miércoles, 17 de octubre de 2012

Asesorar

Para que pueda ser considerada como tal, la consultoría ha de incluir siempre un asesoramiento. De no ser así no se debería hablar exactamente de consultoría y quizás sería más adecuado referirse a la realización de estudios, dinamización de reuniones de trabajo o prestación de servicios de formación, charlas o conferencias a secas, por referirme sólo a unas pocas de las caras en las que suele descomponerse el complejo prisma de aquello a lo que se denomina consultoría

Aunque el asesoramiento pueda ser muchas veces “secundario” a otro tipo de servicio contratado [formación, etc. …], también lo podemos encontrar como el motivo “primario” de la colaboración, tal es el caso del asesoramiento en cómo desarrollar proyectos concretos, en la toma de decisiones, en el desarrollo y puesta en práctica de competencias profesionales, o en cómo enfocar temáticas de patología organizativa, entre los motivos más frecuentes.

El asesoramiento, ya sea éste primario o secundario a otro servicio, debe contemplar, como mínimo, cuatro aspectos fundamentales:

> Plantear posibilidades: Es decir, enfocar el problema y diseñar la forma de abordarlo que aporte más valor al cliente, esto es: que sea sencillo, factible, menos costoso y con probabilidades de lograr los resultados previstos. Este aspecto es el esperado por desprenderse directamente de las razones del asesoramiento. Dicho de otra manera, es la condición necesaria, aunque no debería ser suficiente, de la colaboración.

> Aportar una perspectiva extra organizativa ["mojarse"]: Uno de los valores añadidos que deben explicitarse en una relación de asesoramiento es el que viene dado por la perspectiva del consultor como alguien externo a la Organización, ya sea importando información técnica como aportando el propio punto de vista sobre el problema o sobre aspectos de la cultura corporativa que inciden directamente en los objetivos de la colaboración. Este aspecto es obviado por no pocos profesionales de la consultoría que, por motivos las más de las veces comerciales, someten el asesoramiento a condiciones que vienen dadas por la cultura organizativa o por la personalidad del cliente y que, paradójicamente, son contrarias a los intereses del propio cliente y de la Organización.

> Desarrollar filosofía de trabajo: Uno de los aspectos que añaden más valor a la relación de asesoramiento es el de razonar el enfoque en función de los valores, principios o paradigmas que lo inspiran. Lejos de limitarse a la aplicación de unos medios que desemboquen en un resultado esperado, debe aliñarse todo el conjunto con una reflexión epistemológica que permita explicar el porqué se ha optado por un modelo de intervención y no por otro. Desarrollar una filosofía de trabajo consecuente y consciente de los conceptos que se manejan es imprescindible para elaborar un discurso que vincule el proyecto con el sentido mismo de la Organización. Limitarse a la solución técnica de algo quizás comporte el quitarse un problema de encima, pero desarrollar la filosofía que subyace a una intervención supone, nada más y nada menos, que aumentar la capacidad de dotar de coherencia y gobernar posibles situaciones futuras. La excesiva orientación a satisfacer la necesidad del momento y el paralelismo fácil que se establece entre hacer filosofía y perder el tiempo, suelen ser las principales causas de que este aspecto también brille por su ausencia en muchos asesoramientos.

> Facilitar la consciencia de cambio: La consultoría ha de incidir directamente en el desarrollo competencial de la persona asesorada hasta el punto de impactar claramente en una mayor autonomía en el desempeño de sus funciones. Tal es la potencia pedagógica que se le debe exigir a este tipo de intervención. Es por ello que señalar los cambios en la manera de actuar y facilitar la consciencia de transformación a lo largo del proyecto en el que se está colaborando, es otro de los aspectos importantes que se deben tener en cuenta en un asesoramiento.

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Fotografía: [cumClavis]



6 comentarios:

  1. ¿Puede alguien demandar consultoría sin asesoramiento? Supongo que sí, pero me resulta cada vez más inconcebible.

    Alguno de los aspectos que mencionas, importantes aspectos, forman parte de una reflexión que tengo en curso sobre casos concretos que me están pidiendo últimamente algunos clientes. Sorprendentes peticiones, dado que nos conocemos, relacionadas con reactivar algunos proyectos que habían quedado en paréntesis. Curiosamente dan por hecho que ya he captado la necesidad y las variantes a incorporar, en parte es así, pero en su pretensión de darlo por hecho se solapa la parte realmente importante de mi trabajo. Puedo decir, más que nunca, que comprendo la impaciencia, pero ceder implicaría cambiar mi propio rumbo, algo que a estas alturas, por mucho que la situación global presione, no es una opción.

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    1. Dada la diversidad de oferta que se ampara bajo el título de consultoría no me extraña que actualmente se espere cualquier cosa de ella: desde la externalización de algún servicio susceptible de ser alquilado por horas y, de este modo, no cargar con ese coste en la estructura, hasta la subrogación de funciones directivas que no apetece llevar a cabo, pasando por el chamanismo del que se pretende que el clima laboral cambie porque alguien sabe los pasos adecuados para bailar la danza de la lluvia. Ya sabes que las expectativas dependen más de la oferta que de la demanda y las que existen sobre los servicio de consultoría son determinadas, mayormente, por las actuaciones de los propios consultores.

      En cuanto al asesoramiento y por lo que a veces se ve, puede brillar por su ausencia por aquello de que “no me lo han pedido”, por aquello de que “me limito a lo estrictamente necesario y cuanto antes termine antes me abro” o simplemente “porque no se tienen las competencias para asesorar”.

      La buena noticia es que, hoy en día, si en un servicio de consultoría el cliente va y además se encuentra con un/a consultor/a, supone un valor añadido diferencial que determina y suele fortalecer enormemente la colaboración.

      Estoy contigo en que por mucho que pinten bastos, nunca es una opción ceder parte de la propia ilusión a las exigencias de ningún entorno.

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  2. Didáctico e inspirador.

    Eskerrik asko, Manel!

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    1. Eskerrik Asko Pau, también me sirven para analizar mi trabajo y tener referentes para su valoración.

      Besarkada haundi bat ;-)

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  3. ¡Mojarse! Fijate, yo creo que la palabra "asesoramiento" es de las que mejor definen el trabajo que me gusta y se hacer. Mirada externa que no se deja enredar demasiado en los matices y que devuelve imagenes más invisibles quizás pero construidas poniendo los matices en relación. Como si mirase a la realidad entrecerrando los ojos.
    Vengo de lugares dónde acompañar estaba muy ligado a asesorar y yo me fui quitando. Construí y aprendi una manera de estar que servía más como una caja de resonancia. En el ultimo tiempo me permito que esos ecos tengan más de mi. De lo que recuerdo, de lo que veo en ellos que me resuena, de lo que me sirve a mi, de lo que sirvió a otro proyecto,... Y creo que aporta mucho.
    Que además nos pone en un lugar más cercano, más "normal",... sin que pareciera que tienes todas las respuestas pero prefieres callar.
    Un abrazo Manel

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    1. Esto que comentas me recuerda habértelo escuchado en alguna conversación. Me gusta la vuelta que les das al asesoramiento basándote en como lo vives y lo ejerces. Sí, creo que eres de los que también “se mojan” añadiendo valor desde el prisma del que partes. Esto, sumado a tu capacidad para describir, es un lujo en el asesoramiento.

      Un abrazo, Asier.

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