miércoles, 7 de octubre de 2009

Legado

A medida que pasan los años y me hago mayor, cada vez estoy más convencido de que vivimos toda una vida para aprender lo que nuestros padres nos enseñaron cuando éramos niños... Y aún así hay quien, lamentablemente, no llega a hacerlo y vive toda una vida acumulando información, sabiendo multitud de cosas e ignorando que muere en un estado de perfecta estupidez.

Me veo a mi mismo llegando por vericuetos tortuosos a conclusiones que de manera sencilla ya me advertían mi madre o mi padre, de niño.

Y, junto a la alegría liberadora que te da saber algo que realmente es cierto, me embarga una profunda tristeza de hacerlo solo y no poder reconocérselo a aquellos que me lo transmitieron y a los cuáles sólo les mostré el rostro soberbio de la duda juvenil… y, ¡ay! no tan juvenil…

Y hoy cuando, revolviendo entre aquellos pequeños tesoros que arrastro conmigo a lo largo de los años, me he encontrado con la regla de cálculo de mi padre [esa que os muestro en la fotografía] me he quedado mirando mi mano mientras la manipulaba y he recordado mi misma mano cuando la miraba de niño... y he sentido nostalgia de mi mismo, de aquellos primeros años en los que mis padres eran la revelación infalible del mundo que percibía y esta regla era un objeto sagrado y críptico con el que mi padre oficiaba en escenarios incomprensibles, pero para mí más auténticos que muchos en los que me he desenvuelto posteriormente como hombre… Y una sensación se ha abierto paso en mi interior, una urgencia de decirlo como si, con ello, pudiera cogerme de la mano con aquel que fui y así cerrar de una vez el círculo de mi madurez.

Y me sorprendo sonriéndome porque he invertido más de la mitad de lo que será mi vida en darme cuenta de que, todos aquellos rasgos de mi padre o de mi madre que en su tiempo denosté o creí ajenos, son justamente aquellos aspectos que reconozco en mi y por los que se me quiere o se me respeta y que, definitivamente, me permiten vivir esa vida que tanto me gusta.

14 comentarios:

  1. Esa misma regla de cálculo es la que solía utilizar mi Padre y que yo mismo utilicé a modo de friki durante una temporada en la escuela. Hoy aun la guardo como tesoro.

    Cuánta razón tienes, yo lo estoy viendo en la forma en que educo a mi hijo Lucca, en cómo le transmito los mismo valores que detestaba cuando me lo decían mis padres, transmitidos con todo el amor y el cariño que con la rebeldía propia del "yotodolosé" me encerraba en mis pensamientos, para ahora volver a reivindicarlos como propios y ofrecérselos a mi hijo.

    Es la rueda que todos seguimos, desde hace cuanto tiempo renegamos y no saboreamos los momentos de enseñanzas, sabiendo ahora, desde las perspectiva de la experiencia como volvemos a esa cuna y como volvieron nuestros, padres abuelos y volverán nuestros hijos.

    Gracias por compartir este recuerdo y traer los mios a mi mente.

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  2. Nos asaltan los recuerdos, a veces de manera sorprendentemente vívida, a medida que avanzamos por la vida. Vienen acompañados de un sabor agridulce: por las ausencias, por un lado; por ser privilegiados por atesorar una herencia única. Sólo el tiempo ayuda a darle el valor que merece y que nos empuja a transmitirla a nuestros hijos. Porque por mucho que evolucionemos, descubrimos que lo más sólido de nuestra existencia está en los cimientos de la misma, en todo aquello que nuestros mayores nos inculcaron y enseñaron con gesto amoroso durante nuestra niñez y juventud.

    Gracias por este hermoso post, un escelente homenaje a aquellos que nos enseñaron a deambular por la vida con paso decidido.

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  3. Muy bueno, Manel. La vida en espiral. Todo vuelve al mismo punto pero en una dimensión diferente. Pero estamos a tiempo de trasladar esa idea a nuestros hijos. Hoy describes con nostalgia la lección aprendida por el hijo, pero pongámonos ahora en la figura del padre (para los que ya lo somos). Igual vendría bien compartir ese sentimiento con nuestros hijos, ¿y si le leemos tu post? ¿o no serviria para nada?
    Decía Jean-Pierre Dupuy que “No queremos creer lo que sabemos”, y yo creo que es eso lo que ocurría cuando pasábamos de nuestros padres. Sabíamos que tenían razón, pero no queríamos creerlo...
    Por cierto, me doy cuenta ahora que no siento nostalgia de mi, y eso me entristece un poco, me dice algo...

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  4. Hace un rato mi amigo me comentaba en la cocina que no comprendía como su hermana podía haber dejado un trabajo donde le pagaban 2800€ al mes... "no me gusta, no me veo aqui, no va con mis valores".

