Desde pequeño, mi vida itinerante ha comportado en mí un cierto desarraigo, una deslocalización que me ha situado siempre como alguien de paso incluso en el mismo entorno del cual provengo.
Pocos lugares han impactado en mí de manera tan directa y en tan poco tiempo como lo ha hecho La Garrotxa, una tierra que me ha evocado el dulce aroma de mi propia raíz y que me ha sugerido aquellas pistas emocionales para conocer mi propia identidad, mis fundamentos y la vinculación a un País que reconozco como el mío y desde el cual puedo proyectar una atención precisa y abierta al resto del mundo.
El nombre de Garrotxa (en lengua catalana: tierra áspera, rota, de difícil caminar) le viene dado por la peculiaridad orográfica determinada por su origen volcánico. Un origen que ha dotado a esta tierra de una exuberancia y fuerza telúrica tal que uno no puede dejar de sentirse confortablemente acogido por el manto de la Diosa. Es, sin lugar a dudas, una tierra de hadas en la que has de mirar donde pones el pie no sea que vayas a pisar a un elfo, que de existir…tened por seguro que es allí.
Improvisando un balance del trabajo realizado hasta ahora, concluyo que estoy satisfecho, pero aún lo estoy más de lo que he aprendido. No me cabe la menor duda que trabajar con estas organizaciones ha influido mucho en las decisiones que he tomado sobre el modelo profesional a seguir. Desde los modelos de liderazgo y la gestión del riesgo hasta la calidad en la relación interpersonal, el contacto con estos equipos y las personas que los conforman me han reafirmado aspectos valiosos en los cuales estaba empezando a dejar de creer.
Mucho se valora y, desde mi punto de vista, demasiado a la ligera, el carácter de la gente en función de dudosos indicadores vinculados a una también dudosa concepción del concepto de progreso…pero yo cada vez estoy más firmemente convencido de que las personas son como la tierra que habitan y que, por ende, ésta dice mucho de con quién te relacionas. En este sentido, La Garrotxa, históricamente escenario de diversos conflictos políticos, tierra de emprendedores y musa de su propia escuela de arte, ha logrado mantener un difícil equilibrio en los tiempos que vivimos y actualmente es, para mí, uno de los referentes de cómo quiero que sea el mundo en el que habito.
En Pep [un compañero y un amigo] me enseñó algo que presuntamente ya sabía brindándome, un día que pedaleábamos entre volcanes, la oportunidad de poner en práctica el consabido verso del poeta: “se hace camino al andar”:
- Vamos por este sendero [señalando un muro de espesa vegetación]
- ¿Qué sendero? Aquí no hay ningún sendero…!
- Pero si no pasamos no lo habrá…alguien ha de empezar…
En la foto de arriba el volcán de Santa Margarida (municipio de Santa Pau), de 682m de altitud. Entró en erupción hace 11.000 años. En medio de su cráter [aquí oculta por un mágico velo de niebla] se halla una iglesia románica con el mismo nombre.
La fotografía de abajo corresponde a una jornada de reflexión estratégica con la junta directiva de Turisme Garrotxa. El escenario es Can Patorra una casa de turismo rural regentada por David Muñoz [el primero por la izquierda] y su esposa, un verdadero ejemplo de emprendeduría y de armonización de los propios valores con la manera de vivir.
El año que viene toca visitar tu tierra, seguro :-)
ResponderEliminarEntrañable post. Paisaje y personas modelándose mútuamente... una relación sugerente. Decía Jay Appleton, paisajista británico, que "el paisaje es lo que la gente hace de su entorno después de que la naturaleza lo ha puesto en sus manos". Y la Garrotxa es un buen ejemplo de saber hacer.
ResponderEliminarSiendo artesano como eres, enamorado de tu trabajo, has encontrado en la Garrotza y su gente el taller ideal para llevarlo a cabo. Y por lo que te conozco, sospecho que tu "colaboración" ha sido (en ralidad) pura pasión. Que el tiempo, el paisaje y las personas te brinden más oportunidades como ésta.
Como garrotxí, te agradezco el post. No había comentado aún en tu blog, pero esta ha sido una buena ocasión para empezar. Nací y viví en la Garrotxa hasta los 18 años. Lugo dí vueltas, y ahora vivo en el Empordà. Y en ambas comarcas he tenido el placer de sentir esa fuerza que nace de esa interrelación entre las personas y el entorno. En el caso del Empordà, incluso a pesar de la explotación que ha padecido el territorio.
ResponderEliminarSaludos.
@Yoriento, y serás bienvenido… un abrazo.
ResponderEliminar@Anna, Bonita la cita de Appleton. Sí, creo que tienes razón en que es un taller ideal…la materia prima, la capacidad para impulsar proyectos y el buen humor que se destila crean un marco ideal para trabajar y divertirse a la vez. En cierta manera [aunque no del todo, eh?] depende mucho de nosotros como percibimos lo que vemos…ahí creo que hay una clave… Gracias por tus deseos Anna.
@Toni, Benvingut y considerarte como en tu casa. Cierto que el Empordá, a pesar de todo, sigue destilando un encanto que se resiste al mal trato que ha recibido desde los 60. La casa rural que cito en el post [Can Patorra] está en la frontera entre la Garrotxa y el Empordá y cómo puedes imaginar, el entorno es impagable [una casa en medio de un campo de girasoles rodeada de imponentes montañas…] De aquí a poco, posiblemente el año que viene, probablemente tenga la oportunidad de hacer algún trabajillo por esa tierra que te acoge. Gracias por el comentario y nos seguimos.
Me identifiqué con mucho de lo que comentas en este post, pues mis orígenes también están ligados a esa región (Olot y Les Preses) y aunque el tiempo no me ha permitido regresar tan a menudo como quisiera, si que no olvido todo lo allí vivido... Que bueno que personas como tú puedan colaborar por el bien de la región.
ResponderEliminarSlds
SM
@SM Pues no te ubicaba yo por ahí…no habré tomado cafés en el Vertisol! La verdad es que se trabaja muy a gusto…ya el viaje es una gozada…
ResponderEliminarGracias por el comentario
Un abrazo!