sábado, 4 de agosto de 2012

El error

Sucedió hace algunos años que dos amigos se disponían a repintar algunos detalles de una barca sencilla que tenían varada en la playa. Se trataba de pintar sobre el casco una línea roja que la recorriera longitudinalmente de proa a popa. Así pues, los dos amigos se repartieron el trabajo y, desde estribor y babor respectivamente, cada uno se aplicó concienzudamente a la tarea mientras hablaban y se ponían al día de sus asuntos.

Pasados unos minutos uno de los jóvenes, el propietario de la barca, advirtió al otro de que fuera con especial cuidado con la cantidad de pintura que recogiese con la brocha, no fuera que, por estar demasiado empapada, el brochazo dejase caer gotas que chorreasen sobre el blanco del casco.

Entonces, de manera inesperada, el otro se levantó súbitamente dirigiéndose de manera decidida hacia el lado de donde venía la advertencia:

- ¿A dónde vas? Le increpó su amigo impidiéndole el paso, visiblemente contrariado.
- A comprobar si te ha ocurrido a ti.
- ¿El qué? Seguía preguntando el compañero medio sonriendo e insistiendo en obstaculizar el paso de su amigo.
- Quiero comprobar si me adviertes porque te acaba de suceder a ti.

Y así era…

--

Sucede que la poca confianza que depositamos en los demás no es otra que aquella que, sin saberlo, creemos que los demás deberían depositar realmente en nosotros. En otras palabras, tememos en los otros nuestra propia capacidad de errar. Vaya, que en resumidas cuentas son nuestros propios errores y las medidas que necesitamos tomar para evitarlos lo que nos hace sospechar de la infalibilidad de cualquiera. Resulta paradójico que, siendo así, cada persona exija que se deposite una confianza en ella muy superior a la que suele depositar ella en las demás.

--
Foto: [cumClavis]
Ilustración: El gran Quino


10 comentarios:

  1. Hace tiempo que sé, que lo que veo en los demás es porque lo tengo .... o tengo lo contario, que para el caso, es lo mismo pero la otra cara ....
    ¿Cuánta confianza tienes en los demás? .... en realidad es la misma pregunta que ¿cuánta confianza tienes en tí mismo? ....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto Juana que para reconocer algo hay que conocerlo previamente. Y que para emitir una teoría mental sobre el comportamiento de cualquiera hay que recurrir a “archivos propios”…

      Gracias por aportar, un abrazo!

      Eliminar
  2. El refranero lo tiene claro "piensa el ladrón...", Mafalda le da el toque de humor perfecto y Juana lo remata.

    Por el lado serio (pero no mucho que es verano) es lo que comentábamos en alguna ocasión, por un lado comprender para confiar y, por otro, volver la oración a pasiva (¿por qué han de confiar en mí?) y ser coherentes. Y, claro, disfrutar del aprender haciendo, del ensayo y error y... de los buenos maestros.

    Adoro a Mafalda :))

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, ya lo hemos comentado otras veces, un@ mismo es un perfecto campo de observación para entender lo que se da fuera. Sin un “yo” con fundamento imposible un “tu” claro.

      Muchas gracias por el coment de verano ;)

      Eliminar
    2. Pero no por comentado es un tema acabado, al contrario. A veces tengo la sensación de que apenas empiezo a profundizar en él. Un "yo" con fundamento no es sencillo. Por un lado porque evolucionamos y, como decías en un post, el sitio al que nos dirigimos cuando cambiamos siempre está por detrás de aquello que motivó el cambio y que la situación real necesita (más o menos), sino porque sin alguien que nos ayude como espejo, lleva tiempo llegar a esos fundamentos.

