Desde hace un tiempo tengo la sensación de que la vida, o al menos la mía, no sigue una línea recta sino que transcurre trazando un gran círculo y que, mientras avanzo, voy reencontrándome con elementos que creía haber dejado atrás, hace ya mucho tiempo.
Y de este modo, cuando creí haberme desviado y alejado triste y definitivamente de mis primeras inquietudes académicas, vuelven a aparecer ante mí las perfumadas briznas de antiguas hierbas y avanzo hacia una redefinición de mis actuaciones en la que veo fundirse toda una trayectoria profesional con aquellas bases de las que partí. Tal cual como si todo siguiera un plan del que, hasta ahora, no he sido consciente.
Del mismo modo, mis pasos me llevan sorprendentemente a disfrutar de escenarios de antaño en los que aceras, calles, puertas, acentos, palabras, sabores y compañeros de mi niñez se unen de manera natural, como las aguas en un delta, a actuaciones, perspectivas, motivos, risas y personas que forman parte de mi discurrir adulto.
A esa sensación de circularidad se añade la creciente admiración que siento por mis hijos como si de la mano de su honestidad, tenacidad y generosidad pudiera reencontrarme incluso en aquellos momentos que lamento haber vivido y en los que ahora tan sólo identifico fragmentos que contribuyen de manera determinante y decidida a completar ese fabuloso círculo.
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La fotografía la he encontrado aquí.
Inspiradora la entrada, como siempre. La curva que genera la unión de los puntos de mi vida se parece más a la loxodrómica . La hélice esférica, contenida en el mundo y al que las vueltas de la vida va situando en distintos planos, volviendo siempre a sobrevolar aquellos hitos que nos dan forma y sentido.
ResponderEliminarInteresante forma de verte. Lo que me llama la atención del círculo es que, en el espacio, principio y final se den cita en el mismo punto y que, de no morir la línea ahí, realmente se esté sobreescribiendo, dando una capa más, a la propia historia.
EliminarComo siempre inspirador, sí.
ResponderEliminarEn cuanto a la curva de la mía, me parece que más bien es una cinta de moebius , en ocasiones, cuando me parece estar regresando al mismo lugar... resulta que no, que es otro.
Todo conceptos circulares, pero distintos ;)
Inquietante y realmente estimulante vivir describiendo círculos sólo aparentemente imposibles, si :)
EliminarA mi me parece como una espiral, aunque a veces están tan juntas las espiras que parece que fuese un círculo, pero nunca es igual ....
ResponderEliminarDesde que mi hija nació he tenido la sensación de que ella es la que me enseña a mi, incluso cuando era un bebé ....
Preciosa entrada
Los hijos no dejan de ser círculos en la genética, de alguna manera debemos intuirlo...
Eliminar"¿Será que la vida transcurre como un círculo en el cual uno va oyendo más nítidamente las voces de aquellos que están en su inicio a medida que se va acercando al momento de cerrarlo?"
ResponderEliminarRecuerdo como si fuera ayer una conversación en torno al poder del deseo que disfruté en esta casa. Con tu respuesta me llegó también la invitación a profundizar en una estimulante reflexión en la que ya me sentía sumergida.
Leo esta entrada y me maravillo al reconocer el círculo en tu manera de diseñar las reflexiones. Imagino la curva que has trazado para cerrar esta figura y plantear una nueva conversación.
En mi caso, creo que se trata más bien de una fuerza que me empuja a la interacción con las gentes, los sonidos, los olores, las emociones, las convicciones, los sueños, los ideales, ... que quedaron atrás en el tiempo. Una fuerza que me mueve a recordar quién he sido y quién quería llegar a ser.
Una fuerza que me emociona al reconocer todo aquello en la persona que soy.
Una fuerza, al fin, que me mantiene unida fielmente a unos valores y principios que me acompañan, ayer y hoy, en el camino que decido recorrer.
Algo muy valioso lo que nos planteas aquí, Manel: "sentar las madres" de la vida propia y de la propia vida.
Preciosa la expresión de la gente canaria, por cierto.
Oso besarkada handia!!
No me acordaba de este comentario y ahora, al releerlo siento no haberlo utilizado en el post. Gracias por traerlo e integrarlo en este comentario, Marta.
EliminarSoy testigo de esta fuerza de la que hablas y de la intensidad de tu mirada y, la verdad, tengo mis dudas de su origen. De hecho no sé si se eleva de la tierra hacia ti o si se desprende de las plantas de tus pies imprimiéndole a la Tierra uno de esos pequeños empujes que deben contribuir a su rotación.
Sentar las madres de la vida propia y de la propia vida,…este es un buen lazo con el que envolver esa idea…
Esa sensación de creciente admiración por los hijos no tiene precio :))
ResponderEliminarYo también me identifico con la descripción de Judith. Incluso cuando creo llegar al lugar en el que pensaba que algún círculo se cerraría, hay otro iniciándose. Es este delicioso discurrir adulto de continuo redescubrimiento…
Inesperadamente mis hijos me devuelven a mi mismo en aquellos aspectos que creía perdidos, es una sensación que tiene la fuerza de una certeza, una vivencia extraordinaria que no imaginaba y que no he buscado, un punto a partir del cual me doy cuenta que me reescribo.
EliminarTu sensación (vuestras sensaciones) me llevan al "spiral-up process" de Hiroshi Tasaka, con la extraordinaria derivada del círculo genético.
ResponderEliminarCreo que escribiré sobre ello... ;-)
Ingenieros... ;)
EliminarJa, ja, ja... Está en nuestra naturaleza... :-)
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