viernes, 14 de septiembre de 2012

Autocrítica, honestidad y liderazgo

Capacidades como la autoconsciencia, la autocrítica y, en muchos casos, la empatía, tienen una curiosa característica en común y es que cualquier persona está convencida de poseerlas ya que, en la propia naturaleza de estas cualidades, anida la imposibilidad de darse cuenta cuando están bloqueadas o, sencillamente, no se tienen.

El autoconocimiento, esto es, la capacidad para dibujar el propio mapa interior localizando aquellos valores, inercias, criterios, pulsiones y resortes que determinan la interpretación y vivencia de todo aquello que acontece en la persona, está íntimamente relacionado con la capacidad de escucha y silencio que pueda guardar esta misma persona ante la marea de pensamientos, sensaciones y emociones que la invaden y que contribuyen, de manera decisiva, a ofrecerle la que será su singular interpretación de la realidad.

El convencimiento al que llegan, no pocas personas, de creerse “tal cual quieren llegar a ser” o “desean ser vistos”, es el principal hándicap que impide desplegar la actitud fundamental que se requiere para autoconocerse. Una de las causas principales de esta actitud la debemos hoy en día a la relevancia y derroteros que ha tomado el concepto de marca personal y a la peligrosa posibilidad, tristemente demostrada, de que algunas personas muten y no lleguen a distinguirse de la propia máscara que se han creado.

La autocrítica puede considerarse como una de las consecuencias naturales del conocerse a uno mismo y es una capacidad claramente orientada a la mejora personal, es decir, a afinar aquellas cuerdas o engrasar aquellos mecanismos personales que permitan acercarse al ideal de persona que se desea ser.

No voy a entrar en aquella supuesta autocrítica que se realiza al margen de cualquier autoconocimiento, en sus consecuencias ni en las obscuras finalidades que la motivan porque no contribuyen al objeto de este post, pero sí que es importante tener en cuenta que plantearse una mejora supone creer en la certeza de que se puede ir más allá y de que es esta convicción la que permite aspirar y suspirar por algo distinto de lo que ya se es y se hace. Es francamente difícil para aquella persona empecinada en demostrar que “está de vuelta de todo”, poder zafarse de los límites de su supuesta experiencia y aspirar a ser algo distinto de lo que se esfuerza en reivindicar.

Para cerrar este apartado conceptual, conviene recordar que la autocrítica es uno de los principales indicadores externos de la cantidad y calidad del autoconocimiento, un indicador nada fácil de detectar ya que suele estar enmascarado por los moldes de personalidad que “se llevan” en un momento determinado. Por ejemplo, en esa época nuestra que quiere caracterizarse por la COlaboración y por el COmpartir en red es posible disfrazar el autoDESconocimiento por una curiosidad insaciable y este aprendizaje continuado tan de moda. En resumen, no es extraño que muchas personas se exhiban en un estado de continua plasticidad y liquidez investigadora mientras ignoran los verdaderos resortes que condicionan su ansiedad. Y hasta aquí la contextualización de los conceptos.

Una de las teorías más consensuadas sobre el origen en los humanos de esta capacidad para la autoconsciencia y para la autocrítica se fundamenta, al igual que la empatía, en las extraordinarias ventajas que aporta a la sociabilización en general y a la calidad de las relaciones y de los resultados obtenidos por un equipo de personas en pro de un objetivo común, en particular. Yendo al grano y centrándonos en los equipos de trabajo, a nadie se le escapa que estas capacidades son la base a partir de la cual se pueden desarrollar otras competencias que son clave para los grupos de trabajo [y muchas para la vida en general] como por ejemplo: la flexibilidad, la comunicación, el autodesarrollo, el trabajo en equipo o el liderazgo.

En el caso del liderazgo y atendiendo a la importancia que, para llevarlo a cabo, tiene el comprender las inquietudes, deseos, motivaciones y todo aquello que en las personas incide de manera determinante en la calidad del trabajo en equipo, es sumamente importante que el líder reserve parte de su tiempo para auscultar y tomarle el pulso a sus principales motivaciones, anhelos, ambiciones, temores y frustraciones para, de este modo, conocer el auténtico origen de aquellas valoraciones y de las decisiones que toma sobre su equipo y sobre cada una de las personas que lo componen.