    Se ve que los valores han girado el rumbo laboral de esta mujer; es la fuerza de los valores, la educación que recibimos, los modelos, ese esfuerzo impagable de nuestro padres por darnos herramientas con las que orientarnos en esta impredecible vida, herramientas para poder disfrutarla por el camino y llegar al final sin remordimientos.

    Cuando uno es pequeño, o joven, no habla el lenguaje del adulto y por eso no puede comprenderlo. El tiempo pasa y cuando lo comprendemos...llega el alto respeto, quizás la idolatría?;

    Es un bello post, gracias por compartir eso de ahí dentro.

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  5. Es imposible leer tu post y no sumergirme en el mar más profundo. Así, que podemos decirlo así, es posible que en este comentario se escuchen respiraciones entrecortadas producto de la botella de oxigeno. Se me agolpan las ideas.

    La primera es que comparto esa melancolia o "nostalgia de mi mismo". Cuando pongo mis manos junto a las de mi hijo o mi hija recuerdo en como eran antes y como eran las de mi padre. Cierta inercia a querer seguir siendo hijo cuando uno se planta de lleno en el ser padre.

    Llegar a sitios comunes con los que vinieron antes es ley de vida y una sensación historica. Y además yo creo que hace bien. Es un ejercicio de reconocimiento y honor ante nuestros padres. Antes estabamos en otras diferentes y la relación era dificil que fuera esta. Hoy lo hemos conseguido y es bueno para nosotros.

    Para mi ha sido importante descubrir las fuerzas, las estrategias de mi padre en sus particulares batallas. Muchas son compartidas.


    Siempre estan los matices que nos hacen unicos. También están ahi aunque ahora nos fijemos en lo que nos hace más parecidos.

    Por otro lado pensamos ya en nuestros hijos y lo "practico" que sería que registraran en sus discos duros toda la información que hemos ido acumulando en los nuestros. Con todo el respeto a la informatica, creo que no va a funcionar. Me interesa más el proceso y los lugares a dónde podemos llegar nosotros desde ese reconocer y honrar a nuestros mayores. Este ejercicio nos pone en un lugar más... centrado también en nuestra paternidad. Y eso es muy bueno para nuestros hijos. Estoy convencido.

    Un verdadero placer, Manel. Muchisimas gracias por llevarme a un lugar tan interesante.
    Un abrazo

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  6. Y si no se produce ese reconocimiento del valor de las enseñanzas de nuestros padres es que algo anda mal. Si continuamos rechazándoles a una edad avanzada, es que tal vez sea que no nos aceptamos bien a nosotros mismos.

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  7. Hola Manel:
    Bello post. Tambien atesoro una similar que me regalara Papá hace ya algunos años. Al igual que su máquina calculadora, que compró cuando llegó como inmigrante desde europa.

    Las cosas que atesoramos y nos rodean, parece a veces que son partes de nosostros mismos y nos cuentan historias cuando las vemos y nos hacen recordar de donde venimos.

    Atesorar recuerdos, creo que está bien, pues es, lo que realmente nos pertenece; lo demás, las cosas materiales que compramos, son solo préstamos. O quizá lleguen a ser tesoros para nuestros hijos, cuando en la madurez, comprendan lo mucho que nos parecemos.

    Gracias por ser la parte más humana de la red.,
    Alberto

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  8. simplemente precioso, gracias por la reflexión y por adelantarme estos pensamientos ;)

    Un abrazooo

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  9. @Bergonzini, @Anna, @Amalio A. Rey, @Enrique, @Gallas, @Juan Carlos, @Odilas, @Facility manager, @Carmen: Gracias a vosotr@s por pasaros por aquí y comentar...

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  10. La regla que aún conservo es la que empleé yo en mis dos primeros años de universidad (es que soy mayor), pero la caja de compases, que también usé en esos años y guardo para mis sobrinos, es la de su abuelo.

    Precisamente por lo que expresas, pienso dárselas el día que nazcan sus hijos para que intenten recordar la trascendental importancia que tendrá el tiempo que les dediquen en sus primeros años. Se juegan una buena parte de sus vidas.

    Gracias por compartir tu reflexión.

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  11. @josempelaez De nada, José...gracias por compartir la tuya...

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  12. Manel,

    En casa de mi cuñado en Valencia había un cuadro en catalán, como mi catalán todavía no es muy bueno voy a intentar reproducirlo en castellano. Se titulaba...

    LO QUE PIENSAN LOS HIJOS DE SU PADRE

    * A los cinco años: Papá lo sabe todo
    * A los diez años: Papá sabe mucho
    * A los quince años: Papá no sabe gran cosa
    * A los veinte años: Definitivamente Papá no tiene ni idea
    * A los treinta años: Parece que Papá sabe algunas cosas
    * A los cuarenta años: Papá lo sabe todo
    * A los sesenta años: Ojalá estuviera Papá para poder preguntarle

    Gracias por una nueva oportunidad de comentar y un saludo muy cordial,

    Jaime

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