Hubo un tiempo en el que el interés de un proyecto venía muy determinado por las cifras a las que se elevaba su presupuesto. A partir de aquí, que se desprendiese de una idea innovadora sumaba créditos, pero los beneficios [económicos] que prometiera era, sin lugar a dudas, la guinda que alegraba de verdad y el principal resorte que le hacía caminar a uno ufano y erguido, con la cabeza alta y los dedos tamborileando a la altura del pecho.
Era un mundo de mercados y de mercaderes, de clientes y proveedores zigzagueando entre tarifas y presupuestos, costes, beneficios, compras y ventas. En aquel tiempo joven y como si de una cacería se tratase, cobrarse una buena pieza con la que alimentar a la tribu durante un tiempo le daba a uno como un no sé qué de poder y de respetabilidad, de estar donde se debía de estar, aprovechando las oportunidades y sacando tajada de aquello que se cocía en el mundo.
Con los años, algunos llegamos a la conclusión de que las cosas no son así y se llega a separar la necesidad del interés e incluso ambas cualidades de algunas de sus posibles combinaciones, como aquello que es interesante porque atiende a una necesidad o de aquellas necesidades que encadenan y subyugan al interés y por las que tantas personas pueden llegar a invertir toda una vida.
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Las imágenes las he encontrado aquí.
El interés de un proyecto no radica en su presupuesto ni siquiera en el tema que aborda, su carácter innovador o su complejidad tecnológica. El interés de un proyecto se halla realmente en el propósito que lo inspira, en los valores en los que se apoya y en la calidad personal de quien lo impulsa, aspectos éstos que suelen ir relacionados.
Al final, ya se trate de un plan director, de un sistema de comunicación, de un plan de carrera, de moderar una comunidad, de impartir una sesión de formación o de lo que sea que uno haga, lo que de verdad hace que el proyecto valga la pena es el valor que genera en términos de bienestar y crecimiento para las personas, que vaya más allá de lo funcional, útil o ganancial y sirva en definitiva para darle un empujoncito al planeta contribuyendo de este modo a que la Tierra siga girando calma sobre su eje.
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