viernes, 22 de octubre de 2010

Apuntes sobre comunicación interna…

Estaba leyendo un artículo sobre comunicación interna que lleva por título “la comunicación interna como método para hacer equipo”. Dice cosas como que “la intranet, las reuniones periódicas entre los jefes de departamentos o las publicaciones corporativas sirven para mejorar los flujos de información y eso es importante si la empresa busca mayor productividad, etc.” Realmente no parece decir ninguna tontería, comenta todo aquello de la comunicación descendente y de lo sana que es la comunicación ascendente. Sospechas que hay pocas ideas o se le ve muy poca incidencia en eso de la productividad a la comunicación horizontal y, al cabo de un rato, te hueles a que el/la periodista ha hecho un concienzudo resumen de algún manual de uso corriente escrito a principios del siglo pasado [o quizás del anterior]. El conjunto, al poco rato resulta, como siempre que se suele hablar de comunicación, tedioso.

Curioso el efecto que se consigue todavía hoy en día, en medio de la fiebre de medios y plataformas para generar dialogo y colaboración, de mostrar la comunicación como algo ajeno, aburrido y extraño para lo que, seguramente, se debería estudiar mucho pero no por mucho tiempo, no vayamos a dejar de hacer cosas realmente importantes.

No es mi intención acometer contra nada de lo que dice el artículo ni sobre su supuesta utilidad, visto que, con la cantidad de años que se va diciendo lo mismo, su aplicación es penosa a juzgar por los lamentos de empresarios, directivos y trabajadores. Además, yo mismo estoy comprometido recientemente con un proyecto de comunicación interna para un Sector del Ayuntamiento de Barcelona, un proyecto comedido e impulsado por un equipo dinámico que no ha perdido de vista lo más importante, es decir, la dimensión humana de la comunicación. Y es ahí, sobre este aspecto, donde he garabateado cuatro notas mal escritas encima del artículo que utilizo como un lienzo para este post:

> Las personas se comunican por sí solas, tanto si nos gusta como si no. Y lo hacen espontáneamente aunque no dispongamos de un almacén de zanahorias para premiarlas. Quizás no vaya todo como quisiéramos en cuanto a quién se comunica y para qué lo hace, pero las personas tienen claro por qué lo hacen, por qué lo necesitan y que les es útil. Es muy pero que muy importante tenerlo en cuenta así como considerar y aprovechar a los grupos y redes que ya existen.

> Suponer que la información que se transmite normalmente en la organización es de interés para todos por el mero hecho de compartir un mismo techo es mucho suponer, ya que normalmente adopta un carácter hipnótico, con efectos claramente barbitúricos, instalando al personal en un coma de apatía amiquecoñomeimporta sin remedio. Muchos de los temas denominados “corporativos” no cuentan con ningún “cuerpo” entre sus filas. La comunicación interna ha de abarcar la complejidad de las personas e incluir en su planteamiento el off-topic. Abrir escenarios y canales donde puedan manifestarse intereses de las propias personas no es tan sólo una forma de hacer el día a día más amable sino también una manera de reflejar la dimensión humana de la organización y, por lo tanto, de su mensaje.

> Al hilo del comentario anterior, la pregunta crucial que deberíamos responder, antes de lanzarnos a la elaboración de complejas intranets o de concienzudos boletines informativos, es Cómo hacer interesante la empresa al trabajador, y para responder a esta pregunta dejaría de lado los profundos estudios psicológicos rescatados en vanguardistas valles californianos y me fijaría detenidamente así como escucharía a mi interlocutor. La falta de orientación a los propios equipos y personas y la incorporación vicaria de las herramientas de comunicación es todavía una constante en muchas organizaciones y una de las razones de los estados de estupor que ocasionan actualmente.

