miércoles, 11 de septiembre de 2013

Cajones

Sucede a menudo que todo lo que sabemos no lo tenemos a mano para cuando lo necesitamos. No se trata siempre de un problema que achacarle a la edad, aunque ésta tenga mucho que ver ya que con los años se suele saber más, sino que la mayoría de las veces esto sucede porque paradójicamente ignoramos una parte muy importante de lo que sabemos.

Este fenómeno es el que realmente está en el trasfondo de muchas actividades formativas a las que asistimos. Me explico:

Es cierto que hay un tipo de formación que está dirigida a mostrarnos cosas nuevas, ya sean conocimientos, habilidades, tecnología, metodología, en fin, cosas que realmente no sabemos y que alguien nos transfiere a través de un canal determinado, que puede ser un libro, un vídeo, un artículo, un post o, como suele ser habitual, en un curso presencial.

Pero no toda la formación sirve para inocular algo de fuera a dentro sino que hay otro tipo de formación que satisface y es útil porque desvela cosas que ya sabemos, delata aspectos que conocemos y nos corrobora en muchas de las ideas a las que ya hemos llegado y que reconocemos en aquel momento. La dirección de esta formación es de dentro a fuera, como sucede con algunas películas en las que sin necesidad de identificarnos con los protagonistas, no podemos evitar pensar en nuestra vida a partir de lo que acontece en la pantalla.

Aunque suele estar en mente de todos la primera tipología, muchas acciones de formación, como por ejemplo aquella que trata sobre valores, liderazgo, trabajo en equipo, reuniones etc., no nos suelen contar nada que no sepamos sino que su valor reside en ponerle nombre, categorizar y ordenar este saber explicitando lo que hasta entonces posiblemente se desenvolvía en la nebulosa de lo tácito. Es como si su finalidad fuera también abrir la mente pero esta vez para instalar cajones debidamente señalizados en los que ordenar el conocimiento existente y, de este modo, saber siempre donde encontrarlo y poder acceder a él cuando se crea necesario.

Este detalle diferencial entre los dos tipos de formación y que suele mantenerse en las sombras que proyecta el brillo de lo que es nuevo y desconocido, no debiera pasar desapercibido para los docentes ya que, por decirlo fácil, dar a conocer algo nuevo no debe ser tratado de la misma manera que conceptualizar y categorizar lo que ya es conocido y esta diferencia ha de reflejarse en el diseño de la acción formativa, en su evaluación e inevitablemente en el papel que profesor y alumno deben tomar en ella.


12 comentarios:

  1. Excelente Manel, el maravilloso mundo entre lo explícito y lo tácito. Nonaka y Takeuchi han escrito sobre ello y tienen un modelo de la espiral de la transferencia de las cuatro opciones
    Alberto

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Alberto!, conozco un articulo de estos autores en la Harvard Business Review, de hace unos cuantos años, sí. Imprescindible, cierto!:-)

      Eliminar
  2. Cajones debidamente señalizados y a ser posible sistematizados, para que permitan relacionar los distintos contenidos, porque hay que ver todo lo que acumulamos… Es cierto, ese viaje por dentro es muy necesario de vez en cuando, incluso para abrir algunos cajones que ya estaban ahí y que escondían algunas perlas que tan solo piden ser contextualizadas.

    El tipo de formación/aprendizaje que se establece en estos procesos es de alto valor pero, sin duda, exige esa parte del camino previa que hay que recorrer individualmente. Da mucho juego esto de los cajones Manel :-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí que es necesario, es un trabajo de orden que permite además transformar el conocimiento re-etiquetándolo y otorgándole funcionalidad. Creo que se trata de un tipo de formación muy agradable y de la que se obtiene un alto grado de satisfacción cuando está bien realizada.

      Quizás los “cajones” no sea el mejor referente ya que, lo que metes en un cajón no lo puedes meter en otro, es más exacta la idea de las etiquetas en el sentido en que podemos vincular un conocimiento a diferentes categorías, cosas que teníamos ubicadas en un entorno podemos verlas emerger en otro que no sospechábamos. Pero encuentro sugerente la idea del cajón y de ver el conocimiento como esa ropa que doblamos cuidadosamente y guardamos debidamente clasificada para contar con ella y encontrarla cuando la necesitamos…en fin, ya me entiendes :-)

      Eliminar
  3. Woody Allen dice que varias de sus películas nacen de viejas ideas que un buen día dejó escrita o esbozada y metida en un cajón... Eso sí, él dice que de sistematizar nada. O no lo menciona, deja pensar que es un desorden de papeles en que bucear y bucear.

