jueves, 14 de junio de 2012

Ironizando sobre algunos estilos directivos al uso…

Como ocurre con algunos microorganismos, hay ciertos estilos directivos muy resistentes a aquellas necesidades, principios, formaciones o demandas que el entorno dispone para reorientarlos o, como mínimo, neutralizarlos.

De entre estos estilos, quiero llamar la atención sobre dos que aunque parezcan totalmente distintos, se fundamentan en el impacto que ejercen sobre el desarrollo de aquellas personas que, en un momento dado y a menudo desgraciadamente, se encuentran bajo su radio de influencia.

El primero de estos estilos al que me voy a referir es el del directivo bonsái y consiste en un estilo de dirección especialmente atento a podar concienzudamente aquellas yemas terminales que permiten a las personas crecer y desarrollarse hasta alcanzar la altura que todas poseen, larvada, en su ADN profesional.

Se trata de un estilo rico en actitudes paternalistas que, a golpe de pequeños y hábiles tijeretazos, mantiene en un estado permanente de enanismo a equipos y personas a la vez que se les confiere la impresión de ser “como los de verdad” y, lo que es más importante, la laboriosa y mimada obra de su “creador”.

Se trata de una forma directiva más frecuente de lo que es soportable y que, como comentaba al principio, se halla anidada en los discursos más modernos que algunos exhiben sobre su forma de ejercer un management actual.

El segundo de los estilos es el del directivo leñador un personaje que, a diferencia del anterior, acostumbra a ser desagradable por su propensión compulsiva a difamar, degradar, ignorar, amonestar públicamente e intimidar de manera directa o veladamente para, de este modo, talar el crédito y reputación profesional de sus colaboradores y así reducir su estatura y eliminar cualquier duda sobre quién es en realidad el más alto.

Es éste un estilo que puede venir determinado por patrones de personalidad que suelen incluir, en diferentes proporciones, paranoia y narcisismo y que no necesariamente buscan la total destrucción y ruina de la persona interpelada, aunque sus actuaciones conduzcan claramente a convertir al colaborador en leña para esa pira organizativa que suelen mantener permanentemente encendida.

Lejos de ser extraño, este perfil puede observarse en no pocos sitios disfrazado de “genialidad con carácter”, un disfraz que uno no acierta a entender cómo puede subsistir con tanto éxito en algunas organizaciones.


10 comentarios:

  1. El directivo bonsai con su concienzuda poda, arrasa la capacidad creativa y emocional que toda persona poseé...

    El directivo leñador es perfecto para acumular "despedidos interiores", que según Lofti El-Ghandouri, es aquella persona que renuncia a poner empeño en el trabajo, como resultado final de un largo y complejo proceso de vivencias negativas, en el que el trabajador se distancia de sus funciones, sin llamar la atención y pasando inadvertido, evitando conflictos.

    Como tú dices, difícil de entender y soportar.

    Me ha encantado el fondo y la forma.

    Un abrazo, Manel!!

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    1. Hay tremendos paralelismo entre los leñadores y las conductas propias del acoso moral tan denostado en estos días. Realmente es bastante incomprensible que se permitan impunemente posicionamientos y actitudes que en el plano social extraorganizativo son incluso perseguidos. Es una realidad que la psiquiatría se ha quedado a las puertas de nuestras organizaciones y sería deseable que se atreviera a atravesarlas en no pocas ocasiones…

      Gracias Pau por tu comentario y por la valoración, una abraçada company!

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  2. Estás describiendo algunos personajes de mi "entorno" jajajaja es que los has "clavado" ....

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    1. Vaya, pues seguro que si leyeran el post no se daría por aludidos, es lo que tienen este tipo de estilos, poca consciencia de transtorno [anosognosia]... ;)

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  3. Manel, fas un retrat de la realitat del 99,99% de les organitzacions. Has posat el dit a la nafra: l'estil amb què les persones dirigeixen institucions i empreses és la clau de qualsevol canvi organitzacional. M'agraden les dues etiquetes; es posaran fàcilment en circulació: "mira, aquest és llenyataire i aquest altre, bonsai :S" (i et citarem "segons la classificació d'en Manel...".

