domingo, 17 de diciembre de 2017

Empatía

Últimamente, empatía es una palabra que suele aparecer muchísimo en diferentes contextos de trabajo.

Es muy probable que este fenómeno está alimentado por una multitud de causas, muy actuales, que van desde las sobrecogedoras necesidades que diariamente se ponen de manifiesto en nuestro contexto político y social mundial, a la necesidad de nuestras organizaciones de aumentar la implicación de las personas transformando la clásica "gestión de los Recursos" en una verdadera "gestión de los Humanos", todo ello aliñado con la relevancia que en los últimos años han adquirido los componentes más emocionales para comprender la heurística cognitiva del cerebro.

Sea como fuere, la palabra empatía, aparece más a menudo que de costumbre como la pócima capaz de arreglar los más intrincados problemas que, desde siempre, amenazan la sintonía entre la disparidad de puntos de vista, ideas y personalidades que pueblan el género humano.

Cuando no se confunde y se utiliza como sinónimo, a menudo se asocia la empatía con la compasión, la caridad, el altruismo, la ternura o la piedad. Pero, la empatía, no se corresponde necesariamente con ninguno de esos atributos, se puede ser empático y no exhibir ninguna de esas cualidades, pensemos por ejemplo en un negociador o en un jugador de póker, necesariamente empáticos para poder captar el punto de tensión del otro o penetrar la facies inexpresiva de su oponente con el fin de elaborar una hipótesis sobre las cartas que lleva en la mano. Digamos que, la empatía, se lo pone fácil a las personas generosas, pero no por ser compasivo, caritativa o piadoso se es necesariamente empático.

Se suele decir que la empatía es la capacidad para ponerse en la piel o en los zapatos del otro. Esta definición suele llevar a algunas personas a pensar que se trata de la capacidad casi mágica de saber exactamente cómo se siente o en qué piensa el otro y eso no es del todo cierto, la empatía sólo permite establecer una hipótesis sobre el estado del otro que puede ser más o menos coincidente con la realidad de este estado.

¿De qué depende esta coincidencia? Generalmente de las experiencias previas, vividas directa e indirectamente, de las que dispone la persona y, por otro lado, de su capacidad de relacionarlas con la situación a la que está asistiendo. Esta combinatoria entre experiencia y capacidad de relacionarla con los estados que se observan es la que permite elaborar una teoría comprensiva, más o menos acertada, sobre el estado cognitivo o emocional en el que se halla otra persona.

Desde que Giacomo Rizzolatti, Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese descubrieran, en la circunvolución frontal anterior [área de Broca] y en el lóbulo parietal, una red de neuronas que interviene de manera determinante en la comprensión del comportamiento de otros individuos y a las que denominaron “neuronas espejo”, la empatía dejó de ser una cualidad específica atribuida a algunas personas particularmente sensibles para pasar a ser una capacidad compartida por cualquier ser humano.

Además de ser determinante en las conductas de imitación en las que se basa el aprendizaje, la actividad de las neuronas espejo, permite elaborar teorías mentales sobre las posibles razones y motivaciones de las actuaciones de otras personas o percibir, como si fueran propios, los sentimientos o sensaciones que puedan estar experimentando cada una de ellas.


En líneas generales se puede afirmar que, salvo que exista algún tipos de disfunción, la capacidad de empatizar es inherente a la naturaleza de cualquier ser humano, pero ¿significa esto que por poder ser capaces de serlo, normalmente somos empáticos?

Y es aquí donde tener capacidad de empatizar y ser empático no necesariamente han de conjugarse y darse por supuestas en la misma persona.

Porque el hecho de estar frente a alguien no significa que se le vea. Por decirlo de algún modo, hay muchas personas que toman a aquellas otras con las que se relacionan, como a "espejos" en los que reflejarse.

Para empatizar con otra persona ha de focalizarse la atención en ella, de lo contrario es muy improbable que llegue el mínimo de información necesaria para poder elaborar cualquier teoría que interprete su estado físico, cognitivo o emocional, pero hay quien se mira a través del otro y sólo ve en este otro aquellos rasgos que reflejan algo de sí mismo. Que sólo busca en descubrir en los ojos del otro cualquier indicio de admiración, deslumbramiento, fascinación, censura o reprobación hacia sí mismo.

A veces nos preguntamos: cómo aquella persona con la que estamos no se da cuenta de lo que nos transmite o nos produce, atribuyendo esa ignorancia a su falta de capacidad para empatizar cuando en realidad sólo se debe a que no nos ve a nosotros, sino que muy probablemente se esté viendo a través nuestro.

Para empatizar hay que vencer la presión del propio Ego para erigirse en el centro de toda atención, incluso de la nuestra, y es en este apagar el propio Yo cuando emerge ante nosotros el Otro y nos abrimos a la oportunidad de ser impactados por su presencia.

El secreto de la empatía reside en la capacidad de desalojar el propio Yo para que quepa cualquier Otro que pongamos en su lugar y, para ello, hay que proponérselo y esforzarse.

Ahí está la clave de la solución y la dificultad para resolver muchos de los males que nos aquejan.

