domingo, 22 de enero de 2023

El placer de sufrir, un poco…

Meditar y salir a correr, esta es la secuencia cada mañana desde hace años, lo de correr puede sustituirse con nadar pero al final, para lo que quiero comentar, viene a ser lo mismo, sólo que no hay que madrugar tanto. Esto de levantarse pronto es por no tener que ir sorteando a la gente por la calle, gente y coches, sobre todo coches que te obligan a pararte en cada semáforo, además, correr por la ciudad sin gente y sin coches es una experiencia distinta, un espacio íntimo, la ciudad vacía y tu, solos o casi, porque te vas cruzando con otros corredores o corredoras con los cuales parece establecerse cierta complicidad, eso sí, muy efímera ya que dura el tiempo de cruzarse y darse cuenta de lo sólo y contigo mismo que estas en aquel momento.

Levantarse, meditar y salir a correr, quizás esta sea realmente la secuencia porque puede parecer que lo difícil es sentarse en un cojín, para calzarte unas deportivas después y salir a la calle a hacer kilómetros con las legañas puestas, como quien dice, pero no, lo difícil, lo más difícil es levantarse, decidirte de una vez por apartar el edredón y resignarte a ver como escapa el calor que te has trabajado durante horas, la capa térmica en la que te has sumergido y que te ha incubado y protegido del ambiente hostil y frío con el que te encuentras sí o sí cuando apartas las sábanas. 

Este es, sin duda, el momento decisivo, el más difícil, cuando te desdoblas entre el disciplinado, el que insiste en que lo que te conviene es hacer lo que habías decidido hacer y el rebelde que sugiere que reagendes tu actividad, que lo dejes para el día siguiente, sobre todo lo de correr, que con el frío que hace es lo que menos apetece, con la cantidad de cosas que puedes adelantar, ¿vas a salir a correr?

Antes esto, lo normal es pensar que el verdadero disfrute está en remolonear, que lo contrario es postureo healthy, masoquismo o una reacción alérgica judeocristiana a disfrutar libremente de los placeres sencillos de la vida; que cualquiera sabe que el verdadero disfrute está en zanganear, en dejarse ir y diluirse entre los vapores de la pereza, en liberarse de las auto imposiciones y ceder al impulso de lo que te pide el cuerpo.

Pero, lejos de esta perspectiva, el verdadero goce, el natural y limpio, se obtiene haciendo lo que te habías propuesto hacer, que por muy extraño que parezca, disfrutar no es quedarse entre las sábanas; que a partir de que cedes y decides quedarte, todo cambia, como si la decisión alterase el fluir normal de las cosas, un detenerse en un tiempo que ya ha pasado, un frenar la secuencia de los acontecimientos, ocupando un espacio en el que realmente ya no estas como estabas antes porqué lo estas usurpando, que ya no te pertenece y del que acabas saliendo con la sensación agria de haber sido derrotado una vez más. 

Hay un disfrute integral, muy especial y genuino en dominar las pasiones que vale realmente la pena saborear, no se trata de encontrar placer en el dolor, como creen algunos, sino de gozar en superarlo, porque no somos nuestra pereza e identificarnos con ella es lo que nos confunde y hace sufrir cuando nos planteamos contrariarla y activarnos para vencerla, que hay placer en lo que se consigue con esfuerzo, que sienta bien, aporta vigor, pone a raya la tiranía mental que subordina el cuerpo a sus caprichos o miedos y genera una dicha única y auténtica: no sólo la de estar, sino la de sentirse vivo y capaz.

6 comentarios:

  1. Una excelente y poética receta para "sentirse vivo y capaz" y no "derrotarse una vez más". Me ha hecho pensar, como siempre que te leemos. En mi caso mañana lunes salgo temprano "a correr". Con lo mío ( y eso que hay previsiones de muy bajas temperaturas).

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    1. Ya sabes company, toca taparse la boca, calzarse un gorro para taparte la cabeza y las orejas, una térmica, un cortavientos, mallas largas y buena música para verlo todo pasar,en fin, quéte voy a contar.
      Muchas gracias por el guiño, Jaime. Un abrazo fuerte!!

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  2. Hábitos... en el doble sentido de la palabra ;-)

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    1. Què te voy a contar a tí también sobre hábitos, Julen ;-)

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  3. Esa sensación de "hoy toca" que está a medio camino entre la pereza y la vivencia personal y "solitaria" de encontrarte e intentar sentir "algo especial" en ese momento. El edredón mola, pero descubrirte creo que mola más.
    Gracies Manel!

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