciones para desenmascarar la identidad de nuestros fantasmas… A veces me acuerdo de un maestro de juventud que me decía: “si Vd. se siente culpable es porque sin lugar a dudas lo es..” y trasladándolo al terreno de la duda creo que se puede establecer la misma correlación. Si hay algo que hace dudar es dudoso “sin lugar a dudas”. Es ahí donde creo que radica el terrible germen del cuestionarse para mejorar. Quizás en algunos casos nazca, como bien dices, del deseo de mejorar pero en otros puede que franquee la fina frontera de la duda compulsiva, la neurótica, la obsesiva…

    Muchísimas gracias por pasarte por aquí Paz y un feliz verano también para ti.

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  11. @Luis.tic616. Sí, también pienso que dudar periódicamente es una manera de sanear nuestros modelos de trabajo y de avanzar y más en estos tiempos en los que gran parte de las premisas en las que nos apoyábamos hace unos años se han venido al traste y requieren de una revisión…que no es otra cosa que dudar sobre el método.

    Además hay que añadir que tampoco se trata de dudar por dudar [lo cual sería tema de diván] sino que recae sólo sobre aquello que supone una novedad y ante lo que se actúa como siguiendo un metodología de ensayo y error. No se…quizás esta duda sea una manera de desenroscarnos sobre nosotros mismos…eso que algunos dicen “desaprender” y por eso sea bienvenida…

    Una abraçada company y gracias por el comentario.

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  12. @Goio. A partir de los comentarios que van apareciendo veo que más o menos tod@s nos movemos en unas mismas premisas aunque diferentemente vertidas ya que a veces se hace en forma de consejo y otras de opinión/reflexión introspectiva. Pero lo que se ve es que la duda es imposible de extirpar cuando las situaciones son tratadas como dilemas, que está integrada en los procesos de investigación y generación de conocimiento y de que hay que vigilar de no cruzar aquella frontera que lleva a la parálisis y a la incapacitación. Para serte sincero Goio, en mi duda si que hay ganas de mejorar y preocupación por el trabajo bien hecho pero también sospecho que hay un pelo de personalidad obsesiva por mi parte aunque lo justifique, argumente y maquille continuamente. Creo que es eso lo que produce angustia, lo verdaderamente inutil y a lo que te refieres cuando dices que no debemos dejar que venza, ¿verdad?

    Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.

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  13. @mkl. Muy cierto como también lo es que tan sabia receta es nuestra. El papel de la “duda” para ambos se remonta a tiempos casi inmemorables y la verdad es que conseguimos darle una utilidad exquisita… [ http://blog.cumclavis.net/2010/06/dry-feeling.html], aún así ya sabe que ciertos entornos gozan de una sospechosa seguridad y ya no tienen “olivas negras”. Salud!

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  14. @Isabel. Sí, creo que tienes toda la razón en tu comentario el cual encuentro muy bien estructurado…gracias por el tiempo que has dedicado en metabolizarlo para compartirlo.

    Esa duda ha hecho un debut especial justamente cuando estoy desmantelando viejas prácticas para montar un campamento con las nuevas, supongo que hay momentos en los que se cierne sobre uno una noche cerrada que hace dudar de las decisiones tomadas. En este sentido opino al igual que tú que se trata de una duda propia del tránsito…el dilema que genera escoger entre dos caminos por un lado, y la duda que se instala en uno cuando hasta que no avanza lo suficiente si es que ha optado por el camino desconocido…

    Quizás no es prudente comentarlo pero, en algunos, esta duda infecta hasta cuestionar no tan solo cómo se hacen las cosas sino a quien las hace…es ahí donde entra el tema de la honestidad…pero soy muy consciente que en mi caso se trata de una lucha entre el nivel de singularidad que exige ser competitivo en mi profesión y la humildad que mis mayores me grabaron a fuego en la columna y que evita que vaya demasiado erguido.

    No estoy a disgusto con este genio Isabel pero creo que goza de demasiada autonomía y me gustaría que saliera de la lámpara tan sólo cuando la frotara…así sería más fácil seguir el sabio consejo de @Juana.

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  15. @José Manuel. Ya veo que fuimos a la misma escuela…no me extrañaría que estuviéramos también en la misma clase :)

    De sabios es el poco afirmar y el mucho dudar y yo también lo ratifico. Tal y como vengo comentando [creo coincidir con tod@s] podemos hacer distinciones entre las diferentes dudas que se despierten, en función de su origen, objetivo, utilidad, etc. Y así clasificarlas en dudas con patente de sabiduría y dudas tontas. Pero lo que me resulta muy peligroso y me genera muchísima desconfianza es la seguridad absoluta que exhiben algun@s y que se me antoja a veces temeraria ante la complejidad de nuestro entorno. Claro está que me refiero a profesiones como las nuestras donde la duda, bien manejada, añade valor…entiendo que haya momentos en los que no sea aconsejable dudar demasiado…

    Muchísimas gracias por el comentario company!

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  16. @Nacho. A mi sí que me produce alegría cada vez que nos cruzamos!

    Totalmente contigo en que hay que evitar caer en la parálisis a la que nos puede llevar la obsesión por la duda. La duda, como algunos venenos, puede llegar a ser un potente afrodisíaco intelectual en dosis adecuadas o muy tóxica cuando se toma en cantidades abusivas…

    Respecto al último párrafo creo que no me he explicado lo suficiente. Como me comentó hace poco una colega hay consultores que van de “hombre orquesta” en un aceptar todo aquello que se les pone a tiro. No voy a entrar en las razones ni en si unos lo hacen porque creen que ésta es su obligación o si otros lo hacen para conseguir sus objetivos de venta y de facturación. Así pues y a título de ejemplo hay quien se lee un libro para poder hacer formación e incluso he visto, alguna vez, explicarle a un formador las diapositivas que iba a utilizar el día siguiente “haciéndose pasar” por un experto en el tema. También conozco la experiencia de sudar fríamente al hacerme cargo de una demanda que no tengo nada clara siguiendo las directrices comerciales de una empresa.

