domingo, 10 de octubre de 2010

Nuevos modelos para tiempos nuevos

No hace mucho, tomándome un café con una clienta con quien estoy colaborando y con la que hace ya tiempo que nos conocemos, me hizo el siguiente comentario: Creo que tengo un poco descuidada mi formación directiva, debería formarme pero no se me ocurre en qué… Le sugerí que se plantease primero qué tipo de directiva creía que debía ser, que huyese de cualquier formación estándar y que diseñase su propio itinerario formativo a partir de contrastar sus proyectos y de observar y participar en conversaciones que girasen en torno a intereses o problemáticas comunes. Vaya, picar de aquí y de allí…continuamente…

Estoy convencido de que existe una sobre[in]formación en materia de management que hace totalmente innecesario [y una auténtica tomadura de pelo] que tanto mis colegas como yo continuemos insistiendo en seguir desarrollando más discurso sobre un tema que ha demostrado, además, hacer aguas y no aportar resultados a la vida real de las organizaciones.

Como dice Dan Pink, el management no es una ciencia, tan sólo se trata de otro invento como también lo fue, en su tiempo, el paraguas [aunque la comparación no sea del todo adecuada ya que este último ha demostrado claramente ser infinitamente más útil] y como tal sirve a unas necesidades en un momento dado.

Puede que se requiera de un management nuevo para este nuevo orden que la crisis del modelo convencional ha tenido a bien otorgarnos. Puede que siempre se haya necesitado de uno nuevo para cada nuevo momento, y de lo que se precise realmente sea de mecanismos que aporten agilidad para adaptarse a un cambio impredecible y que, como ya sucedió cuando se hablaba de liderazgo, dé lugar a un management que algunos llamarían situacional.

Un cambio para el que los modelos rancios y centrípetos que se suelen usar en consultoría y desarrollo directivo no aportan solución. Echo de menos, en mi oficio una reflexión en este sentido y un replanteamiento que vaya más allá de las metodologías y de las técnicas y que, sobre todo, cuestione el mismo rol del consultor.

Comentábamos hace poco con Miquel que cuanto más aparte nos mantengamos de la idea que surge en un grupo más fuerza cobra ésta y con ello más probabilidades de que se traduzca en una actuación real. Esta constatación debería generar alguna duda en nuestra práctica común pero, como también diría Moliní, uno de los principales hándicaps del consultor es también uno de sus más preciados recursos, su propio ego.

Pero si he de ser fiel a lo que sé y aplicar aquello en lo que creo, más que de sesudos discursos o de sabios consejos de gurús, mi aprendizaje se desprende de mi propia casuística, de mi trabajo, en resumen, de mi día a día y es junto a mis clientes y en colaboración con ellos donde obtengo el material sobre el que reflexiono y a partir del cual destilo este conocimiento que me convierte en el consultor que soy y en el que algunos depositan confianza y recursos.

Yo aprendo haciendo, contrastando y conversando, añadiendo, en cada intento, algún nuevo ingrediente del que antes no disponía o sugerencias que, más que en cursos, surgen en conversaciones con personas con las que coincido ya sea cocinando, ya sea saboreando los mismos platos. Además, nunca antes como ahora, disfruto y me siento tan cómodo dudando y planteándome qué nueva fisura plantea la última conclusión a la que he llegado.

Si esto es válido para mí ¿por qué actúo como si no fuera válido para quien colaboro? ¿Cómo hacer de este aspecto el principal valor que aporte en el desarrollo de mi trabajo?

En un reciente post hablaba de la interconsultoría como un mecanismo donde reside potencialmente no ya la solución de problemas puntuales sino la verdadera oportunidad de innovar en materia de gestión. Pepe Roldan e Iñaki Ortiz comentaban que la interconsultoría no surgirá por generación espontánea, que hay que impulsar dinámicas que la propicien y hay que crear contextos en los que ese modelo pueda "crecer y multiplicarse".

Quizás estas sean las claves de un nuevo modelo de consultoría en la que el consultor: 1- se aparte, 2- controle y mantenga a ralla a su ego y 3- se convierta no tanto en un gestor como en un potenciador de comunidades, en un Community Enhancer, para quien le gusten ciertas formas de hablar…
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La única reflexión profundamente crítica e incisiva que conozco y de la que he gozado sobre el rol del consultor y sus efectos la realizó Josep Miquel Rodríguez en el taller de la red de consultoría artesana que se realizo en Girona en junio de este año. La presentación, excelente y a todas luces artesana, la podéis encontrar aquí.