      La confianza, que no la desconfianza (el enfoque mismo ya posiciona) es un tema que me ocupa y me apasiona. Vivimos demasiado rápido, respiramos de forma apresurada y los matices, las pequeñas cosas que al fin son las importantes, se nos escapan sin darnos cuenta. Y estoy convencida de que nos son los grandes asuntos sino esas menudencias cotidianas las que van quebrantando la confianza de las personas que tenemos cerca. Porque la pasta de la que estamos hechos discurre entro lo cotidiano. Pero de esto también hablabas en el post anterior…

      Ves? Pues al final me puede esta tendencia tan meditativa que dice Daniel. :))

      Eliminar
    3. No, no parece sencillo. Creo que no se debe tanto a la complejidad de conocerse como al valor que se le da, en nuestro contexto, a un “yo con fundamento” construido al margen de la opinión de los otros…parece ser de sumo interés que uno se haga a “imagen y semejanza”, de ahí que se facilite y sea fácil evadirse de invertir recursos [normalmente tiempo] en conocerse.

      Soy sensible a dos cosas que has dicho, una es a las relaciones de “ayuda” ya que a menudo tengo mis dudas de cuál es realmente el objetivo de ese tipo de ayuda y la otra es a "alguien que haga de espejo", básicamente porque he comprobado una tendencia a escoger estos espejos en función de lo que le favorece a un@ la imagen que le devuelve. Pero ya te digo que es una impresión muy personal. Soy partidario de la reflexión callada respecto a los propios criterios y valores [callada para poder pensarla en voz alta…] y mirar de reojo el efecto que se causa en el entorno… como quien se ve fortuitamente reflejado en multitud de espejos que le devuelven la multitud de versiones sobre sí mismo que puede contener un mismo yo.

      Gracias por pasarte a recomentar :)

      Eliminar
  3. Bon dia, Manel.
    Cierto. No sé los demás, pero yo no me atrevería a hablar mucho de algo que desconozco, y menos a dar consejos que de por sí son arriesgados aunque los hayas vivido, ya que cada persona es un mundo y tiene una destreza distinta. Puede que dos pinceles igualmente empapados de pintura, uno desparrame y otro no en función de la sujección, posición y aplicación sobre la madera del sujeto que lo utiliza:-). Aunque, visto desde esta perspectiva, quizá sea desconfianza hacia uno mismo, errar en el consejo, lo que motivaría no darlo.

    Nos haces pensar, y eso es bueno...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues a mí este criterio que guía tus actuaciones me parece sabio y respetuoso, el más acertado.

      Desconfiar de uno mismo? No sé… creo que se ha de integrar el error como parte del acierto, al menos como aquella parte que le hace “ser” realmente. Y no es un juego de palabras, Cualquier acierto lleva siempre un error incrustado en alguno de sus poros, siempre y cuando se trate de algo real, claro. De la misma manera que el error no es más que otra posibilidad en la secuencia natural de las cosas.

      Además estoy convencido de que no es el error lo que hay que evitar sino la falta de interés que una persona pueda tener para hacer lo posible para evitarlo.

      Gràcies Begoña!

      Eliminar
  4. "Tememos en los otros nuestra propia capacidad de errar" ... Quizá sería bueno ir eliminando poco a poco ese temor al error, propio o ajeno.
    En alguna ocasión, en esta casa, ya me he posicionado como una persona confiada. Deposito en los demás la confianza suficiente como para seguir aprendiendo, de los aciertos como de los errores, propios o ajenos.
    A lo mejor tiene que ver con mi "yo" aun sin fundamento, pero me gusta pensar que aún me puedo sorprender, incluso defraudar o decepcionar, como tasa por depositar la confianza en otra persona.
    Me compensan las veces en las que salgo fortalecida.

    Te lo digo con toda la confianza, Manel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una vez le comentaba a un amigo que hay muchos tipos de actividades de riesgo a parte de los deportes por todos conocidos y una es el “parapente mental” del que son capaces y al que se dedica cierto tipo de persona cuando se abandona periódicamente a aquellas fuerzas invisibles capaces de depositarla suavemente en el suelo después de proporcionarle un conocimiento que tan sólo puede adquirirse mediante la perspectiva que proporciona el proceso lento de descenso. Para mí que esto requiere del valor propio de un “Yo con fundamento” que apueste, sin miedo a perder como para arriesgar y confiar tal y como dices que tu lo haces.

      Eliminar