miércoles, 18 de agosto de 2010

Descansar

Supongo que de las diferentes acepciones de la palabra “descansar”, a la que quiero hacer referencia en este post es a la de: cesar en el trabajo para reparar fuerzas. Y, mientras tanto, me pregunto yo que a qué "fuerzas" se referirá y si, mientras se reparan estas “fuerzas” no perderé, por una extraña ley de la compensación, “otras” como quien pierde para un tiempo ignoto la conexión que tenía a la wifi por aquello de darle un respiro al ordenador y apagarlo…

Tranquilos, que no voy a entrar en la vapuleada reflexión sobre la conveniencia o no de desconectar para no estropear fantasías, poner a prueba frágiles equilibrios ni estresar a nadie, que ya me pasó aquello de sembrar vientos y recoger tempestades y no me apetece nada que me manteen otra vez ;-)

Y dicho esto, se me ocurre pensar en cómo nos hemos vuelto y lo que nos hemos apartado de las concepciones religiosas dominantes de antaño, porque cuando nos predicaban que Dios descansó al séptimo día, en realidad lo que parece que hizo fue dejar de dar palo al agua hasta la fecha, de ahí que todo esté como lo tenemos, hecho unos zorros. Nada parecido a lo nuestro, donde nuestros períodos de descanso son, como quien dice, entre creación y creación, una ínfima parte del global de nuestro tiempo. Pero quizás se deba, ahora que lo pienso, a que los tiempos divinos se dimensionan de forma distinta, como los tiempos de aquellos que realmente fueron hechos a la imagen y semejanza de nuestras divinidades, pongamos por ejemplo los reyes y algunos altos cargos…y no tan altos…

Pero volviendo al tema, me pregunto si estos días en que, disciplinadamente, me he cogido unos días de descanso, pues eso…si realmente estoy descansando, y he llegado a las siguientes conclusiones que podrían ser traducidas a concluestiones ya que, con la tontería estival, todavía tengo menos cosas claras. Así pues, para mí:
  • Hay una clara relación entre el descanso y los temas pendientes. A más temas pendientes menos intensidad de descanso, lo cual puede empeorar si, además, estos compromisos están fuera de tiempo o al límite del timming comprometido. Afortunadamente este no es mi caso ahora, pero podría…
  • Existe alguna conexión entre la intensidad del descanso y la cantidad de trabajo que le espere a uno a la vuelta, al final viene a ser como dormir con un reloj [de los de antes] en el estomago, tic-tac-tic-tac. A este cuadro de ansiedad difusa le llamo el Síndrome del Capitán Garfio. No me trago que nadie descanse realmente en este estado…y este sí que es mi caso.
  • Los puntos anteriores me llevan irremediablemente a pensar en la posible relación que existe entre la solvencia económica, digamos a medio plazo, y el descanso. Y es que, relajar la vista mirando al horizonte cuando no está nada claro este tema sólo lo pueden hacer los auténticos profesionales, los resignados o los más absolutos negligentes. ¿Es el descanso de los asalariados distinto del de los que no lo son?
  • Se descansa muchísimo mejor cuando alguien por encima de ti asume todo lo dicho anteriormente y te da permiso para descansar. De no ser así puede suceder que el descansar pase a ser lo que un ex socio y sin embargo amigo le llamaría La Penúltima Idea, siempre susceptible de ser cambiada por otra una vez se nos ha ocurrido. ¿Se puede realmente descansar estando uno en beta?
  • Como pasa con la felicidad, el descanso es altamente sensible a la autoconsciencia de estar descansando. Cuando uno cae en la cuenta, así de repente, y se sorprende, por lo anormal de la situación, de que está descansando, de alguna manera libera anticuerpos contra este estado tan extraño al habitual al que tenemos acostumbrado el cuerpo. Vaya, que mejor lo dejo aquí…;-)
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Ah, el de la foto es un servidor, ¡hoy mismo! mientras le daba vueltas a este post…descansando que estaba…;-)

lunes, 9 de agosto de 2010

Escribir… ¿Para qué? ¿Para quién?


Ahora que, sumergido en este paréntesis estival, recapacito sobre algunas cosas fuera de lo común, pienso en los objetivos sobre los cuales se proyecta un blog y como éste va ganando en iniciativa y autonomía para acabar decidiendo sobre su propia forma a medida que se va desarrollando.

Aunque me consta que hay personas que afirman lo contrario, no creo que nadie escriba porque sí, esto es, sin que busque en un momento u otro ser leído y me cuesta comprender algunas manifestaciones como “yo escribo para mí y lo cuelgo en Internet aunque me da igual si se lee o no, porque escribo para mí…” porque mis modestas entendederas no llegan a que alguien se tome las molestias de hacer públicos sus escritos sin intención de que estos sean, pues eso, públicos.

Una cosa es ser accesible a todo el mundo y otra cosa muy distinta es escribir para todo el mundo. Nos guste o no escogemos conscientemente el vocabulario o los temas a sabiendas que los entienden o pueden resultar interesantes a determinados colectivos más o menos amplios. De hecho, para algunos, quizás sea más fácil saber para quién no se escribe que, a fin de cuentas, viene a ser lo mismo.