    En l'ideari de la XIP (Xarxa d'Innovació Pública) www.xarxaip.cat, el canvi de rol en el lideratge directiu és un dels punts essencials. Amb l'estil directiu actual no podem anar ni d'aquí a la cantonada. Ens calen líders connectors, que no tan sols facilitin que la gent aporti, participi i innovi, sinó que creïn també espais de col·laboració, de debat..., que facilitin la innovació arreu. Aquesta qüestió em fa ser especialment escèptic en la velocitat dels canvis que podrien aplicar les organitzacions i esdevenir més productives i atractives a tots els efectes.

    Gràcies per les teves sàvies reflexions. Llàstima que, com sol passar sempre, la llegirem els 'convençuts'

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    1. Hola Jordi,

      Tens tota la raó, de fet, encara que el concepte hagi estat sempre obvi és darrerament que el discurs es centra en la importància del lideratge per donar un pas endavant i impulsar el canvi organitzatiu. I no un líder qualsevol, no, sinó un tipus de líder que connecti persones i idees i que s’orienti cap a la col•laboració més que cap a la “competició”...

      Es cert que encara queda temps, o potser no tant...si alguna cosa bona té la situació actual és que és terreny fèrtil perquè iniciatives i models com el vostre [Xarxa d'Innovació Pública]prosperin, facin malla i brotin arreu. Temps al temps...

      Una abraçada, Jordi

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  4. En aquest país és així. El directiu que no es correspon en aquestes similituds aviat és absovit per un bonsai o un llenyataire. Tenim una educació emocional ben pobra, que per manar haguem d'anar així.
    Gracies

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    1. Com li comentava a en Jordi, jo crec que cada vegada es qüestió de menys temps. El nivell d’informació i les necessitats actuals fan que estils de lideratge dels de “veritat” siguin, cada vegada menys, una opció més.
      Gràcies a tu per comentar i perdona per l’endarreriment en contestar. Una abraçada,

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  5. Al olmo viejo, hendido por el rayo
    y en su mitad podrido,
    con las lluvias de abril y el sol de mayo
    algunas hojas verdes le han salido.

    Si somos, como debemos ser, conscientes de que la persona ES tanto en el entorno laboral como en el personal y social seremos conscientes de la gravedad de este tipo de conductas.

    Cada hachazo o tijeretazo infligido por cada leñador o podador genera un daño que no se limita al terreno de la organización, el dolor se mantiene en todos los demás espacios en los que la persona ES fuera de la empresa, con lo que eso conlleva.
    La confianza en uno mismo, en sus posibilidades y potencial, la autoestima, tan necesaria para crecer en positivo y la alegría de sentirse valioso se van minando en la persona, sin distinciones del lugar, espacio o tiempo en el que esté en cada momento.

    ¿Qué ocurre con el bosque si muchos de los árboles que lo pueblan no crecen y otros muchos son víctimas de una tala como la que describes? Falta oxígeno y la delgada capa fértil que sujetamos entre todos queda más expuesta a ser barrida por las aguas y los vientos.

    Antes que te derribe, olmo del Duero,
    con su hacha el leñador, y el carpintero
    te convierta en melena de campana,
    lanza de carro o yugo de carreta;
    antes que rojo en el hogar, mañana,
    ardas de alguna mísera caseta,
    al borde de un camino;
    antes que te descuaje un torbellino
    y tronche el soplo de las sierras blancas;
    antes que el río hasta la mar te empuje
    por valles y barrancas,
    olmo, quiero anotar en mi cartera
    la gracia de tu rama verdecida.
    Mi corazón espera
    también, hacia la luz y hacia la vida,
    otro milagro de la primavera.

    Con cierta tristeza y con mucha esperanza, así encaro este comentario. Esperanza en las lluvias de abril y el sol de mayo y en el color de esas hojas que quiero ver en este bosque en el que somos todos.

    Perdona si me he ido un poco por las ramas ;)

    Un abrazo, Manel.

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    1. Muy bueno este comentario, Marta. El efecto pernicioso de ciertos entornos profesionales lo es más en tanto que embrutecen al ser humano, empobrecen su modo de vida y lo sumen en un infierno de autodestrucción. Nada peor que el veneno de la paranoia que larvan ciertos estilos y algunas personas [ignorantes, enfermas...]. Gracias por tu comentario, “ramas” es lo que se requiere ante tanta poda ;))

      Un abrazo Marta.

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