No hace mucho escribí un post donde se planteaba la duda como un proceso doloroso. Ahora que vuelvo sobre el tema no lo desmiento y me doy perfecta cuenta de que es así y de que éste quizás sea uno más de los posibles motivos por el que “dudar” esté tan mal visto en este orden social tan orientado al placer, cueste lo que cueste, aunque el precio sea el de sumirnos en la oscuridad.
La duda siempre ha sido la gran Cenicienta y ha sufrido el maltrato de un sistema excesivamente obsesionado con saber siempre el porqué y estar siempre tan seguro de cualquier cosa. A la vez que, este mismo sistema, se viste y engalana enarbolando una capacidad de dudar que se ha de suponer ante tanto aprendizaje de los unos con los otros mediante el diálogo y la conversación, porque, no nos engañemos, para que pueda penetrar una idea ajena en nuestro propio discurso, hemos de macerar éste sumergiéndolo en una suave duda que le permita impregnarse de aquellas aportaciones que lo puedan enriquecer.
Pero aún así, aunque la duda se relacione con el conocimiento, el no dudar está íntimamente vinculado en nuestro inconsciente con la seguridad, con la fuerza y con el dominio de la situación lo cual, en conjunto, lo hace terriblemente más sexy... alimentando, por poco que se piense, la oscura sospecha de que los viejos fantasmas de nuestros albores primates no se encuentran tan lejos en el tiempo como queremos creer.
No obstante, dudar suele ser un índice de inteligencia, de un proceso cognitivo que se sospecha entre el estímulo y la respuesta, una señal inequívoca de que hay vida ahí adentro, de que hay alguien escarbando entre los archivos de nuestros estantes internos buscando el rastro de una prueba, de una alternativa mejor.
Dudar es elevar a la categoría de dilema una determinada situación, algo más profundo e inteligente que al problema al que algunos lo intentan reducir todo. No hay posibilidad de errar en el dilema ya que no hay respuestas acertadas, con lo que, en consecuencia, no hay cabida para el héroe… debe ser ahí donde radica el núcleo del tema y la tensión incómoda que produce la duda [persisten de manera insistente los efluvios ancestrales…]
Injustamente, a menudo se relaciona la duda con la indecisión y, a pesar de que frecuentemente se toman muchísimas decisiones con no pocas dudas, se suele asociar a esta con la parálisis, evocando atávicos recuerdos relacionados con la supervivencia o con la pérdida de oportunidades. Olvidamos que la extrema seguridad delata, las más de las veces, una profunda ignorancia y que suele estar muy relacionada con la inflexibilidad, con el fanatismo y con lo que es más gracioso, con su antagonista, es decir, con el miedo y la paranoia. Será por eso, por garantizar de manera imparcial e implacable la toma de una decisión, que la justicia lleva los ojos tapados… mejor no saber, si quieres estar tranquilo…
Dudar es una cualidad propia de este beta permanente que ha de caracterizar cualquier idea, cualquier producto, cualquier conclusión a la que se llegue, aunque sólo sea por considerar que algo puede haber cambiado lo suficiente como para que cualquier acierto haya podido dejar de serlo.
Estando como estamos en plena época del “co” [cocrear, corresponsabilizar, compartir, conversar, etc.] es un fantástico momento para dejar de darnos lecciones, aparcar “incómodas” y dudosas seguridades y reivindicar la oportunidad de co-dudar, aprendiendo realmente de nosotros mismos a partir de lo que sugieran aquellos interrogantes que desarrollemos juntos.
--
Manel, además de la magnífica reflexión sobre la duda que enlazas al principio de este post, se me han activado las conexiones mentales hacia lo que habías escrito sobre la confianza en cuyos comentarios surgió este tema de la duda. Y en el que Feyman nos aportó su visión al respecto ;)
ResponderEliminarPoco más puedo decir sin repetirme con respecto a las conversaciones que llevamos en los últimos post, en esta casa y en la mía y sobre las cuales (sobre todo tu último comentario allí) intento coger perspectiva para enfocar la reflexión y atar cabos.