Sea como fuere, cuando una persona, aunque sea en la oscuridad más cerrada, se pone a hablar siempre tiende a imaginarse a alguien que le escucha. Y a este alguien es inevitable incluso ponerle una cara…

Cuando me planteé este blog, al menos en mi caso, lo que buscaba era compartir con colegas o con otros profesionales con los que normalmente trabajo (mis clientes) ideas entorno a mi actividad profesional. Mi intención era mantener un contacto que no requiriese de mi presencia física continua y que girase entorno a mi manera de entender el oficio o a aspectos que desarrollo en su ejercicio.

Quizás haya alguien que vea también algún objetivo comercial aunque todos sabemos que, este tipo de consultoría se transmite a partir de la prescripción de personas con las que ya se ha colaborado y a partir de resultados obtenidos. De todas maneras, y para ser sincero, sí que he intentado fortalecer las relaciones de confianza pronunciándome ante determinados temas, mostrando mis inseguridades e incluso charlando sobre temas no profesionales [off-topics]. Me parece un buen método y no veo nada de malo en ello, más bien todo lo contrario.

Pero al menos en algunos casos creo que, llegado el momento, los blogs pueden llegar a usurpan el lugar de sus autor@s [tal cual le pasó a Conan Doyle con Sherlock Holmes] y les someten en función de intereses propios e insospechados. Con el tiempo algo empieza a palpitar con autonomía, cobra súbitamente vida y, de la misma forma que pasa con el sistema que utilizamos para etiquetar, cualquier diseño o planteamiento se ve sepultado o, como mínimo, teñido de un no sé qué orgánico que le confiere una personalidad propia al blog. Y así como Frankenstein cobraba vida a través de una descarga eléctrica, en los blogs surte el mismo efecto el feedback que reciben de aquell@s que los siguen.

La conversación es el determinante del rumbo que puede adoptar un blog. Y al margen de lo que se diga, de que si la conversación y el debate, de que si no sirven de nada y hay que desconfiar de los comentarios que no aportan discusión o complementan el post, etc., es la presencia del otro lo que le confiere algún sentido a esto de escribir… vaya, que hasta el náufrago espera una respuesta después de enviar su mensaje en una botella ;-)

Mucho se ha escrito ya sobre esto de los comentarios [creo que Amalio tiene algunos posts magníficos dedicados a esto] y todavía oigo en boca de algunos colegas eso de que se están tomando muy en serio eliminar la posibilidad de comentar. Suelen alegar algo relacionado con la calidad o profundidad de las aportaciones. Yo… ¿qué queréis que os diga? a mí me da vida que se comente en el blog y me encantan los comentarios agradables, cariñosos, que complementan o se suman a lo que se expone y me aburre enormemente el juego de las argumentaciones y contra argumentaciones así como me irrita sobremanera que a discrepar se le llame conversar, no sé, hay como algo de políticamente snob en todo eso…

Y además hay aquello de que, a este colectivo que obsequia con su atención y/o respuestas, de alguna manera siempre se puede sumar la presencia de aquella persona desconocida que, así de repente, se deja aterrizar por aquí y que, quién sabe qué efecto tendrá sobre el futuro de este blog y en el qué y para quién escriba…

domingo, 1 de agosto de 2010

La “Església del Mar”

Desde que Ildefonso Falcones escribiera una novela en torno a la Iglesia de Santa María del Mar, escucho a menudo referirse a este edificio [¡incluso a guías turísticos!] como “La Catedral de Mar”. Lo cual no puedo evitar que me saque de mis casillas, quizás por aquello de que no soporto que se haya de teñir con grandilocuencias algo que por su sencillez ya es sublime.

La “Església" de Sta. María del Mar es para mí un exponente del gótico por su extraordinaria sencillez, contenida en una grandiosidad preñada de toda la fascinación que uno pueda exhalar cuando se encuentra en su interior.

También es un referente de este carácter [cada vez más oculto] de la gente de Barcelona capaz de imponerse al margen de sus gobernantes. Una Iglesia hecha por el pueblo y para el pueblo donde uno todavía puede no pagar para acceder, hacer fotos e incluso paseársela en bicicleta, tal y como lo vi hacer a una turista china. Una muestra más del tipo de turismo al que nos exponen “para bien de todos” las incalificables políticas municipales.

Mi relación con Santa María del Mar se puede definir como íntima y se remonta a cuando la utilizaba como sala de lectura en mis inicios laborales. Era joven, tenía poco dinero, ganas de leer y la magnitud de este templo, sus columnas y sus llaves de bóveda contuvieron toda mi impetuosidad y mi fantasía. Por ese tiempo también recuerdo una noche que se interpretaba el Canto de la Sibila, nos hicieron acceder por una puerta pequeña, uno a uno; el interior tan sólo estaba iluminado con velas y unas figuras encapuchadas aguardaban entre las columnas para susurrarte al oído: el fin del mundo está cerca

Últimamente, observando mi manera de hacer y de tomarme la vida, me ha dado por pensar que si sigo respirando como lo hago: rápido, arrítmica y superficialmente o, incluso, conteniendo el aire como para no influir y estropearlo todo, entonces consumiré mi tiempo demasiado pronto y me perderé algo importante. Pero si alguna vez consigo respirar pausada, acompasadamente y con profundidad quizás pueda vivir toda una vida. Y no sé, me ha dado por pensar en Santa María del Mar, y unas ganas enormes de volver a sentarme en su nave e iniciarme, de verdad, en esta serenidad que tanto necesito…
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La foto es reciente, aprovechando la calidad que le da a la piedra una tarde gris y lluviosa.