No es insólito encontrar juicios y dictámenes que, vestidos con los hábitos de la experiencia, de la voluntad de educar o de la equidad respecto a los demás miembros del equipo ocultan entre sus pliegues el duende de la soberbia, del resentimiento, de la envidia, del miedo o de los posibles celos que los originan. Una posible ética del liderazgo debería exigir honestidad por parte del líder a la hora de incluir su propia respiración en el total de oxígeno que consume su propio equipo.

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En la ilustración, Fugint de la crítica [Pere Borrell, 1874].


15 comentarios:

  1. Además de creerse "tal cual quiere llegar a ser" o "deseado ser visto", pienso que otra actitud que impide autoconocerse es el "yo soy así". Actitud bastante extendida (también en los ámbitos directivos), en los que se asume que después de haberse autoanalizado a FONDO, se llega a la conclusión de que son imposibles las alternativas o cambios.
    Lo más curioso de este absurdo es que en la mayoría de las ocasiones esta actitud se comunica con una actitud, mezcla de orgullo y soberbia. (Sé que me he confundido, pero era imposible evitarlo así que, te jodes").

    El post me parece una joya.

    Gracias, Manel!!

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    1. Es cierto, el “yo soy así” es la expresión máxima de la actitud centrípeta mediante la que se deposita la responsabilidad de la adaptación y del cambio en los otros, una verdadera joya del individualismo y del “que te den” que alguna personas disfrazan de solidez, seguridad y carácter.

      Me has hecho pensar en aquello que se suele decir de que las “personas no cambian”, yo creo que sí, que pueden hacerlo. Quizás no cambie el núcleo más íntimo de sus fundamentos pero sí que pueden cambiar la manera en cómo se traducen en actuaciones. Hay personas que valoran el sentirse orgullosas de sí mismas y corrigen valores, creencias, ideas y/o actos que no contribuyen a este fin.

      Muchas gracias a tí, Paulino, un abrazo.

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  2. Impresionante. Y certero, con esa capacidad de aplicar el bisturí que decía Paulino recientemente. De los de dejar de cabecera, junto con el de impaciencia, para no olvidar la necesidad de mantener el nivel de auto revisión, ante todo propia pero también hacia los demás, que no se debe perder cuando se está al frente de un proyecto. Las dificultades circunstanciales o de contexto que pueden dificultar la labor no deben ser excusa para rebajar el nivel de exigencia.

    Y al hilo de esta clase magistral, parece importante llevar ese nivel de honestidad hasta sus últimas consecuencias en el sentido de averiguar si pudiera ser que determinados mecanismos se activaran a modo de alertas sobre lo que pueden ser contextos y situaciones que necesitan una evolución en los planteamientos de base o incluso un punto final. Siempre es bueno recordar, como decías hace un tiempo que ante determinados grados de toxicidad, lo mejor es no hacerse preguntas y buscar la forma de terminarlas.

    Mantener ese nivel de exigencia de mejora no es fácil pero sin duda el resultado, por duro que resulte el proceso, siempre merecerá la pena. Cierto, una joya este post, siempre es bueno que nos recuerden que la perfección es un buen referente. O que a veces hay que pasar página para dejar espacio a la propia respiración. Un abrazo.

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    1. Coincido en que la toxicidad no conduce a nada que no sea terminar con ella antes de que ella termine contigo o con algo tuyo.

      Quizás la perfección sea un buen referente para algunas personas aunque, personalmente, no soy de los partidarios en marcarse los imposibles como ideales, pero sí que defiendo que, sin necesidad de llegar a algo determinado uno debe mejorar su forma de hacer simplemente por aquello de que la muerte le debería coger a uno aprendiendo a ser mejor.

      Respecto a lo que dices al final coincido en que una cosa es la autocrítica y otra el atarse un cilicio al cerebro para mortificarse continuamente con el fin de expiar, siguiendo la metáfora, aquellos pensamientos y deseos impuros. Cada uno es muy libre, en su vida, de liberarse de cualquier corsé que dificulte su respiración, ahora bien, añadiría que si esta persona se supone que está desempeñando un rol de líder y su respiración impide la excelencia de sus funciones en la relación con su equipo debiera cuestionarse su papel en este equipo o manifestarlo para que sea el equipo quien pueda cuestionarse su papel con ese líder. Sí, ya sé que no suele hacerse, pero sería lo realmente honesto.

