lunes, 19 de julio de 2021

Conectar

LA IMPORTANCIA DE CONECTAR


Fomentar, facilitar y contribuir de manera activa a establecer interacciones y relaciones de intercambio determina, de manera decisiva, la capacidad de la persona, de los equipos, de la organización o de una comunidad para hacer frente a las dificultades del entorno y a los retos de futuro que se le plantean.

De ahí que conectar entidades, organizaciones, equipos o personas, esté en la agenda de muchas organizaciones públicas, ya sea porque se desprende de su misión y determina la actividad que se lleva a cabo o porque quieren integrarlo como un valor a impulsar en la propia organización, por ser básico para establecer relaciones de colaboración o para transferir conocimiento, dos de los grandes pilares sobre los que se asienta el desarrollo organizativo.

Pero la necesidad de conectar pasa a ser uno de estos conceptos de moda con pocas posibilidades de transitar del discurso a la realidad si no se tiene la convicción de que la conectividad esta en la base de nuestra organización cerebral tanto en el plano obvio de las neuronas como en el no tan obvio de los mecanismos exocerebrales que nos vinculan al sistema simbólico cultural del cual todos y todas dependemos hasta para la más mínima de las actividades de nuestra compleja vida mental.

La conectividad no es condición suficiente pero es del todo necesaria para nuestra condición humana, algo que, como insinuaba antes, no es del todo obvio debido a la importancia que tiene el individualismo para nuestro sistema neoliberal que insiste en hacernos creer sujetos autónomos e independientes. 

De ahí la importancia de detenerse y apartarse momentáneamente de los discursos postindustriales y pseudopragmáticos al uso, para generar esta convicción básica sobre nuestra manera de ser y de hacer, absolutamente necesaria para tolerar la frustración y hacer oídos sordos a los continuos cantos de sirena que persiguen crear una fantasía de la individualidad e invisibilizar la inexorable necesidad de la comunidad. 

 

CONECTARSE POR CONECTARSE

 

Intermitentemente, aparece el impulso de conectar departamentos, equipos y personas, las más de las veces relacionado con una motivación de lujo, por ser ajena a las urgencias que suelen absorber la atención y monopolizar el tiempo importante de la organización, estas motivaciones suelen relacionarse con la necesidad de crear equipo, de gestionar el conocimiento o, simplemente, con el mantenimiento periódico de la mecánica productiva engrasando las relaciones entre las piezas del engranaje.

Esta necesidad de conexión también puede aparecer súbita e intuitivamente, sin estar relacionada con un objetivo concreto y entonces se organizan aperitivos al final de la jornada laboral, almuerzos o reuniones que no responden a una necesidad concreta de coordinación ni de toma de decisiones y que suelen tener una existencia efímera por agotarse pronto o por ser poco útiles, coyunturales y carentes de más sentido que el que tuvieron en aquel momento dado.

Sea como sea, cuando se trata de catalizar la conexión entre personas o equipos sin que esta responda a la presión de dar respuesta a un reto concreto del entorno, suele traducirse en la programación superficial de una serie de actividades bienintencionadas que suelen perecer por autocombustión y dar al traste con el propósito de ampliar o fortalecer la red de relaciones que las generó.

DOS ASPECTOS BÁSICOS 


Cuando se trata de potenciar la conectividad en la organización o en el equipo es importante considerar dos aspectos básicos:

1.- La posibilidad de que personas o equipos conecten, aumenta con el conocimiento que tienen de quienes son, qué valores les mueven, qué hacen y cuáles son los rasgos que caracterizan su actividad. Esta es la razón por la que es importante aprovechar cualquier oportunidad, momento y canal para visibilizar todos los posibles nodos de la red dando a conocer quien es quien y quien hace qué, sólo de este modo es posible generar el interés de conectar con alguien.

2.- Para conectar con alguien hay que desear hacerlo y, para ello, es necesario que pueda intuirse la posibilidad de que se establezca una sintonía entre las personas que haga posible la relación. Esta suele ser la razón por la que se organizan comidas, cenas o salidas en grupo, para que desde la informalidad se revele la esencia de cada cual y se generen aquellas químicas que son la base de la confianza. 

Sin desmerecer los posibles beneficios de estas iniciativas ni la bondad de las intenciones, estas prácticas suelen ser costosas por requerir de tiempo personal sin que se pueda asegurar la situación ni el clima necesario que desactive los prejuicios, suspicacias o recelos que ya puedan existir y, como ya se ha dicho, suelen tener poco recorrido por considerarse poco útiles o carentes de sentido práctico.

Cuesta encontrar un modo de facilitar la conectividad cuando no existe un motivo concreto que la justifique, no obstante pueden llevarse a cabo otras acciones, muy efectivas y que van dirigidas a eliminar aquellas barreras que entorpecen o impiden la conexión,  como por ejemplo los juicios de valor que descalifican a una persona o a un equipo frente a otros.

La descalificación o la crítica no tiene otro propósito que el de generar animadversión, alejar y, por lo tanto, desconectar a quien se critica de aquella persona con la que se comparte el juicio de valor descalificativo. Es, por lo tanto, devastadora a efectos de salud relacional y una de las prácticas a eliminar tajantemente del repertorio de acciones personales y colectivas.

Reconocer a las personas y a los equipos, prescribir y subrayar sus habilidades, logros o talentos evitando las críticas y desvaloraciones personales es una de las acciones más poderosas, con menor coste y al alcance de cualquiera que pueden llevarse a cabo para favorecer las conectividad, así de sencillo.

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Y hablando de conectar, este post es paralelo en el tiempo al publicado por Javier Zanón en su recomendable blog The Quotidan Cook, con quien he pasado unos días en su casa en Bolonia [Cádiz].

Las imágenes corresponden a diferentes fragmentos de una obra de Norman Rockwell [Chain of gossip]

 

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