Este artículo es también una respuesta a Eugenio Molini el cual me pedía aclaraciones a mi post anterior desde su retiro en Lord.

La foto es mía. Corresponde a mi última intervención en el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales y me gusta especialmente por no ser yo el centro de la atención y tener a los participantes ahí, volcando y contrastando su propio conocimiento.

10 comentarios:

  1. Mi experiencia es que lo mejor que me puede suceder es dar con un ser humano que tenga un ego bien integrado, eso permite un "caos" como el de la foto, donde todo es posible y creativo ....

    Nota: El caos no es desorden, es un orden que no comprendemos, ni falta que nos hace, solo tenemos que integrarnos en él.

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  2. Manel: Este post me llega directamente al corazón, no como otros que has escrito que me llegaban más al coco.
    Me encanta ver que usas la avanzada técnica del post-it en la pared y que estás en la búsqueda de formas de trabajar siendo medio y no fin.
    Si esto es lo nuevo que está emergiendo en tu práctica, me gusta me gusta.
    Sigo con interés en vernos. A ver si es posible pronto.
    Sigo en Lord hasta el 17.

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  3. Juana, Coincido con tu experiencia Juana y con la necesidad de armonizar con lo que es natural, aunque no se entienda “ni falta que nos haga” ;-)

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  4. @Eugenio, Antes estaba siempre por medio, ordenando la información, como quien ayuda a un niño a hacer algo que no sabe y todavía no debe saber. La vanguardísima técnica del post-it la utilizo desde mis inicios, lo que he incorporado recientemente es quitarme de en medio y dejar hacer confiando en las personas, en el grupo y dejándome de infalibilidades yoicas. Ya te dije en Girona que me hacía falta hacerlo y en esto, conocerte, supuso una entrada de aire puro que me fue muy bien.

    Lo de las comunidades y nuestro papel hace tiempo que me ronda por la cabeza. Me doy cuenta que en este entorno que habitamos hay demasiadas radialidades imposibilitantes, algunas por cierto perfectamente disfrazadas de dospuntocero.

    Disfruta de lo que queda de tu retiro en Lord, a la vuelta nos vemos.

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  5. Amigo Manel,
    Dijo Nacho Muñoz, que "la vida es beta, se aprende haciendo". Igual la gerencia, una parte aprendida, una parte intuición y por último la experiencia.

    Buena reflexión, que si el aprendizaje y la experticia es buana para el consultor, tambien lo será para el cliente. Lo voy a implantar. Gracias
    Alberto

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  6. Manel:
    Mi aprendizaje se desprende de mi propia casuística, pero igual de muchas otras fuentes.
    También hay management bueno, que se ha destilado de la experiencia acumulada por quienes lo han documentado. Lo que falta es pensamiento crítico para filtrarlo, y nada más.
    Pienso que el aprendizaje emana de la combinación de muchas fuentes. No basta con comprar experiencia de consultores casuísticos. Se necesita también de la buena teoría, de modelos que ayuden a pensar, de metodología escrita en libros estupendos, que los hay. Mi opinión es que estudiamos poco, me refiero de forma autodidacta que es como mejor se crece profesionalmente.
    Ya sabes lo que pienso, el ego (no confundir con autoestima) del consultor es caca, lastre, solo sirve para asombrar a clientes de dudoso retorno en aprendizaje. Así que lo de “disfrutar y sentirse cómodo dudando” es vital para practicar un modelo de consultoría que sea más P2P. Es bueno ventilar nuestras dudas con los clientes, y no veo problema ninguno para hacerlo.
    Tu sugerencia de que “Cuanto más aparte nos mantengamos de la idea que surge en un grupo más fuerza cobra ésta” se cumple solo bajo ciertas circunstancias. La idea del consultor que “se aparta” es seductora, eficiente, pero no sirve para muchos proyectos y colectivos donde hay que arremangarse, implicarse, mojarse, dar la cara, emocionar o predicar con el ejemplo.
    Hay grupos más maduros que otros para entender el valor de la autonomía. Apartarte-y-dejar-hacer es viable cuando trabajas con colectivos “evolucionados”, pero yo no tengo esa suerte porque la gente que suelo encontrarme tiene primero que entrenarse para participar, y esa es una actitud+aptitud que no nace por generación espontanea. Esperan de ti que te pongas el mono de trabajo, y creo que es lo que hay que hacer; solo que hay que saber cuándo quitárselo para que no sea demasiado tarde.
    Un abrazo!!