> Seguramente, tal y como dice el artículo, las reuniones entre directivos, mandos, etc. son buenas para hacer equipo pero, aunque se intuye que “eso” del equipo ha de estar bien y debe de suponer mejoras para todos, muchos “equipos” no aciertan a ver el fundamento de serlo, se ven más como individuos agrupados y traducen esta percepción en reuniones artificiales e innecesarias en el pensamiento de todos menos de quien las organiza. Visibilizar el porqué la necesidad [sobre todo de cada persona] de comunicarse como equipo es principal para establecer un sistema de reuniones. Hacer lo contrario es empezar la casa por el tejado.

> La comunicación interna ha de tener un lugar en la estructura, un espacio propio y con recursos para ser seguida, valorada y mejorada. Mientras siga dependiendo de habilidades desdibujadas y de estilos particulares de los directivos o mandos intermedios estará en tierra de todos que es como decir en tierra de nadie.

> Que por ignorar las habilidades y la capacidad de las personas que colaboran en una organización se suponga incompetencia por parte de estas es una de las peores necedades que nos han dejado los modelos de management responsables del pastel que tenemos en la actualidad. Integrar a todos los rincones de la organización y ceder el liderazgo en la implementación de algunas herramientas [blogs, etc.] a aquellas personas que realmente saben y quieren hacerlo, independientemente del lugar que ocupe en la estructura, no tan sólo es inteligente sino que, además, es necesario si estamos realmente decididos a que esto de la comunicación interna funcione.

domingo, 17 de octubre de 2010

Encuentros…

El título podría ser el de una película de ciencia ficción cuyo argumento girara en torno a contactos con organismos extraterrestres de los cuales se sospeche, sin lugar a dudas, mucha más evolución y desarrollo, no tanto por la tecnología que exhiben como por la comprensión y actitud sencilla ante la vida y ante aquellos seres vivos en los que ésta se manifiesta.

De hecho, estos encuentros pueden darse en una tercera fase o en otros lugares tanto o más válidos como pueden serlo la cumbre del Puig de Bassegoda, lugar desde el que se me brindó recientemente la oportunidad de mirar cara a cara a la Tierra, henchirme de ella y experimentar esta alegría de vivir serena que nos tiene reservada la Vida desde el día en que nacemos para cada día que vivimos y que algunos negligimos, más o menos conscientemente, la mayor parte de nuestros días.

Hasta allí me llevaron Teia y Jordi en una ascensión no exenta de emociones y en la que se trenzaron multitud de temas en una conversación que se mantuvo constante a lo largo de toda la jornada y donde se trataron recuerdos de infancia y de juventud, amores y desamores, se habló de arqueología, de formación de directivos, de literatura, de brujas, ungüentos y chiringuitos, de carrera profesional horizontal, de madres e hijos, de espadas y samuráis, de sistemas de evaluación y de sistemas de reconocimiento, conscientes de que cada tema, lejos de estar inconexo, pertenecía a una misma malla subyacente en la relación y que emergía porque se daban las condiciones adecuadas para ello…como dicen que ocurre con las setas…

Mientras observaba el vuelo de un águila que sobrevolaba nuestra posición y de la que llegamos a sospechar ser una emisaria y una señal del propio Zeus, no pude dejar de experimentar una forma muy especial de emoción rayana con el éxtasis y que reconocí como la fuente y origen de toda espiritualidad. Y como si levantando mi propia sombra la llegase a cruzar, me noté vivo y profundamente agradecido con Teia y Jordi, eché de menos a los míos, me sentí afortunado por mi trabajo y, en suma, me alegré de tener lo que realmente tengo, la vida en mis manos.





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En la foto superior, Jordi Güell describiendo la inmensidad que se abría a nuestro alrededor en la cumbre del Bassegoda.

