jueves, 20 de septiembre de 2012

El liderazgo itinerante

- Pero… ¡Bien que han de saber cómo se elabora un plan y cómo se formulan sus objetivos!

Defendía enérgicamente la responsable de Formación de una organización ante una afirmación mía, reconozco que un tanto radical y vehemente, sobre la inoperancia actual de la planificación estratégica y la importancia que todavía ocupa en los programas de formación para directivos.

- Aunque deje de tener sentido al cabo de un tiempo, es necesario tener siempre un plan.

Apostillaba el responsable de Recursos Humanos fundamentando la opinión de su compañera.

Y, por poco que se considere, llevaban toda la razón. Aunque hubiera un tiempo donde se planificara a unos cuantos años vista y la acuosidad del momento actual no permita hacerlo y empuje a muchos a un carpe diem desconfiado y ajeno a cualquier futuro posible, disponer de un plan da sentido a las actuaciones de la persona, de los equipos o de la organización. Conocer el a dónde vamos permite responder el porqué lo hacemos, desear llegar a alguna parte conlleva considerar el momento actual como un paso más y tener previsto el cómo hacerlo influye de manera determinante en la contención de la impaciencia y en cómo se interpretan y tolera la frustración por los resultados que se obtienen aquí y ahora. Sí, es recomendable disponer siempre de un plan, como mínimo…

Pero, a diferencia de los planes a los que estamos acostumbrados, no ha de ser un plan por el que vivir, que imponga una disciplina férrea respecto a cómo interpretar el entorno y que convierta cualquier contrariedad en una amenaza o cualquier coyuntura en una oportunidad, que inocule unos objetivos en otros más amplios subordinando éstos al análisis caduco de un entorno que se manifiesta altamente inestable y que disponga de unos plazos determinados antes de ser valorado respecto a su idoneidad.

Ha de ser un plan en el que vivir, fraguado en un "deseo de llegar a ser" ajeno y libre de aquellas cadenas con las que el presente se empeña en capturar cualquier futuro, que se traduzca en acciones cortas que permitan construir itinerarios maleables en función de la orografía que vaya mostrando el presente y que cuente con un sistema de revisión que, sin dejar de ser sistema, no se subordine a ningún período.

Pero quizás el error se halle en reclamar a las herramientas la perspectiva que debieran tener las personas al utilizarlas y contrariamente a lo que se suele argumentar, no sea tan prioritario obcecarse en rediseñar la metodología de planificación como desvelar las auténticas bases y los componentes de un liderazgo capaz de acomodar a un grupo humano a una situación de tránsito permanente, orientado al mejor de los destinos que pueda desear. Porque, mírese como se mire, el cambio ha dejado de ser circunstancial para convertirse en la verdadera zona de confort en la que personas, equipos y organizaciones deben instalarse para así poder aspirar y estar a la altura de unos deseos en continua evolución debido a un entorno que incorpora continuamente muchos matices y de manera muy rápida.

Es quizás que entonces las herramientas se hagan dúctiles a las manos que las manejan y se lleguen a tener aquellas metodologías que realmente se necesitan.

--

Fotografía: [cumClavis]


11 comentarios:

  1. “Vivimos y viviremos aún más en un mundo donde es improbable que el futuro refleje el pasado”. El parámetro que realmente importa es el coste de la adaptabilidad de cada decisión: “¿cómo nos puede limitar esta decisión? ¿dónde reduce nuestros grados de libertad? ¿cuánto nos costaría salir?”. Son reflexiones de Gary Hamel.

    En este mundo radicalmente cambiante en el que nos ha tocado vivir, la flexibilidad y adaptabilidad son y serán competencias básicas, sin las cuales se va a sufrir mucho. Las herramientas que empleen estas personas tendrán que favorecer dichas competencias en vez de limitarlas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto Paulino, volvemos a las esencias y las herramientas deben adaptarse a las necesidades de quienes las utilizan. Parece que se trate de una fantasía pero viene a ser lo que se describía tan ingeniosamente en Matrix, ¿te acuerdas? : La realidad está por encima de aquellos símbolos que se utilizan para interpretarla y no al revés.