    Aunque entiendo que la inspiración de la formación de dentro hacia fuera es platónica, ¿no? Hasta mencionas las sombras!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué bueno! No lo sabía…al menos sabe que las tiene en aquel cajón donde las dejó un buen día ;-)

      Sí, puede tener algo de platónica cuando se da el caso de que es el alumno quien, a partir de unos inputs, se monta sus propios cajones…tipo ikea ;-) También está la opción de depositar los cajones para que él vaya ordenando en cada uno de ellos experiencias, conceptos, etc.
      Pues sí que daba juego eso de los cajones… :) Un abrazo, Goio.

      Eliminar
  4. Gracias Manel, me encanta porque hace unos meses asistí a una formación, que en gran medida se trataba de descubrir mis propios cajones, de ver lo que tenían dentro y de darme cuenta de muchas cosas que sabia, a partir de las cuales había tomado decisiones muy importantes en mi vida...y ahora puedo darles nombres, identificarlas y reutilizarlas ¡es maravilloso!
    Saludos y feliz semana!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a tí Ángela, "Abrir cajones y baules olvidados en nuestra trastienda mental" también es una buena metáfora :-)

      Eliminar
  5. Siempre he sido un tanto caótica en mi día a día. Eso me ha hecho ir generando mis propios pequeños trucos para evitar perder los pequeños y valiosos tesoros que se esconden en los pequeños momentos de lo cotidiano, envuelta en ese delicioso desorden que adoro, en el que siempre cabe la sorpresa.
    Uno de ellos es, de vez en cuando, dar vuelta a los cajones. Literalmente. Desparramo todo el contenido por toda la habitación y me entretengo en contemplar cada objeto y recuperar imágenes, personas, gestos, sensaciones, ratos, ... Cada uno de ellos se prolonga antes de volver al mismo u otro lugar y son muchas las veces en las que me sorprende la luna rodeada de aquello que es, de nuevo, con la misma intensidad con la que fue, entonces.

    Leyéndote me doy cuenta de que, realmente, no cerramos del todo los cajones. Dejamos una pequeña rendija para que entre la luz necesaria para iluminar aquello que precisa ser recuperado en un determinado momento. Algunas veces es una luz tenue que alguien porta con pausa y en silencio y otras es un fogonazo que nos ciega por un momento para dejarnos ver, después, cuando los ojos se vuelven a acostumbrar a mirar.

    Y algunos, además, tenemos la fortuna de poder acercarnos a personas que portan esa llave mágica que los abre todos, de par en par.

    Mila esker, Manel!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tal cual Marta, la fortuna es Fortuna cuando este "acercarnos" nos beneficia a todos con la "compañía" de estos comentarios. Un abrazo fuerte!

      Eliminar
  6. "Ignoramos una parte muy importante de lo que sabemos" dices. ¿Será por la manera en la que lo aprendimos? Me sirve tu post tanto por reflexionar sobre este proceso de dentro a fuera en el cual no me había parado como para pensar sobre la forma de enseñar lo nuevo para que la información se transforme en conocimientos. O aún mejor, en enseñar a aprender. Porque creo que muchas ideas por no decir todas están ya disponibles en formato analógico o digital pero existe una carencia en competencias de aprendizaje que explica esta "ignorancia" que comentas. Gracias por este post.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este es otro tema muy interesante, Nathalie, la necesidad de profundizar en esta “competencia para aprender” e ir más allá incorporando la capacidad para manejarse en los mecanismos que existen actualmente para compartir conocimiento y que están al alcance de la mayoría de la población. Quizás también sería interesante analizar la importancia que tiene la “ilusión por aprender” en ese aparente desaprovechamiento de mecanismos que son sencillos y cada vez más conocidos… Un placer tenerte por aquí, gracias a ti!

      Eliminar