En esta foto, la vía ferrata para acceder a la cumbre.


domingo, 10 de octubre de 2010

Nuevos modelos para tiempos nuevos

No hace mucho, tomándome un café con una clienta con quien estoy colaborando y con la que hace ya tiempo que nos conocemos, me hizo el siguiente comentario: Creo que tengo un poco descuidada mi formación directiva, debería formarme pero no se me ocurre en qué… Le sugerí que se plantease primero qué tipo de directiva creía que debía ser, que huyese de cualquier formación estándar y que diseñase su propio itinerario formativo a partir de contrastar sus proyectos y de observar y participar en conversaciones que girasen en torno a intereses o problemáticas comunes. Vaya, picar de aquí y de allí…continuamente…

Estoy convencido de que existe una sobre[in]formación en materia de management que hace totalmente innecesario [y una auténtica tomadura de pelo] que tanto mis colegas como yo continuemos insistiendo en seguir desarrollando más discurso sobre un tema que ha demostrado, además, hacer aguas y no aportar resultados a la vida real de las organizaciones.

Como dice Dan Pink, el management no es una ciencia, tan sólo se trata de otro invento como también lo fue, en su tiempo, el paraguas [aunque la comparación no sea del todo adecuada ya que este último ha demostrado claramente ser infinitamente más útil] y como tal sirve a unas necesidades en un momento dado.

Puede que se requiera de un management nuevo para este nuevo orden que la crisis del modelo convencional ha tenido a bien otorgarnos. Puede que siempre se haya necesitado de uno nuevo para cada nuevo momento, y de lo que se precise realmente sea de mecanismos que aporten agilidad para adaptarse a un cambio impredecible y que, como ya sucedió cuando se hablaba de liderazgo, dé lugar a un management que algunos llamarían situacional.

Un cambio para el que los modelos rancios y centrípetos que se suelen usar en consultoría y desarrollo directivo no aportan solución. Echo de menos, en mi oficio una reflexión en este sentido y un replanteamiento que vaya más allá de las metodologías y de las técnicas y que, sobre todo, cuestione el mismo rol del consultor.

Comentábamos hace poco con Miquel que cuanto más aparte nos mantengamos de la idea que surge en un grupo más fuerza cobra ésta y con ello más probabilidades de que se traduzca en una actuación real. Esta constatación debería generar alguna duda en nuestra práctica común pero, como también diría Moliní, uno de los principales hándicaps del consultor es también uno de sus más preciados recursos, su propio ego.

Pero si he de ser fiel a lo que sé y aplicar aquello en lo que creo, más que de sesudos discursos o de sabios consejos de gurús, mi aprendizaje se desprende de mi propia casuística, de mi trabajo, en resumen, de mi día a día y es junto a mis clientes y en colaboración con ellos donde obtengo el material sobre el que reflexiono y a partir del cual destilo este conocimiento que me convierte en el consultor que soy y en el que algunos depositan confianza y recursos.

Yo aprendo haciendo, contrastando y conversando, añadiendo, en cada intento, algún nuevo ingrediente del que antes no disponía o sugerencias que, más que en cursos, surgen en conversaciones con personas con las que coincido ya sea cocinando, ya sea saboreando los mismos platos. Además, nunca antes como ahora, disfruto y me siento tan cómodo dudando y planteándome qué nueva fisura plantea la última conclusión a la que he llegado.

Si esto es válido para mí ¿por qué actúo como si no fuera válido para quien colaboro? ¿Cómo hacer de este aspecto el principal valor que aporte en el desarrollo de mi trabajo?

En un reciente post hablaba de la interconsultoría como un mecanismo donde reside potencialmente no ya la solución de problemas puntuales sino la verdadera oportunidad de innovar en materia de gestión. Pepe Roldan e Iñaki Ortiz comentaban que la interconsultoría no surgirá por generación espontánea, que hay que impulsar dinámicas que la propicien y hay que crear contextos en los que ese modelo pueda "crecer y multiplicarse".