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  • La primera imagen es el Narciso de Caravaggio [1594-96]
  • La segunda imagen corresponde a Eco y Narciso de John William Waterhouse [1903]



7 comentarios:

  1. Leyéndote he tenido la sensación de que además de todo lo que tan brillantemente desgranas en el post, hay algo más. No sé si es una duda o una certeza (o ambas) pero en este año que he estado rodeada de un amplio rango de edades, que abarcan cuatro generaciones, he encontrado muchas coincidencias respecto a las dificultades en las relaciones. Por ejemplo, he notado evoluciones negativas en personas que sé que tienen capacidad de empatía, así como también me he llevado gratas sorpresas con muchas otras cuando el contexto o las circunstancias han permitido un pequeño paréntesis. El tiempo es enemigo de los sentimientos y se archiva a toda prisa eligiendo las etiquetas o tópicos que están más a mano. El pensamiento lento cada ver tiene menos espacio.

    Quiero decir con todo esto que en esta proliferación de egos inflamados tiene mucho que ver la erosión de la presión del tiempo, el que no tenemos… o creemos no tener. Intentamos prevenirnos contra las roturas pero se nos olvida que, la mayor parte de las veces, las estructuras no quiebran sino que tienden a compensarse por lo que se deforman para mantener el (aparente) equilibrio. Las cosas ya no son ni para ayer, la actualidad es pasado antes de conocerse y no nos está resultando sencillo adaptarnos a tantas velocidades entrecruzadas. Y en el camino está quedando desatendido aquello que nos diferencia de los algoritmos y las máquinas porque… si no tenemos tiempo ni para entender lo que sentimos, ¿cómo lo vamos a tener para los demás?

    Y conste en acta que no me siento pesimista, soy una firme creyente de que la naturaleza (humana) se abre camino. Un abrazo Manel.

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    1. Si eliminar al otro de la ecuación hace innecesario identificarse con él, imagino que cuando ya es uno mismo quien está ausente [atrapado en ese bucle al que te refieres y que une directamente el futuro con el pasado] el tema pasa ya a ni plantearse.

      Me doy cuenta de lo que dices y de que hay que huir de las etiquetas y evitar diagnosticar al otro, de hecho, insisto en que más que exigir al prójimo, hay que interrogarse a uno mismo respecto de estos temas y recorre primero el propio camino.

      Un abrazo!

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  2. Soy de la opinión de que la empatía no sirve para solucionar problemas. Definida mayormente como "la capacidad para ponerse en la piel o en los zapatos del otro", de acuerdo contigo, tampoco asegura evitar problema alguno. Como máximo se podrán gestionar anticipadamente. Señalas acertadamente: "el secreto de la empatía reside en la capacidad de desalojar el propio Yo para que quepa cualquier Otro que pongamos en su lugar y, para ello, hay que proponérselo y esforzarse". Por su propia esencia no puede ser una acción puntual, o sí o no, para que sea efectiva se debe conjugar en presente continuo.

    Me pregunto si en las organizaciones de hoy en día, formadas por personas de diversos perfiles que tienden a replicar las estructuras cerebrales de las personas que lo componen, cabe la empatía. En mi opinión, por esa esencia de continuidad que en la empatía subyace, las habrá de más o menos activas, según sea su foco de atención, sus propios componentes o no. Conseguirlo es un reto que dependerá en gran medida de la estructura organizativa que tengan las personas que lo componen.

    Gracias por tu blog que me hace pensar en lo que más me gusta y divierte: el aprendizaje de las organizaciones.

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    1. Sin lugar a dudas, la empatía exige un interés por el mundo que, a menudo, está capturado por una atención excesiva a la ansiedad por transformarlo que tanto caracteriza el momento actual. Las culturas organizativas suelen ser condensaciones que exageran los rasgos principales y los valores de nuestra cultura como sociedad.

      Coincido con tu comentario y creo que la empatía, por si sola, no resuelve problemas, aunque contribuye poderosamente a hallar soluciones.

      Muchísimas gracias a ti por tu reflexión, Joan, coincidimos también en gustos y diversiones ;)

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  3. Coincido en tu descripción de la empatía. Me pregunto si la empatía es un rasgo aprendido de la personalidad o es innato en las personas. Pienso que detrás de una persona empática, capaz de ponerse en otras situaciones y de alguna forma comprenderlas, suele relacionarse con individuos que dedican mucho de su vida a buscar su verdadera identidad. Ahí te dejo mi reflexión. Abrazos!

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    1. La capacidad para empatizar es innata, los trabajos de Rizzolati llegan a localizar las zonas cerebrales que están implicadas. Otra cosa es el grado en que se desarrolla y se aplica esta capacidad y esto sí que se debe a factores de personalidad presumiblemente relacionados con la atención que la persona presta a su entorno y con la capacidad para relacionar lo que percibe con su vivencia y conocimiento del mundo. Esa dedicación de ciertas personas a conocerse a la que te refieres debe ser una de las mejores maneras de muscular este conocimiento del mundo y la clave para identificarlo cuando se ve fuera.

      Qué agradable sorpresa tu visita, María del Mar. Me encanta verte por aquí. Gracias por tu aportación.

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    2. Espero que algún día nos hables sobre la otra cara de la moneda. Te leo siempre, con esta entrada conecté de pleno. Gracias :)

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