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  3. Desde mi perspectiva, para conocerse a uno mismo hay que observarse, sin juzgar ni criticar, observar lo que haces, lo que dices y lo que piensas, tiene su complejidad, pero como siempre estamos con nosotros mismos, el objeto de observación está a mano ....
    No estoy segura de que uno pueda hacer todo esto de manera objetiva sin ninguna guia, pero ....
    Respecto a los líderes, me gusta esa idea que comentaste en alguna ocasión, se puede liderar una cosa y no otra, una especie de "baile" de liderazgos cambiantes .... eso ayudaría a mantener los dichosos "egos" a raya ....

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    1. Sí, yo también creo que es importante la ayuda en estos procesos, al menos en aquellas personas cuyas manifestaciones [acciones, emociones…palabras] tienen un impacto importante en proyectos que afectan a otros. De hecho creo que de una forma seria se ha de realizar con una ayuda "experta", no me parece a mí que la tradicional búsqueda de feedback en los amigos sea lo más justo, ni para el proceso, ni para los amigos. Tampoco creo que esta ayuda "experta" deba de enmarcarse en un sector determinado, de hecho no desarrollé este aspecto en el post por no dar a entender que esto era materia de un tipo de profesional determinado. Entiendo que esta ayuda puede darse desde diferentes perspectivas aunque, eso sí, entre “autoanalista” y “escuchante” ha de existir siempre un acuerdo en que la relación se basa y sólo tiene por objeto guiar el autoanálisis y señalar aquellas posibles desviaciones.

      El liderazgo distribuido en función de las capacidades de las personas del equipo es muy interesante y el más enriquecedor para el equipo y para las personas pero ya sabes que es muy difícil llevarlo a la práctica, no tanto por la posibilidad que tienen las organizaciones o la comprensión por parte de sus directivos, sino por lo insufrible que es para muchos compartir con los otros el centro de la atención de los demás.

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  4. Me ha parecido un post de gran riqueza intelectual, Manel. Me ha gustado especialmente ese uso del concepto de la liquidez de Bauman sobre el aprendizaje continuado que permite la web, que puede impedir centrar la mirada y convertir una herramienta de conocimiento en una pesadilla constrictora y engañosa en la que además te puedes creer el rey del mundo. Da ciertamente qué pensar... antes de volver a conectarse, ;-)

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    1. Muchísimas gracias Goio, me halaga tu valoración, por lo que te sigo te considero como alguien muy exigente en lo que a riqueza intelectual se refiere. Es complejo todo este fenómeno sobre el supuesto aprendizaje que se da realmente en la red al que se suma la publicidad que algunos se afanan en hacer de él, ya sea para promoverlo ya sea para contribuir a su propia “marca personal”. Me imagino que, como en todo, hay de todo pero parece flotar como una constante esa curiosidad ansiosa que se extiende por todas partes sin profundizar en nada y que se retroalimenta a sí misma por su rápida caducidad. No sé hasta qué punto, en muchos casos, se puede hablar de aprendizaje cuando no hay cristalización… Sí,…da que pensar…;-)

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  5. Siempre he sido capaz de escuchar esa marea interior de pensamientos, sentimientos y emociones. La he oído incluso gritarme, a veces y, aun así, me he visto a mí misma, lo digo con cierta tristeza, incapaz de dibujar mi mapa interior en base a ella. Siento hoy, desde la distancia, que dejaba que las fases de otras lunas ejercieran una excesiva influencia en su movimiento, en sus voces, ... y eso hacía que no sujetara el lápiz con la debida firmeza.

    Me centro en mi luna, ahora. Y el único convencimiento es la consciencia del camino que queda por recorrer, escuchándome en cada paso, aprendiendo con cada tropiezo, intentando no olvidar que tengo que caminar para seguir construyendo la persona que quiero llegar a ser con los pilares de la persona que soy, sabiendo que no hay un destino, sino un recorrido que puede redibujarse en base a esa luna, con sus fases. Y a otras lunas, con sus fases.

    Hace no mucho volví al parque de atracciones de Igueldo, en San Sebastián. Lo encontré tal cual lo registraron mis ojos de niña. Volví a entrar a la sala de los espejos. Te devuelven, inmisericordes, tu imagen distorsionada de mil maneras, ridícula, informe, ... Allí, el resultado es la risa. En otras ocasiones, ver nuestra imagen reflejada en algún espejo nos hace girar la vista hacia otro que nos ofrezca una versión más amable, más asumible, más acorde con lo queremos ver. En esos momentos, no somos capaces de utilizar el humor, escuece demasiado. Ubicamos rápidamente el espejo en el que nos vemos favorecidos y no queremos filtrar el hecho de que somos un poco de todas esas versiones, supongo.