      Interesantes estas reflexiones de Gary Hamel.

      Eliminar
  2. En realidad vivimos en cambio permanente, ahora es claro porque es rápido, pero siempre ha sido así ....
    Me gusta:
    -liderazgo itinerante
    -el cambio es la zona de confort
    ....
    Siempre me gustaron las paradojas de este sorprendente mundo jeje

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre ha sido así a pesar de que el progreso persiga realmente encontrar aquella zona de confort en la cual instalarse definitivamente…una de esas paradojas que te gustan…;)

      Gracias Juana, hasta pronto.

      Eliminar
  3. Enfocarse en "un plan en el que vivir" refleja sabiduría de entender cada fase como un nuevo inicio, una de las excelentes lecciones perfeccionadas en esta casa. En ese sentido, estupenda la primera frase que incorpora Paulino. Y muy bueno el "pero siempre ha sido así" de Juana.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El paso de una vida sedentaria a otra nómada en la que el camino es el fin, me parece una metáfora muy potente de lo que reclama este tiempo en el que ya vivimos.

      Eliminar
  4. Un plan es como un mapa, no refleja cada detalle. Igualmente a la hora de planificar hay que saber mirar mas allá del mapa. Ahí suelen estar las sorpresas y las oportunidades.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Encarar estas sorpresas y aprovechar esas oportunidades se deben contemplar como parte del plan. Al final siempre se ha de corregir el rumbo de la nave en función de las corrientes, del abatimiento o de las ganas de llegar a donde estaba previsto.

      Un abrazo, Visi.

      Eliminar
  5. Leí una vez, hace tanto que no sé si lo recuerdo bien, que los tuareg eran capaces de seguir por el desierto a una nube durante días, semanas, esperando el momento en que descargara para aprovechar y sacar el máximo partido a la fértil tierra. En muchas ocasiones, veían como esa nube se alejaba y descargaba el valioso líquido en el mar, momento en el que daban la vuelta y volvían a ponerse en marcha en busca de otra nube con la misma esperanza.

    Creo que, hoy día, nos cuesta mucho "dar la vuelta". Somos capaces, incluso, de quedarnos mirando la nube desvanecerse, inmóviles, porque no teníamos previsto buscar otros caminos hacia otras nubes. Quizá la capacidad de reacción se vea mermada por el tiempo y esfuerzos empeñados en tener todo atado y reflejado en un meticuloso, detallado y trabajado plan que, por eso mismo, nos sujeta y paraliza ante la posibilidad del cambio.

    "El deseo de llegar a ser, libre de cadenas".

    Muxu bat, Manel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parece fantástico ese comentario así como las imágenes que evoca. Encaja totalmente con el espíritu de este post aportándole un volumen visual que despeja cualquier duda.

      Tienes razón en que hoy en día cuesta mucho “darse la vuelta”, quizás porque no se trabaja tanto el averiguar los resultados que se desea [y no hay deseo en los resultados que supuestamente se persiguen] como el proceso que se construye para obtenerlos. De alguna manera, tener una finalidad es una escusa para elaborar un plan…El fin es el plan…ahí está el error.

      Muxu, Marta

      Eliminar
  6. El plan o los planes ayudan a alcanzar los objetivos que previamente se han deseado.
    Aunque veces, no tener plan puede ser el mejor plan.

    Ante situaciones de incertidumbre, en la que no sabemos que nube seguir, puede ser un buen plan esperar a que el cielo se despeje y seguir la que se aleje del mar, o la más voluminosa.
    Tener una nube a la que seguir es un ideal adecuado para poder ir colocándonos constantemente en situaciones que están fuera de nuestro ámbito de confort y así ir progresando.

    El hombre es feliz alcanzado metas, pero conseguida esta deja de suponer estímulo.

    ResponderEliminar