Yo asocio dudar con cuestionar los supuestos. Y para no perderme en el proceso procuro, de forma sistemática, alejarme para reorganizar y corregir, de ser el caso, el enfoque. Porque si algo no debe se debe olvidar, sobre todo en estos tiempos, es el concepto de utilidad (una de las lecciones mejor aprendidas aquí) tanto en cada una de las partes del proceso como en el establecimiento de objetivos. Y es que la duda también necesita enfoque metodológico (algo en lo que eres realmente bueno) y en el proceso de co-dudar, la confianza es un factor imprescindible.
A veces tengo la sensación de que entre todos vamos dibujando manteles como aquel que habías hecho Asier y tú que tanto me había gustado :)
Una abraçada!
@Isabel. Aquella reflexión sobre la duda a la que te refieres, partía de una duda sincera, terrible y propia. Esta reflexión y la conversación que generó han dejado un rastro que persiste también para mí. Suscribo el hecho de que dudar #comodiosmanda también requiere de una “profesionalidad” ;) si se pretende que sirva para algo.
ResponderEliminarTienes muchísima razón en referirte a la confianza para el co-dudar y me hace pensar de nuevo en cómo afectará este factor a la realidad de lo que sucede en este mundo en red donde las relaciones son tan sólidas [o lábiles] como la creciente individualidad de los “nodos” decida en función de variable imprevisibles… si es difícil co-dudar, ¿hasta qué punto se “comparte” realmente?
Lo bueno de estos manteles es que uno no se da cuenta de que los ha dibujado hasta que llega al final de la conversación…no hay propósito en elaborarlos, es el resultado de la intensidad de la relación, de la alineación en la conversación, de la proximidad en lo que se dice, de la calidez del contacto y del profundo respeto por la intimidad del otro.
Sinceramente creo que cada vez que se dibuja un mantel debe ser una experiencia única e irrepetible y que, sólo planteándose así podrá darse la posibilidad de que ocurra otra vez. Tal es el carácter mágico que tiene.
Hay algo triste y es el carácter de ensoñación que tiene dibujar manteles, como si el tiempo, implacable, debilitara las ocasiones, diluyera estas relaciones y relegara el recuerdo de estos momentos al limbo de lo que tal vez ocurrió o tal vez no…
En fin, aprovechemos el momento y continuemos dibujando mientras todavía estemos a tiempo :)
Un abrazo,
Manel, diré una obviedad de las mías... pero ya sabes, esto es como en todo: en su justa medida.
ResponderEliminarAlgunos necesitan dudar más (por su ignorante rotundidad), y otros dudar menos (por comerse demasiado el tarro).
En función de dónde esté el sesgo, será justo o injusto ver a la duda como algo positivo o negativo.
Creo que, en efecto, la duda es un síntoma de inteligencia, pero también de exceso de complejidad, y de parálisis.
También tenemos incrédulos crónicos, escépticos, y que precisamente por eso nunca construyen nada.
Es bueno dudar pero a partir de un punto conviene decir basta, y decidirse. Así que dudar/decidir no son verbos sustitutivos, sino complementarios. Es así como lo veo, pero entiendo que pongas el acento en una de las partes que menos se entiende.
Codudemos, codudemos....Es como una transversal esto de la seguridad, vulnerabilidad... Creo sinceramente que es de los contenidos y actitudes que más me une a ti.
ResponderEliminarEn el aspecto más externo coge diferentes formas en tu ser y en el mio. Es difícil detectar fallas en tu discurso, lo unes todo, lo integras, el punto más alejado cobra valor clave en lo que toca aqui y ahora. Tu parte más "blandita" dónde te permites cuestionarte esta por escrito.