    Hace ya tiempo que decidí que la formación que daría sería sobre aquellos temas en lo que he acumulado suficiente reflexión y, sobre todo, experiencia y casuística como para aportar valor como profesor. Del mismo modo que aquella consultoría que acepto es la que está directamente relacionada con mis competencias [no sólo con mi experiencia].

    Sabes, porque ya hemos hablado de ello, que aunque rara vez a bordo de la misma manera demandas similares hechas por distintas organizaciones por el hecho de que parten de escenarios diferentes, busco la novedad en mis proyectos…pero eso no quita de que me asegure de que tengo competencias como para abordarlos…y es esto lo que reviso cuando me asaltan esas dudas…

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  17. Manel:
    Me ha gustado el post. Es muy honesto, y comparto interrogantes.
    Sí que es cierto que la mayoría de las dudas se reactivan en momentos de inactividad. Si somos tíos más todavía, porque se nos da mal el multitasking. Cuando estamos currando a tope somos incapaces de hacer albóndigas con las ideas (genial tu tío, pero tu tía seguro que pensaba distinto).
    Al final creo que es combinar en su justa medida las recetas de Juana y de Paz Garde, que no son excluyentes. Dudar es bueno, es necesario, hay que hacerlo (totalmente de acuerdo con la sentencia de tu maestro de la juventud: “si dudas, algo hay”)… pero sin pasarse. A mí lo que más me asusta es, como dice Nacho, la parálisis.
    Aprovecho para compartir contigo mis dos grandes dudas: 1) Coste de oportunidad: ¿me estaré perdiendo algo mejor de lo que estoy haciendo? ¿estaré obcecado con una opción que es bastante peor que la alternativa?, 2) Valor de lo que hago: ¿es realmente útil para alguien lo que hago? ¿estoy siendo honesto con “lo que vendo”?
    Estas dos grandes preguntas me acompañan siempre en lo profesional. Mis respuestas a esas preguntas a veces son negativas, y eso me entristece mucho, pero voy aprendiendo a desdramatizar. Yo también tengo un componente obsesivo/perfeccionista que necesito reconocer, sin tapujos, para poder trabajarlo…
    En fin, lo siento, es una obviedad, pero con los años me voy dando cuenta que la mejor receta contra los bucles neuróticos del consultor es no parar de “hacer”: la propia conducta te va corrigiendo, la propia acción (si sabes observarla desde la autocrítica sana) te va dando pistas y generando armonía. Pues nada, seguimos dudando y zampando olivas negras…

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  18. @amalio. Gracias por compartir también tus interrogantes y sí, es cierto que uno ha de ser autocrítico con su manera de autoevaluarse…si observamos demasiado como caminamos al final terminamos tropezando. También coincido en que es en los momentos de inactividad donde a uno le asaltan estas dudas y realiza estos balances.

    A partir de los comentarios en el post se han disipado algunas nieblas y puedo apreciar con claridad el contorno de algunas variables que también debo de tener en cuenta. Una es que mi compromiso con el cliente no se centra en la infalibilidad de mi respuesta sino en concentrarme en un tema en el que ambos hemos de arriesgar en actuaciones que suelen incluir un componente de innovación. El otro aspecto es añadir valor a los proyectos y la verdad es que siempre contemplo la posibilidad de que se puedan obtener beneficios al margen de los contratados…[dedico tiempo, mucho tiempo “no-facturable”]; también tengo por costumbre preguntar [directamente] por el grado de satisfacción al final de un proyecto, tampoco quiero infravalorar la importancia que tiene ese blog para contrastar el pensamiento que voy sistematizando con otros profesionales que, como se ve en la conversación mantenida en este post, aportan luz donde momentos antes habían tinieblas y, finalmente también cuento con la compañía valiosísima de unos colegas [incluyo consultores y algunos de los clientes con los que colaboro] con los que puedo mantengo un contacto directo y continuado y con los que contrasto, valoro y comparto continuamente.
    Un abrazo y feliz verano,

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  19. Hola a todos, mis amigos y Manel:
    Yo también he sentido la duda en cuanto a la pertinencia o no de alguna asesoría. Pero es de artesanos, no tener absolutamente toda la verdad en todo momento, si llegamos a un sitio a trabajar con las herramientas de otros.

    La humildad frente al contenido, no nos ayudaría a centrarnos en un tema y completar la investigación? Porque al final, el Artesano aprende haciendo, lo que nos hace mas vulnerables aún a las dudas, pero es parte de nuestra definición.

    Me has hecho acordar de algo que me enseñaron en la escuela. En la edad media se hablaba de la "generación espontánea", se colocaba un poco de comida en una caja, una media sucia y agua, y se producía una rata. Con el avance de la ciencia, desapareció la generación espontánea.

    La duda es, que si no estaremos enseñando mas o menos lo mismo? O en conocimiento no sucede. Cuando dices que resuelves problemas en forma colectiva, es un poco de artesanía igualmente, un poco de poner a funcionar la inteligencia colectiva; allí no hay dudas, entonces
    Alberto

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  20. @Facility Manager. Un muy buen apunte Alberto…tomo seria nota de él. Trabajando con el conocimiento colectivo se despeja la duda sobre la propia infalibilidad o pertinencia…cierto y sencillo.
    Gracias!

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