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  7. "Además, nunca antes como ahora, disfruto y me siento tan cómodo dudando y planteándome que nueva fisura plantea la última conclusión a la que he llegado"

    Me gusta especialmente. Y creo que es bueno transmitirlo/compartirlo con el cliente. Nadie lo sabe todo, es como decirle que estás codo a codo con sus luchas.

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  8. @Facility Manager, acertado Nacho en su sentencia. De hecho el aprendizaje es un proceso que requiere del feed-back ante la propia puesta en práctica. Es aquí donde uno corrige y adapta a sus propias características y aprende realmente. Ya comentarás, un abrazo.

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  9. @Amalio, Tu comentario me parece lógico: el aprendizaje como un todo, la existencia de buenos autores, la necesidad de modelar comportamientos, lo de arremangarse, etc.
    Como debes saber, Mintzberg en la Harvard Deusto Business REview de septiembre se cuestiona la utilidad de un MBA que todavía tiene éxito e introduce un modelo de desarrollo que llama “natural” y que ya apuntaron anteriormente Blake y Mouton. La idea es parecida a la interconsultoría que propongo en uno de mis post, basado en que, el trabajo entre participantes, a partir de sus propios casos permite alcanzar niveles más altos en gestión y dejar de depender de costosos instructores externos.
    Estoy de acuerdo en que vivir una vida no supone saber lo que es la vida, de la misma manera, la práctica no genera, por sí sola conocimiento si no conlleva una reflexión. ¿Que en esta reflexión se añadan autores? Bien, no niego la importancia y relevancia de ciertas obras. Yo mismo reviso algunos de estos materiales, pero creo que en eso ya se ha puesto suficientemente el acento en detrimento de otras prácticas tanto o más saludables y necesarias.
    Ya sabes que le tengo cierta manía a los “autores de referencia” ya que tengo comprobado que los autores que nos gustan son aquellos que coinciden, de alguna manera, en aquello en lo que ya pensamos [pero no hemos quizás formulado], al final, es nuestra propia vivencia lo que realmente nos confirma aquello que sabemos hacer.
    Cuando hablo de apartarme me refiero a centrar la atención no en lo que sé yo sino en lo que sabe [y quizás no sabe que sabe] aquel con quien trabajo, esto supone mucho trabajo, tacto y agilidad interpersonal. En vez de emocionar, hacer que pueda emocionarse por sí solo supone una pérdida de atención que algunos no están dispuestos a soportar[de ahí lo de los egos, en lo cual coincido]. En vez de dar recetas de platos se trata de dar aquellos elementos que permitan a cada uno ser autor de sus propias recetas o construir un recetario a partir de las recetas de cada uno. Que se contraste y amplíe con otras experiencias es lo deseable. Pero insistir en que se ha de empezar con uno mismo es fundamental.
    Hasta ahora el aprendizaje es al revés, es el entorno [maestros, gurús, referentes] quien dicta lo que se ha de hacer. Tú que trabajas en innovación, Amalio, seguro que sabes que este mecanismo solo genera convergencia y por lo tanto conduce a la mediocridad.
    Para hacer eso creo que hay que arremangarse como el que más, yo diría que mucho más ya que “apartarse” no significa “irse”. La vida nos enseña que cuesta más “callarse” que “hablar”.
    Gracias por tu comentario Amalio, ganas tengo ya de verte.

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  10. @Isabel, Nadie lo sabe todo y todo el mundo lo sabe. Actuar como si esto no fuera cierto es provocar un teatro al que ya estamos acostumbrados y que genera, tan solo, desconfianza [también lo sabemos]

    Darse permiso para no terminar nada es una fuente de satisfacción continua ya que tarde o temprano terminas mejorándolo. La mayor parte de las veces no se trata de cambiar la forma de hacer sino tan solo en de cómo piensas en lo que haces.

    Gracias por tu comentario, un abrazo

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