    Increíble post, Manel. Lo leeré a menudo e intentaré escucharme después, en silencio, lápiz en mano, para dibujar los trazos que me sugiera la luna.

    Muxu handia!!

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    1. Es difícil iluminar estos temas sin darles una relevancia excesiva y contraria a aquella discreción en la que se desenvuelven. Con el autoanálisis y la autocrítica que propongo en este artículo no me refiero a un desmenuzamiento del sí mismo más propio del psicoanálisis de diván. Tan sólo quiero señalar aquello que distingue realmente a quienes consideramos sabios [que no informados], que no es otra cosa que el “relativizarse a sí mismos ponderando su peso en lo que acontece en su entorno”. Si la suma de las fuerzas es la que determina la dirección resultante, el desconocimiento de la propia fuerza aumenta el error sobre el que se interpreta una realidad que ya de por sí es ilusoria.

      Conocerse uno mismo no debiera ser tan sólo un ejercicio optativo por parte de personalidades místicas sino una práctica de higiene social ya que, como tan bien sabes tú y tu equipo, gran parte del ruido en las relaciones se debe a la falta de contención que en uno mismo provoca el desconocer los propios límites.

      En absoluto quería pues referirme al autoanálisis absoluto pues siempre quedaría aquella duda de “quién analiza al analista que debiéramos llevar todos dentro". Supongo que aquí entra lo que sugiere Juana cuando habla de un “guía” externo. Pero no creo que, a efectos de lo cotidiano sea necesario llevarlo tan lejos, a mi me parece más que suficiente el grado de análisis que se desprende de tu comentario porque si de una cosa me he dado cuenta, es de que sólo aquellas personas que se toman a sí mismas como objeto de investigación, descubren el abismo insondable del que emana todo su yo y no solo admiten ser unos “iniciados en sí mismos” sino que además actúan en consecuencia gobernando sus impulsos y demostrando un sincero respeto por los demás.

      Muchas gracias Marta por dibujarnos esas sensaciones.

      Un abrazo.

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  6. Buenas tardes, Manel.

    Interesante post e interesantes respuestas, para leérselo varias veces. De todo, me quedo con la mirada de Goio sobre el aprendizaje continuado que permite la web, y la de Juana sobre el autoconocimiento; ambas pueden llegar a ser armas de doble filo con las que puedes acabar herido sin percatarte.

    Un abrazo.

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    1. Hola Begoña,

      La verdad es que Goio ha señalado un tema importante al referirse a las posibilidades que abre la red para “dar por hecho aquello que primero se debe de hacer” así como para crear el ruido suficiente como para ponérselo difícil al silencio necesario que requieren ciertas reflexiones complejas. A partir de los comentarios que suele hacer Juana en este blog deduzco que este tema del autoconocimiento y de la autocrítica no le es en absoluto ajeno, que tiene mucho andado y que además cuenta con buenos referentes [guías], alguno de los cuales ha comentado en alguna ocasión en este blog.

      De tener que elegir a mi me costaría escoger entre los diferentes comentarios que se han realizado en esta entrada porque todos me han abierto nuevos puntos de vista sobre el tema y me han permitido reflexionar desde perspectivas que no contemplaba. En esto, el blog actúa como un portal donde vuestros comentarios abren nuevas líneas de reflexión sobre el tema.

      De lo que comentas subrayo este “acabar herido sin percatarte” por la advertencia que se infiere ya no hacia los otros sino a la propia persona.

      Un abrazo.

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  7. Por supuesto, hablo siempre en nombre propio. Siempre es así cuando alguien deja nombre y apellidos online, pienso. Es simplemente una opinión personal e instransferible, por supuesto.

    Un abrazo.

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    1. Una opinión que vale la pena paladear ya que, como nos demuestras continuamente en tu blog, eres muy hábil leyendo sentimientos y servirlos de la manera más bella.

      Una abraçada.

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  8. ¿quién puede resistirse a mensajes así?:D.

    A veces no escribimos las palabras correctamente: quise decir ambos temas tratados con anterioridad en alusión a los asuntos, no a las miradas. Me parece que en esta ocasión no he sido muy hábil con las "letras":P.

    Abrazos.

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