Yo las dudas las dejo en silencio. A veces en mitad de una formación, de una conferencia, de un proceso de acompañamiento, puntos suspensivos en un post, ... "No sé" y como "no sé" pues a veces corro a ocultarlo pero otra cojo un poco más de aire y luego otro poco más y a veces, solo a veces, pienso porque o para que no sé. ¿Diciendo que me he quedado en blanco? Igual me da alguna idea de lo que me esta ocurriendo a mi y a otras personas. Y puedo utilizarlo para seguir profundizando. Sería algo así como utilizar la duda. Me gusto en aquella busqueda de frases ingeniosas sobre creatividad esta que atribuían a Oscar Wilde “La ansiedad es insoportable. Sólo espero que dure siempre”
Un coabrazo enorme
Un apunte excelente! Sin ningún género de (co)dudas, ésta es la única (co)certeza que tendremos siempre. ;-)
ResponderEliminar@Amalio. Es cierto, Amalio, todos los extremos suelen ser perniciosos. Coincidimos en que dudar y decidirse no son substitutivos sino que son complementarios. A eso me refiero en el post cuando digo que “…a pesar de que frecuentemente se toman muchísimas decisiones con no pocas dudas, se suele asociar a esta con la parálisis,...” [Confieso que al principio me he liado con tu comentario ya que decías que “la duda es síntoma de parálisis”. Ya que suele ser al revés, la parálisis suele ser un resultado de la duda, y no necesariamente la una lleva a la otra]
ResponderEliminarRealmente no quiero tan sólo poner el acento en una parte sino que “reivindico” la duda [alerta, no la no decisión, ni la no actuación, sino la duda] como una condición indispensable para facilitar la posibilidad de comprender la complejidad de los que nos rodea y es por eso que sugiero “co-dudar” como una manera más de “co-aprender” e incluso de “co-crear”. También quiero subrayar la importancia de poner el acento en la importancia de mantener el beta en cualquier cosa lo cual no significa pararse sino tomar decisiones o apostar y trabajar en aspectos sabiendo y contemplando la posibilidad de cambiar [o saber que veremos las cosas de manera distinta] a medida que vayamos teniendo nueva información.
Omnia exeunt in mysterium que decían los antiguos que viene a significar si no voy errado que el saber humano, una vez rastreado hasta sus fuentes se desvanece en el desconocimiento así que, aun estando seguros…vaya Vd a saber….:D
Muchísima gracias por pasarte por aquí y animar esto.
Un abrazo.
@Asier. No hace mucho, tomando un café con un colaborador, le dije, así, de pasada, que tenía dudas respecto a cómo estaba enfocando [yo] el proyecto y se me quedó mirando como si fuera imposible, me dijo que jamás se le hubiera pasado por la cabeza que yo tuviera alguna duda…no se lo dije pero pensé que, realmente, siempre dudo de todo. Otra cosa es que uno esté muy seguro con sus propias dudas! :-D Al final lo que se transmite es una feromona que le dice al otro lo estable que puede mantenerse un servidor incluso con sus propias dudas, que a fin de cuentas es lo que realmente le importa al prójimo.
ResponderEliminarMe gusta muchísimo esto que dices de “utilizar la duda” … a mi me encantan estas conversaciones con paseo y cena que hemos tenido porque me siento muy acogido en tu manera de dudar y me permito afirmar sin ansiedades… y es que hay formas de dudar que denotan a personas muy seguras e imprimen seguridad.
Un abrazo enorme!
@Anna, No será porque no nos hemos entretenido poniendo dudas sobre una mesa intentando ver si, encajando los interrogantes, montamos alguna respuesta que tenga sentido!
ResponderEliminarGracias por estos apuntes con tu ingenio, una alegría! :D
siempre he pensado que sin dudar no hay ni inteligencia ni método cinetífico ni racionalidad. La duda metódica está en la base de nuestro pensamiento racional, es cosa de Descartes y su edificio teórico (actualmente despreciado por cuadriculado en sus resultados, pero de importancia capital en el desarrollo de la racionalidad occidental). Codudar? Dudar entre todos de que nos presenten una realidad y que esta se ajuste a la verdad? Más que necesario parece imprescindible. Me pregunto si el viejo René diría algo así como 'pensamos luego existimos'. Supongo que sí, claro.
ResponderEliminar@Goio. Fantástica aportación y muy propio de ti este comentario, la duda como una hebra del tapiz con el que se presenta la pureza del método científico. Tal cual!
ResponderEliminarRespecto al amigo René quizás hubiera dicho “Dudamos juntos, luego [Co]existimos” ;)
Dudo tanto de los que dudan mucho como de los que no dudan nada. La duda debería provocarnos la meditación, la reflexión, el afianzamiento. Me gusta la duda como estímulo de la acción.
ResponderEliminarLa parálisis también puede ser (no digo que siempre lo sea) acción [la no-acción]
Enhorabuena por hacernos pensar y sembrar dudas. Leyéndote co-dudamos juntos
@Juanjo Caba, Cierto que, no pocas veces, ante la duda es mejor no actuar y frenar los impulsos. Como tu dices. No deja de ser una decisión.
ResponderEliminarMuchas gracias y un abrazo!