Daniel Pennac comenta en “Mal de Escuela” que “la velocidad de encarnación es lo que distingue a los buenos alumnos de los alumnos con problemas. Estos, como les reprochan sus profesores, están a menudo en otra parte.” A partir de aquí desarrolla una deliciosa reflexión sobre los tres tipos de presencia, la física, la intelectual y la emocional apuntando la idea de que, en una misma persona, no siempre se dan cita todas juntas, en el mismo momento y en el mismo lugar.
Es fácil trasladar lo que Pennac observa en el marco de la escuela al de cualquiera de nuestras organizaciones y advertir de que no siempre son todos aquellos que parecen estar y de que es posible encontrar a quien ha dimitido de su puesto de trabajo camuflando su ausencia intelectual y emocional bajo la apariencia de su presencia física.
Pero la dimisión no ha de corresponderse necesariamente con no trabajar o con mostrarse beligerante ante aspectos corporativos ya que hay quien ha dimitido y lleva a cabo los mínimos exigidos cumpliendo con el horario acordado y no pocas posiciones críticas e incómodas para la organización acostumbran a ser indicadores de la no dimisión y de la voluntad de la persona de subrayar su presencia y su compromiso.
No, la dimisión ocurre cuando se desconecta emocionalmente del devenir de la organización, del equipo o del propio puesto de trabajo abandonándose a la queja improductiva o a una suerte de resignación átona, de que las cosas son como son y poco se puede hacer para que sean de forma distinta y en la que no cabe más aportación de valor que la de estar ahí, dando fe de que el puesto de trabajo, a pesar de todo, sigue estando ocupado. La dimisión, como la deserción, ocurre cuando se pierde la esperanza.
--
La fotografía la he encontrado aquí.
"Al entrar en el Infierno, contaba Dante, se le decía a los condenados que abandonasen la esperanza. Diabólica mentira. La esperanza no se pierde por entrar en el infierno. Se entra en el infierno por haber perdido la esperanza."
ResponderEliminarDesde hace muuuuchos años llevo esto en una de mis carpetitas de bolsillo ...
No abandones la esperanza ... estarás en el infierno ...
¡Feliz semana!
Muy buen apunte Juana, integra a la perfección diferentes sensaciones que también me producen aspectos del post. Creo que voy a hacerme con una carpetilla aunque sólo sea para llevarlo yo también. :-)
EliminarUn abrazo!
Hola Manel, también se habla del "Burnout" que es lo que te queda cuando se pierde el interés, aumentan las exigencias del cargo y te quitan recursos para ejecutarlo. Yo creo, que allí. se pierde la esperanza,
ResponderEliminarAlberto
Cierto Alberto, aunque el burnout lo asocio más a determinadas profesiones expuestas a factores muy estresantes. Incluso puede ser visto como la consecuencia de una sobreimplicación expuesta a elevadas dosis de frustración. La dimisión que intento delatar en este post es aquella que se puede observar en cualquier parte y cuyo origen se halla en la fractura del compromiso emocional de la persona con el puesto de trabajo, el equipo y/o la organización…
EliminarLlevo unos días impactada por esta entrada tuya. Unos días plantándome un velo delante para no ver, con toda su crudeza, la realidad. Hubiera preferido seguir así, pero cayó el velo. Y me reconozco en esa dimisión que tan poco me gusta. No tengo ningún vínculo emocional con la organización en la que trabajo. Me une un contrato laboral, pero he ido rasgando, mil veces van ya, ese contrato emocional que determina el sentido de pertenencia. El trozo más grande tiene el tamaño de su capacidad de escucha, inversamente proporcional a la distancia a la que se sitúan del aula, ese lugar mágico que amo y que siento olvidado, ninguneado, vapuleado. Ni siquiera en términos de rentabilidad, se acercan. Tristura.
ResponderEliminarLas consignas de "divide y vencerás" calan hondo en estos momentos y, a cada instante, me cruzo con las mayores miserias de las que somos capaces los humanos ...
Pero también convivo con las grandezas de los pequeños gestos cotidianos y eso me mantiene, como siempre, lejos del umbral de ese infierno del que nos habla Juana. [Gracias por la frase, Juana. Me la he tatuado en una libreta que es una extensión de mi piel. No te imaginas lo que su lectura me ha removido!]
Aún así, me esfuerzo cada día. Porque no dimito de las personas con las que comparto esos esfuerzos, dentro y fuera del aula y del horario.
Llámalo escuela de guerrilla, si quieres ;) Yo, a veces, lo hago. Pequeñas escaramuzas diarias para encontrar el hueco a través del cual seguir haciendo, creyendo, siendo ...
Y es que ese pájaro que es la esperanza, a veces, vuela lejos, pero siempre vuelve y me canta ... aunque sea bajito.
No veo un arrojar la toalla en lo que comentas, Marta. No hay dimisión ahí. Incluso referirse a “escuela de guerrilla” remite más a compromiso que a resignación o abandono. Tu comentario me ha hecho pensar en diferentes matices que puede tener la esperanza y en que a veces uno insiste en esperar para no haber de rendirse…ese tema, el de la esperanza, también se las trae…
EliminarHola Manel,
ResponderEliminarSiempre hay reflexiones tan valiosas aquí! Cada vez que te leo vuelvo a algún rincón dormido, o no tanto, de mi ser. Hace dos años yo dejé un trabajo que supuestamente estaba muy bien precisamente por lo que cuentas, no me parecía ético, ni saludable estar apenas de cuerpo presente, lo demás volaba junto a esa esperanza, que Juana y tambien Marta mencionan, muy lejos, indicándome cuál era el siguiente paso. Para quienes no sabemos estar en un trabajo así, solo con el cuerpo, es desgarrador pero siempre hay un lugar en el que todo confluye, no podemos dejar de soñarlo y buscarlo :)
Un abrazo!
Estoy contigo, Ángela, dimitir parcialmente no es ético, o se está o no se está, las medias tintas justifican la mediocridad de la relación. El principal compromiso lo tiene uno con su propia ilusión, la dimisión parcial, esa que te mantiene ahí por la nómina, sólo traduce miedo… Coincido contigo en haber hecho el hatillo varias veces, de hecho es lo que me ha llevado a donde estoy ahora.
Eliminar