domingo, 20 de septiembre de 2009

En torno a la Administración 2.0…

Mi intención, en este post, es contribuir al debate abierto por Genís Roca alrededor de las posibles dificultades y soluciones para impulsar un proyecto 2.0 en la Administración.

La verdad es que no me apetece hurgar en las dificultades consabidas por tod@s y que ya quedan magníficamente descritas en blogs como el de Los sueños de la razón y Amb lletra de pal, así como en el debate abierto a este efecto en Facebook.

Como
consultor/fontanero [en palabras de Sennett] lo mío es buscar soluciones para desvelar territorios nuevos… y mi enfoque ha de ser, antes que nada, posibilista [que no necesariamente optimista…]

He decidido, pues, exponer una serie de ideas en puntos, independientemente de que sean singulares o derivadas unas de otras por aquello de facilitar la lectura y reflejar el hilo de mi reflexión.

> Con sus diferencias, impulsar proyectos 2.0 en la Administración no encierra más dificultad que en otro de tipo de corporaciones y entidades no públicas enraizadas en culturas clásicas de gestión. Abordar el tema desde su complejidad es establecer, de entrada, barreras cognitivas importantes.

> Dospuntocerizar la Administración me trae aires de cuando se hablaba de Modernizarla. Realmente nunca hemos tenido una “Administración Moderna” aunque, a lo largo de los años, muchas administraciones se han modernizado…[en mayor o menor medida…]

> De lo anterior se desprende que, a la hora de impulsar proyectos 2.0, quizás deberíamos dejar de pensar en clave de Administración para hacerlo en clave de “administraciones”.
Desde este punto de vista hay administraciones que están dando muestra de su capacidad para impulsar proyectos desde una perspectiva 2.0. Tomemos como ejemplo el ayuntamiento de Copons o la labor que en este sentido están realizando algunas bibliotecas municipales.

> Del mismo modo, en lo que respecta a las grandes administraciones, quizás deberíamos dejar de hablar de organizaciones para referirnos a unidades organizativas. Así pues hay servicios, departamentos etc, que están impulsando proyectos internos y abriendo escenarios de conversación, relación, debate y construcción de los que emana un agradable aroma dospuntocero.

> En todos los casos el tamaño importa, el universo 2.0 cobra sentido por los diferentes individuos que lo conforman, así pues no deberíamos abordarlo a nivel “del todo” sino en el de “sus partes”. No tanto intentar envolver como el de provocar pequeñas explosiones desde dentro.

> Hay que inocular el dospuntocerismo en la organización aprovechando proyectos que no amenacen frontal y abiertamente el establishment. La táctica debe consistir en subvertir en silencio [que no atacar] los modelos aristogramáticos habituales, impulsando escenarios paralelos de conversación vinculados a proyectos muy cortos y con un impacto claro.

> Para finalizar, me pregunto sobre la importancia que se le da actualmente al 2.0 en aquellos institutos y escuelas de negocio de renombre que han asumido como propia la formación de nuestros directivos públicos. Mucho me temo que, de momento, sólo se vea reducida a la explicación y/o utilización sucinta de algunas herramientas. Es evidente que, en este contexto, ha de adquirir una relevancia tal que la sitúe como indiscutible eje transversal de los diferentes módulos y contenidos formativos.


miércoles, 9 de septiembre de 2009

Eso no es un valle de lágrimas

¿Acaso no sería ideal que en los espacios de trabajo las personas se sintieran como en casa?

Quizás si el tránsito entre el propio hogar y la oficina no fuera como el tránsito entre mi casa y la casa de otro no se consultaría tanto el reloj para, literalmente, huir al final de la jornada. En este supuesto ideal, simplemente las personas se trasladarían como si de una habitación a otra se tratara…

Quizás algun@s no dejarían cosas tan importantes como la motivación en el maletero del coche o en la puerta de la entrada y no sentirían la urgencia por pasar a recogerla al salir del trabajo.

¿Qué valor aporta el insistir en diferenciar dos espacios a todas luces distintos? ¿No se tendría que insistir continuamente en disminuir estas diferencias?

Quizás deberíamos favorecer, en la medida de lo posible, que cada persona organizase su puesto de trabajo de aquella manera en la que se sintiera más cómod@ para desarrollarlo…

¿Qué mueve a decidir, por ejemplo, La organización del mobiliario de una oficina en la que va a trabajar otra persona? ¿Desconfiamos de que realmente se ajuste a criterios de calidad de servicio o de convivencia con las otras personas? Si es así, ¿cómo pretendemos que se nos crea cuando decimos que confiamos en nuestros equipos cuando se desconfía en algo tan básico como la disposición del propio puesto de trabajo? ¿No sería más…natural…unificar unos criterios, no sé, pongamos de visibilidad, atención, convivencia y, a partir de aquí, que cada un@ se lo monte como más le guste? ¿Qué puede pasar? ¿Que se vean espacios distintos? Pero, ¿no nos llenamos la boca con valores como la atención a la diversidad o aspectos tan relevantes para la riqueza del trabajo en equipo como lo son preservar las individualidades de las personas que lo conforman?