Quizás estas sean las claves de un nuevo modelo de consultoría en la que el consultor: 1- se aparte, 2- controle y mantenga a ralla a su ego y 3- se convierta no tanto en un gestor como en un potenciador de comunidades, en un Community Enhancer, para quien le gusten ciertas formas de hablar…
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La única reflexión profundamente crítica e incisiva que conozco y de la que he gozado sobre el rol del consultor y sus efectos la realizó Josep Miquel Rodríguez en el taller de la red de consultoría artesana que se realizo en Girona en junio de este año. La presentación, excelente y a todas luces artesana, la podéis encontrar aquí.

Este artículo es también una respuesta a Eugenio Molini el cual me pedía aclaraciones a mi post anterior desde su retiro en Lord.

La foto es mía. Corresponde a mi última intervención en el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales y me gusta especialmente por no ser yo el centro de la atención y tener a los participantes ahí, volcando y contrastando su propio conocimiento.

domingo, 3 de octubre de 2010

Tercera valoración trimestral [julio-septiembre’10]

Pues creía yo que poca cosa tendría que añadir a la pasada valoración, más que nada por estar el verano por medio y entrar todo en esa calma chicha deliciosa, pero no por ello menos idiotizante, en la que suele caer la gran mayoría del personal desde mediados de julio hasta bien entrado septiembre.

Incluso un servidor, pecando contra la propia religión, se ha permitido desconectar totalmente hasta el límite de la más absoluta amnesia respecto a mis sagradas obligaciones que, después de todo y visto lo visto, no deben ser tan sagradas, al menos hasta el punto en que yo pueda darme cuenta, por no haber pasado absolutamente nada a mi alrededor del tipo de los cataclismos por los que suelo sentirme habitualmente amenazado.

Y como por suerte de algún tipo de encantamiento parece como si la tierra hubiera ralentizado al máximo su movimiento rotatorio y, por una vez sin agobios, me hubiera podido dar un garbeo por los intersticios de mi manera de ver las cosas comprobando tranquila y sosegadamente los altos niveles de neuroticismo a los que he sido capaz de llegar en los dos últimos años. Así que, consciente de haberme perdido algo bueno por el camino pero sin ningún tipo de angustia por no saber realmente qué es, me he propuesto afrontar mi futuro inmediato con respiración tranquila y pausada y bajar un poco el tempo sin llegar por ello al adagio, pero sí mantenerme en un paso tranquilo pero vivaz que me permita disfrutar de la presteza en la resolución de mis asuntos sin, por ello, perderme detalle de ese mundo que, diosa! como me encanta! y en el que tan bien me encuentro.

Total, que sigo con mis proyectos trabajando con una calidad de la que me siento bastante satisfecho y esto, como bien sabe quien me conoce, ya es mucho y diferente de lo habitual.

Hay algo que quiero recoger en esta valoración y es que creo que estoy cerrando una transición que empezó hace poco más de un año y medio y que, como he comentado alguna vez, está generando una nueva percepción sobre cuál ha de ser el valor que como consultor he de aportar a aquellos con los que colaboro en el nuevo orden organizativo en el que nos estamos instalando y no me refiero tan sólo a las metodologías que utilizo sino más bien a lo que vendría a ser la finalidad a la que se dirigen.

Si está cambiando nuestra perspectiva sobre todo aquello que tenía que ver con el management y con el desarrollo organizativo, me estoy preguntando de qué manera he de virar en un papel que hasta ahora tenía muy claro. Es evidente que en este tiempo he dejado de lado cierto tipo de proyectos que eran para mí habituales hace dos años y que me estoy acercando a algo totalmente novedoso que, de momento, sólo intuyo y que se deja ver en el tono de algunos de los últimos post.

Pero no todo han sido divagaciones en este trimestre. Sorprendentemente [o no, dado el momento del año] se han activado proyectos que creía totalmente apagados y que me están generando trabajo como para tenerme entretenido lo que queda del año a este tempo de andante al que me he referido.

En resumen, que no me puedo quejar.