De entre todo lo que se escribe sobre liderazgo, se echan de menos algunos aspectos que son importantes en el ejercicio de la dirección, sobre todo por parte de aquell@s que han de ejercerla en el seno de una estructura determinada.
Uno de esos aspectos es que lo primero que se espera de un jefe es que sepa parar la caída gravitatoria de las cosas que vienen desde arriba y que, además, sea capaz de traducirlas en clave de posibilidad para los que están debajo.
Estamos tan entretenidos en vestir al liderazgo de luces, utilizando los típicos y brillantes complementos como el de generar ilusión, crear equipo o desarrollar a las personas, que solemos olvidar a menudo que todo esto no sirve de nada si un jefe no actúa como el paraguas que protege de la lluvia ácida que suele caer de estratos superiores en forma de prisas, falta de recursos o malos modos, quemando cualquier ilusión, trabajo en equipo o posibilidad de desarrollo de los que abajo corretean impotentemente, buscando cobijo.
De la ciencia infusa que se desprende de aquellas páginas que hablan sobre las cualidades del líder o sobre las condiciones que han de reunir los seguidores, está pasando de forma inadvertida y sin echarse de menos, la necesidad imperiosa del papel de tímpano que se le reclama a toda dirección. Posiblemente la causa se halle en la necesidad de muchos directivos de deberse por completo a las expectativas de quienes los han colocado ahí. Como mucho, estas direcciones pueden adoptar distintos formatos, dependiendo de la necesidad narcisista que tenga la persona de aparecer ante los equipos como más o menos amable en el papel de correveidile entre el de arriba y los de abajo, ya que, lamentablemente en estos casos, no suele añadirse más valor que el de amplificar aquellos encargos recibidos.
Competencias profesionales como la capacidad de influencia y persuasión de cualquier persona con responsabilidades de dirección o mando, no debiera tomarse en absoluto a la ligera habida cuenta de la importancia que tienen, no tan sólo para implicar a los equipos hacia una meta común, sino para adecuar las demandas que se reciben del entorno a las posibilidades de las personas y conseguir recursos que contribuyan al logro de los objetivos, lo que normalmente se traduce en obtener criterios claros y, sobre todo, tiempo.
Las repercusiones que este aspecto tiene en la percepción del liderazgo por parte de los seguidores son determinantes ya que la sensación de seguridad respecto de las líneas trazadas y de las directrices que marca un directivo están directamente relacionadas con su capacidad para ponerse delante y dar la cara por las necesidades que su equipo tiene para seguirlas y lograrlas.
Excelente, Manel. Describes uno de los aspectos de liderazgo críticos (y no son muchos) que en efecto se olvidan con frecuencia en las manidas descripciones de liderazgo que nos inundan.
ResponderEliminarSolo un matiz, que creo que compartirás: la mayor parte de las veces que uno necesita abrir un paraguas no puede (no debe) mantenerlo vertical, porque el viento hace que el agua venga de los costados, de frente o de espaldas.
Es más, cuando más difícil es conseguir que un paraguas cumpla su función, cuando más riesgo hay de que las inclemencias lo rompan, cuando más esfuerzo y concentración son necesarios para conseguir que sea útil... es cuando arrecian rachas de viento lateral.
Quiero decir que, al menos en mi experiencia, la función protectora del líder no debe aplicarse solo frente a lo que cae de arriba, sino sobre todo frente a iguales, frente a intereses que se ven afectados cuando apuntas a retos planteados que desafían statu quo establecidos.
Buff... Me llevas, Manel, a recordar algo que escribí hace unos años, cuando mi blog era aún un recién nacido... :-)
http://jesusfdezblog.wordpress.com/2009/06/01/vibraciones-una-pregunta-sobre-liderazgo/
Por cierto... me encanta la foto.
Un abrazo.
Claro que lo comparto y considero incluido este aspecto en el post mediante tu comentario, no altera el sentido y añade matices importantes. Quizás un chubasquero hubiera servido mejor como metáfora ;-)
EliminarMuy bueno el enlace a tu post. En estos temas también creo que merece la pena diferenciar entre líder y liderazgo ya que uno hace referencia a la persona que lidera y la otra a esto que preguntas, es decir a esta persona, a los seguidores y sobre todo al motivo que los relaciona. Sin un motivo claro y compartido, por así decirlo, no hay líderes ni seguidores. Una buena pregunta y un post exquisito, como suele ser normalmente lo que publicas.
Muchas gracias Jesús por pasarte y un abrazo.
No sé yo. Este paraguas, que sí que los seguidores demandamos, me da que lo único que consigue es que aun estemos los seguidores más ocultos y tapados sin el suficiente protagonismo. Vamos que más que paraguas hace al final de escudo protector del líder impidiendo que nuestro poder influyente sobre el líder haga efecto y nos quedemos dormidos en los laureles mientras el líder desorientado hace y deshace sin ton ni son (en los caso benébolos, los otros caso ya sabemos...). Cortocircuitea el followership (seguidorazgo). Y nosotros, los seguitores, nos creemos muy cómodos ahi debajo sin enterarnos de nada. Quizá esté haciendo sol, pero como no lo vemos y nos dicen que está nublado....
ResponderEliminarHola Alejandro,
EliminarSi es que por cada instrumento o actitud que se requiere existe una cara y una cruz en función de si es adecuada o está bien utilizada. Como has visto, el concepto al que me refiero en este post es sencillo y consiste en recordar que uno de los valores [para mí de los más importantes] que se han se ha de aportar desde la dirección de equipos es el conseguir recursos para que éstos puedan trabajar [abrir espacio, contener impaciencias, etc.] y no apartarse, compadecerse o tan sólo quejarse como uno más cuando llueve granizo. La variación de la que nos adviertes seria el [mal]uso del paraguas para fines distintos de aquellos para los que está concebido, en este caso como un parasol. Es una buena advertencia y de esto también se escribe a veces por aquí,
Gracias por pasarte y comentar, Alejandro. Un abrazo.
Mi jefe directo ejerce de paraguas, no me llega lo que viene del jefe de mi jefe, que me consta que es un tipo complicado ....
ResponderEliminarLa simplicidad del trabajo bien hecho, sin tantas alharacas, debería ser un valor .... ¿lo es? para mi sí, sin duda.
Yo también creo que lo es, Juana. Llegar al equilibrio que aporta la sencillez es un valor y un esfuerzo que merece reconocerse, por lo que se ve, lo sencillo es complicarlo.
EliminarDe este jefe tuyo ya has hablado por aquí y apetece felicitaros a ambos por este reconocimiento que os hacéis.
Nada más leer el segundo párrafo he recordado aquel director de formación profesional cómo hace un año, tras una decisión injusta, incoherente y dolorosa, me decía: "ya les he dicho, pero no me han hecho caso".
ResponderEliminarEn esta escuela el paraguas del liderazo es de papel de seda, si llueve más de cuatro gotas acabas empapado.
Petons prenavideños!
Supongo que eso también ha intervenido en vuestro conocimiento del cómo sobrevivir a los gases tóxicos que rodean la emosfera. Vuestros talleres son muy, pero que muy necesarios…
EliminarUn abrazo Anne!