¿Cómo pueden ser creíbles conceptos tan gastados como el de empowerment en una organización que desconfía de los criterios higiénicos de las personas que la habitan? Quizás porque no estamos como en casa…

Otro aspecto sería el referente a las palabras utilizadas en la práctica diaria del management. Sin entrar en el tema de que la mayoría de ellas han sido desprovistas de su fluido vital y están absolutamente vacías por el exceso de ataques vampíricos que han recibido, cada vez que me mencionan la palabra comunicación, por ejemplo, no puedo dejar de pensar en aquello de vertical ascendente, vertical descendente, lateral, en diagonal, en el tema del emisor-receptor, canal, feedback y toda la pesca. Si una cosa me pareció especialmente potente cuando descubrí el
manifiesto Cluetrain fue la palabra conversación. En general, la fuerza de este documento reside en que suena realmente a humano. En casa ¿nos comunicamos o conversamos?

¿Por qué si lo natural [que es lo que le sale a un@ de dentro, así, espontáneamente] funciona, hemos de hacerlo difícil?

¿Cómo sería nuestra labor directiva si, en las organizaciones, las personas se sintieran realmente como en casa?
_________________________________________________________________
La fotografía está tomada de IDEO. Un trabajador no sabía donde dejar su bicicleta y decidió colgarla del techo. Esperó a ver qué pasaba y, como nadie dijo nada, otros trabajadores hicieron los mismo…su director general [Tom Kelley] considera que se trata de eso, de que se pida perdón, no permiso...

martes, 1 de septiembre de 2009

La caducidad del maestro considerada como una de las bellas artes…

En mis inicios musicales corregí una vez a mi maestro en una serie armónica. Al instante me sobrecogí de haberlo hecho pues creí haber herido su vanidad. Pero él, contrariamente a lo que esperaba, sonrió dándome inmediatamente la razón y me dijo: “La finalidad de todo maestro es dejar de serlo algún día para su alumno”. Este día, puse en todas mis libretas de solfeo: “clases recibidas por el profesor…y su nombre”. Estoy sumamente orgulloso de este profesor, para mí mi mejor maestro.

Desde siempre me han incomodado las referencias continuadas a tal o cual autor o autora para reafirmar una idea propia. Esto de ir con el libro de turno como si de la Biblia se tratara y recitar oportunamente alguno de sus fragmentos, utilizándolos como versículos para dotar de fortaleza a ciertas ideas, siempre me ha parecido de una pobreza persuasiva lamentable.

Aunque me informo, les respeto e incluso me puede interesar lo que dicen, soy contrario a seguir la estela de ningún gurú. No tengo ninguna duda sobre la caducidad de cualquier marco explicativo además, para mí, las escuelas de pensamiento destilan cierta vanidad que exige la convergencia y eso, como bien sabemos tod@s, sólo lleva a la repetición, cauteriza la innovación y conduce a la mediocridad.

De alguna manera, las experiencias acaban una vez han sido explicadas y transformadas en conocimiento y su gran utilidad estriba en que sirvan para hacer algo distinto, más global, mejor…eso es lo propio.

Hay incluso quien se sirve de este tipo de conocimiento para transformarlo en producto y rentabilizarlo… ¿De qué sirve rentabilizar el conocimiento? ¿Para ganar lo mismo haciendo menos? ¿Es esto ético? Quizás desde una óptica industrial sí pero no para la artesana. ¿Porqué alguien iba a pagar por algo que ha caducado y sólo le conduce, como he dicho antes, a la repetición, la convergencia y a la mediocridad? El conocimiento no es que sea gratis, simplemente no tiene precio

No soy un teórico, me muevo en la aplicación. Mi finalidad es el producto [servicio] que estoy elaborando, no los marcos teóricos que utilizo ni las referencias que me inspiran. Estas tan sólo son válidas en la medida en que sirven a lo que he soñado, a lo que deseo que salga de mis manos. Para mí el método es tan solo una herramienta a mi disposición…yo soy el artesano.

¿Qué de qué vivo? Primero de contener la demanda. Alerta, porque contener no es tan solo recoger o escuchar la demanda formulada por el cliente. Contener va mucho más allá, va de descargar al cliente de este problema y cargártelo tú. Y, a continuación, vivo de echar mano de todos aquellos referentes disponibles [experiencias, lecturas, gurús, conversaciones, lo que haya…], y reelaborarlos para que se ajusten como un guante al quicio de la organización. Este es mi trabajo y de esto vivo.
___________________________________________________________________________________
Este post lo escribo inflamado del de Julen Iturbe: La artesanía huye del gran mercado y se inspira en el debate abierto en torno a la declaración artesana.